En la calle Salvago número 3, en la primera planta, en lo que ahora conocemos como el entorno del Museo Carmen Thyssen, se encuentra uno de los ateliers más emblemáticos de Málaga. Carlos Aguirre y Mario Camino, y la unión de su creatividad son Montesco.
Entrar en su atelier es viajar en el tiempo, transportarnos a otra época en la que las señoras llenaban sus armarios de exclusivas piezas de alta costura, vestidos joya cuya confección era única, a medida, delicada, ajustada a sus cuerpos y a su vida social. Damas que acaparaban las miradas al entrar en una cafetería o una fiesta antes de que se democratizara la moda. Un piso de los de antes, de techos altos y elegancia intrínseca, decorado con ricas telas y muebles ahora de anticuario. Miro mi vestuario y siento que voy poco adecuada para tan refinado salón.
Mario Camino y Carlos Aguirre. Montesco
Nos recibe Mario, a la hora tradicional de la siesta. Nadie duerme. Comienza la temporada y en pocos minutos las clientas comenzarán a desfilar. Excusa a Carlos, que llegará algo más tarde. Carlos y Mario, Mario y Carlos, Montesco. 24 años vistiendo sueños.
Mario, ¿Cómo os conocisteis Carlos y tú?
De estudiantes en la Escuela de Diseño.
¿Y cómo fue lo de emprender ‘Montesco’ juntos?
Cada uno teníamos nuestro trabajo. Carlos trabajaba de profesor en la Escuela de Diseño y yo empezaba a trabajar como diseñador en Mayoral, que fue mi primer trabajo. Y claro, cuando eres joven, tienes otra iniciativa, otras perspectivas, otra visión. Tienes ganas de hacer. Un artista siempre tiene ganas de enseñar lo que hace. La aventura fue empezar desde cero, en un espacio céntrico, nunca nos hemos movido de aquí, y hacerlo poco a poco, luchando mucho, porque esto no es fácil.
¿Qué dijeron vuestras familia, cuando le dijisteis que ibais a abrir un taller de alta costura el año que empezó una de las grandes crisis que ha vivido este país, en el 92?
Nos apoyaron siempre. Ellos veían la calidad artística, y veían el potencial y sabían que era nuestro camino, a lo mejor el que habíamos decidido, así que recuerdo el apoyo total desde el principio.
¿Cómo era la mujer de Málaga del 92 vistiendo?
Había mucha tradición a la hora de hacerse ropa a medida, no solo para grandes ocasiones o grandes momentos, sino que la gente utilizaba la costura y la alta costura para diario también. La mujer del 92 era una mujer que se hacía trajes de chaqueta, que se hacía ropa para su día a día, para su boda, su fiesta, pero en general, consumía costura.
Hoy se ha democratizado un poco más la moda…
Claro, y un poco la alta costura se ha quedado para bodas, grandes ocasiones, fiestas, y poco más. Alguna clienta queda que se hace una ropa un poco más de armario de diario, pero hoy en día son las menos y antes quizá, eran las más. Había un comercio, quizá más exclusivo, menos globalizado y más exquisito todo, más personal. La mujer de antes también sabía más de costura, sabía más de moda, sabía más de telas, sabía lo que era una buena costura y lo que no. Hoy en día todo eso se diluye un poco más.
Mario, en este tiempo ¿habéis ido cambiando según las modas o según las necesidades de la mujer?
Creo que una cosa lleva a la otra. Un artista crece y evoluciona con el tiempo y con los tiempos que le toca vivir, una cosa conlleva a la otra. Vas viendo las necesidades, tú mismo a lo mejor no te estás dando ni cuenta y estás creciendo y estás evolucionando y te estás acoplando a las nuevas tendencias o a la nueva forma de vivir. Es como una simbiosis entre lo que demanda el público y lo que tú también vas cogiendo de experiencia y de sabiduría en la profesión.
¿Cómo hacéis para trabajar juntos? ¿Los dos tenéis influencia en cada uno de los diseños que hacéis?
Ahora mismo el peso lo lleva Carlos. Es un diseñador extraordinario y su visión de la mujer es brutal. Él tiene a la persona delante y enseguida ya sabe lo que le pega, lo que no le pega, lo que le va bien, lo que no le va bien. Nunca ha habido nadie por encima de nadie ni mi visión o la suya. Siempre ha sido paralela. Está mimetizado en la casa de alta costura, en el nombre, en la firma. Después de tantos años nos nutrimos el uno del otro y de la propia firma también, porque claro, es una firma. Es Montesco.
Mario, en estos años me da la sensación de que el oficio de costura se está perdiendo. ¿Es cada vez más difícil encontrar a costureras de calidad que formen parte de los talleres de alta costura?
Es muy difícil. Antes las mujeres sabían más de costura, había más talleres, había más tradición. Todo eso se ha ido perdiendo un poco, ahora es muy difícil encontrar gente que tenga una buena costura, que tenga una buena base, que le guste la profesión. Es una profesión muy sacrificada, muy esclava. La costura es muy complicada y eso no se aprende en un día. También es más difícil que la gente joven encaje en un trabajo tan minucioso, tan elaborado, de tanta dedicación. Por la misma forma que tenemos de vivir la gente quiere cosas más rápidas.
