Este artículo lo escribo en primera persona porque, más que resumir cómo fue la presentación de mi novela Los días que restan en Fuengirola, quiero expresar cómo me sentí.
Como autora independiente, no cuento con el respaldo de una editorial que programe presentaciones de mi novela en librerías de distintos puntos del país. Así que, si quiero que el libro llegue a su público, soy yo quien debe organizar y agendar encuentros en los que pueda darlo a conocer a sus lectores.
En un principio, me resistí a presentarlo en mi pueblo. En los últimos años, mis derroteros profesionales me han llevado más por escenarios como Málaga y Marbella, donde he creado una red de amigos y conocidos en mi etapa adulta. Pero Fuengirola es donde crecí y donde trabajé durante 16 años en la televisión municipal. Así que una mañana, después de recibir una llamada, me decidí a organizar la presentación, ya fuesen 10 o 50 personas.
Todo fluyó. Miguelón, el propietario del Bar Lola’s, me abrió las puertas para la fecha que quisiera. La siguiente llamada fue a Alicia Serrano, quien, más allá de ser empresaria, es una mujer a la que quiero y admiro. Ella también me dijo que sí, a pesar de su ajetreada agenda y compromisos.
El 5 de febrero, a las 19:00 horas, el Lolas reunió a un público que no le es habitual. Sonaba música española de los 60 y 70 para ambientar una de las etapas en las que se desarrolla la historia que narro en mi libro. Señoras que vivieron su juventud en aquellos años, sus hijas, los míos… Medio centenar de personas dispuestas a sumergirse en la vida de Carmen González y a permitirme, por una tarde, ser la protagonista de mi faceta de autora.
Los días previos, por teléfono, Alicia Serrano y yo hablamos en varias ocasiones sobre el libro, sobre qué me llevó a escribirlo. En la charla en el Lolas, eso quedó plasmado y los asistentes también tuvieron la oportunidad de preguntarme sus dudas e inquietudes.
Fue muy grato contar con la presencia de la alcaldesa, Ana Mula, y de los concejales Rodrigo Romero y Carmen Díaz, a quienes agradezco que me acompañasen.
Dicen que uno no es profeta en su tierra. Y no es que yo me sienta profeta de nada, pero es cierto que solemos valorar más lo que viene de fuera o lo que nos resulta inaccesible, por encima de lo que tenemos al lado. Esto me llevaría a una reflexión mucho más amplia, pero no es el momento. En esta presentación, sentí mucho cariño y me sentí respaldada.
Y es que, como Carmen, la protagonista de Los días que restan, he tenido que luchar para no limitarme, para no dejarme llevar por el miedo, por el temor a que el libro pueda no gustar o a no estar a la altura. Tengo una jueza interna descarnada que sentencia más en mi contra que en mi favor y que estoy aprendiendo a acallar a base de mucho trabajo personal. Muestra de ello es que la novela estaba terminada desde hace tres años, esperando en una carpeta del ordenador a que le diese la oportunidad de ver la luz.
Doy las gracias a todos los que me acompañasteis, a los que os fuisteis con el libro bajo el brazo. Cuando lo abrís, es cuando realmente nos encontramos de manera íntima, en silencio, vosotros con la mirada en las páginas, dándole vida a los personajes y escenarios en vuestra imaginación. Espero que os entretenga y que la disfrutéis al menos tanto como yo al escribirla.
Gracias a Miguelón y a su equipo del Lolas, gracias a Alicia Serrano, gracias a Cervezas Victoria por estar presente en los brindis durante el acto y gracias a todos los que os adentráis en Los días que restan por ser parte de un sueño que se cumple.
Si estáis en Fuengirola y no queréis esperar a que os llegue por Amazon, podéis adquirir vuestro ejemplar en la tienda de Melisa Lozano en la calle San Rafael.
Gracias al equipo FTV por compartir la noticia en su informativo.
