Todos queremos empresas que apuesten por la conciliación, por flexibilizar los horarios, por facilitarnos ese equilibrio tan ansiado entre nuestra vida personal y profesional. Algo que va ya más allá de una cuestión de género. Remedios Miralles mira de frente a un futuro que está llegando y defiende que la empresa que no lo haga se quedará sin captar el talento de las nuevas generaciones, tienen otra forma de ver y de afrontar la vida, otras prioridades.
Remedios Miralles es, desde hace doce años, directora corporativa de Recursos Humanos del grupo Peñarroya al que pertenece la cadena hotelera Holiday World. Desde entonces no ha cesado en su empeño de implantar medidas de conciliación para los empleados. Tanto ha sido así, que al implementarlas en un sector tan complicado como es el hotelero les ha valido el reconocimiento a nivel nacional a través de varios premios, entre ellos el que sitúa al Grupo en el top 25 de empresas que apuestan por la conciliación. Ahora es ella, personalmente ella, por sus criterios de liderazgo y gestión, la que opta a convertirse en la mejor directiva de Recursos Humanos del año dentro de la categoría de mediana empresa en los ‘II Premios Mejores Iniciativas y Talento Women at RRHH by Adecco & DKV’. Un honor que asume desde la modestia y que ya considera un gran reconocimiento a los años de trabajo y esfuerzo. Compite con otras grandes mujeres que desde la dirección de los recursos humanos apuestan por facilitar la vida a hombres y mujeres.
Desde que se conoció la nominación son muchos los que se han movilizado para que Remedios consiga materializar ese premio que la sociedad malagueña ya le ha concedido. En su curriculum, más de 20 años de experiencia, de toma de decisiones, de determinación, de trabajo incansable por conseguir –desde el desempeño de su profesión– una sociedad más justa.
Quedamos a comer en el restaurante del hotel Hydros. El tiempo es oro y a ninguna de las dos nos sobra. Compartir mesa y charla resulta enriquecedor en todos los sentidos. Sobre la mesa productos Sabor a Málaga; en sus palabras, mucho talento femenino e ideas meridianamente claras que se traducen en líneas de actuación.
Sabe lo que es enfrentarse a una entrevista complicada de trabajo. Sabe lo que es dirigir a un equipo predominantemente masculino siendo casi una niña de edad, y no de mente, porque siempre ha sido muy madura. Sabe lo qué es conciliar porque es madre y porque llega un momento en la vida que también hay que conciliar con los padres, es hija. El reconocimiento ya lo tiene, pero sería maravilloso que pudiese también recoger el premio. Si quieres contribuir a ello, puedes votar hasta el 7 de octubre:
Te la presento y tú decides si apoyas su candidatura. Yo ya lo he hecho.
¿Cómo recibes la noticia de que eres una de las nominadas?
De una manera un poco extraña. Este año me he ido de vacaciones muy tarde y tremendamente cansada, emocionalmente y personalmente ha sido un año muy difícil. Estaba prácticamente exhausta, hasta la gente me lo notaba. Me preguntaban si estaba enferma. Pero es que estaba al límite, no podía más. Me tomé las vacaciones el 13 de agosto. Un día después me llama Pepa Peñarroya (Presidenta del Grupo Peñarroya) y me cuenta que había recibido un mail de una persona allegada preguntado si me podía proponer a los premios DKV como mejor directiva de recursos humanos del año. Le preguntaba a Pepa si lo veía oportuno y Pepa me lo consultaba a mí. Imagina como estaría de exhausta que le dije que si tenía que redactar un informe para que esa persona presentará mi candidatura prefería quedarme fuera. Te aseguro que me olvidé del tema y me dediqué a disfrutar de mi familia y a descansar. Cuando me incorporé en septiembre recibí un mensaje de la persona que me había propuesto preguntándome si seguía adelante porque se acababa el plazo de presentación de candidaturas. Sólo necesitaba una reseña curricular. Le pedí disculpas por la tardanza y se la mandé. A los pocos días me llamaron de Womenalia para decirme que había pasado la primera fase. Poco tiempo después vi en Linkedln el listado de candidatas entre las que aparecía. Así que mandé un correo al Consejo de Administración informando sobre ello. Todos se alegraron mucho y se mostraron confiados. Cristóbal Peñarroya, el más contento, con diferencia. Enseguida me llamaron de nuevo para informarme de que estaba nominada. Lo primero que vi fue el nombre de las otras candidatas, analicé el perfil de las competidoras, y entonces fui consciente de que nada más estar en esa lista ya era una regalo. Había pasado la criba de cientos de candidaturas y estaba a la altura de profesionales a las que admiro. Así que pensé que por qué no iba a tener una posibilidad. Y ahora, si efectivamente se inclina la balanza hacia mí, genial, y si no habrá sido maravilloso estar ahí igualmente y vivirlo en primera persona. Y así fue como ocurrió todo.
