De entre todos los temas sobre los que los padres sienten una especial preocupación, la educación de los hijos ocupa una de las primeras posiciones. La elección del centro educativo no es, en absoluto, una tarea sencilla. Y mucho menos lo es decidir qué metodología o doctrina docente es la más adecuada para ellos. En medio de todo ese abanico de posibilidades que existe, el Método Montessori gana fuerzas y adeptos que no sólo defienden el derecho de elegirlo libremente, sino que lo catalogan como uno de los planteamientos pedagógicos más eficientes y eficaces. Detractores y defensores se enfrentan en torno a una teoría que convierten al niño en el único responsable de su aprendizaje ¿Qué opinión os merece esta manera de educar? ¿Creéis que estamos realmente ante un método tan efectivo como muchos gurús de la educación se empeñan en hacer creer? Sea como fuere, seguro que la lectura de este reportaje no os dejará indiferente.
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Quién le iba a decir a la Dra. Montessori que el método educativo basado en la estimulación y el respeto que ideó hace ya alrededor de cien años, se convertiría en pleno siglo XXI en una opción cada vez más extendida en el conjunto de la sociedad. Y es que atrás quedaron los años y décadas en las que los niños eran sometidos a , para algunos, intransigentes y poco permisivos sistemas educativos en los que lo único que se esperaba en los colegios de ellos era que estudiaran y sacaran adelante sus materias para convertirse en hombres y mujeres de provecho. Hoy, sin embargo, las cosas son muy distintas y los sistemas educativos han dado paso a auténticas filosofías de desarrollo, en la que los niños son ayudados a buscar su verdadero potencial en cada uno de los ámbitos de la vida. Y ése es el caso del Método Montessori.
Aclarando conceptos
Hablar de la filosofía Montessori es hacerLO de un método educativo que se caracteriza de manera principal por poner especial énfasis en la actividad dirigida por el niño y observación clínica por parte del profesor; figura que, mediante dicha observación, busca que se produzca un perfecto acople entre el entorno de aprendizaje del niño y su nivel de desarrollo.
Para ello, el Método Montessori pone en marcha un entramado perfecto de prácticas y actividades que buscan el total desarrollo de las habilidades sociales del niño, trabajando aspectos tan importantes como el crecimiento emocional y la coordinación física, así como la preparación cognitiva para los futuros esfuerzos académicos intelectuales que éste tenga que hacer a lo largo, no sólo de su vida académica, sino de su existencia como individuos, en términos generales.
Así, María Montessori entiende que para que esto se produzca, el principal objetivo que debe perseguir un sistema educativo no es otro que los niños alcancen el mayor grado de independencia física y mental, ofreciéndoles un entorno en el que poder desarrollar al máximo su curiosidad innata.
Para la italiana Montessori, es el niño, por lo tanto, el máximo responsable de su aprendizaje; es decir, el método educativo propuesto sería el encargado de proporcionarle, únicamente, las experiencias a través de las que el niño sería el único responsable de experimentar la alegría de aprender, el tiempo para disfrutar del proceso y asegure el desarrollo de su propia autoestima.
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El ambiente, una pieza fundamental de todo el entramado
Si hay algo que cobra especial importancia cuando se habla del Método Montessori es el ambiente. Para que el aprendizaje tenga lugar en las condiciones contempladas por esta filosofía educativa, es decir, para que sea el niño el que tome la iniciativa última de acercarse al conocimiento, todo el ambiente de aprendizaje, esto es el aula, los materiales y el entorno social, deben constituir un auténtico apoyo para el niño en el camino iniciado.
Para el Método Montessori las aulas son ‘ambientes preparados’, que se caracterizan por ser auténticos ‘laboratorios de aprendizaje’ cálidos y acogedores, creados con la intención clara de empujar al niño a sentir curiosidad por aprender y, en definitiva, por crecer. Un aula Montessori está llena de actividades de aprendizaje que reciben el nombre de ‘materiales Montessori’; estanterías repletas de materiales reales en lugar de juguetes que hacen que los niños desarrollen la capacidad de elegir el trabajo a desarrollar y, por lo tanto, de tomar sus propias decisiones.
