Cada vez más jóvenes se interesan por la medicina estética, ya sea para prevenir los signos del envejecimiento o para corregir pequeñas imperfecciones. Sin embargo, la doctora Elena Gaspar insiste en que lo fundamental es actuar con cautela, ética y naturalidad. Su experiencia, sumada al contacto con pacientes jóvenes y con personas de la edad de sus propias hijas, le ha llevado a frenar impulsos estéticos innecesarios y a recordar que no todo vale en nombre de la belleza.
La naturalidad como principio
“Hay que ser cautos, no podemos poner a lo loco”, explica Gaspar, subrayando que no se trata de inflar labios ni de seguir tendencias pasajeras. A su juicio, el mayor riesgo en edades tempranas es empezar demasiado pronto con productos que, aunque seguros, tienen una duración limitada. “Un tratamiento puede durar un año o dos. Si comienzas con 24 años y repites cada dos, cuando llegues a los 50 llevarás tres décadas usando un producto que no es tuyo”.
La doctora recuerda que mantener la naturalidad no solo es lo más bonito, sino que además implica utilizar menos producto a lo largo de los años, con beneficios tanto estéticos como para la salud de la piel.
Cuándo tiene sentido comenzar
Existen situaciones en las que sí resulta apropiado iniciar un tratamiento estético en personas jóvenes. Gaspar menciona casos de pacientes con asimetrías marcadas, labios excesivamente finos o cicatrices de acné que afectan a la textura cutánea. En estos supuestos, un procedimiento médico puede mejorar la calidad de vida del paciente y reforzar su confianza.
Los neuromoduladores (como la toxina botulínica) también pueden usarse con un fin preventivo. “No tienen un efecto acumulativo. Si empiezas joven, estás evitando la formación de arrugas. Lo importante es personalizar, explicar muy bien y tomar decisiones conjuntas”.
Ética y responsabilidad
La doctora Elena Gaspar es clara: hay tratamientos que se niega a realizar. “He tenido pacientes que querían más labios y les he dicho que no, porque no compensaba su cara ni era natural. Aunque se lleve, no voy a hacer algo que considero incorrecto”. Esta honestidad profesional marca la diferencia en un sector en el que la demanda creciente puede tentar a muchos a priorizar la moda sobre la ética médica.
Con la rinomodelación sucede algo similar. Aunque está extendida, Gaspar la aborda con prudencia: “Es una de las zonas más peligrosas para usar hialurónico. Lo hago en casos concretos y con mucho respeto, porque hay narices que son de quirófano y no deben pincharse todos los años”.
Prevención y cuidado de la piel
El enfoque preventivo va más allá de la toxina. Gaspar recomienda trabajar la piel de forma progresiva, combinando hidratación, vitaminas y tratamientos que aporten luz y frescura sin excesos. En eventos como bodas, donde muchas novias jóvenes buscan mejorar su aspecto, la especialista insiste en planificar con tiempo. “Lo ideal es empezar tres o cuatro meses antes. Así podemos repetir si hace falta y conseguir una piel más radiante y luminosa sin recurrir a cambios drásticos”.
Además de los neuromoduladores y el ácido hialurónico, existen tratamientos con láser menos invasivos que ayudan a mejorar la calidad de la piel, estimular la regeneración y suavizar marcas sin necesidad de pinchazos continuos.
Una visión clara
“Ni todo vale, ni todas las cantidades son necesarias, ni todo el mundo necesita lo mismo. Hay que personalizar mucho, explicar bien y decidir juntos”, afirma la doctora Elena Gaspar.
Con esta filosofía, Gaspar transmite un mensaje esencial para los más jóvenes: la medicina estética puede ser una aliada, siempre que se aborde desde la prudencia, la ética y la prevención.
Dale al play y descubre en la entrevista completa cómo la doctora Elena Gaspar aconseja a los pacientes jóvenes mantener su piel sana y natural, sin caer en excesos.
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