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Ana Mata

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Ana Mata

Ana Mata, Ana Carmen Mata, cada uno la llama de una forma.

Desde niña se interesó por la política. Sus primeros debates tenían como portavoz de la oposición a su abuelo, sentado a la izquierda de Santiago Carrillo. Desde entonces no ha dejado de trabajar por lo que es su gran vocación: poder cambiar las cosas y dejar  huella en sociedad. Ana Mata ha escalado políticamente desde ser una desconocida a la que nombraron presidenta de Nuevas Generaciones del Partido Popular en Fuengirola a su actual cargo de Vicepresidenta Segunda de la Diputación Provincial y Diputada de Igualdad. En el ascenso se ha dejado la piel y por el camino ha renunciado a muchas cosas. 

Quien quiera prejuzgar a simple vista podría decir: «mira la niña bien del PP”. Ana ha trabajado desde que era una cría y posiblemente cuando lea la entrevista cambiará de opinión.



Licenciada en Derecho, sabe lo que es ser autónomo y empresario. Aún recuerda los esfuerzos de su padre por llegar a fin de mes y mantener a todos los empleados en su puesto. Estudió mientras trabajaba en la autoescuela familiar, ayudando a su madre cuando la fatalidad la puso al frente de la empresa. Su madre, también Ana, una mujer que con su actitud valiente y su energía arrolladora ha sido y es un gran ejemplo para ella, aunque no siempre vean las cosas igual. 

Ana Mata renunció a cosas por el que entonces era su novio  y luego fue su marido. Una historia que terminó pero de la que guarda un grato recuerdo. 

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No le gustan las labores de la casa y pone la lavadora porque no le queda más remedio. Hay veces que se arrepiente de haber ido dejando lo de ser madre para «el momento adecuado», aunque se consuela pensando que si no lo ha sido es porque no tenía que ser. 

Su vicio confesable es el deporte, un tiempo que intenta encajar en su apretada agenda, aunque no siempre es posible. Su labor como política en un puesto de responsabilidad no tiene horarios ni entiende de festivos. 

Sobre el punto en el que nos encontramos las mujeres en la historia, como muchas, alberga dudas en su cabeza. Por su trabajo le toca palpar la realidad de las mujeres de los pueblos del interior y los de la costa. Y aún estando en 2017 entre unas y otras hay una gran brecha. Quizás de este tema es de lo que menos hablamos en la entrevista, me interesa más conocerla a ella, presentaros a la mujer que hay tras la política que da discursos o aparece en la foto. Quiero presentaros a Ana Mata. 

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Podría rescatar unas fotos que tengo de cuando éramos unas crías. Las descubrí hace poco revolviendo en el baúl de los recuerdos. Son unas fotos en blanco y negro en la que aparecemos una enorme pandilla de adolescentes, una noche de verano, en un bar de tantos de los que hay en Fuengirola. ¡Qué pequeñas éramos! Ella tan hippie y yo jugando a ser periodista con la cámara de fotos siempre a cuestas. Y pensaréis que ya estoy yo hablando de la forma de vestir de una mujer política…Pero no, no lo hago por eso. Es por contaros y para que os hagáis una idea de cómo era aquella Ana que empezó en Nuevas Generaciones. No éramos amigas, ella era la hermana mayor de Raquel, que también aparece en la foto y que sí pertenecía a mi círculo más cercano. Las cosas de los pueblos, que al final todo el mundo se conoce. Porque Fuengirola, del que es concejala, es y será siempre un pueblo aunque con las ventajas de una ciudad. 



Ana, te recuerdo de siempre de Fuengirola pero tus padres no son de Fuengirola, ¿no?

No. Mi padre es de Nador, que es un municipio del norte de Marruecos que era Protectorado Español cuando él nació, pero sus padres son de Jaén, de Linares y La Carolina, y mi madre es de Torrox.

Os recuerdo a tu hermana y a ti siempre muy relacionadas con la autoescuela de tus padres, aún siendo unas niñas.

Mi padre trabajaba en Autoescuelas Gallardo, que fue de las pioneras en Málaga, y empezaron a abrir sucursales en la costa y a mi padre le tocó Fuengirola. Ya se había casado, yo nací en Fuengirola. Cuando ya estaba establecido le propusieron trasladarse otra vez a Málaga para seguir con el plan de expansión, pero él dijo que no se movía de allí.

Y montaron su primera autoescuela…

Se quedó con la autoescuela Gallardo que luego compró y que paso a ser Autoescuela Suel.