El guía Montessori, ingrediente indispensable
En este ‘ambiente preparado’, una figura clave acompaña al niño en su proceso voluntario de aprendizaje. Se trata del ‘guía’. En el Método Montessori no existen los profesores como tal, sino que se habla más bien un ‘guía’, es decir, un adulto capacitado para mostrarle cómo hacer las cosas para que después sea el niño el que actúe de manera independiente. El ‘guía’ nunca interferirá en lo que el niño esté haciendo, siempre y cuando éste esté empleando el material de forma productiva. En el Método Montessori, además, el niño sigue su propio ritmo de aprendizaje; éste no necesariamente va a recibir una lección cada día, sino que el niño repetirá las lecciones tantas veces como desee. Por otro lado, los niños son animados a que respeten el trabajo de los demás y que no los distraigan ni perturben, para que así todos puedan tener el tiempo que necesiten para asimilar los conceptos.
¿Método Montessori en casa?
Aunque todo lo descrito hasta el momento sea de aplicación en las escuelas, el Método Montessori puede llevarse a cabo en una escuela en casa. De hecho, la mayoría de las familias que apuestan por la filosofía educativa de María Montessori comienzan a aplicarla en su propio hogar, aunque no eduquen en el hogar.
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A la hora de aplicar el Método Montessori en el hogar, éste debe adaptarse en todo momento a las características de la familia en cuestión; sin prisas, poco a poco; siempre sobre la base de las necesidades de desarrollo propias del niño.
¿Sabías que…?
La férrea defensa de Montessori de sus principios y creencias la llevó a ser exiliada por Musolini a la India, tras negarse a adoctrinar a los niños para convertirlos en soldados que participasen en la contienda. Vivió el resto de su vida en los Países Bajos, lugar en el que, en estos momentos, está ubicada la sede central de la AMI o Association Montessori Internationale.
Pilares básicos del Método Montessori
- El respeto a la autonomía del alumno.
- El respeto a la iniciativa personal.
- La autodisciplina del alumno.
- EL ejercicio constante de exploración y búsqueda de conocimientos.
- La adquisición básica de los grandes aprendizajes y conocimientos.
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Waldorf versus Montessori, dos pedagogías frente a frente
Si bien es cierto que cuando hablamos de métodos alternativos de educación, el liderado por María Montessori es la que antes viene a nuestra menta, tampoco hemos de relegar a un segundo plano la pedagogía Waldorf, ideada por Rudolf Steiner, filósofo y pedagogo, que bajo el encargo del propietario de la fábrica Waldorf-Astoria, diseño una metodología de aprendizaje que puso en marcha en una escuela creada para los hijos de los operarios.
María Montessori y Rudolf Steiner fueron prácticamente contemporáneos y sus métodos tienen muchos puntos en común. ¿Te apuntas a analizarlos más detenidamente?
a).- Los niños son respetados por encima de todas las cosas. Su potencial es enorme y esto les hace indispensables para garantizar un futuro mejor al conjunto de la sociedad.
b).- Los niños son seres libres; y es precisamente esa libertad la clave de ambos métodos educativos, además de ser el origen de ese respeto del que hablábamos en el punto 1.
c).- Las escuelas dedican mucho tiempo a las actividades artísticas, que son fundamentales para que los niños despierten su creatividad.
d).- Ninguno de los dos métodos cree en las calificaciones como baremos de lo aprendido. Tanto para Montessori como para Steiner, las notas dañan la autoestima de los niños y de poco les sirven.
e).- Es el entorno el que debe adaptarse a las necesidades de los niños y no éstos a las características del medio en el que deben aprender todo lo necesario para desarrollarse como individuos completos.
f).- La vida en el hogar es parte fundamental del aprendizaje del niño.
Sin embargo, a pesar de sus múltiples puntos en común, Montessori y Steiner discrepaban en algunos aspectos. Para la doctora Montessori, por ejemplo, es fundamental acercar las letras y los números a la edad de tres años para, un año más tarde, aprender a leer y escribir. Cada material que entra en contacto con el niño tiene una finalidad determinada, que es mostrada por el guía para que el pequeño sea capaz de adquirir una habilidad, para cuya evaluación no necesita nota, sino que será él el único encargado de autocorregirse. El método Montessori, además, ofrece a los niños total libertad para levantarse de su sitio y les permite moverse por todo el aula practicando las actividades y cambiando de una a otra con completa autonomía. A través de su filosofía educativa, María Montessori pretendía, de manera más que clara, que el niño aprendiese pero que, a la vez, fuese capaz de mantener los pies en la tierra, siendo capaces de discernir con total claridad entre la imaginación y la realidad.
