Cada centímetro de nuestro cuerpo requiere un cuidado particular. Literalmente. La piel es el órgano más extenso que poseemos y uno de los más valiosos, pues nos protege de agresiones externas y de la pérdida de agua interna. Con la llegada del calor, los efectos de la exposición prolongada al sol orientan nuestras atenciones hacia ella. Sin embargo, para garantizar su salud y buen aspecto es imprescindible aplicar una rutina de cuidado regular que, a continuación, os resumimos en cinco aspectos clave.
1.- Identificar la naturaleza cutánea
El primer elemento a tener en cuenta al establecer una rutina de cuidados es conocer las características de nuestra piel. Las necesidades variarán en gran medida según sea normal, seca, grasa o mixta, propensa al enrojecimiento o el acné o no y en función de la edad que tengamos. Como probablemente no estés segura a qué categoría se ajusta tu piel, te resultará muy útil acudir a tiendas o páginas especializadas en la venta de productos cosméticos y de cuidado, un ejemplo de éstas es Douglas, para que te asesoren personalmente.
2. – A cada zona, su cuidado
Determinadas partes de nuestro cuerpo son más sensibles que otras y precisan de un cuidado especial. En zonas del rostro como los ojos y los labios, por ejemplo, tenemos una piel especialmente delicada y fina, por lo que su limpieza y cuidado requerirán una rutina específica. Si en los labios es recomendable aplicar bálsamos con frecuencia a fin de evitar su agrietamiento, el contorno de los ojos (aquí), que no tiene suficientes glándulas sebáceas y sudoríparas, requiere productos específicos.
3.- Limpieza
La limpieza es esencial para evitar que nuestros poros se obstruyan de células muertas y suciedad. En lo que se refiere al rostro, es muy aconsejable realizar una limpieza suaveal levantarnos y acostarnos con productos limpiadores, lociones o geles faciales (aquí). El sudor y el polvo, agentes externos como la contaminación y el humo de tabaco o el estrés afectan negativamente sobre nuestra tez y un simple lavado con agua resulta insuficiente. En el caso de haber aplicado maquillaje en nuestra cara resulta muy efectivo emplear antes del lavado agua micelar o una leche desmaquilladora (aquí) con un algodón.
4.- Hidratación y exfoliación
Después de la limpieza es recomendable usar, al menos dos veces por semana, productos orientados a la hidratación y exfoliación de nuestra piel. La dermis se compone en un 70% de agua y la epidermis en un 15% por lo que es importante ayudar a nuestra piel a mantenerse hidratada. Además de beber unos dos litros de agua al día, unas efectivas aliadas para cuidar regularmente estos niveles son las mascarillas faciales, pues aportan valiosos nutrientes. Para el cuidado de la piel del cuerpo, una buena loción corporal hidratante puede ser suficiente. El complemento natural de la hidratación es la exfoliación ya que, al eliminar las células sueltas y muertas, refina y purifica la piel, evitando su deterioro, al tiempo que estimula la circulación sanguínea.
5.- Protección del sol
Los rayos ultravioletas son el principal enemigo de nuestra piel, tanto por ser el principal acelerador de su envejecimiento como, sobre todo, por causar graves enfermedades cutáneas. Por ello, lo más recomendable es utilizar cremas con filtros solares durante todo el año.
Con estos sencillos y efectivos trucos lograrás regenerar tu piel, otorgándole elasticidad, hidratación y, sobre todo, salud.