¿Recuerdas a vuestra primera novia?
A la primera exactamente no. Recuerdo a las primeras de la época, claro, porque al principio eran amigas de nuestras madres y sus hijas. En fin, todo al principio era como muy familiar. Las personas que nos rodeaban fueron los que confiaron en nosotros.
Empezaron un poco por compromiso, por la novedad, por hacer de relaciones públicas fuera también con su círculo. Recuerdo a todas las personas que nos apoyaron al principio.
¿En qué momento sois conscientes de que sois una firma importante en Málaga, con un peso dentro de la moda?
Con veinte años y en un principio, la idea es que empiecen a funcionar las cosas, luego eres consciente con el tiempo de que has pasado las pruebas de fuego y has sido capaz de ser humilde y aprender cada día, quedarte noches sin dormir, quedarte sin vacaciones, quedarte sin vida por mantener el negocio, por crecer, por aprender más, por saber dónde te equivocas, por rectificar. Eres consciente de que lo primero es la calidad pero cuando eres consciente de que la calidad está en ti y luchas por ella es cuando te das cuenta de que la gente viene a buscarte.
Al principio yo creo que todos hacemos o pasamos por cosas que a lo mejor no haríamos si estuviéramos más posicionados, ¿no?
Yo creo que todo es necesario. Hasta los palos, los errores y las equivocaciones te van enseñando. Hay que ser honesto, honrado y humilde, y reconocer que te has equivocado, que se podría haber hecho de otra manera y que hay que hacerlo de otra manera. Todo eso te va haciendo una capa, entonces eres consciente de que tienes una buena calidad. Ahora tenemos más claro cómo tiene que ser el resultado desde el principio que cuando empezamos en el 92.
Mario cuando veo fotos mías de épocas pasadas me pregunto cómo me podía poner determinadas cosas. ¿Os pasa también a los diseñadores con vuestros diseños?
Sí, ves diseños que tienen poco que ver con lo que haces ahora. Pero esos diseños son el reflejo de una época. Hay que mirarlos en el contexto en el que se hicieron, eso es lo bonito. Ver los diseños con la moda que había en ese momento, con lo que tú pensabas, con tu momento también porque eso influye mucho. Los momentos personales también influyen en tu trabajo. Eso es un artista, que tu trabajo demuestra de alguna manera tu evolución personal, tu vida, tu experiencia, lo que has vivido, lo que has visto, lo que has viajado, lo que has conocido, todo eso también se refleja en tu trabajo.
Ahora que vamos todas un poco iguales en nuestro día a día, el momento de elegir el vestido de novia, de venir a buscar un diseñador de alta costura para que nos haga ese vestido tan especial, ¿es quizá la oportunidad de la mujer de reflejar en un vestido lo que es, o lo que siente, o cómo siente?
Evidentemente, y no sólo para un vestido de novia, en general, para todo. Un vestido, cuando te lo hacen, tiene que ser tú cien por cien. El diseñador aporta su estilo y hace su creación, pero siempre fusionándose con el estilo de la persona. Es primordial que ella se sienta que es su vestido, que se sienta identificada, que se sienta segura, cómoda, y que vea reflejada su personalidad cien por cien, y eso también lo tienes que saber hacer. Tú tienes que saber captar la personalidad de la persona que tienes delante, para que ese día se ponga el vestido y todo el mundo diga: «Es ella». Es la mejor frase que te pueden decir, porque no te has disfrazado, no te has vestido de lo que tú no querías, has acertado con el diseño. Eso también exige ponerle mucha psicología. No sólo es un arte. La moda es un arte de personas, de psicología hacia el cliente, de captar su esencia también, es primordial.
Antes las novias iban todas casi iguales aunque pasaran los años. Ahora parece que las tendencias también han entrado desde hace unos años en el tema nupcial. Eso ¿os da a vosotros también más juego? ¿Os da más pie a innovar?
Nosotros no nos regimos por la moda. Claro que ahora las opciones son más abiertas, más amplias, porque también las bodas han cambiado mucho. Ahora hay novias que se casan en Iglesia, otras en la playa, otras en el campo, entonces claro el abanico hoy en día es mucho más variado, mucho más amplio y te da mucho más juego para ser más creativo. Antes, a lo mejor, la gente solo se casaba por la Iglesia. Entonces tenías menos opciones.
Pero siendo así, yo creo que antes la moda era más moda que ahora porque, si te das cuenta, desde los dos mil, no hay una moda que identifique a los dos mil.
O sea, vale todo desde entonces.
No es que valga… Todo vuelve atrás. Desde los dos mil es una vuelta atrás. Se llevan los treinta, se llevan los cuarenta, se llevan los cincuenta, se llevan los sesenta, se llevan los setenta, se llevan los ochenta, se llevan los noventa. Y vuelta a empezar otra vez…
¿Por qué crees que pasa eso? ¿Hay una falta de creatividad? ¿No hay ganas de arriesgar?
