¿Ha llegado el momento de hablarle de sexualidad? ¿Debería ser yo, como madre, la que le hable de ello? ¿Debería sentarme con ella a hablar o ir soltándole mensajes poco a poco?
Se hace mayor. La miras y poco queda ya de aquella niña que hasta hace nada corría a tus brazos cuando caía al suelo, o cuando le había quitado un juguete alguno de sus hermanos. La miras y casi puedes recordar cómo te sentías a su edad. Ese ir dejando atrás la infancia, adoptando un cuerpo de mujer, maquillando a escondidas los ojos y los deseos a veces de comportarse como una niña cuando se supone que en su calendario ha llegado a una edad en la que ella ya es mayor.
Hace tiempo que comenta que mono es este o aquel artista. Hace menos que ya quiere ir a sus conciertos. Y así, poco a poco, vas viendo la transformación que se produce en ella, en la mujercita que se va convirtiendo. Y más veces de las que quisieras te acuerdas de aquella canción de Julio Iglesias, aquella, la “De niña a mujer”.
Es una edad tan bonita como complicada. Tiene que vivir su proceso de crecimiento personal, y puedes interferir hasta que te deje, sin que se sienta amenazada. A veces pienso que nuestro papel como madres es el de espías silenciosas, sin que se den cuenta de que observamos sus movimientos. De consejeras, si es que nos piden consejo, y de guía, no para que no cometan nuestros errores, ellas tendrán que cometer los suyos, sino para que las decisiones que tomen las tomen sobre unos pilares firmes y sabiendo discernir.
Actualmente tienen acceso a toda la información que quieran. La mayoría tiene ordenador, móvil o tablet desde los que a tan solo un click encuentran lo que desean. Y ha llegado el momento en el que en el navegador puede aparecer la palabra sexo. Y tú quisieras ser ese navegador.
Antes había muchos tabúes para hablar de sexo con nuestras madres, y más a esa edad. Incluso a mí me chocó en mi época cuando a una chica sueca que conocía, le vino por primera vez la menstruación y su madre la llevó al ginecólogo para que le explicase todo lo relativo a la sexualidad, y por supuesto los métodos anticonceptivos. Hubo alguna madre del entorno que se llevó las manos a la cabeza.
Ahora te toca a ti. Ya no eres la hija que comenta en el recreo si fulanito se ha enrollado con tal o cual. Ya no eres tú la que se enfrenta a su primer beso, ni a la duda de hasta dónde debes dejarle llegar. Ahora te toca ejercer de madre y explicarle. Y la pregunta es, ¿cómo hacerlo?
Por eso nos acercamos hasta la consulta de la psicóloga y educadora sexual Rocío Carmona, para que nos de unas pautas de cómo enfocarlo sin que nuestra hija se sienta que nos estamos metiendo donde no nos llaman.
Rocío, en todo momento hablo de cómo hablar de sexualidad con una hija. ¿Es habitual que en las familias sean los hombres los que hablan con el hijo y la madre con la hija?
La verdad… Lo habitual es que hablemos más bien poco sobre educación sexual.
Pero sí es cierto que de los temas que se hablan, los papis hablan más con sus hijos y las mamis con sus hijas.
Y también estos temas son diferentes si son chicas o chicos.
Con los varones adolescentes se da por hecho que van a ser activos sexualmente y se les habla del uso del preservativo, principalmente. Y se hace en el momento que se considera que van a tener sus primeras relaciones sexuales coitales.
Sin embargo con las chicas, es la llegada de la menstruación la que marca el momento de sentarse con ellas y explicarles, no tanto qué significa la menstruación y que conllevan sus ciclos, sino sobre el uso de compresas y tampones. Así como el mensaje de que a partir de ahora deberán tener “Cuidado”.
Y se suele terminar la frase diciendo… “si tienes alguna duda, o quieres saber algo más, puedes hacerme las preguntas cuando quieras”. Pero la formación hay que ofrecerla, si no, no nos van a venir a preguntar, posiblemente les da vergüenza y notan que a nosotras también.
Esto que hacemos en casa no es hacer educación sexual, sino ofrecer información sexual, que nada tienen que ver.
