Miro a Maite a los ojos y veo en ellos reflejada la fuerza de la vida. La vida con todas sus connotaciones. Su mirada comunica a veces más que sus palabras, y eso que las hila dotándolas de significado y sentido.
Pensaba en ella y en cómo escribir esta introducción mientras recogía la cocina hace un momento. Me venía a la mente la imagen de la hechicera. Mujeres que, por su sabiduría, determinación y capacidad para transformar y sanar, antaño acababan en el fuego de la hoguera. Es que Maite mira al mundo desde la trascendencia y con una fuerza que la empuja a avanzar incluso ante las grandes dificultades.
Maite Geijo es bodeguera (Acontia Vinos). Sus vinos nacen cada año de la tierra, de sus conocimientos de enología y reposan en barricas de roble español para acompañarnos en momentos de alegrías y tristezas, de compartir y de soledad. Porque, sea como sea, nunca es el vino, siempre eres tú. Quien lo percibe le da el significado con su presencia. Esto es lo que demuestra Maite en sus neurocatas y de lo que habla en su libro Vinológico. Y no es magia, es ciencia.
Una persona que se expone ante el vino, la audiencia y te muestra de manera práctica cómo varía el sabor de un mismo caldo según tu estado emocional, el entorno y la compañía, es porque sabe de qué va esta película en la que estamos inmersos (además de haber estudiado mucho). Alguien que ha experimentado en su piel el sabor y el sinsabor de estar aquí, en esta experiencia terrestre, viva. El destino ha hecho coincidir este momento en nuestros caminos. Siempre aprendo con ella.
Llevaba tiempo queriendo entrevistarla para que pudierais conocerla mejor, pero todo se da en el tiempo perfecto.
Como muchos en estos años, Maite se despoja día a día de capas, mostrándose más auténtica. Desprenderse de las capas no siempre es fácil. Supone desidentificarnos de rasgos de nuestro carácter que hemos convertido en parte de nosotros mismos porque tocaba, porque nos daban seguridad, por miedo o por querer formar parte del rebaño.
Lleva muchos años cultivándose a nivel personal. En su búsqueda constante ha explorado filosofías orientales y occidentales y ha llegado a la conclusión de que todos los caminos parten y llevan al AMOR. El amor es la semilla de las mejores cosechas y el fruto más delicioso que poner en mesa propia y ajena.
Maite se define como una niña de pueblo que creció en un internado. Su padre le dio las alas para ser una mujer independiente, pero la libertad necesita estructura, y también se ocupó de eso.
Desde que la conozco, a su lado siempre está Roberto, su marido y compañero de vida. Dos conceptos que no siempre van asociados. Además, trabajan juntos.
La historia de Maite y Roberto es la de una pareja que, como sus vinos, se ha transformado con los años en algo de mayor calidad.
Quedamos en el hotel Meliá Don Pepe, en una mañana cuya temperatura hace difícil creer que estamos a la vuelta de la Navidad. Quizá por eso han elegido Marbella para pasar gran parte del año. Nada que ver con su Valladolid natal.
Cuando estamos a mitad de la entrevista, llega Roberto. Se sienta en una mesa alejada, por lo que no oye nada de lo que me cuenta Maite. A él lo pillo desprevenido cuando le propongo que charlemos un rato delante de las cámaras. Acepta, y poco a poco se va materializando la idea de que, si detrás de un gran hombre hay una gran mujer, detrás de una gran mujer también hay un gran hombre. En este caso van de la mano.
Os invito a conocer a Maite, a que sus palabras y vivencias os lleven a la reflexión sobre vuestras propias vidas y, además, a disfrutar de la entrevista con Roberto cuando la publique en unos días. Ellos son un ejemplo precioso del trabajo que supone la pareja y del premio; que es la plenitud.
Elige si quieres ver la entrevista o solamente escucharla.
- Hago referencia a los capítulos con su hija, Teresa Espeso.