Cuando se trata de plantearse tener un hijo, la decisión nunca es sencilla. La pareja tiene que sopesar muchos aspectos antes de dar el salto definitivo que cambiará su vida para siempre. Son muchas las cuestiones a tener en cuenta, como la economía o la ausencia del famoso «instinto maternal o paternal«, que en ocasiones sirven de freno, y de excusa, para postergar la maternidad o paternidad.
Sin embargo, parece que en cuanto una pareja de un grupo de amigos decide ir a por el bebé, el resto del grupo se anima a lo mismo como si de un efecto dominó se tratase. De la nada, un grupo de amigos que hasta entonces había estado libre de niños, se empieza a llenar de barrigas que a los nueve meses se traducen en carritos, pañales y biberones. ¡Como por arte de magia! Si has pensado esto alguna vez, ahora la ciencia te da la razón. El embarazo se contagia.
No uno, sino dos estudios avalan esta teoría que defiende que en cuanto una mujer se queda embarazada, las parejas de su entorno siguen esta tendencia poco después. En primer lugar, un estudio realizado por la Universidad de Bamberg en Alemania analizó a 42.000 mujeres que trabajaban en 7.600 empresas diferentes. El resultado de esta observación confirmó que el año siguiente a que una de las empleadas diera a luz a su bebé, se incrementaron las posibilidades de que sus compañeras desearan convertirse en madres.
El segundo estudio, del Instituto Nacional de Salud en la Adolescencia en Estados Unidos, observó a 1.700 mujeres de entre 15 a 30 años, en un lapso de tiempo de aproximadamente 15 años. Los científicos confirmaron que los embarazos planificados eran más frecuentes después de que alguna amiga cercana hubiera dado a luz.
Este mismo estudio también concluyó que la decisión de quedarse embarazada dependía en gran medida del entorno y las amistades. Además, decisiones relativas al uso de métodos anticonceptivos y el aborto también se veían influenciadas por el círculo cercano de la persona en cuestión.
Pero, ¿a qué se debe todo esto? La respuesta es bastante sencilla. Está relacionado con el instinto maternal natural que los humanos tenemos, en especial las mujeres en edad fértil. Al ver al bebé de una amiga o, simplemente, a esta embarazada, este instinto se despierta y las emociones se disparan.
Así mismo, la confianza en una persona que ve como su amiga –de la que conoce su manera de ser e inquietudes– va a ser o es madre por primera vez, se ve reforzada y ayuda a plantar el germen de la maternidad.
Sin olvidar, por supuesto, que en innumerables ocasiones, hay amigas que deciden quedarse embarazada a la vez para pasar el proceso juntas, hacerse compañía durante periodos de miedo e inseguridad y, sobre todo, asegurarse de que esa amistad se perpetúa en la siguiente generación.
Así que ahora lo sabes, no es casualidad. Los embarazos no suelen venir solos, sino que sin pretenderlo provocan que los círculos cercanos a ellos se sumen a la aventura de la maternidad. Puestos a contagiarnos, qué mejor que algo tan positivo y bonito como esto.
Redacción: Pablo Navarrete