Los últimos días de diciembre, cerrar 2025, traen balances, propósitos, mensajes sobre “aprovechar el año” y esa sensación de que deberías tenerlo todo más claro. A veces, en lugar de motivar, ese clima agota.
En Revista Urbanity creemos que cerrar 2025 puede ser otra cosa: un momento para bajar el ritmo, recuperar perspectiva y mirar con honestidad qué necesitas de verdad. Y si aún no has llegado a ese punto en el que “dejas de buscar fuera”, no pasa nada. Este texto es también para ti: cómo cerrar el año sin exigirte tanto.
El calendario cambia de página, pero tú no cambias por decreto
Hemos convertido el 1 de enero en una frontera simbólica. Como si al otro lado estuviera la versión renovada de uno mismo. Pero tu vida no funciona por fechas. Funciona por procesos. Así que por más que quieras que todo cambie por arte de magia, los cambios comienzan en ti.
Hay quien empieza de nuevo en marzo. Hay quien lo hace en agosto. Y hay quien necesita un año entero para reconocer algo tan simple como importante: no puedes exigirte transformación cuando lo que te falta es descanso y foco. Esa alineación entre quién eres y lo que haces.
Cerrar el año no es un examen. Es una oportunidad.
Cerrar 2025: Si este año no fue como esperabas, también cuenta
No todos llegan a diciembre con euforia. Para muchas personas, 2025 habrá sido un año de resolver, sostener, adaptarse o simplemente sobrevivir a etapas intensas. Y eso no es negativo. Eso también es vida.
Cuando no has alcanzado ciertos objetivos, lo fácil es concluir que has fallado y culpabilizarte de alguna forma por ello. Sin embargo, hay una pregunta más útil que la de “¿qué logré?”:
-
¿Qué he aprendido sobre mí, aunque no haya sido bonito?
-
¿Qué he sostenido en silencio?
-
¿Qué ya no quiero repetir?
A veces el avance no es visible desde fuera, pero es real: madurez, límites, decisiones internas, nuevas prioridades.
La búsqueda constante cansa (y muchas veces es estar infoxicados)
Vivimos en una cultura que nos empuja a estar “mejorando” siempre. Mejor imagen, mejor rendimiento, mejores hábitos, mejor vida. Ese mensaje tiene un efecto colateral: nos hace sentir que siempre falta algo.
Y cuando esa idea se instala, empezamos a buscar fuera soluciones para vacíos que son internos: reconocimiento, seguridad, calma, sensación de valía.
No se trata de negar deseos. Se trata de distinguir:
-
¿Esto lo deseo porque me ilusiona?
-
¿O lo persigo porque creo que así por fin me sentiré suficiente?
Esa diferencia cambia la manera de vivir el nuevo año.
Y si todavía no lo sientes “dentro”, empieza por algo más pequeño
Decir “todo está en ti” puede sonar hermoso… y a la vez lejano si estás pasando una etapa difícil o de incertidumbre. Por eso conviene aterrizarlo.
Reconectar contigo no es una idea abstracta. Puede empezar así:
-
Reduce ruido una semana: menos comparación, menos scroll, menos “debería”.
-
Vuelve a lo básico: sueño, alimentación, paseos, conversaciones reales.
-
Detecta una presión que puedas soltar: un compromiso, una obligación autoimpuesta, una meta que ya no encaja.
No hace falta que hoy lo entiendas todo. Basta con que empieces a escucharte un poco más.
Cómo entrar en 2026 sin presión (y con más claridad)
Si vas a planificar algo para los próximos meses, que sea desde un lugar más sereno. No para “arreglarte”. No para demostrar nada. Para vivir mejor.
Tres ideas que funcionan:
-
Simplifica: elige menos objetivos, pero más honestos.
-
Cuida tu energía: sin energía no hay constancia, y sin constancia no hay cambios reales.
-
Pon el foco en lo que sí depende de ti: hábitos pequeños, decisiones cotidianas, límites claros.
Y si este cierre de año te encuentra aún buscando, no estás tarde. Estás vivo. Estás en proceso.
Quizá 2026 no tenga que ser “el año en que por fin llegas”.
Quizá pueda ser el año en que dejas de exigirte llegar… y empiezas a construir desde un lugar más tuyo.












