Marina de Boer no es influencer, ni una gran empresaria, ni un referente nacional del crecimiento personal, pero su forma de ver, entender y afrontar la vida merece ser compartida.
Donde algunos nos llenamos de miedos y nos engulle la incertidumbre, llevándonos al inmovilismo, ella ve una oportunidad para vivir una aventura y experimentar la vida en su máxima expresión. Su motor es una curiosidad innata por abrirse a los regalos de estar viva.
En su camino, ha tomado decisiones que muchos no entenderán, y ella tampoco lo pretende. En su búsqueda de autenticidad y coherencia, junto a su marido, Paul, dejó atrás la seguridad económica de una clínica de odontología estética en Puerto Banús. Se trasladaron a Holanda para que sus hijos conocieran el país de sus ancestros y, después, volvieron a España, buscando que ese regreso fuese una vuelta a su esencia, a la tierra.
Y aquí hago una pausa para una metáfora: una tierra que, más allá de países, raíces y fronteras, está en nosotros mismos. Marina es extranjera aquí, y lo fue también al volver a Holanda. Lleva viviendo en España desde los 11 años. “Eres de donde te sientes en casa”, concluyo tras escucharla hablar sobre ello.
Paul se permitió explorar su faceta artística y conectar con la creatividad a través de la pintura, brillando en cada uno de sus cuadros. Marina, por su parte, conectó con el ser. Ambos convirtieron su hogar en un remanso de paz para quienes necesitan encontrarse a sí mismos, alejándose del ruido exterior para escuchar su propia verdad, esa que muchas veces acallamos con estímulos externos, perdiéndonos en el hacer constante.
En la subida a Mijas pueblo, la energía cambia. Al llegar a su casa, Back to la Tierra, la tranquilidad te envuelve, si es eso lo que buscas. Pero si prefieres seguir huyendo de ti mismo, querrás escapar de sus paredes, de su silencio y de los terrenos donde han implantado un diseño basado en la permacultura. Este sistema de vida sostenible imita los patrones y relaciones de los ecosistemas naturales: las plantas y los árboles frutales se colocan de manera estratégica para beneficiarse mutuamente, creando un sistema de compañerismo entre cultivos. Además, se aprovechan todos los recursos naturales, como el agua de lluvia, la materia orgánica y la energía solar.
Llegué acelerada. Poco a poco, mientras paseábamos por el terreno y Marina me explicaba cada rincón de su mundo, fui bajando revoluciones. Volver a la tierra es algo literal. Para Marina, es también una forma de ser coherente. En su casa, la comida va directamente de la tierra a la mesa, alimentando no solo el cuerpo, sino también las emociones. Hay varias corrientes que nos invitan a cuidar nuestra alimentación como una herramienta para transformar nuestra vida. Y en La Tierra, mimar cómo y qué comemos es una prioridad.
Este lugar es un espacio para retirarse, conectar y resetear en un día a día que muchas veces nos atrapa en la rueda del hámster; una oportunidad para escapar de los barrotes de nuestras propias jaulas.
Esto es solo una introducción. Te invito a acompañarnos, a sentarte con nosotras y a sentir esta entrevista desde esa curiosidad que mueve la vida de Marina.