No sé. Siempre me hago la misma pregunta: ¿Qué define a los dos mil? Nada.
¿Qué se llevaba en los cincuenta? Aparece Velvet y se ponen de moda los cincuenta. Todo es para atrás, para atrás y para atrás, hasta que vuelve a los noventa y otra vez se repite. Que a lo mejor en ésta época se ha innovado más en tejido, en calidad de tejido, en tejidos que no se arruguen, en tejidos que no se estropeen, seguro. Yo creo que es un poco lo que engloba el futuro de la moda, innovar en tejido, porque innovar en hechura es muy complicado. Tú no vas a reinventar un escote. Puedes crear un diseño, un vestido, pero no vas a inventar el escote palabra de honor, o un escote balcón, o un escote de V, eso ya no lo vas a inventar.
¿La novia os deja hacer?
Sí. Vienen buscando lo que tú lo harías, cómo las ves.
¿Vosotros tenéis referencias? ¿En quién os inspiráis?
Tienes la moda metida en tu ser y tienes a Saint Laurent, tienes a Balenciaga, tienes a Dior, tienes a Galeano en la casa Dior, y tienes todo eso en tu cabeza y en tu ser. La moda forma parte de ti y de tu vida, claro que te fijas en otros, en sus diseños, en las pasarelas, vemos el trabajo de otras personas para ver lo que hacen también.
En Málaga, si hablamos de diseñadores me da la sensación de que hay mucho nivel en este momento, además hay diseñadores que ofrecen cosas distintas, ¿Cómo ves la alta costura malagueña?
Ahora nosotros estamos un poco más al margen de todo. Pero evidentemente hay un gran número de diseñadores de alta costura en Málaga, y por supuesto y cada uno con su estilo, y cada uno con su oferta y con su visión. Eso está claro, no creo que haya en España otra ciudad que tenga tantos diseñadores de alta costura con tanta iniciativa como ha habido aquí sin ser un Madrid o un Barcelona. Pero por eso mismo en Málaga tenía que haber cuidado más el defender la alta costura, no mezclar.
¿Crees que os habéis limitado quedándoos en Málaga? ¿Que si hubierais estado en Madrid hubiera sido distinto? ¿O nunca os lo habéis planteado?
Pues nunca nos hemos planteado irnos fuera. Nosotros siempre hemos tenido aquí nuestra vida, nuestras casas, nuestra familia. Quizá, a lo mejor, si hubiéramos estado en otro sitio hubiera sido de otra manera. Estoy seguro.
¿Cómo es la novia de 2017? Yo en las redes veo mucho estampado, mucho color, muchas flores…
Al margen de lo que marquen las tendencias lo que más se lleva en una novia y en una boda es ser más única que nunca, es lo que piden todas. Ellas ven mucha propuestas de vestidos, muchas propuestas de sitios, de decoración, pero al final la novia lo que quiere es la suya personal. Que se inspire, que se parezca, eso a lo mejor sí, pero que sea única, única en la forma de recibir a los invitados, única en el vestido, única en todo. Cada vez boda es más el reflejo de la novia.
¿Y no os afecta el tema de las redes sociales? O sea, desde que vienen a medirse hasta que vienen a la primera prueba, que hayan cambiado de idea porque hayan visto otra cosa en Pinterest o Instagram.
Ahora hay demasiada información. Eso es un arma de doble filo, porque además las mujeres tienen fama de indecisas o más inseguras a lo mejor en ese sentido. Pero porque también tienen muchas ofertas y tienen muchas opciones.
Un día ve un escote, mañana ve otro que le gusta, hoy ve una falda, mañana ve otra… Nosotros, los hombres, vamos a ver un traje de chaqueta azul, más claro, más oscuro, más la corbata que sea de rayas o estampada, pero las opciones son siempre más o menos las mismas. Vosotras tenéis mil, entonces entre mil un día quieres una cosa y otro quieres otra. Lo importante es tener claro lo que te queda bien, lo que te favorece, lo que te va a tu figura, lo que te va a sentar bien. Otra cosa es que a lo mejor te encanten unos botines, y decirte que no te los puedes poner es nuestra obligación.
Mario tú lanzaste hace unos años la firma de hombres Marioteo, ¿habéis pensado en hacer trajes para novios?
No, de momento, no es la idea. Marioteo es «prêt à porter». Nosotros hacemos alta costura de señora a medida, no hacemos sastrería de caballero, eso es otro mundo.
Suena el timbre. Llega Carlos, llegan unas clientas que vienen a probarse, llega una chica joven con su madre y su abuela a pedir una cita, y la actividad empieza a hacerse dueña del espacio.
– Carlos como no estabas le he hecho la entrevista solo a Mario.
– El que habla bien es él. Pero si quieres para las fotos te dibujo un diseño…
Mario y Carlos se complementan a la perfección, son cómplices en un proyecto común. Algo que queda reflejado en cada uno de los detalles de la firma, de Montesco.
Fotografía: Lorenzo Carnero
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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.