Te voy a pedir que dejes la modestia fuera de esto, supongo que te encantaría que te lo dieran.
Me encantaría. Sería un subidón. No tanto por mi ego, sino porque me encuentro con una deuda personal con mucha gente. Hay muchísimas personas que se han volcado con las votaciones, solamente por haber vivido esta parte ha merecido la pena. Para mí ha sido un descubrimiento emocionante. Nunca imaginé lo que me aprecian, y nunca lo imaginé porque desde la posición de dirección de recursos humanos se supone que tienes que tomar las decisiones feas o decisiones ‘no agradables’. Nunca imaginé esta revolución de cariño. Y por supuesto, todo lo que he percibido por parte del mismo Grupo Peñarroya que se ha volcado. He recibido el apoyo y el aliento de todos los sectores de la sociedad malagueña. En Linkedin puse una nota comunicándolo y tiene más de 380 recomendaciones. No podía esperar esto nunca en mi vida. Es una oleada inmensa de cariño.
¿Cómo llegas a los Recursos Humanos?
Estudié derecho. Que para empezar era una carrera que no me gustaba. Hubiese preferido periodismo. Lo hice porque uno de los guías y mentores de mi vida, mi padre, con buen criterio seguramente, me lo aconsejó. Cuando terminé me ofrecieron trabajo en despachos. Y los rechacé porque sabía que no era lo mío.
Así que, como tenía claro que no quería ejercer me dediqué durante tres años a estudiar una oposición de Técnico Superior del Estado, en la que casualmente había un bloque sobre Recursos Humanos. Me empecé a interesar especialmente en esa parte porque hablaba de liderazgo, de motivación y era algo que desconocía. Había unos 40 temas sobre eso. Cuando a los tres años de estar estudiando suspendí la oposición me dije «Ya» «Se acabó”. En contra de mi familia, en contra de mis amigos, nadie entendía que después de tres años invertidos en estudiar, lo dejara. Y menos aún entendieron que quisiera dedicarme a los Recursos Humanos. En aquel tiempo no sabían ni lo que era. Mi padre además que había fomentado que estudiase derecho era el que menos lo entendía. Así que un día cogí todos los libros, los embalé en una caja y los bajé al trastero. Ahí es cuando la gente que me rodeaba entendió que efectivamente no había marcha atrás.
¿Cuál fue el detonante para dejar la oposición?
Sentí en mi interior que era un libro que se había cerrado. De pronto tenía ese libro entre las manos y ya no me quedaban páginas por leer.
¿Sientes que perdiste esos tres años?
Qué va, si no hubiese vivido esos tres años posiblemente no me dedicaría a los Recursos Humanos. Eso sí lo siento. Tuve la visión de que no era la persona apta para estar en esa oposición, pero sí para dedicarme a los recursos humanos. Fue como un amor a primera vista, como un flechazo. Las oposiciones fueron el tránsito, el camino para descubrir este mundo. Siento que sin esa vía no lo hubiese descubierto nunca.
Aunque lo tuvieses tan claro, ¿qué pasa por tu cabeza después de dar el paso?