Tu madre se incorporó a trabajar en ese momento o esperó a que fuereis más mayores.

Ella se incorporó después. Al principio estaba siempre al cuidado de nosotras, aunque siempre iba al negocio, no a echarle una mano a mi padre, pero sí para estar al tanto un poco de lo que pasaba en el negocio. Cuando nosotras empezamos a ser un poco más independientes, pues yo creo yo tendría nueve años y mi hermana ocho, mi madre empezó a trabajar en la autoescuela con mi padre, dentro de lo que es la oficina y la tramitación, porque llevábamos también cosas de gestoría. A mi padre no le hacía mucha gracia que estuviera ella ahí, pero ella siempre tenía esa inquietud, y sobre todo pensando  en montar otra autoescuela y que ella pudiese llevarla. Y así fue, se montó una autoescuela en Mijas y otra en la avenida de Mijas donde ella tenía su parcelita. Y ahí empezó ella a trabajar más horas. A nosotras nos recogía mi padre de las actividades extraescolares en el coche con los alumnos a los que daba clases y nos llevaba a la autoescuela o a casa. Nosotras hemos estado también muy integradas desde muy pequeñitas en el negocio.

¿Que edad tenías cuando murió tu padre?

Dieciocho años recién cumplidos y mi hermana un año menos.

Yo había empezado la Universidad, fue un choque importante. Era una carrera que me gustaba, me apasionaba. Siempre tuve en mente estudiar Turismo o Derecho. Para Turismo me tenía que ir fuera, así que opte por Derecho. Al fallecer mi padre tuve que compaginar los estudios con ayudar a mi madre en la autoescuela. Para mi hermana fue un trance tremendo que le afectó mucho. Todo se tambaleó en aquel momento. Mi padre era el pilar fundamental de mi casa.

Y tuvisteis que coger las riendas del negocio entonces…

Bueno, mi madre tenía conocimiento de lo que era el negocio, mi hermana y yo también, porque mi padre desde muy jóvenes, desde que teníamos catorce años las vacaciones las pasábamos abriendo la oficina a las 3 de la tarde, es decir, se iba el chico de la oficina y nosotras éramos las encargadas de seguir hasta que el chico volvía a las 5. Y en Semana Santa y Navidades pasábamos allí las vacaciones, mi padre quería que nosotras supiésemos lo que era el esfuerzo y trabajar. 

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Supongo que también tu madre pensaría entonces que había acertado habiéndose incorporado años antes a la empresa.

Sí. La verdad es que fue un acierto, es como si supiese lo que le esperaba. Fue una adelantada en ese sentido, muy responsable al intentar ayudar a mi padre para que tuviera menos carga en el trabajo, y eso le vino muy bien porque conoció el negocio desde dentro y cuando tuvo que llevarlo ella sola al 100% no fue tan duro. Sólo nos quedamos con una autoescuela, se unió la crisis de aquellos años con la escasez de profesorado.

¿Y tú sigues con tu carrera?

Compaginaba las dos cosas. Mi hermana quería hacer veterinaria así que se fue a Córdoba, pero se volvió. Raquel en aquella época lo pasó muy mal. Una vez aquí se sacó el título de Graduado Social para llevar el tema de los trámites y los seguros en la autoescuela. Así que entre las tres llevábamos el negocio.



Ana, siempre has sido una persona con la mentalidad muy abierta, sin embargo dices que no estudiaste turismo porque tenías que irte fuera. ¿Te limitó que ya tenías novio?

Sí, bueno y no sólo eso, yo tenía previsto irme un año sabático después de COU a Australia porque además allí tengo familia, en Sídney y en Melbourne, y la idea era estar con mis tíos en Melbourne un año. Yo creo que mis padres pensaban que si me iba no iba a volver.

Yo tenía mucha ilusión, pero se juntaron muchos factores y supongo que es que no me tenía que ir. Por un lado a mi tío de Australia le detectan un cáncer. Por otro a mi novio, a Joaquín, tampoco le hacía gracia y aunque yo pensaba que podíamos llevar la relación a distancia, que era temporal, él me dijo que si me iba la relación se terminaba. Así que dejé a un lado lo de irme a Australia y entre en la Universidad. Y en cierto modo menos mal, porque después falleció mi padre.

¿Cuántos años estuviste de novia con Joaquín? Creo que si pienso en aquella época os recuerdo de siempre.

Muchos años. Estuvimos juntos en total más de 20 años. Empezamos cuando yo tenía 17 años y me divorcié con 38.

