Estoy indignada. Enfadada. Cansada. De nuevo leo en la prensa nacional un artículo hablando de la superficialidad de Marbella. De las botellas de champán de miles de euros rociadas en un club de playa por el cuerpo pluscuamperfecto e hipermegaoperado del «rico” de turno. Del despilfarro como modo habitual de vida de los que pisan la que fue la Marbella de la jet set. Y me indigna profundamente porque creo que eso sólo no es Marbella. Evidentemente es absurdo negar que hay lugares donde esas escenas se producen. Escenas que cada vez que se relatan en prensa o veo en televisión me hacen recordar que con una botella de esas que se tiran por encima yo pago durante un mes mi hipoteca. ¿Pero quién soy yo para decirles qué deben hacer con su dinero? Creo, según veo en las fotos, que ninguno de los que sale me debe nada. En mi mente de persona de clase media no entra ese despilfarro, y en mi cuenta corriente tampoco. Pero si ellos consideran que eso les hace felices, o es su forma de divertirse, no soy nadie para demonizarlo, aunque repito, no lo entienda desde mi posición social ni desde mi educación. Esos mismos lugares que los megaricos o megaderrochadores frecuentan tienen su réplica en otros lugares, en otros puntos de la costa. En esos otros sitios tirarse la botella por encima en vez de 500 euros sale a 50. Me sigue pareciendo igual de hortera. Pero es que me lo parecería aunque la botella fuese gratis. De nuevo, allá ellos. Siempre me gusta pensar que detrás de ese dinero con los que ellos rocían su piel hay trabajos directos o indirectos que se crean y se mantienen. Pero Marbella es mucho más. Si no nos quedamos en esa instantánea, si hacemos una foto panorámica, podremos ver otras Marbellas.
Os hablaré de la mía. Una misma ciudad puede ser muchas según con quien te relaciones o los sitios a los que vayas. Igual que cuando conoces a una persona, dependiendo en el ámbito en el que lo hagas será diferente si es tu mejor amiga, una compañera de trabajo, o la dependienta que te atiende en el supermercado. No creo en blancos o negros. Todo es muy subjetivo y se basa en tu percepción, en tu educación, en tus valores y en tus experiencias entre otras variables.
Mi Marbella es totalmente subjetiva y basada en mi experiencia. No suelo a ir a los sitios de «la botella” por muchos motivos. El primero porque el ambiente generalmente no me gusta.( En la mayoría de los casos son lugares preciosos donde os aseguro que tampoco están a «botellazo» todo el día). Para continuar porque sería absurda si con mi nivel adquisitivo me gastase 300 euros en pasar un día en una cama balinesa. Dicho eso, os hablo de mi Marbella. Una ciudad que ha sufrido en los últimos años por muchos motivos, desde la corrupción a las mafias que se han instalado en sus urbanizaciones. Frente a eso, lo mejor es dejar actuar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y por supuesto a la Justicia. Pero además del mal uso que se haya podido hacer del dinero que entraba en las arcas municipales, por lo que ya ha pagado la ciudad y los ciudadanos, Marbella me parece una ciudad urbanísticamente preciosa. Considero un delito al buen gusto los edificios altos a pie de playa. Pero ni siquiera eso es reciente ni exclusivo de Marbella. Casi toda la costa mediterránea española padece de ese mal. Y repito, no es de ahora, sino de la planificación que se hizo en los 70 y 80. En Marbella sólo en la zona del casco urbano, la más cercana al puerto, se percibe esa imagen. Si te mueves por sus playas, tanto a la derecha como a la izquierda de esa zona de grandes edificios, y miras la costa desde la orilla, en general se puede ver una frondosa vegetación que en la mayoría de los casos camuflan las construcciones de primera línea. Nunca he tenido esa sensación de masificación urbanística ni siquiera paseando en coche por la ciudad. Algo que sí me pasa en otros municipios cercanos con bastante menos críticas a este respecto en los medios de comunicación.
Mi Marbella es una ciudad en la que el empresariado se preocupa porque esté viva todo el año. No va al ayuntamiento pidiendo que haga algo para promocionar la ciudad y a sus comerciantes como única herramienta posible para fomentar el turismo y la proyección internacional. Es un empresariado que toma la iniciativa, planifica acciones, actos y eventos y los lleva a cabo para dar visibilidad a su negocio y con él tira directa o indirectamente de todos, y no sólo de Marbella, sino de toda la Costa del Sol. Evidentemente reclama buena gestión al ayuntamiento en este sentido, pero no espera de brazos cruzados a que este actúe. Es un empresario que sabe que invertir en su marca y comunicación generalmente le reportará beneficios mayores, a lo mejor no de manera inmediata, pero sabe que recogerá sus frutos.