Llevo los libros al trastero y me encuentro con un vacío interior. Coincide con que a mi padre lo trasladan a Granada y yo no quería irme, pero tampoco tenía dinero para quedarme aquí sola. Los convencí para quedarme y que me ayudaran durante seis meses. Ese es el plazo que les pedí para encontrar un trabajo. Cuando ya se agotaba el tiempo, un mes antes más o menos, encontré trabajo en una empresa de trabajo temporal en Fuengirola con el que sí me podía mantener. Era para técnico en Recursos Humanos en una ETT, una cosa muy básica. Al estar en Fuengirola además me fui a vivir a un piso que tenían mis padres allí. Así que fenomenal. Allí estuve los 6 meses que duraba el contrato. Mi padre seguía empeñado en que me fuese a Granada. Me avisó de una oferta de trabajo. En aquella época ni teléfonos móviles ni nada, así que recuerdo que llamé desde un locutorio. Fui a la entrevista y era para cubrir un puesto de responsable de personal de Supermercados Guerrero, que estaba formada por una treintena de tiendas en la provincia de Granada. Era una empresa familiar en la que todos eran hombres, hombres de Granada de aquella época, esto tiene una matización importante. Ahí es donde descubrí que podía liderar hombres, viví situaciones muy fuertes. Cuando fui a la primera reunión, todos se quedaron alucinados de que una mujer con 28 años fuese la que les iba a marcar las pautas de cómo se tenía que dirigir a su personal. Personas que habían hecho lo que querían hasta el momento. Eso fue una auténtica lucha armada. Sabía que iba a ser difícil por el trabajo y porque acaba de volver a vivir con mis padres. Fueron cinco años muy complicados.
¿Qué fue lo peor, el ser mujer, ser joven o tomar decisiones a las que no estaban acostumbrados?
Ser mujer joven, y dirigir –es decir, imponer– lo que se supone que es un criterio objetivo y nada subjetivo. Suponía desplazar todo lo que venían haciendo de acuerdo con su idea, con su criterio, con su formato y que una persona, y en este caso mujer, venga a decir que eso no solamente no va a ser como lo estás haciendo si no que va a ser como ella dice, fue muy duro. Hubo muchos roces, muchos gritos, muchos enfados, muchos lloros, muchas disputas… El director de operaciones me decía: «Te lo pido por favor, no te enfrentes más, los gritos se oyen en todo el edificio»
¿Y conseguiste cambiar algo?
Conseguí principalmente que la selección de personal fuera con un criterio objetivo, que no entrara el que me mejor caía a fulanito o al que mejor veía meganito. Que los trabajadores estuvieran adaptados en su puesto de trabajo. Es decir, que el carnicero era carnicero, y el frutero era frutero. Hasta ese momento el personal ocupaba los puestos según le parecía al encargado del supermercado. Es decir, yo creo que conseguí poner una serie de criterios por los que a nivel de recursos humanos se podían regir, quiero entender, de una manera más objetiva, que la persona estuviera ciertamente habilitada y contenta en su puesto de trabajo. Y claro, los jefes de tienda que habían hecho lo que habían querido hasta entonces, se quejaban al presidente.
¿Y por qué crees que contrató a una mujer?
Creo que en la entrevista que me hizo le di pautas de decisión, de ideas, pensó que yo podía ponerlos firmes, que era algo que allí hacía mucha falta. Pero él estaba en otras cosas, y el personal es un marrón siempre en cualquier empresa. Todo el mundo quiere liderar la parte bonita del personal, nadie quiere lidiar con los recursos humanos. Creo que pensó que yo era la persona indicada para hacerlo.
¿Tus padres qué te decían? Porque supongo que eso sería llegar a casa con cierta tensión y cierta ansiedad.
No te creas que yo soy una mujer de manifestar. No contaba mucho. Pero tenía en mente la fijación de que me tenía que volver a Málaga.
¿Y en qué momento llega tu vuelta?
Pues un día abro el Diario Sur y veo un anuncio en inglés. Un sitio que se llama La Cala Resort, un cinco estrellas en Mijas buscaba a alguien para dirigir los Recursos Humanos. Y me acordé de que cuando estaba en la ETT de Fuengirola me hablaron muy bien de esa empresa. Pero pensé que el trabajo iba a ser una locura si era para desempeñarlo en inglés, pero aún así mandé el curriculum. Cuál fue la sorpresa, que me llamaron de la Cala Resort para pedirme una entrevista.
