Málaga ha conseguido en los últimos años situarse como una de las ciudades culturales más importantes del país. La apertura de museos y la amplia agenda de exposiciones, conciertos y espectáculos la sitúan en el mapa como una capital cultural europea que va mucho más allá del turismo de sol y playa que ofrecía hasta hace una década. Si antes eran los municipios de la Costa del Sol los que tiraban de Málaga ahora, con esta firme apuesta de la ciudad, comienzan a ir a la par como reclamo internacional a un turismo más exigente y de un mayor nivel económico. Esto lleva aparejada la tan ansiada ruptura de la estacionalidad y que grandes cadenas hoteleras fijen su mirada en Málaga para abrir nuevos establecimientos.
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Con la inauguración del Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana se da un paso más. El proyecto iniciado hace más de 10 años se ve ahora culminado tras la rehabilitación del edificio, para lo que se ha tenido en cuenta el respeto a los valores históricos y arquitectónicos del edificio y su adecuación a las necesidades del nuevo espacio expositivo para el que se ha concebido. Este céntrico edificio es la expresión más rotunda del neoclasicismo en Málaga.
El nuevo Museo supone la dotación de una sede estable y representativa pero también busca la renovación en la presentación de sus colecciones fruto de una profunda investigación de sus fondos, con especial incidencia en lo que concierne a las piezas arqueológicas. Esto ha dado como resultado un espacio atractivo dotado de las últimas tecnologías y para todo tipo de público.
El acto de inauguración ha estado presidido por la Presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz y el Ministro de Cultura, Iñigo Méndez de Vigo. Por supuesto, además de participar los representantes de todas las instituciones de la provincia, del mundo cultural y académico ha asistido una representación de los colectivos que hace 19 años lucharon porque se le diera un fin cultural al edificio.
El Museo de Málaga, dirigido por María Morente, es uno de los 63 museos españoles de titularidad estatal y gestión autonómica, en este caso transferida a la Junta de Andalucía. Una estrecha colaboración administrativa y un importante esfuerzo inversor por parte del Gobierno central y la Junta de Andalucía han hecho posible que hoy sea una realidad que abre sus puertas al mundo.
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Creado en 1972 por la unión del antiguo Museo Provincial de Bellas Artes (1913) y el Museo Arqueológico Provincial (1945), el Museo de Málaga ha ido reuniendo desde finales del siglo XIX destacadas colecciones que son exponente del arte y la arqueología malagueña y del resto de la Península. Desde entonces, ha ocupado distintas sedes y ha experimentado diversas tendencias expositivas y políticas culturales, actuando siempre en la conservación, investigación y difusión de su rico patrimonio cultural.
Una institución ya centenaria que gracias al Palacio de la Aduana unirá por primera vez sus colecciones de Arte y Arqueología.
La reforma: El edificio
La intervención, proyectada por el equipo formado por Fernando Pardo, Bernardo García Tapia y Ángel Pérez Mora destaca por su respeto a los valores del edificio histórico, al mismo tiempo que propone la incorporación de un lenguaje arquitectónico contemporáneo, especialmente en el diseño de la cubierta, que reconstruye la imagen original del edificio con una cubierta a dos aguas, similar a la desaparecida en 1922, pero resuelta con un lenguaje arquitectónico contemporáneo.
Con 18.402 m2 construidos se convierte en el museo estatal de mayor tamaño ubicado en Andalucía. La nueva sede da respuesta a las necesidades expositivas al tiempo que está preparada para ofrecer herramientas de atención a educadores e investigadores y acoger en sus instalaciones laboratorios, talleres, auditorium y biblioteca.
Su situación estratégica, y su cercanía a la Alcazaba, la Catedral o el Teatro Romano, lo convierten en un punto de referencia en un lugar de excelencia para albergar el museo.
La Colección permanente: Arqueología y Arte
Las colecciones de arqueología del Museo de Málaga reúnen fondos de diversa procedencia, aunque en su mayoría tienen su origen en yacimientos de la provincia de Málaga. Muchas de las piezas que ahora se podrán contemplar se exhiben por primera vez y además con una disposición atractiva para el visitante.