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¿En qué momento entras en política?

Creo que venimos cada uno a cumplir una función en la vida, y yo desde muy pequeñita era una entrometida en la política. Y cuando digo muy pequeñita es que podría tener 8 años. Iba a la casa de mi abuelo materno que era muy político, era comunista, y recuerdo que él decía: «Ya viene la Margaret Thatcher, ya viene la abogadilla». Para mi abuelo Carrillo era lo más. Y yo decía: «Pero abuelo, si ese es una mala persona”. Mientras mis primos jugaban yo me sentaba a discutir con mi abuelo, me encantaba que me contara la historia de las persecuciones que hubo, de la Guerra Civil, porqué se tuvo que ir su hermano fuera, o por qué fueron perseguidos por el Régimen Franquista. Pero yo lo que veía, y más conforme iba creciendo, era que mi padre trabajaba muchísimo, que era un autónomo, que trabajaba todos los días, que no tenía vacaciones, que daba de trabajar a otras personas, a otros profesores que estaban asalariados con él, y que ellos sí que tenían todos los privilegios pero mi padre ninguno. Recuerdo que le decía a mi abuelo: «Mira, abuelo, yo te digo una cosa, el comunismo está muy bien en la teoría, pero en la práctica no es así”. La empresa de mi padre era muy pequeñita, pero tenía que sustentar esa empresa y pagar los sueldos a final de mes hubiese ido bien o no. Entonces, eran aspectos en los que yo veía que ni el comunismo ni el socialismo nos iban a sacar a nosotros de ninguna crisis.



¿Y tu madre qué te decía? Porque claro, tu madre siendo hija de un comunista que lo habría vivido en casa…

Mi madre ha pasado por toda las facetas, es decir, era de UCD porque Adolfo Suarez era muy guapo, llegó Felipe González y le gustó porque era más de izquierda quizá que de derechas, hasta que vivió la realidad en sus carnes. La vida de un autónomo era complicada, y por aquel entonces el Partido Socialista no estaba ayudando en nada a los que estaban sacando adelante una pequeña empresa, que al final son los que sacan adelante al país. Discutíamos mucho. Hablábamos, y al final siempre me daba la razón. Mi padre, sin embargo, no era partidario de hablar de política y menos en público. Decía que a la autoescuela tenía que venir todo el mundo votase a lo que votase y que si decíamos lo que pensábamos podía perjudicar al negocio. Luego fue al contrario, muchos compañeros que he tenido en la política, de izquierdas, se han apuntado a sacarse el carné en mí autoescuela.

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¿En qué momento te presentaste en la sede del Partido Popular y formalizas esa vena política?

Pues, cuando empecé a salir con Joaquín ya tenía esa inquietud de participar en política, ya en el instituto era muy activa. Además, yo creo que estábamos en una etapa también importante de España. Eran los últimos coletazos de Felipe González con todo el tema de corrupción, la financiación ilegal del partido socialista y ahí ya me indigné totalmente, y decidí afiliarme. Su padre tenía contacto con la gente del Partido Popular que estaban en el ayuntamiento . Así que fuimos los dos a afiliarnos. La sede era un cuartucho pequeñito y allí estaba Esperanza Oña tomando complementos vitamínicos porque llevaba un ritmo desenfrenado, y ese fue mi primer contacto con el Partido Popular. Luego empecé a darle la lata al que era concejal de juventud de Fuengirola, Cristóbal Calvo, con que yo quería hacer cosas. Y creo que me dio Nuevas Generaciones para que me callase y lo dejase en paz.

¿Tan pesada eras?

Muy pesada, pero le vino bien porque, claro, él tenía su responsabilidad como Concejal, con lo que llevar Nuevas Generaciones y la Concejalía no era muy fácil. Así que cuando fue a hacer la estructuración de la nueva ejecutiva de Nuevas Generaciones le ofreció a el que era mi novio, a Joaquín, ser el presidente . Y Joaquín dijo que él no quería eso. Y entonces me ofrecí voluntaria. Me hicieron presidenta de Fuengirola y creo que he sido la presidenta de Nuevas Generaciones que más tiempo ha tardado en irse del cargo en España. Me veían  los compañeros de otros puntos de España y me decían: «¿Todavía sigues siendo la presidenta de Nuevas Generaciones con treinta y tres años?» Y así es como empecé de manera activa en política.

¿Hablabas de esa época de Felipe González, pero cómo has vivido tú los problemas que ha tenido el PP?