Creo que viví una de las situaciones más apabullantes de mi vida. Llegué a la Cala Resort, que me pareció que estaba lejísimos. Me acuerdo que iba en el coche con el que era mi pareja, que actualmente es mi marido, y le decía «es que no sé ni para qué estamos viniendo, es que yo aquí no me vengo a trabajar. No entiendo cómo esto puede estar tan lejos”. De verdad que quería volverme.
El hotel me pareció precioso. Me recibió un señor galés, Edward McKlean, y me dijo que la entrevista iba a ser inglés. Otra vez me quería ir. Me defendía en inglés para mantener una conversación pero no para una entrevista de trabajo y explicar lo que pensaba y mi forma de ver los recursos humanos. Y efectivamente, apareció el consejo de administración; cuatro hombres entrevistándome, tres de ellos ingleses y un español al que le pedí que me tradujera. Terminó la entrevista y el consejero delegado, Denís Folley, –que creo que es la persona con la mente más prodigiosa que he conocido en mi vida– me pidió que nos tomásemos algo para seguir hablando. Este señor no hablaba nada de español. Por suerte sólo me hizo preguntas fáciles. Cuando me subí al coche le dije a mi pareja que era seguro que no me contrataban, que querían a alguien con un nivel muy alto de inglés y que no era mi caso.
Y ¿qué pasó?
Pues me volví a Granada y me llamaron para una segunda entrevista. En esta ocasión fue sólo con el consejero delegado, él se esforzó por hablar en español y yo en inglés. Y, efectivamente, no te sabría decir cómo pero me llamaron para ofrecerme el puesto. Bueno, ahí sí que me entró el miedo escénico porque todos los informes eran en inglés, todos los reportes eran en inglés, yo dependía directamente del consejero delegado y del director de operaciones, que eran ingleses. Me busqué un aliado que jamás se me va a olvidar, que es Pedro Negrete, al que quiero inmensamente. Y me puse a liderar los recursos humanos tal cual yo entendía. No había que pararse mucho más, es decir, simplemente era poner en marcha lo que me habían encomendado. Sí que es verdad que dejé mucho en esos cinco años, mucho de mi vida personal, de mi impronta, de mí, porque me costaba un doble esfuerzo, no solamente tenía que gestionar, tenía que gestionar en inglés, y eso me absorbía la energía doblemente.
¿No te apuntaste a clases de inglés?
No, ellos fueron generosos conmigo, y me permitían que alternara un poco el español con el inglés, muchos me hablaban en español. Luego además tuve la feliz idea de ponerle a mi consejero una profesora de español. Le dije que si estaba en España tenía que aprender nuestro idioma. Aprendió poco, pero bueno, para mí me servía mucho. De hecho, se fraguó una complicidad muy bonita entre nosotros que se convirtió en una amistad.
¿Por qué te cogieron si no tenías un nivel alto de inglés? ¿Alguna vez les preguntaste?
Pues mira, quiero pensar que vieron una manera de gestionar diferente, es decir, era una persona con energía, con pasión, siempre muy segura de lo que yo implantaría o de lo que yo haría. Y el consejero delegado no tenía esa capacidad de decisión. Era superdotado y una persona superdotada piensa muchísimo lo que va hacer, hasta la extenuación. Es decir, si tienes dos mil quinientas posibilidades, analiza dos mil quinientas posibilidades, las analiza una a una, y doy fe porque he trabajado con él, lo sé. Yo le cortaba en esa infinidad de posibilidades y dudas y decía lo que había que hacer con determinación. Nos apoyamos mucho el uno al otro en aquella época. Para el equipo, trabajar con él no era fácil. Una persona tan metódica, tan exigente, tan analítica, te lleva al límite. Me tocó mediar.
En aquella etapa te casas, ¿no?
Sí, en el cuarto año que estoy en la Cala Resort. Seguía viviendo en Fuengirola hasta entonces, pero al casarme me volví a Málaga. Nunca me hubiese ido de la Cala Resort, me fui por la distancia, se me hacía imposible, me llevo muy mal con la carretera. Hubo un momento que jamás se me olvidará. Un día en el comedor de personal de la Cala Resort, comiendo con otros trabajadores, fui consciente de que aquello llegaba al final. Aquel día había estado dos horas en una caravana.
