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¿Te aterra hablar en público? Vence tu miedo con estos consejos

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¿Te aterra hablar en público? Vence tu miedo con estos consejos

Sudor de manos, calor, dificultad al tragar o no conseguir que la voz salga del cuerpo son los síntomas inequívocos de que hablar en público es una de esas cosas que prefieres no hacer. Ese miedo escénico es irracional y tampoco tiene unos motivos claros para existir. Lo que importa es que está ahí, dándote un mal rato y evitando que vivas con libertad ciertos aspectos de tu vida.

Y es que tener miedo de hablar en público no es algo que deba interiorizarse y normalizarse a la ligera. Aunque, a priori, pueda parecer un mal menor, cuando se trata de compartir momentos con compañeros en al ámbito académico, profesional o social, puede suponer un gran perjuicio para el afectado.

Desde el Instituto Europeo de Psicología Positiva y de la mano de Dafne Cataluña, experta en este asunto, proponen estos diez útiles consejos para perder el miedo y que sea menos intenso si toca dirigirse a un público.

 

La práctica hace la perfección

Como casi todo en esta vida, cuanto más hagas algo, más bueno serás en eso. Seguramente estés evitando enfrentarte a una situación de estas características pero lo mejor es coger el toro por los cuernos y aprovechar las oportunidades para irte curtiendo en este terreno.

Sé natural

No te dedicas al teatro ni al cine, por lo tanto, sé tú mismo. Estarás mucho más tranquilo y relajado al hablar en público si se hace desde la naturalidad, esto es, si se muestra tal y como se es de verdad.

Si de por sí ya te costará controlar tus nervios, intentar encarnar un rol que no es el tuyo convertirá esto en una actividad mucho más complicada. Además, se notará la incomodidad cuando estés hablando, por lo tanto, opta por dejarte llevar por tu verdadero yo.

Respira

Para relajar la parte superior del cuerpo, las cuerdas vocales y el diafragma, es muy bueno hacer varias respiraciones consecutivas profundas con las que se oxigena por completo y que ayudarán a encontrarse algo más tranquilo.

Mantén la mirada

Es muy importante mirar a los ojos al hablar, da una sensación de seguridad que va construyendo un discurso sólido. Si la audiencia es muy amplia y no sabes dónde mirar, mejor ve cambiando de persona, sin dejar de mirar a cada una de ellas a los ojos. Esto te relajará porque sentirás que estás hablando solo a una persona a la vez, conectarás con ella y, como resultado, ganarás confianza.

Nada de mirar al techo, al suelo o a un punto infinito poco definido. «El truco está en buscar a 3 personas, por ejemplo, una en la zona de la derecha, otra en la zona de la izquierda y otra en la zona central y cuando te expreses hazlo dirigiéndote a ellos de manera alterna«, explica la experta.

Rompe el hielo al empezar

Los momentos de máxima ansiedad en una exposición o conversación importante son el principio o el final. Por este motivo, tener bien pensado estos dos puntos puede ser muy útil para controlar los nervios. Una buena frase, llamativa o ingeniosa, o una pregunta que interpele a los oyentes son siempre buenas opciones para comenzar y, también, para hacer un final apoteósico e impactante.

Sinceridad
Además de la naturalidad, «de la que ya hemos hablado en el segundo punto, trasmitir con sinceridad te lo va a poner mucho más fácil y hará que los nervios se rebajen. Aquí una clave básica es pensar que el público es tu mejor amigo e intentar contárselo de la misma forma que lo harías con él», explican desde el IEPP.

 

Utilizar el lenguaje corporal
Ya se sabe que «muchísimo de lo que trasmitimos cuando nos dirigimos a una audiencia, también se debe a nuestros gestos y movimientos del cuerpo. Por ello esto es importante que lo tengas en cuenta y no dejarlo al azar si tienes que hablar en público. Intenta no tener las manos metidas en los bolsillos y que los movimientos de los brazos y de las manos acompañen al mensaje, por ejemplo, si estás haciendo referencia a varios elementos consecutivos, utiliza tus dedos para remarcarlo«, recuerdan.

Comunicarse
«Este punto lo he dejado para el final, pero podría ser perfectamente el primero y es que consiste en entender cómo comunicar. Aquí está la clave, no hay que leer el discurso entero, ni tener todo, absolutamente todo memorizado cual haría un papagayo. No, no», explica la psicóloga.

«Si has ensayado y practicado tal y como te he aconsejado en el primer apartado, ya tienes una idea más que general y concreta de todo lo que vas a decir, sabrás los conceptos clave y los puntos de contenido, historias, datos y conclusiones fundamentales. Por lo tanto, no necesitarás más que un papel con ciertas anotaciones a modo de guión. Nada más.Una vez vistos estos 10 puntos, ya sólo queda llevarlos al día a día, la primera vez costará un poquito, la segunda un poquito menos y así poco a poco los nervios se irán rebajando y con el tiempo, el hecho de tener que hablar en público se tomará como una tarea más dentro de todas las habituales del puesto de trabajo», concluye.

 

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