«Con las chicas, es la llegada de la menstruación la que marca el momento de sentarse con ellas y explicarles»
Un niño adolescente y una niña adolescente suelen ser bastante distintos incluso en el grado madurativo, ¿se les debería hablar a los dos igual?
No hay dos personas iguales, así que a ninguna se le debería hablar igual que a la otra. Pero madurativamente y por cuestiones de género también encontramos muchas diferencias.
Yo lo noto mucho en los talleres de educación sexual que imparto con jóvenes y adolescentes. Noto muchas diferencias cuando el grupo es mixto y cuando el grupo es sólo de chicas o sólo de chicos.
A las chicas les importa más hablar de relaciones interpersonales y afectivas, de emociones, de la necesidad de conocer sus propios cuerpos, de sus propios miedos e inseguridades por encontrarse en situaciones incómodas o incluso violentas. De la menstruación y la autoestima…
Sin embargo, los chicos le dan más importancia a la necesidad de saber muchas posturas y trucos para ser “unos cracks en la cama”. Esto tiene mucho que ver con la influencia de la pornografía. Pues se piensan que el sexo es una cuestión de “botones que hay que activar para terminar en un orgasmo”. Y con ellos es más importante ayudarles a tomar contacto con sus propias emociones y con las de la persona que van a compartir placeres. Con los varones es muy importante trabajar mitos para que se den cuenta de que el tamaño no importa, ni el número de veces que se acuesten con alguien, sino sentir, percibir, contactar, comunicar…
» Los chicos le dan más importancia a la necesidad de saber muchas posturas y trucos para ser “unos cracks en la cama»”.
Dicen los expertos que no pretendas educar a los 13 lo que tenías que haber educado cuando tenía 2, pero ¿hay una edad idónea para afrontar esta conversación sobre sexualidad?
Así es. Pero, ¿eso cómo se hace?…(Se ríe)
Recuerdo un post que colgué en el blog de Sapiensex sobre educación sexual en casa, al que una madre contestó que su hija con 16 años decía que ya lo sabía todo y no le permitía a la madre sacar el tema. Normal, pensé yo.
En las familias educamos con lo que decimos, con lo que hacemos y también con lo que callamos y evitamos.
Si desde el nacimiento evitamos nombrar ciertas partes del cuerpo, si pedimos que no se toquen “ahí”, y si nos escondemos para que no vean nuestros cuerpos desnudos… nuestra hija o nuestro hijo aprenderá que eso es un tema tabú del que no se habla, pero ante el cual él o ella tendrán curiosidad, así que comenzarán a buscar la información por su cuenta.
Claro, cuando la madre o el padre, en un momento solemne, con 14, 15, 16 años, le quiera hablar de ciertas cosas… La hija ya no querrá. Ya es tarde.
Me imagino que el tipo de educación sexual que se enseña en casa tiene mucho que ver con las vivencias y la educación sexual que la madre o el padre haya recibido, ¿no es así?
Así es, al educar sobre sexualidad existen 3 modelos básicos:
– El modelo tabú, que piensa que de lo que no se habla no existe.
– El modelo peligro: Es mejor hablarles de los peligros para que se anden con cuidado.
– Y el 3º modelo, que es por el que yo abogo que es el modelo BES.
Bajo éste modelo, la familia no espera que sean sus hijos o hijas quienes den el primer paso, sino que se adelantan. Así que hablan sobre la sexualidad en todas sus facetas: sobre sus cambios corporales, afectivos. Sobre las relaciones interpersonales y las sensaciones físicas, la orientación sexual. Sobre la función reproductiva de la sexualidad, pero también la función de placer…
Bajo este modelo se sabe, que no es tan importante la cantidad de información que se debe de dar, como los valores que se deben de transmitir.
Cuando llega el momento, ¿es mejor ir filtrando información en las conversaciones con nuestra hija o sentarse a hablar?
Cualquier oportunidad es buena para aprovechar el momento y entablar una buena comunicación.
Piénsalo con cualquier otro tema. Imagínate que queremos transmitirle a nuestra hija la importancia de probar diferentes alimentos y tener una alimentación sana. Pues lo vamos haciendo desde que puede comenzar a probar nuevos sabores, comprándole juguetes que representen comida sana como frutas y verduras, siendo un ejemplo de madre que come y prueba de todo… No nos sentamos con nuestra hija un día y le decimos: “hija, hoy vamos a hablar sobre los alimentos”, y le “echamos” una charla de una hora.