¿Y sólo por la carretera decides irte? Sería un cúmulo de más cosas, ¿no?.
No tenía ningún motivo de queja, de verdad. Era un sitio idílico, y yo no tenía problemas aparentes más que las cosas de trabajo normales a las que no daba importancia. A mí me trataban maravillosamente bien.
¿Y cuánto tiempo pasó desde ese día hasta que te vas?
Unos siete meses. Me quedé embarazada. Me acuerdo que un 15 de agosto que estaba metida en una caravana, embarazada, me tuve que parar en una gasolinera, llamé a mi marido llorando diciéndole que no podía más. Pero tampoco tenía otro trabajo a la vista. Así que había tomado la decisión pero no sabía cuando la iba a materializar. Hasta que embarazada de seis meses me llama el señor Cristóbal Peñarroya. Bueno, me llamó Marifrancis Peñarroya de su parte. Quería hablar conmigo en persona, así que quedamos a semana siguiente.
Pero, ¿Marifrancis sabía que estabas embarazada?
Bueno, no sé si se lo habían dicho, el caso es que me presenté en las oficinas del Grupo en Cortina del Muelle y le dije «¿Tú sabes que estoy embarazada de seis meses?”. Sólo me dijo que quería enseñarme un proyecto que tenían para construir y gestionar unos hoteles en Benalmádena. Y me trajo aquí, entonces sólo había tierra y máquinas.
¿Consiguió ilusionarte con el proyecto?
Sí, pero yo no lo veía. De hecho se lo dije; que me parecía un proyecto apasionante pero que yo, honestamente, embarazada de seis meses no me veía preparada para pasar en tres meses de treinta trabajadores a trescientos que es lo que querían hacer. Estaba en la recta final del embarazo y no sabía qué podía pasar. Les dije que les podía recomendar a alguien para esa labor. Les mandé a una amiga pero no les cuadró. Entonces sí me llamó Cristóbal Peñarroya. El caso es que, me encuentro con una situación en la que creo que las hormonas y varios factores jugaron algún papel importante, y tomé la decisión más valiente de mi vida embarazada de seis meses; acepté su oferta. Del sexto al noveno mes conseguimos crear el departamento de Recursos Humanos e incorporamos a casi 200 personas. De aquí, de las oficinas, me fui al hospital a dar a luz, y a la mañana siguiente a las 10 estaba en la cama con mi equipo viendo curriculums.
¿Recién parida?
Sí, sí. Recién parida. Mi marido entró en ese momento y cuando vio toda mi cama llena de currículum y a mis compañeros, muy prudente, me dijo que aquello era una locura. Pero en aquel momento no solamente podía, si no que era un reto personal y ya me había comprometido.
¿Te arrepientes de haber hecho aquel sobre esfuerzo?
No, no me arrepiento para nada, para mí fue una puerta blindada a muchas cosas. Sólo siento que le resté a mí hijo que sólo tuve dos meses de baja por maternidad, no tuve cuatro. Los dos primeros meses de baja estuve también trabajando desde casa, pero esto no me pesa, yo puedo trabajar con mi hijo al lado. Me pesa mal los otros dos meses, ese romper con mi hijo tan pequeño. Y eso lo he visto con retrospectiva. En aquel momento tampoco lo vi así. Sólo sabía que Cristóbal Perrarroya me había dado una oportunidad embarazada de seis meses y que tenía que apostar por algo con lo que me había comprometido.
Bueno, él es padre de cuatro hijas también, ¿no?
Sí, él es padre de cuatro hijas pero, date cuenta que estamos hablando de una empresa tremendamente familiar, en la que cuando yo me incorporé eran todo hombres. Menos la secretaria, el resto eran hombres con veinticinco años de antigüedad.
Remedios, ¿le pedirías a alguien de tu equipo que hiciera lo que tú hiciste?