Pero no sólo voy a hablar aquí de empresarios. En Marbella he vivido dentro de los círculos empresariales ese espíritu de crear sinergías y colaboraciones, y no únicamente por parte de los dueños de las empresas, también por parte de directivos y empleados. Ese espíritu hospitalario de presentarte a gente que te pueda interesar. Quizás porque saben que si a la mayoría le va bien, esto tendrá sentido y a todos nos irá bien. Aunque haya quien lo niegue, es una cadena. Personas que han entendido, y más con los años que hemos pasado, que no te puedes quedar esperando a que el cliente entre por la puerta, sino que tienes que ir a buscarlo. Hombres y mujeres que luchan cada mes por conseguir clientes, por aumentar ingresos, por crear empleo, por generar riqueza. Hombres y mujeres con problemas con hijos, con parejas, con padres enfermos, con pagos, con salud, problemas como tenemos todos. Algunos con la situación económica más o menos resuelta, pero todos trabajando.
Hace poco también alguien me criticaba que en los eventos en Marbella, incluso en momentos de ocio del día a día, la gente entregase tarjetas de visita. Quien lo criticaba decía que primero había que hacer relaciones basadas en la confianza y la amistad y luego vendrían los negocios. Yo creo que no es así. De las relaciones comerciales me interesa la profesionalidad, la amistad ya surgirá si tiene que surgir. Y sin embargo de un intercambio de tarjetas fortuito, descontextualizado, pueden surgir negocios y se pueden crear importantes sinergias.
También en mi Marbella me he cruzado con algún pirata. De esos que llegan atraídos por el lujo y queriendo engañar. A ver, cariño, que son ricos, no tontos. Estos llegan y se van. Mejor. ¡Fuera!
Mi Marbella es la de la gente solidaria. La que continuamente está organizado actos benéficos, ya sea una cena, un almuerzo o un mercadillo para ayudar a los que menos tienen. La de los que dan sin decir nada y salir en la foto. Y te aseguro que en la declaración de la renta ya les ha tocado pagar por los que no pueden o por los que lo hacen todo en negro mientras quieren los mejores hospitales, colegios y carreteras. Esos, los que ayudan, también son de mi Marbella.
Mi Marbella es la de los sitios bonitos. La de un paseo por el centro en un atardecer de verano fijándome en la belleza de cada rincón de sus casas blancas. La de las plazoletas con sus terrazas y sus macetas. La de la cena de una noche de verano en algunos de los patios de sus restaurantes. La de las gambas en papel servidas en un barril del «Curro”, o la de esperar en un callejón estrecho a que quede un hueco en la barra de «La Niña del Pisto” para quitarme las ganas de su salmorejo. Porque en Marbella también hay tabernas.
Mi Marbella también es la de Puerto Banús. La de disfrutar viendo sus escaparates, la de imaginar un crucero en uno de sus yates, la de ver como los niños y no tan niños alucinan fotografiando los coches. El Puerto Banús de los dueños y directores de las tiendas luchando porque recupere el esplendor de antaño. Intentando todos juntos, y cada uno por su lado, que vuelva a ser el puerto del lujo referente en el mundo.
Mi Marbella es la de un arroz negro en el «Aquí te quiero ver”. Si puede ser en otra fecha que no sea agosto y su barullo, mucho mejor, pero si tengo que esperar una hora tomando una cañita la tomaré. Si estoy allí es porque tampoco tengo prisa. Hay chiringuitos tradicionales y de toda la vida como este en mi Marbella. Hay muchos Dani (uno de los dueños del «Aquí te quiero ver”) que se pasan la vida corriendo mesa aquí y mesa allá para hacer aún más grande el negocio que con tanto esfuerzo levantaron sus padres y del que viven tantas familias.
Mi Marbella es la de meterte un homenaje, imaginarte que has cogido un avión y sin 13 horas de vuelo estar en un entorno exótico y único como el de «Trocadero Arena” o en algún beach club de ensueño. Hay veces que solo para tomar un cóctel y otras, cuando puedo, para comer o cenar. Se paga por experiencias, y Marbella tiene lugares que te rodean con su encanto y su magia, y por las que merece la pena pagar. Alguien muy cercano dice que en sitios como estos, hasta los niños lloran bajito. Me consta que por frecuentar estos sitios más de una vez alguien ha dicho de mí que yo soy una derrochona. Como los de la botella…Igual.