Pues muy mal. Ha habido un momento que se hablaba de corrupción en todos los partidos y eso ha hecho que la gente deje de creer en la política y que se nos denosté a los políticos. Se nos mete a todos en el mismo saco. Como todo en la vida hay políticos buenos y políticos malos, hay corruptos y gente honrada, pero al final lo malo y lo negativo siempre suena más. Lo único que quieres es como el resto de ciudadanos, que se esclarezcan las cosas, que actúe la justicia y mientras, lo único que puedes hacer es trabajar e intentar que al menos hasta donde tú controlas se hagan las cosas bien y acorde a la ley.

¿Hasta qué punto influyó en tu carrera política que Esperanza Oña confiara en ti?

Yo con Esperanza Oña al principio no coincidía, de hecho yo creo que ella me conoce a través de una entrevista que me hicieron en un periódico. En ese momento ella estaba en la oposición.

Había un periodista que le gustaba mucho meter los dedos y me hizo una entrevista, yo tendría veintitrés años. Empezó a hacerme una serie de preguntas como que si legalizaría la droga, si quitaría el servicio militar obligatorio y varias cosas más de ese estilo. Cuando la publicó, el titular era: «La presidenta de Nuevas Generaciones aspira a ser la alcaldesa de Fuengirola”. Me había preguntado si me gustaría ser alcaldesa, y le había contestado que siendo de Fuengirola y amando a mi pueblo el máximo orgullo que puede tener una persona es representar a su municipio. Y de ahí sacó el titular. Y ese fue solo uno de ellos, así que se armó un revuelo…

Ahí fue cuando hablé con Oña y le dije que como presidenta de Nueva Generaciones los estatutos recogían que tenía que estar representada en el comité ejecutivo del Partido Popular. No me puso ningún problema y así empecé.



Ahora que hablas de esa entrevista y de ese titular, cuando Esperanza Oña anuncia que tiene que dejar la Alcaldía yo creo que había dos nombres para la sucesión en la mente de mucha gente; una eras tú y la otra Ana Mula. ¿Pensaste que ibas a ser la alcaldesa?

No, porque siempre he pensado que lo justo es que en los cargos se queden en las personas que los trabajan y Ana Mula se lo ha trabajado durante todo ese tiempo, ha sido siempre la sombra de Esperanza Oña, su persona de confianza, ha estado en la gestión diaria del Ayuntamiento de Fuengirola y ella tenía que ser la alcaldesa, era a la que le correspondía. Además, en Fuengirola hay una normalidad, no es quizá como otros municipios donde sí que existe quizá una rivalidad entre los concejales por llegar al poder. Yo no he tenido nunca ambición, de hecho yo fui en una lista pero no porque lo reclamé, fue Esperanza quien me metió, yo entonces estaba en mi negocio con mis historias, intentando terminar mi carrera.

Y de hecho le dije que si quería, que me pusiese en la lista pero de relleno, iba en el numero quince. Pero pasaron una serie de cosas que salí. Por eso digo muchas veces que creo en el destino. Entré a siete meses de finalizar la legislatura. Era 2003 y yo tenía 27 años.

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Aquel año yo ya estaba en la tele municipal, pero no recuerdo muy bien si entraste en la Concejalía de Limpieza directamente o no.

Sí, entré en Limpieza directamente. Mi hermana se reía, me decía: «Pero si tú eres un desastre en el tema de limpieza ¿cómo lo vas a hacer?”. Pero mis compañeros y los trabajadores sí me tomaron en serio porque creo que soy una persona que cae bien, que escucho a la gente y que la hago partícipe de cualquier decisión y eso lo vieron tanto los encargados como los operarios de limpieza. Me adentré tanto en esa concejalía, que cuando salía con mis amigas por la calle, iba cerrando contenedores.

¿Te ilusionó que te diera esa concejalía? A lo mejor te hubiese gustado más Juventud…

Pues posiblemente, pero Juventud la llevaba entonces José Vallejo, y el que se fue y por eso entré yo, fue el concejal de limpieza.



¿Cómo es entrar en política de manera activa? Porque en la política hay rivalidades, hay codazos para salir en la foto y para colgarse la medalla, digas lo que digas. 