No, nunca lo aconsejo. De hecho, las medidas de conciliación que tenemos actualmente en el Grupo Peñarroya son para alargar las bajas de maternidad. Son momentos irrepetibles y además, que todo se puede conciliar.
Tienes dos hijos, ¿Cómo viviste tu segundo embarazo y tu segunda baja de maternidad?
Tengo dos hijos, Javier y Carlota. Salí de cuentas de Carlota días antes de que se inaugurara el hotel Polynesia. Sufrí mucho porque estuve quince días ingresada antes de la inauguración y yo quería estar aquí en los últimos momentos de la apertura, había trabajado mucho en los planes de promoción de los jefes de departamento, que era gente que ya trabajaba con nosotros y los habíamos promocionado. Yo quería vivir esa emoción sobre el terreno y no través de mails desde un hospital. Así que aunque hacía cinco días que había salido de cuentas vine a la inauguración. La gente pensaba que iba a dar a luz aquí. Estuve lo justo y me volví a casa, no me podía ni mover. Pero tenía que estar aquí ese día.
¿Y estuviste luego los cuatro meses de baja?
Sí, estuve los cuatro meses en casa pero trabajando. Lo podía compaginar perfectamente, también porque tengo ayuda externa.
¿Crees en el tele-trabajo?
Soy una defensora del tele-trabajo reglado. No me vale todo, me vale la honestidad, me vale que si tú trabajas desde casa y te tienes que ir todos los días a una hora a recoger a tu hijo que me lo digas. Ya sé que de 12 a 1 tú no vas a estar, a mí no me importa en absoluto. Y de hecho, tengo a una persona ahora mismo, embarazada, tele-trabajando, ella está encantada y yo también. Creo que está produciendo más que nunca. Me gusta destacar siempre que la conciliación es algo que va más allá de las mujeres o las embarazadas. Actualmente si queremos que los hombres se impliquen también tendremos que darles facilidades, muchos de nuestros trabajadores hombres tienen, por ejemplo, la custodia compartida.
¿Qué piensas de la gente que se tira horas y horas porque le vean en el puesto de trabajo?
Me parece una esclavitud, una esclavitud contigo mismo. El que lo hace carece de valentía, es una esclavitud con tu imagen, una esclavitud con tu profesionalidad, una esclavitud con respecto a tu equipo, con respecto a la gente que te quiere, me parece egoísmo. Con ese tema soy muy crítica. A veces, demasiado crítica.
Yo soy de las que pienso que quien no haya aprovechado las seis horas, o las ocho horas, no nos sirve para ese puesto de trabajo. Habrá que buscar a otra persona más competente, posiblemente. No descarto aplicar aquí la ‘política de luces apagadas’ a partir de las seis de la tarde en las oficinas. Se apagan las luces y el que no ha terminado su trabajo, posiblemente es que no esté en el sitio indicado.
Supongo que tuvo que ser bonito crear un equipo desde cero.
Fue muy complicado. El coger una estructura masculinizada con veintitantos años de antigüedad e intentar llevar una cultura profesional, de formación, de evaluación del desempeño, de reclutamiento, de selección, de conciliación a una empresa familiar con treinta y tantas personas dedicadas siempre a la inmobiliaria fue un trabajo ingente.
Tiene sus pros, y sus contras. En ese camino he estado muy acompañada por la Directora General de la División Hotelera Marifrancis Peñarroya. Juntas hemos traído el mundo la conciliación a un sector como es el de los servicios, en el que nadie creía que era posible. Hemos tenido el apoyo de Cristóbal y de Pepa Peñarroya, pero hemos sido las dos las que hemos estado implicadas directamente en construir juntas, en trabajar juntas en su consecución. Ella es una persona a la que le gusta mucho la parte humana, la parte personal y yo también estoy muy implicada con esas historias.
¿En todo este tiempo te han seguido dando el mismo voto de confianza que te dieron al principio?
Siempre. Es algo que caracteriza al Grupo Peñarroya conmigo y si hay algo que valoro es la fe ciega que han mostrado desde que me contratan embarazada de seis meses. Hay que tener mucha fe y ser valiente para tomar esa decisión y apostar por mí. Tú puedes creer mucho en una persona, pero yo podía haber tenido una recta final de embarazo mala.