El método Waldorf, por su parte, tiene una concepción mucho más global del ser humano, algo que lleva a entender el aprendizaje como algo secundario frente a la formación global. Lo que busca realmente es alimentar el espíritu. Esta concepción ha levantado no pocas ampollas en torno a esta filosofía, al ser vista por muchos como una secta. Por otro lado, frente a la separación entre realidad-ficción que establece el Método Montessori a la hora de afrontar el aprendizaje de los niños, Waldorf potencia sobremanera la imaginación.
Además, el método ideado por Rudolf Steiner apuesta porque los niños no aprendan ni a escribir ni a leer antes de los siete años empleando, para ello, materiales totalmente rudimentarios les esperan en unas aulas en las que los muebles están hechos a escala de los alumnos. En este caso, el profesor no es un simple guía como en el Método Montessori; debe ser un modelo, una auténtica inspiración.
¿Y las flaquezas?
Las voces contrarias al Método Waldorf temen que esta filosofía termine, más que educando a los niños, adoctrinándolos en temas religiosos y espirituales. Además, el hecho de que a los pequeños se les anime constantemente a vivir en el mundo de la imaginación, hace pensar que, en un futuro, estos vayan a tener problemas para aceptar la realidad y adaptarse a ella.
Por su parte, los detractores de María Montessori y de sus postulados muestran cierta animadversión por la rigidez de los materiales y porque la mayoría de las actividades se desarrollen de manera individual, lo que propiciaría que el pequeño creciese aislado, al margen de la socialización necesaria para su total integración en el seno de la sociedad. El concepto de libertad también genera controversias, ya que hace pensar en niños sin límite, que terminen no sabiendo la diferencia entre el bien y el mal.
Con independencia de todo lo apuntado con anterioridad, lo que sí es cierto es que el acceso a ambos métodos no es sencillo. Así, lo peor de estos dos tipos de colegios es su escasez en muchas zonas y, sobre todo, la elevada cuantía económica que deben desembolsar quienes desean que sus hijos sean educados con una mayor libertad y siguiendo un proceso mucho más respetuosos.
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Nuestra hija fue a una guardería Montessori y gracias a Dios que la hemos sacado… un curso escolar fue suficiente. En poco tiempo tuvo un montón de infecciones de orina (se supone que se tienen q limpiar solos cuando van al baño) volvía con la caca pegada a las braguitas cada día, la ropa manchada ( no usaban el babero que le ponïamos para la hora de comer (ni que decir la cantidad de ropa q se echó a perder) los pantalones y los zapatos puestos del revés (todo el día, con lo perjudicial q es eso…) hablamos con la directora y nos decía “aquí los niños a trabajar, no es nuestea función limpiarlos ni vestirlos, tienen q hacerlo solos (en serio??? Con 2 años???) nadie me explicó q había q hacer un entrenamiento militar para poder ingresar en la academia Montessori!! Además, fue perdiendo espontaneidad y creatividad con los meses, se volvió más tímida y muy estricta. Sentaba a sus muñecas y les decía “aquí venimos a trabajar, no a jugar” si no trabajas y lo usas así, te lo quito. Y nos decía “no habléis en la mesa. Callad, en la mesa no se habla!” Dejó de hacer siesta en la escuela, se ponía muy nerviosa, no le permitían su muñeco ni chupete para dormir. Nos decía la profe “es una chica mayor y ya no necesita doudou ni chupete. Los niños Montessori se duermen solos, como la gente mayor. Mejor no sigo. No entiendo mucho esta moda. Con razón íbamos viendo que los niños se marchaban a mitad de curso… a los dos meses, uno, en Navidad otro q no volvía, en pascua dos más. Nosotros aguantamos hasta finales de abril, y después de mucho hablar con las profes y la directora para ver si se podïan cambiar las cosas. Ya que veíamos a nuestra hija desatendida. Ahora va al público delante de casa. Juega, ríe… no cuenta cadenas de bolitas, ni prepara el té. Ahora hace cosasde niña normal, como jugar con tierra o usar un lápiz como si fuera un avión. Gracias a Dios que lo dejamos. A mí no me basta con unos bonitos materiales de madera. Necesito que cuiden a mi hija, y que no antepongan el método (de hace más de 100 años) asusnecesidadeS de bebé (tenía 2 años) ahora ya casi tres, ya es una niña, pero entonces no lo era y esto como madre me afectó bastante.