Desde pequeñita hay que nombrar la vulva. Pero no diciendo “ahí”, el conejito, el tesorillo, el chocho, la almeja o el bombón. Si no diciendo vulva, cuando jugamos a nombrar las partes del cuerpo o cuando la bañemos. También, cuando la veamos que se toca sus genitales, será bueno cambiar el “¡cochina, no te toques ahí!”, por frases dulces como “¿cariño, te da gustito cuando te acaricias la vulva? Eso es porque es una zona donde se sienten muchas cosquillitas”. Y si lo hace en un entorno poco adecuado, le podremos desviar la atención sin regañarla por darse gustito, y luego, tranquilamente, explicarle que eso se hace en la intimidad. Que está muy bien hacerlo, pero a solas.
Cuando observe los cuerpos ajenos: el pene y los testículos de los niños o las tetas grandes de las mujeres adultas, aprovecharemos para explicarles las diferencias evolutivas y sexuales entre mujeres y hombres…
Cuando vaya a dar un beso, no le obligaremos a dar besos a todo el mundo aunque no quiera. Le enseñaremos que es de buena educación saludar, pero que los besos hay que elegir a quien se los damos, pues hay besos agradables y besos desagradables…
Así poco a poco, con cada oportunidad y desde el principio, iremos hablando sobre sexualidad de una manera natural y saludable y cuando llegue la prepubertad-pubertad-adolescencia-juventud… ya habremos un creado un clima de confianza en el cual podremos ir incluyendo nuevas informaciones y valores.
«No le obligaremos a dar besos a todo el mundo aunque no quiera»
¿Qué puntos crees que son claves y de los que se debería hablar durante la adolescencia?
Hay que hablar de muchos temas: sobre el placer, la responsabilidad, las relaciones interpersonales, la diversidad… Desgranándolo un poco, sería interesante ir tema por tema:
– Para hablar del placer, como antes veíamos, desde la infancia hay que hablar del placer que nuestro propio cuerpo aporta: cosquillitas, mariposillas en el estómago y gustito en todo nuestro cuerpo… Siempre y cuando sea el momento, la intensidad y con la persona adecuada. Así de más mayor podremos hablar de autoplacer como algo imprescindible para el autoconocimiento y poder estar a gusto con el propio cuerpo.
– Cuando hablamos de relaciones interpersonales será bueno hacerle saber que ella es la única que sabrá elegir la persona adecuada para ella en cada momento, independientemente de su sexo o diversidad. Y que lo verdaderamente importante será estar con quien la respete, escuche, valore… y mientras, que ella también se atreva a opinar, decidir, proponer… Esto es muy importante, pues muchas chicas tienen idealizado a los chicos malotes, pensando que ellas les podrán transformar (como ocurre en las pelis, véase, “A 3 metros sobre el cielo”, “Crepúsculo”, “50 sombras de Grey”…) Sin embargo, en la realidad, el “malote” no se transforma, sino que te transforma a ti.
«Ella es la única que sabrá elegir la persona adecuada para ella en cada momento»
– Relaciones sexuales compartidas: Habrá que enseñarle que en el sexo no todo es coito. Pero que cuando llegue al coito, sea con responsabilidad, para así poder disfrutar con más placer. Para ello le hablaremos de los diversos métodos anticonceptivos, se lo enseñaremos a usar y trataremos de explicarle alternativas a posibles dificultades que puedan surgir: si él no se lo quiere poner, si piensa que pierden sensibilidad, si le da vergüenza ser ella la que lo aporta a la relación…
Y aunque la educación no deber centrarse en el miedo y el peligro, sí hay que nombrar la realidad, hablándole de las diversas infecciones transmisibles sexualmente, pero sobre todo, dando alternativas de protección y responsabilidad.
– Diversidad: también sería muy importante saber respetar la diversidad, ya sea de orientación sexual, como de identidad de género, diversos cuerpos… Para comprender la realidad donde nos movemos y permitirle a ella ser como realmente lo desee y no “como debería ser”.