Quizás, como te decía, nunca he tenido esa ambición. Y además he tenido que demostrar que no la tenía. Yo creo que la gente me la presuponía. Siempre me han dicho: «Pues Ana va a llegar muy lejos, pues Ana que va a ser Alcaldesa, es que Ana…» bueno yo nunca he dicho nada, y es verdad que también se supone que los que estamos en política lo que queremos es dar codazos para llegar más alto. Yo llegué a política porque quería cambiar las cosas, quería que la sociedad fuera una sociedad que avanzara de verdad, que se hicieran leyes que beneficiarán a todos, que ayudaran a personas que estaban intentando sacar una empresita adelante, a su familia adelante. Tenía muy presente los sacrificios que había hecho mi padre. En realidad todo empezó como un  hobby, o sea, yo iba a un espacio de gente joven donde compartíamos ideales y también nos lo pasábamos bien, como en las convenciones de Nuevas Generaciones.

¿Y a ti te llenaba?

Mucho. Ir a las convenciones, ver a Ministros, pues no sé, a Mayor Oreja, a Isabel Tocino, a gente que para mí era importante y además aprendía de ellos, quería llegar a ser como ellos, quizá no desde la primera línea o de manera tan directa, pero sí contribuir a que mi partido hiciese el cambio que en España hacía falta entonces.

Creo que hay dos tipos de personas que quieren acceder al poder, unos que lo hacen por el protagonismo, para su propio beneficio, el poder por el poder y otros por ‘poder hacer’. Al final el político debería ser un servidor público.

Sí, efectivamente. Es complicado, sobre todo porque cuando una tiene buena fe, a veces esas cosas no la ve, y quizá ese es mi caso. Parto de que todo el mundo es bueno, y que estamos para mejorar las cosas, que tenemos una oportunidad de oro para poder convertir la sociedad en algo mas positivo. Normalmente no pienso que hay gente que va mirando por su propio interés, no parto de eso, así que cuando te das cuenta de que hay gente así es duro. Mi condición quizá me ayuda a no tener ningún tipo de rencor cuando me han puesto una zancadilla,  ni ningún tipo de rabia, simplemente bueno, me enfado en el momento y luego se me pasa y a seguir trabajando que es para lo que estoy aquí.

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Los que hemos trabajado cerca de Esperanza Oña sabemos que es una mujer con las ideas muy claras y determinantes.  Para ti, ¿fue un poco una vía de escape poder ser más libre al llegar a la Diputación? Es decir, el  no ser tan dependiente de una decisión de la alcaldesa sino poder tener más autonomía. 

Yo nunca me he sentido reprimida al lado de Esperanza por hacer algo que yo quisiera hacer y ella no me permitiese, nunca. Creo que ella ha acogido siempre mis ideas de forma muy razonable, siempre me ha dejado intentar hacer las cosas, también es verdad que no la he defraudado. Pocas veces me he podido equivocar. Con Esperanza llevaba Limpieza, Igualdad y Tercera edad. Y de lo que más orgullosa estoy es del cambio tan importante que dimos en Limpieza. Se empezó a instalar la isla ecológica, fue algo que inició mi anterior compañero pero que yo impulsé, empezamos a introducir ordenanzas  que no existían… Y eso siempre ha sido con el apoyo de Esperanza, siempre me ha apoyado en todos los cambios que he querido hacer en las distintas áreas.

¿En que año entras en Diputación?

Entro en Diputación el 2004 en la oposición. En Fuengirola tenía a mi cargo tres concejalías, y la Diputación era como todo un poco caótico. Mi dedicación a Diputación era muy pequeña. En cuanto a que la fiscalización que podía hacer como diputada en la oposición no era quizás la mejor. Pero intentaba estar en diputación cuando tenía que estar, y me vino bien porque aprendí lo que no había que hacer que es lo que hacían los que estaban. Luego he tenido la oportunidad estando en el gobierno de hacer las cosas de otra forma. Cuando entramos, ya formé parte del Gobierno de la Diputación como Vicepresidenta en la primera etapa, así que tengo un margen de maniobra importante también porque tengo la confianza del presidente, de Elías. Me gusta mucho el trabajo de gestión que realizo en Diputación. Nunca me he sentido ni fiscalizada en el Ayuntamiento de Fuengirola ni en Diputación. Quizá en el ayuntamiento de Fuengirola, por parte de Esperanza, lo que sí que me marcó siempre fueron objetivos muy altos. Y eso me ha ayudado también a que siempre yo misma, sin que nadie me lo exija, tenga objetivos muy altos.



¿Te han tentado alguna vez para irte a lo mejor a Madrid o al Parlamento Andaluz?

