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Slow living: la tendencia que está revolucionando la forma de vivir después de los 40

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Slow living: la tendencia que está revolucionando la forma de vivir después de los 40

En un mundo que avanza a toda velocidad, muchas personas están redescubriendo el valor de vivir despacio. Especialmente a partir de los 40, cuando el cuerpo y la mente comienzan a pedir otro ritmo, el slow living se presenta como una alternativa consciente al estrés y la hiperconexión. Esta filosofía de vida, que prioriza la calma, el bienestar y el disfrute de lo cotidiano, gana cada vez más adeptos entre quienes buscan calidad en lugar de cantidad. En este artículo exploramos qué es el slow living, cómo incorporarlo sin necesidad de grandes cambios y por qué puede ser la clave para una vida más plena y equilibrada.

Qué es el slow living y por qué está en boca de todos

Vivimos en una sociedad marcada por la prisa, las notificaciones constantes y la multitarea. Sin embargo, cada vez más personas están diciendo basta. Especialmente a partir de los 40, cuando muchas personas buscan redirigir su vida hacia lo verdaderamente importante.

Aquí es donde entra el slow living, una filosofía que apuesta por bajar el ritmo, priorizar el bienestar y reconectar con lo esencial. Más que una moda, es una respuesta al estrés crónico, al exceso de información y a la desconexión emocional que ha traído la vida moderna.

 

Origen y evolución del movimiento

El concepto de slow living nació en Italia, ligado inicialmente al movimiento slow food, que reivindicaba una alimentación más consciente y respetuosa. Hoy, el término se ha expandido a todas las áreas de la vida: trabajo, relaciones, hogar, ocio, consumo, descanso…

¿El objetivo? Vivir con más calma, intención y calidad.

Beneficios del slow living 

Adoptar esta filosofía puede tener un impacto transformador. Estos son algunos de sus beneficios más destacados:

  • Reducción del estrés y la ansiedad.

  • Mejora del sueño y del estado de ánimo.

  • Mayor claridad mental y toma de decisiones.

  • Relaciones más auténticas y profundas.

  • Reconexión con los propios ritmos y valores.

¿Cómo aplicar el slow living en el día a día?

Incorporar el slow living no implica dejar de trabajar ni mudarse al campo. Se trata de pequeñas decisiones conscientes. Aquí van algunas ideas:

 En casa

  • Crea espacios sin pantallas para leer o meditar.

  • Opta por una decoración que inspire calma (menos es más).

  • Establece rutinas matutinas y nocturnas sin prisa.

En la cocina

  • Cocina sin prisas al menos un día a la semana.

  • Elige productos locales y de temporada.

  • Crea rituales alrededor de la comida (poner la mesa, saborear, agradecer).

En el trabajo

  • Practica el time blocking para evitar distracciones.

  • Haz pausas conscientes cada 90 minutos.

  • Establece límites claros entre lo laboral y lo personal.

En tu tiempo libre

  • Da paseos sin móvil, solo para observar y estar presente.

  • Dedica tiempo a actividades que te conecten contigo: escribir, pintar, esculpir, cuidar plantas, escuchar música.

  • Reduce el consumo digital innecesario.

Slow living y lujo: una nueva forma de entender el bienestar

Cada vez más marcas de alta gama apuestan por productos y experiencias alineadas con este estilo de vida. Desde retiros de bienestar en plena naturaleza, hasta cosmética ecológica o moda atemporal.

El lujo del futuro no es ostentación. Es tiempo, presencia y coherencia. Es elegir conscientemente qué y cómo vivimos.

El lujo del futuro es tiempo, presencia y coherencia

 

 Lugares donde experimentar el slow living… sin necesidad de viajar lejos

Es cierto que algunos destinos en España invitan por sí mismos a bajar el ritmo. Regiones como:

  • La Alpujarra (Granada y Almería), con sus pueblos blancos, aire limpio y vida sencilla.

  • Formentera fuera de temporada, donde el mar y el silencio lo envuelven todo.

  • Priorat (Tarragona), perfecto para una escapada de enoturismo lento entre viñedos.

  • La Axarquía malagueña, con sus rutas entre pueblos, aguacates y atardeceres sobre el Mediterráneo.

Pero no todo el mundo tiene el tiempo ni los recursos para escaparse. La buena noticia es que no necesitas irte a ningún sitio para practicar el slow living.

Puedes cultivar esta filosofía sin salir de tu entorno. Solo necesitas poner atención, intención… y soltar la prisa.

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Solo necesitas poner atención, intención… y soltar la prisa

El slow living empieza donde estás

No necesitas una escapada rural ni una cabaña en el bosque. Insistimos, solo necesitas mirar tu vida con nuevos ojos y dar valor a lo cotidiano.

Una taza de café tomada en silencio. Un paseo sin auriculares. Una conversación sin distracciones. Todo eso también es slow living.

1. Crea pequeños rituales en casa

  • Desayuna sin móvil ni televisión. Tómate diez minutos para ti.

  • Enciende una vela o incienso antes de leer o meditar. Una simple señal puede ayudarte a conectar con el momento presente.

  • Reduce el ruido visual. Menos decoración, más orden y calma.

2. Redescubre tu barrio a otro ritmo

  • Haz el mismo camino de siempre, pero caminando más despacio, mirando los detalles: fachadas, sonidos, olores.

  • Ve al mercado local y conversa con quienes te atienden.

  • Observa cómo cambia la luz según la hora del día.

3. Disfruta de la naturaleza cercana

  • Un parque, una playa, un jardín urbano… no hace falta más.

  • Camina descalzo sobre la arena o la hierba.

  • Lleva un termo con té o café, siéntate y simplemente observa.

  • Desconecta el móvil durante una hora y conecta con el entorno.

4. Encuentra tu momento de silencio

  • Apaga las pantallas.

  • Ponte música instrumental suave o disfruta del silencio real.

  • Respira. Cierra los ojos. Observa cómo estás.

El slow living no es una moda, es una necesidad. Y a partir de los 40, cuando muchas personas se replantean su rumbo vital, puede convertirse en una auténtica brújula.

En una época donde lo urgente eclipsa lo importante, aprender a vivir despacio es un acto de valentía y autocuidado.

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