Mi Marbella es la de irte al Puerto Pesquero, a la lonja, y comerte unos pescaitos junto a las redes de los pescadores y los barcos. En mesas y sillas de plástico desparejadas y sin carta de por medio. Lo que hay es lo que hay. O lo lees en la pizarra o te lo canta el camarero. Esa también es mi Marbella, y a veces en ella me encuentro con personas que he visto hace un par de días en «Trocadero», en «Siroko» o en «Marbella Club». Porque no son excluyentes. Porque son complementarios. Todos los días no apetece lo mismo.
Mi Marbella es la de las noches en «La Suite” de Puente Romano, en «La Sala”, en «El Patio” del Marbella Club o en «Finca Besaya”. Sitios cuidados, bonitos, con ambientes diferentes, a veces incluso surrealistas. Pero me gustan esos sitios. Puede que las copas sean caras. Pero todo es caro o barato dependiendo por lo que percibas que estás pagando. A veces en Finca se llena todo de árabes y les ponen hasta la música que suena en su país. A mí, personalmente a mí, me gusta más cuando se llena de turismo nacional. Pero entiendo que lo que se dejan en botellas y en mesas los unos, nada tiene que ver con lo que nos dejamos los otros. Y la economía hay que moverla…Al final, lo importante es estar en un entorno que te guste, pero sobre todo, con los amigos adecuados. Si vas con ellos y pasa eso, que te ponen música árabe, puedes hasta bromear con que te has ido de viaje a Arabia Saudí. Y te aseguro que lo disfrutas aún más. Siempre eres libre de ir o no ir.
Mi Marbella pasa desde acabar la noche bailando en «Olivia Valere», aunque a veces tenga la sensación de estar en una escena de «Abierto hasta el amanecer”, a terminarla en el «Locos». Un antro rockero del puerto deportivo. En los dos casos, casi seguro, me tenía que haber retirado ya. Pero cada uno con sus cosas los convierten en sitios especiales, diferentes. Aunque por lo que pagas por una copa en el primero puedes beberte cuatro en el segundo. Que sí, que soy una derrochona. ¿Cuánto has dicho que te debo?
Y así podría seguir enumerándote sitios, contándote, cómo es mi Marbella o la Marbella que conozco y he conocido. Esa que muchos eligen y adoptan como suya para vivir aunque hayan nacido en cualquier otro lugar del mundo. La Marbella del dejarse ver, la Marbella de puertas para adentro de las grandes mansiones, en las pequeñas casas, en los pisos, la Marbella del lujo y la Marbella del pueblo. Supongo que a todos nos pasa igual con las ciudades en las que nos movemos. Tengo amigos que viven en Madrid y no se ven en todo el año, porque cada uno tiene y vive su Madrid. Y habrá sitios llenos de horteras, seguro, pero no por eso generalizamos.
Soy de Fuengirola y vivo en Benalmádena. Y tengo mi versión o mi visión de cada uno de ellos, igual que tengo mi Mijas y mi Málaga. Lo que más me gusta, y lo que más deberíamos valorar, es que en muy pocos kilómetros tenemos mil opciones distintas, mil ambientes distintos y un mundo de posibilidades. Tú eliges. Los horteras también eligen.
Por favor, compañeros de la prensa nacional, ¿por qué no dejáis ya de una vez de generalizar? Hay ricos ostentosos y horteras en Marbella, y pobres hortera, pues claro, y en cualquier lugar.
Dicho lo cual, voy a tirarme por encima una…jarra de agua fría. Vaya final de verano. Vaya con el dichoso terral. (Nosotros derrochando aire caliente con el frío que hace en Rusia)
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Ole Ana!!. Sencillamente solo puedo felicitarte por tus palabra de una Marbelli de pura cepa.
Me ha parecido maravillosa tu publicación, ha sido un gustazo, uno de Bilbao que se pasea por Marbella.
Buenos dias,
No he podido evitar emocionarme al leer este articulo sobre y mi casa el Aqui Te Quiero Ver, agradecer de corazon a todos los clientes que como usted que esperan a veces mas de una hora por comer en mi casa. Tambien aprovechar para decir que sin mis compañeros mi trabajo seria imposible y parte del exito es gracias a ellos, quien no nos conozca es un Restaurante familiar de mas de 39 años de tradiccion que fundaron mis padres con muchos esfuerzos. Aqui les ofrecemos a nuestros clientes lo mejor pescado del litoral Andaluz. Quiero agradecer estas palabras que me han llegado al corazon, por que pocas veces reconocen el esfuerzo que hacemos, Gracias por este fantastico articulo sobre mi Marbella que me ha encantado.
Un saludo
Dani
Olé, ole y ole. Hacia tiempo que no me emocionaba con una lectura y más aún de mi pueblo.
Sigue así.