Remedios, ¿tú crees que un profesional, solo puede llegar a ser un gran profesional cuando se le da un voto de confianza y se le deja hacer?
Hay que ser muy generoso con la gente, es decir, yo creo que hay que tener una vara de medir un poco más amplia, no vale estar pegando a la gente continuamente en la cabeza. Hay que crear un clima de confianza en el que el trabajador se sienta bien. Pero con una línea clara, no vale el libertinaje, no todo vale, es decir, si tú estás en mi casa yo te dejo hacer, pero tú no puedes hacer todo lo que quieras. No voy a permitir que pongas los pies encima de la mesa.
Actualmente en temporada alta tenéis 700 empleados, ¿dejan de ser personas para ser un número?
Ahora no los conozco a todos personalmente. Cuando éramos entre 300 y 400, sí. Pero te puedo decir que yo nunca los trato como a un número. De hecho hay gente que no conozco, pero mi equipo me hace partícipe de circunstancias que podría pasar por encima y siempre pido nombre, apellido, situación, y quiero saber qué es lo que le pasa y cómo podemos ayudar, me lo tomo como algo personal.
¿Cuál es el momento más duro que has vivido en estos años? ¿Qué decisión ha sido la más difícil? ¿Qué momento te ha quitado el sueño?
Los despidos los llevo fatal siempre. Porque siento que puedo romper algo, que puedo romper una ilusión y que puedo romper una familia.
Cuando se llega a ese punto normalmente se le ha dado muchas oportunidades a esa persona. Pero hay momentos en los que ya no se pueden dar más. A una persona se le pueden dar dos, diez o veinte oportunidades dependiendo de muchas cosas, pero cuando llega a su límite hay que romper. Cuesta mucho, pero cuando llega ese momento en que ves que esa persona no ha aprovechado las oportunidades que le has dado tienes que tomar la decisión. De hecho, en mi lista de presupuestos, no verás al año más de dos despidos, o tres, nunca. Sólo recuerdo un momento muy crítico en el que hubo una reconversión en el Grupo. Ese año te garantizo que fue un sufrimiento muy grande, para mí porque estaba en primera línea de fuego pero para el resto también fue muy duro. Se rompía con gente importante de la organización, con personas que llevaban mucha trayectoria, que tenían mucho a sus espaldas.
Y en todos estos años que hemos tenido una crisis tan fuerte y que tú estabas en un puesto en el que podías dar trabajo, ¿Has tenido que decir muchas veces que no a gente que ha intentado ponerte en el compromiso de que contratases a alguien?
Eso es muy difícil conmigo. Solamente intento contratar a personas que sean competentes en el puesto. Es decir, que si es tu primo va a tener que pasar por todos los procesos de selección. La familia Peñarroya es súper respetuosa con ese tema y jamás intenta imponer -que podría, porque es la dueña de la empresa- porque saben que soy muy estricta en ese sentido. Me parece muy injusto que tú, porque seas amigo de fulanito entres antes que otro que tenga más habilidad que tú, ¿Qué te ha dotado a ti especialmente, la amistad? Mala carta de presentación llevas conmigo. Esto la gente que lo ha vivido lo sabe.
¿Por qué crees que te deberían dar el premio? Y te pido que dejes la humildad y la modestia a un lado como te he dicho al principio.
Creo que lo más importante que he conseguido en este tiempo es concienciar a la poca gente que me rodea de que conciliar es una política estratégica, es una política de futuro. Quien no apueste por esto posiblemente tenga que sobrellevar mal el futuro con su empresa. Concienciar de que es esencial dejar a la gente su espacio de acuerdo a como se están fraguando las nuevas generaciones. De que el trabajar a nivel profesional conlleva el que seas buena persona, y para ser buena persona tienes que dedicar tiempo y espacio a tu vida personal. Que si no funciona la parte personal jamás va a funcionar la parte profesional, esto prácticamente te diría que es un axioma: se trabaja cómo se es y se dirige como se es. Es decir, cuando tú ves a una persona trabajar y liderar, sabes cómo es en su vida privada, en su vida personal, en su relación con los demás. Para mí es tan pre-claro, como ver a una persona comer. Yo siempre digo que en la entrevista una parte debería ser comiendo. Hay muchos gestos, muchos espacios, muchos momentos en que tú ya sabes cómo es la persona. Soy una absoluta convencida de que se trabaja como se es.