La exposición que se presenta al público inicia su recorrido explicando el contexto de la Málaga del siglo XIX, con el característico desarrollo económico que alcanzó gracias a la industria y al activo comercio del puerto que favoreció la consolidación de una nueva clase social burguesa, de carácter liberal y en contacto con modas y tendencias europeas.
El Museo de Málaga relata cómo se fueron configurando dos colecciones. Por un lado, una privada de objetos arqueológicos: la colección Loringiana de los Marqueses de Casa Loring en su finca y jardín de la Concepción. La otra, de obras de arte y de titularidad pública, fruto de la labor de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en la recogida y custodia de los bienes muebles procedentes de la desamortización. Ambas colecciones darán lugar años después a dos museos provinciales en la ciudad que confluyen ahora en el actual Museo de Málaga.
La sección de Arqueología cuenta con unas 2.000 piezas procedentes en su mayor parte de yacimientos de la provincia de Málaga, con una cronología que se extiende desde la Prehistoria hasta la Edad Media. Destacan las esculturas de mármol de la Colección Loringiana, como la Dama de la Aduana los fondos fenicios y romanos y las producciones cerámicas y de maderas talladas musulmanas.
Entre otros elementos singulares, se exponen en el Palacio de la Aduana los restos óseos del neanderthal de Zafarraya, el material lítico del Paleolítico de Nerja, el medallón fenicio de Tramayar, los recientes hallazgos de la tumbas de Chorreras y del casco histórico malagueño, el mosaico del Nacimiento de Venus y las colecciones cerámicas de loza dorada procedentes de La Alcazaba.
La colección de Arte destaca, sobre todo, por la pintura del siglo XIX, con cuadros de Joaquín Sorolla, Federico de Madrazo, Vicente Palmaroli, Francisco Domingo Marqués, Emilio Sala, Martínez Cubells, Jiménez Aranda, Juan Antonio Benlliure y Enrique Mélida. A ellos se suman obras representativas de la producción malagueña, especialmente de pintores como José Gartner, Emilio Ocón, Bernardo Ferrándiz, José Denis Belgrano, Fernando Labrada, Antonio Muñoz Degrain, José Moreno Carbonero, José Nogales o Enrique Simonet. De este último encontramos dos obras muy destacadas La Anatomía del Corazón, una obra fruto de su formación en la Academia de España en Roma y sin dudas la pintura con más carga de identidad del Museo de Málaga, se contrarresta con el Juicio de Paris donde el pintor muestra su segunda etapa con una producción en la que se aclara su paleta e intensifica la luminosidad de sus obras.
Del siglo XX sobresale la producción de vanguardia de José Moreno Villa y la colección de obras de Picasso procedentes del Legado Sabartés, así como la muestra de arte local de las generaciones de los años 50 y 80.
Como obras singulares por su especial valor, destacan en su colección las pinturas ‘Ecce Homo’ y ‘Dolorosa’, de Luis de Morales; ‘San Francisco de Asis’, de Murillo; ‘Bebedor vasco’, de Joaquín Sorolla; ‘El viejo de la manta’, de Picasso; ‘Esclava en venta’, de José Jiménez Aranda; ‘El milagro de Santa Casilda’, de José Nogales, además de esculturas como ‘Cabeza de San Juan de Dios’, de Fernando Ortiz, o ‘San Antón’, de Pedro de Mena.
A la importancia que ofrece el periodo histórico de la Málaga del siglo XIX en la colección de arte se suma la propia elección como sede de un edificio tan representativo de la época como el Palacio de la Aduana.
El Museo en cifras
– Una inversión de 40 millones de euros
– Cuenta con 17.500 piezas
– Total de piezas expuestas: 2.200
– Arqueología: 2000 piezas de un total de 15.000 registros en almacén Arte: 200 obras de más de 2.000 registros
-Almacén visitable: 500 obras
Invitados a la Inauguración
A partir de ahora tenemos una maravillosa oportunidad de conocer la arqueología y arte de Málaga en un edificio que ya de por sí forma parte de la historia.
Fotografía: Lorenzo Carnero