Dicen que muchas veces para que un hijo o una hija se abran lo mejor es contarle cosas que nos hayan pasado a nosotros para que de pie a que cuenten sus experiencias. ¿Hasta qué punto es esto aconsejable cuando hablamos de sexo y de nuestra experiencia sexual?
Contarle nuestras experiencias y vivencias les ayuda a comprendernos en un mismo plano. A darse cuenta de que no hablamos desde la teoría, sino desde las vivencias y las emociones. Esto nos hace ser más creíbles y cercanas.
Eso sí, hay que saber que no todo se debe contar. Hay cosas que pertenecen a nuestra intimidad, o que nuestras hijas e hijos no quieren saber. Y esto hay que respetarlo.
Es conocido por todos que las estadísticas reflejan que cada vez el comienzo de las relaciones sexuales completas ocurren a una edad más temprana. ¿Deberíamos hablarles de métodos anticonceptivos o explicarles los riesgos y convencerlas de que aún no están preparadas?
Bueno, lo primero que yo matizaría es eso de “relaciones sexuales completas”, pues sólo se refiere a las relaciones donde hubo coito. Pero quizás nada más.
Para mí, una relación completa sería aquella donde hay risas, comunicación, donde todos los sentidos están implicados, donde las caricias, los besos y los abrazos son parte TAN importante como la penetración, donde lo que ocurre es de dos personas en conjunto.
Es más, una relación será más completa cuando ha habido de todo: besos, caricias, abrazos y risas, como decía antes, aunque no haya habido penetración. Frente a una relación donde sólo ha habido coito y nada más. (Aunque es a ésta última a la que se la denominaría completa)
Pero bueno, comprendo que lo que dices es que las estadísticas dicen que la edad del primer coito ha descendido. Y sí, es cierto. Así que antes de que llegue ese momento habrá que hablarles del tema.
Para ello es bueno ayudarnos de libros, documentales, o de tutoriales de youtube educativos.
Y así, antes de que llegue su momento, les habremos hablado de lo que significa el coito, de lo que son las relaciones sexuales compartidas y según vaya asumiendo esta información, después ya les podremos hablar de la importancia de la salud y la responsabilidad para prevenir infecciones.
Creo que el momento de estar o no preparadas, no depende tanto de ellas y su madurez como de mí misma, mi preparación como madre ante estos temas y de la educación progresiva que vaya haciendo a lo largo de la evolución de mi hija.
¿Debemos fomentar que compartan con nosotras sus experiencias sexuales y nos las cuenten o debemos mantenernos al margen?
Si nos las cuenta de manera libre y espontánea, claro que será bueno que lo comparta. Eso demuestra su confianza en nosotras. Por mi parte , como madre, será adecuado no querer dar lecciones ante todo lo que me cuente y aprender a escucharla. Y claro, aprovechar las oportunidades para irla encauzando… (¡una gran meta, encauzar sin dirigir!)
«¡Una gran meta, encauzar sin dirigir!»
Rocío, con Sapiensex has dado talleres en muchos centros educativos, ¿cuáles crees que son sus mayores carencias o errores con la información de la que disponen?
Sapiensex surge hace 8 años como una necesidad de llegar a la gente joven y cambiar los estereotipos sexuales que están recibiendo y desde entonces ya han sido unos 1000 chicos y chicas de Málaga los que han participado en los talleres con muy buenos resultados. Y sí, como dices, con cada taller me llevo una lección de vida, sobre cómo es la situación actual de la gente joven.
Sapiensex es un juego de preguntas y respuestas interactivas y dinámicas que se juega en Institutos de Educación Secundaria o grupo de mujeres en general. Y la primera pregunta del juego es: ¿Sigue siendo la sexualidad, a día de hoy, un tema tabú?