Bueno, cuando se barajan para hacer listas, se pregunta y en alguna ocasión se me ha preguntado.

¿Y qué has dicho?

Que estoy bien donde estoy. De hecho, estuve en la lista de las Europeas, que para mí fue todo un honor formar parte de una lista que encabezaba Mayor Oreja, y en la que había políticos de peso muy importantes. Pero era más bien algo simbólico porque estaba en el número 33, pero fue una de las experiencias más bonitas quizás que he tenido.

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Ana, ¿hasta qué punto te costó tu matrimonio esa dedicación y esa pasión que tienes por la política, por tu trabajo?

Yo creo que claro que afectó. Pero también es verdad que con tantos años de relación él se fue amoldando a cuál era mi dedicación y que tenía que respetarlo. De vez en cuando también participaba conmigo, me acompañaba a los actos. Quizás es verdad que la dedicación que tenemos los políticos a la política, a veces es exagerada, y`de alguna forma influye en las relaciones que podemos tener. No hay fines de semana. No hay horario. No hay cumpleaños, no hay cumpleaños de amigos, no hay cenas sorpresas, no hay viajes de «vámonos mañana a no sé donde”, todo tiene que estar muy planificado y aún teniéndolo muy planificado, a veces falla.

¿Has sacrificado mucho por la política?

He sacrificado bastante, pero por algo que me gusta, o sea algo que me compensa. La cabra siempre tira al monte, y a mí la política me ha gustado, y además he podido hacer cosas y desarrollarme. A lo mejor si hubiese estado siempre en la oposición hubiese sido distinto. Poder aportar mi granito de arena para mí es satisfactorio.

Yo que he tenido la oportunidad de estar cerca de vosotros como periodista muchas veces he pensado que la política tiene que ser en cierto modo un poco como una droga. Supongo que habrás tenido momentos en los que has estado hasta las narices, en los que las cosas no salían bien, en que estás cansada, que ya no puedes más y te tienes que volver a subir en los tacones un sábado o un domingo para ir a recorrer un pueblo como diputada cuando lo que te pide el cuerpo es quedarte en la cama.

Puede ser que genere cierta adicción. Pero bueno, a las adicciones también se enfrenta uno. Y por lo menos en mi caso, conforme voy cumpliendo años también tengo más claro que tengo que priorizar y mirar un poco hacia mí. Tengo que cumplir con mi responsabilidad dentro de mi cargo, pero la vida personal también es importante. Si dejas de lado tu vida personal se produce un desequilibrio que termina pasando factura y eso al final influye en un peor rendimiento en el trabajo. Yo considero que tengo un nivel de responsabilidad muy alto, de auto-exigencia, me cuesta decir que no pero tengo que aprender.

¿Has presentado alguna vez tu dimisión…?

No. Nunca. Ni lo he pensado.

¿Te imaginas haciendo otra cosa que no sea política?

Sí. Creo que todavía soy joven y hay facetas en la vida en las que me gustaría estrenarme y hay muchas oportunidades para hacer cualquiera de ellas, no sé si el destino me dejará porque es verdad que muchas veces aunque cojas el camino que cojas al final te lleva a donde tienes que estar. Pero sí que me gustaría hacer otra cosa, me gustaría emprender algo no quizás tan relacionado con la política pero sí con las personas, que al final es lo que me motiva. Ya veremos. Ahora mismo estoy aquí.

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¿Cómo es llevar el Área de Igualdad? Tienes esa responsabilidad en Fuengirola y en Diputación. A veces siento que la política en ese sentido va por detrás de la sociedad. Que el discurso político se ha quedado un poco obsoleto.

Ahora mismo, dentro de la política hay bastantes políticos que son jóvenes tanto ellas como ellos, y hay una necesidad en los que conformamos la sociedad que también se ve. Creo que ese pensamiento obsoleto del que tú hablas en el tema de igualdad está cambiando. Por ejemplo, en estos momentos, bueno uno de los temas que más importa es la conciliación. Cuando empecé la Concejalía de Igualdad, hace más de 12 años, el tema de la conciliación era algo sólo de la mujer, y hoy en día hay mucha conciencia de que es el hombre el que tiene que estar ahí también, es que los hombres tienen que ser cómplices. Ya tenemos claro que no es sólo una cosa de mujeres. Es verdad que es una asignatura pendiente que tenemos todos, porque no sabemos muy bien cómo llegar a esa igualdad. Primero por convicción. Hay determinadas mujeres que, oye, que creen que es que se tienen que dedicar a la familia, que alguien se tiene que sacrificar y que son ellas las que tienen que hacerlo, pero cada vez veo que hay más mujeres que también están aceptando el decir: «mi sacrificio llega hasta aquí. Yo estoy llegando a un puesto mayor o mejor remunerado que el tuyo que eres mi pareja, mi compañero de camino, tú te vas a quedar aquí cuidando a los hijos o dedicándoles más tiempo». Y son ellas las que avanzan profesionalmente. Pero es un proceso muy lento aunque cada vez va a más. Estamos viviendo un momento de reestructuración social muy importante.



