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Momento de soltar lo que ya no necesitas: por qué “vender el coche” puede ser un propósito inteligente

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Momento de soltar lo que ya no necesitas: por qué “vender el coche” puede ser un propósito inteligente

Cada enero llega con su lista de propósitos: apuntarse al gimnasio, leer más, aprender algo nuevo. Sin embargo, hay una resolución discreta —y muy efectiva— que suele quedarse fuera: desprenderte de lo que ya no te aporta nada.

No hablo solo de ropa que ya no te pones o de esos libros que llevan años cogiendo polvo. Hablo, por ejemplo, de ese coche que llevas meses (o incluso años) diciendo que vas a vender. Está ahí, ocupando una plaza de garaje, perdiendo valor poco a poco, y sumando gastos de seguro, impuestos o mantenimiento, aunque apenas lo uses.

La trampa del “ya lo haré”

Seamos honestos: vender un coche da pereza. Hacer fotos, publicar anuncios, contestar mensajes, quedar con desconocidos, aguantar regateos, gestionar el papeleo… Es normal que lo vayas dejando. El problema es que, mientras tanto, el coche sigue depreciándose y sigue costando dinero.

Y aquí entra una idea sencilla: vivir de forma más consciente no es añadir tareas, sino tomar decisiones que simplifiquen el camino.

Menos cosas, más agilidad

Puede que 2026 sea el año en el que dejes de acumular “por si acaso” y te quedes con lo que de verdad utilizas. Ese segundo coche que usas tres veces al mes. Esa moto que compraste con ilusión y hoy apenas sale. O, sencillamente, un vehículo que ya no encaja con tu forma de vida actual.

La buena noticia es que vender tu coche ya no tiene por qué convertirse en un proceso eterno. Hoy existen servicios que simplifican gran parte del camino: tasación rápida, recogida a domicilio, gestión del papeleo. En algunos casos, se resuelve en horas y no en semanas.

El efecto dominó de una decisión pendiente

Lo curioso es lo que pasa después. Cuando cierras algo que llevaba tiempo enquistado en tu lista mental de “pendientes”, se nota. No solo por el espacio que recuperas o por el dinero que entra, sino por la sensación de orden, la satisfacción de tachar de la lista un pendiente. Un asunto menos ocupando energía.

Y desde ahí, muchas decisiones se vuelven más fáciles. Quizá ese dinero te ayuda a retomar un viaje aplazado. O a cubrir una necesidad concreta. O, sin más, a darle aire a tu cuenta corriente.

Propósitos realistas para 2026

En lugar de metas gigantes que se abandonan en febrero, prueba con objetivos pequeños que tienen impacto real:

  • Simplifica tu economía doméstica. Cancela suscripciones que no usas, vende lo que no necesitas, recorta gastos que se cuelan sin darte cuenta.
  • Recupera espacio. Físico y mental: un garaje despejado, menos tareas abiertas, menos “ya lo miraré”.
  • Gana eficiencia. Si algo te complica la vida sin devolverte valor, busca la forma más directa de resolverlo.

No se trata de vivir con lo mínimo ni de abrazar un minimalismo rígido. Se trata de honestidad: distinguir lo que suma de lo que no.

El momento es ahora

Dentro de seis meses estarás en el mismo punto si no cambias nada. Ese coche seguirá ahí: valiendo menos y costando más. O puedes tomar una decisión hoy y convertirlo, en una semana, en un tema cerrado.

A veces, vivir mejor no exige grandes cambios. Solo una o dos decisiones valientes que llevas demasiado tiempo posponiendo.

¿Tu propósito para 2026? Que no llegue 2027 con las mismas tareas pendientes.

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