Ante esta pregunta tanto chicas como chicos responden que no, que ya no es tu tema tabú. Porque tienen acceso a Internet y a la pornografía, porque los videoclips, las pelis y las series de televisión muestran imágenes explícitas de sexo, porque las chicas visten con escote y no tienen inconveniente en que se les vea el ombligo…
Sin embargo, cuando les pregunto sobre las diferencias a la hora de ligar entre un chico y una chica, tienen claro que si es la chica la que liga “más de la cuenta” es catalogada de “guarra” y si es el chico el que se ligó a varias en un finde, es “un máquina”. Otro aspecto tabú es el tema del placer, sobre todo en las mujeres. El autoplacer sigue siendo un asunto del que no se habla, o incluso se niega. Y para que una mujer se sienta legitimada a sentir placer no será a solas, sino de la manera correcta, que es a través de su novio. Y sí, digo a través de él. El ciclo menstrual no existe…. Sólo la regla que además se cataloga como “coñazo” y esa época, como un momento de tristeza e histeria descontrolada…
Cuando les preguntas a los chicos cómo aprenden sobre sexo, la respuesta es clara, a través de la pornografía. Cuando les preguntas a las chicas dicen que lo que saben es porque lo ha aprendido con sus novios.
Es decir, los chicos aprenden una sexualidad exenta de afectos y comunicación, donde todo vale y donde el fin último es penetrar por todos los agujeros para al final tener un orgasmo. Y las mujeres no son protagonistas, son más bien, objetos de deseo. Sus necesidades y apetencias no son tenidas en cuenta, sino que van en función del varón con el que estén. El centro de placer sigue estando en ellos.
Es decir, se muestra una sexualidad patriarcal, heteronormativa, falocéntrica y coitocentrista…
Esta visión de la sexualidad es muy reduccionista y nos lleva a desavenencias sexuales muy frecuentes.
«Si es la chica la que liga “más de la cuenta” es catalogada de “guarra” y si es el chico el que se ligó a varias en un finde, es “un máquina”»
Por encima de la sexualidad mal entendida, ¿hay una pérdida de enfoque sobre lo que realmente supone una relación de pareja en nuestras jóvenes? También existe una alerta sobre el crecimiento de la violencia de género en edades muy tempranas y el control excesivo que sufren muchas de ellas por parte de sus primeros novios. Un control que confunden con amor.
Así es, el nivel de violencia sexual que viven las chicas jóvenes es muy elevado. Ellas reciben el doble mensaje de “supuesta igualdad” y libertad sexual. Mientras muchos de ellos siguen viéndolas como meros objetivos para su propio placer sexual.
De modo que una chica que comienza a “enrollarse” con un chico porque le gusta y le apetece, no se sentirá con libertad para parar la relación si ella lo desea, pues temerá que le llame “calentona” o “Microondas” (calientas pero no cocinas) y le haga chantaje emocional diciendo “como me dejas así”…
Eso en casos de relaciones recientemente iniciadas. Pero también se sigue teniendo el miedo de no darle lo que quiere por miedo a que se vaya con otra. O la presión por ser activa sexualmente y probarlo “todo”, o cuantas más cosas mejor.
Pues hoy en día tenemos una idea “consumista” de la sexualidad.
¿Cómo influye en las mujeres, en general, las primeras experiencias sexuales en la edad adulta?
Totalmente. Nuestras primeras experiencias sexuales marcarán un antes y un después. Si pusimos muchas expectativas en algo que no salió bien, si confiamos en un chico que nos salió rana, si pasamos miedo por haber hecho algo que podía tener serias consecuencias en nuestras vidas, como un embarazo no deseado o una ETS se nos quedará marcado como un hito de nuestras vidas que luego tendremos que sanar.
Por eso es tan importante desmitificar las primeras relaciones sexuales. Que nuestras hijas no lleguen a ese momento pensando que es como en las películas sino conociendo sus cuerpos, sus deseos y necesidades. Estando lo más seguras de sí mismas posibles, con una buena autoestima y capacidad asertiva y sabiendo reconocer a las personas sensibles y empáticas con las que compartir una parte de sus vidas y placeres.
«Que nuestras hijas no lleguen a ese momento pensando que es como en las películas»
Rocío, ¿querrías recomendarles algo más a las madres y los padres que nos lean?
Sí, me encantaría finalizar diciendo que como padre o como madre no lo sabemos todo. Y que nuestras vivencias personales nos han marcado, así que para mejorar en nuestra función educativa, será bueno que leamos, investiguemos, preguntemos a personas expertas, que propongamos en los centros educativos de nuestros centros que se haga educación sexual y que regalemos a nuestras hijas e hijos la oportunidad crecer sintiéndose responsables de sus vidas a través de conversaciones, documentales y lecturas.
Podréis ver algunas sugerencias en mi blog.
Redacción: Ana Porras
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