Remedios ¿has dejado de contratar a alguien porque no supiera inglés?
Siempre digo lo mismo, las habilidades técnicas se forman. Es decir, yo no puedo saber inglés pero la empresa me puede pagar una inmersión lingüística durante tres meses. Incluso me pueden pagar un master si necesito actualizar mi formación financiera. Esto se compra y se forma en el mercado, lo que no se forma es la generosidad, la lealtad, o la honestidad ¿Dónde están esas clases? ¿Dónde puedo apuntar al personal para que sea líder o generoso o transgresor o valiente o decidido? ¿Dónde se forma eso?
¿Valoras mucho la iniciativa de los empleados?
Valoro mucho la parte personal.
¿Sabes delegar?
A mí me encanta delegar. Quiero decir, para mí es un orgullo que tres personas que han estado conmigo en otras etapas profesionales de mi vida sean actualmente directores de recursos humanos. Eso para mí es de lo mejor que me puede pasar. Que lo poco que les haya podido transmitir o que hayan podido ver de mí les haya hecho crecer profesionalmente. A todos los que han formado parte de mis equipos he intentado transmitirles mis ideas, mi pasión, o mi manera de ver la profesión.
¿Cómo imaginas ese momento en el que te dan el premio?
No me lo van a dar. ( Se ríe)
Bueno, no lo sabemos, imagínate ese momento.
Soy absolutamente consiente de mis limitaciones, y de mis posibilidades, hay gente maravillosa nominada de empresas más fuertes. Con lo vivido me doy por premiada.
Vale, pues imagínate que yo te doy el premio ahora mismo, ¿Qué dirías en tu discurso? ¿A qué personas irían tus agradecimientos?
Clarísimo, hay un hombre fundamental en mi vida, mi padre, pero no me quiero emocionar, por lo cual no voy a continuar hablando de él. Mi marido, por su generosidad, por su discreción, por facilitar el que yo pueda estar aquí, es decir, por estar siempre en la sombra, por animar, impulsar… A mi madre, mi hermano y mi cuñada que se han volcado. A Cristóbal Peñarroya, por supuesto por todo, desde apostar por mí estando embarazada de seis meses. Me parece visionario, especial, arriesgado, me parece valiente, y me alegra no haber defraudado, espero, sus expectativas y las de su familia. Tendría que darle las gracias a la gente que está conmigo, a mi equipo de ahora, a mi equipo anterior, a todos los equipos que han estado conmigo, a Ricardo, Aida, Sonia, Esther, a Mª José Garralón, que ha sido mi compañera de viaje en estos últimos doce años. También a Marifrancis Peñarroya. A la persona que decidió presentar mi candidatura aunque prefiera estar en el anonimato, a toda Málaga, a la gente que me ha rodeado, y a toda la gente que está impulsando de verdad esta votación. No quiero dejar a nadie fuera. Todo este apoyo me da mucho calor, me siento muy arropada, me están transmitiendo mucha energía positiva. Como te he dicho al principio de la entrevista sería fantástico ganarlo sólo porque todas esas personas se sientan también parte del premio.
Remedios forma parte de ese grupo de mujeres que desde su ámbito más cercano apuesta por hacernos el camino un poquito más fácil. Una tarea complicada en la que cada día pone la mirada, el trabajo, sus energías y mucho de su creatividad. Gracias Remedios por tu aportación. Ojalá te concedan ese premio que seguro trasformarás en gasolina para que el motor siga funcionando a toda velocidad. Si no es así, nuestro reconocimiento y homenaje ya lo tienes.
Fotografías: Lorenzo Carnero
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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.
Conozco a Remedios desde hace años y merece el premio. Es directiva pero sobre todo mujer y un ejemplo de ética profesional. Enhorabuena por la nominación.