¿Tú no ves que hay un movimiento social ahora mismo en el que la mujer lo que quiere, es volver a su casa, tener horarios que les permitan estar con sus hijos? Que han probado la fórmula de «tú puedes con todo” y no se puede. A lo mejor es una percepción mía.

Bueno, es que yo creo que para tener familia hay que sacrificarse. Y el sacrificio significa que alguien se tiene que quedar con los hijos, no te digo todo el tiempo, pero sí ocuparse de ellos. Y ese alguien no puede ser todo el tiempo una persona externa. Si tú quieres de verdad tener hijos y educarlos y darles unos valores para que sean personas sólidas en el futuro, el padre y la madre tienen que estar ahí, porque los hijos requieren de muchas horas de atención y siempre tienen algo. Yo lo he vivido en mí casa. Mi madre podría haber trabajo desde el minuto uno pero se sacrificó por nosotras hasta que fuimos medianamente independientes, que fue a los ocho o los nueve años; siempre pendiente tanto uno como otro, cada uno hacía lo que podía. Pero sí que es verdad que yo creo que el que la mujer quiera volver a casa, es porque al final sigue siendo la mujer la que se sacrifica, sin pedirle al hombre que lo haga. Tenemos que llegar a que sea algo que se hable y se pacte en la pareja. A lo mejor la madre tiene más inquietudes profesionales que el padre. Que sea una familia sólida, una familia arraigada en valores, que es lo que falta hoy en día, y que no sean las personas externas, que pueden ser muy buenas, no lo discuto, pero es que esos niños son el futuro de la sociedad.

¿Tus parejas han entendido siempre que brillaras más que ellos?

Sí, yo nunca he tenido problema, de hecho, creo que se han sentido orgullosos de mí.

¿Crees que los hombres en general están preparados para estar con una mujer que brilla más que ellos?

Quizás no todos los hombres. Pero en mi caso sí que se han sentido orgullosos de que yo estuviera en el puesto que estoy, de que pudiera hacer lo que me gusta y de que esté en primera línea.

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¿Pones las lavadoras en tu casa? Cuando estabas casada, te  recuerdo de comentar en alguna ocasión que era él quien se encargaba más de esas cosas.

Él tenía unos horarios que le permitían tener más tiempo libre. Ahora sí, no tengo otro remedio. Pero sí que es verdad que soy un desastre para la casa, pero bueno, todo se aprende.

No se puede ser buena tampoco en todo…

Pero todo se aprende al final, es verdad que uno aprende lo que quiere y a veces, bueno, cuando está una sola tiene que aprender necesariamente sí o sí.



¿Te queda la cosilla de no haber tenido hijos?

Sí, es algo de lo que a veces me arrepiento. Me arrepiento de no haber tenido hijos, pero también pienso, ahora que por la edad veo las cosas de otra forma, que si Dios de verdad me hubiese querido ver como madre me hubiera mandado un hijo seguro.

¿Qué has aprendido de tu madre? Tu madre es una mujer súper vital, yo creo que a veces te debe agotar, porque es una mujer con una fuerza brutal.

Bueno, mi madre es una mujer imparable, es una persona muy positiva, y aunque a veces tenga sus momentos de bajón como todo el mundo, es muy alegre en su día a día, y es muy distinto afrontar la vida con alegría que desde el pesimismo. Y luego es muy constante, es una persona muy machacona: ”hay que hacer esto y hay que hacerlo ya”. Me acuerdo cuando llevábamos la autoescuela, a las tres de la mañana nos despertaba a mi hermana y a mí a ver si habíamos cerrado la caja. Tiene mucho sentido de la responsabilidad y de exigencia. Aquella época en la que estábamos las tres también fue dura y teníamos discusiones. Llegaron los ordenadores, internet y nosotras teníamos otra visión del negocio. Nosotras queríamos implementar por ejemplo una estrategia de marketing y ella era de la opinión de que la gente iba a la autoescuela porque nos conocía. Pero mi madre ha sido y es una persona con una fuerza arrolladora en todos los sentidos.

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Ana, ¿te has sentido alguna vez la concejala o la diputada ‘buenorra’?

No me he creído nunca eso. Es que soy muy lela, no me doy cuenta. A veces me decían que parecía muy borde y muy distante, y luego cuando me conocían y  ya parecía otra cosa. Quizás era por el hecho de mantener las distancias en cuanto a que un hombre fuese a creer que estoy dando pie a algo que no quiero. De todas formas ha habido comentarios de todos los tipos que te llegan y te sientan mal.

Porque comentan más tu físico que tu gestión…

Exactamente. Pero bueno, de todas formas tampoco han puesto en una balanza mi forma de ser físicamente con mi gestión. Porque creo que he demostrado que soy una persona dedicada al cien por cien a mi gestión, que soy una persona bastante responsable, eso me lo han inculcado mis padres desde muy pequeñita, y me cuesta mucho perdonarme cuando me equivoco.

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Ana, Diputación me da la sensación que está intentado dar un giro, y creo que  queréis llegar a esas personas que antes no sabíamos para qué servía la Diputación.

La Diputación Provincial ha sido un ente desconocido. Anteriormente cuando tuve la oportunidad de estar en el 2004 llevando propuestas para que las mujeres se visibilizaran en cualquier ámbito y sobre todo para que las mujeres de la Serranía de Ronda, por ejemplo, contaran de la misma forma que las mujeres de la comarca de la Axarquía, no fue así. O sea la Diputación era una institución que se utilizaba por parte de determinados políticos para llevar los recursos a determinados municipios, si gobernaba el Partido Socialista pues casi mejor, tenían preferencia a la hora de captar fondos y actividades de Diputación. En estas dos legislaturas que llevamos, el Presidente lo ha tenido muy claro, igualdad territorial, hemos querido llegar a cada uno de los rincones de la provincia. En ese sentido mi responsabilidad dentro del Área de Igualdad en esta legislatura, en la anterior la llevaba una compañera, siempre ha sido que la mujer, independientemente del lugar que ocupase, estuviera presente en el tejido asociativo. Las mujeres quizás en el mundo rural, que son mujeres más mayores, pues que tengan su protagonismo, que compartan sus vivencias, que tengan cubiertas sus necesidades pero sin olvidar a las mujeres que en estos momentos son el presente y el  futuro de nuestra provincia, no son excluyentes, porque sin duda, la suma de todas es lo que hace que podamos ser más grandes y avanzar.



¿ Cómo es la relación con los compañeros de la oposición generalmente? Porque es verdad que durante todos los años que has estado en política te hemos visto discutir con ellos en los plenos. ¿Cuando uno sale de ese foro existe otro tipo de relación que puede llegar a la amistad?

Hay personas que sí, que se prestan a eso, hay otras personas que son más sectarias y llevan su ideología hasta sus relaciones personales. Yo siempre he intentado llevarme bien con todos los compañeros, independientemente del signo político al que pertenecieran; creo que hay que ser simpática y amable con todas las personas, y en este caso aunque pensemos distinto somos compañeros. Estamos precisamente para velar por los intereses del municipio o de la provincia. Hasta ahora nunca he tenido problemas con ninguno, quizá, si es verdad, que tienes mejor sintonía con unos que con otros, pero eso también va en la persona.

¿Cómo te planteas los próximos años?

Uy, no me lo planteo. Tengo compañeros en política que planifican mucho, y yo no soy de planificar, quizá eso me lo ha enseñado la vida. El hecho de que un día te acuestes, con tu padre perfectamente bien en casa, y al día siguiente no esté, me ha hecho que no planifique lo que va a pasar mañana, más allá de los compromisos que tengo en la agenda.   Y hasta esos pueden variar.

Muestra de ello es que para hacer la entrevista, no las fotos, quedamos en la cafetería del gimnasio al que va. Va vestida con ropa deportiva y nos sentamos en una mesa al sol, queriendo atrapar hasta el último rayo. No le he preguntado pero intuyo que la hora que tenía destinada ese día para hacer deporte la gastó en esta entrevista. Espero al menos haber conseguido mi objetivo de descubrir a la mujer que hay detrás de la política.

Fotografía: Lorenzo Carnero

IMG_6818-001 Ana Mata

Vicepresidenta  y Diputada de Igualdad de la Diputación provincial de Málaga

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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.

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