“No soy yo sola, somos más de 80 personas”, dice Araceli Hernández. Quiere que esto quede muy claro desde el principio. Ella, junto a su hijo y su nuera, crearon la iniciativa ‘Málaga ayuda a los hospitales’ gracias a la que centros médicos de toda la provincia están recibiendo mascarillas, gorros y batas. En su confección participan una red de costureras aficionadas no profesionales y un innumerable número de corazones malagueños que se han querido sumar a este proyecto con el único objetivo de ayudar.
Todo comenzó en una conversación entre Araceli, su hijo y su nuera en la que lamentaban la situación de los hospitales y la falta de equipos de protección individuales (EPIS). Y en vez de únicamente lamentarlo, pasaron a la acción. Su hijo tuvo la idea de crear una web para todos aquellos que quisieran ayudar aportando material o mano de obra. La respuesta fue rápida y positiva. En cuestión de semanas, el grupo de WhatsApp de la iniciativa ya cuenta con más de 80 personas dedicadas a la confección de estos equipos.
Araceli es pensionista, y su hijo y su nuera son educadores sociales, por lo que no tenían demasiada idea de cómo producir estos EPIS y que fueran útiles. “Nos pusimos en contacto con sanitarios para conocer de primera mano qué tejidos servían y la manera de hacer las mascarillas. Nos dijeron que el polietileno era el material más adecuado, pero a falta de este material, los tejidos de algodón 100% también servían”, cuenta Araceli. Desde ese momento se pusieron a trabajar y ahora, confiesa entre risas, “me he quedado sin sábanas en casa”.
“Cada uno fabricamos desde nuestra casa pero siempre siguiendo los consejos de los sanitarios”
Por otro lado, un policía local de Málaga compró con su dinero el material necesario para la realización de batas. Este tipo de materiales de protección son más complicados de confeccionar adecuadamente. “Una chica que sabía cómo se confeccionan nos hizo un vídeo de cómo hacerlo”, comenta Araceli. “Cada uno fabricamos desde nuestra casa pero siempre siguiendo los consejos de los sanitarios”, porque lo más importante de todo esto no es fabricar EPIS, es fabricarlos para que protejan.
Sin embargo, este tipo de iniciativas no suelen tener mucho recorrido a menos que la solidaridad haga acto de presencia. Como viene demostrando esta crisis desde que comenzó, tanto empresas como particulares se vuelcan cuando se trata de ayudar y se sumaron a esta causa desde que ‘Málaga ayuda a los hospitales’ les pidiera ayuda.
“Las personas empezaron a donar dinero, y también ha participado una empresa de limpieza de Málaga que ha donado para la compra de tejido”, dice Araceli. “También, en el grupo había una chica empleada de una gran superficie de venta al por mayor que involucró a un grupo de compañeros suyos y pusieron entre todos el dinero para hacernos una donación”.
Han conseguido que la Policía Nacional distribuya el material
La ayuda ha llegado por diferentes vías y muchas veces gracias a nombres propios. Eusebio –que ya apareció en otro reportaje que publicamos recientemente– es un chico que compró “un almacén que había sido una nave con material de lencería que aún seguía allí. Nos donó muchísimos elásticos para las mascarillas. Aurelio es otra persona que se ofreció para cortar las batas». «El coronavirus le ha afectado negativamente en lo laboral y ha tenido que recurrir al ERTE, pero tiene una máquina de corte y confección de su empresa y se ofreció desinteresadamente”, nos dice Araceli.
‘Málaga ayuda a los hospitales’ tenía que aprovechar a los miembros del grupo que pueden hacer trayectos por su situación laboral –como es el caso de José, que es fontanero– para distribuir el material. Y así empezaron. Ahora, sin embargo, han conseguido que la Policía Nacional distribuya tanto el material entre los miembros de esta red como los EPIS acabados a hospitales, residencias y farmacias.
Esta iniciativa ha traspasado las fronteras de Málaga. “Nos están pidiendo ayuda desde Granada y Córdoba. No damos abasto”, comenta Araceli. “Además, nos pidieron ayuda desde los centros médicos de la Axarquía. En nuestro grupo había gente de esa zona, y se ha creado allí un subgrupo. La Policía Local de la Axarquía abastece a los centros médicos de allí con nuestro material. Esto ha pasado en varios pueblos más”.
“Málaga y su gente es maravillosa”
Araceli, extremeña de nacimiento aunque afincada aquí desde hace 20 años, no puede parar de repetir que “Málaga y su gente es maravillosa”. Desde que ella y el resto de las personas del grupo comenzaran a coser, las muestras de cariño y de apoyo no se han hecho esperar. “Algunos mandan por el chat fotos de sus vecinos que les dejan la comida en la puerta mientras ellos cosen”. Además, Araceli ha vivido en primera persona este tipo de actos de ayuda mutua: “Se me rompió la maquina de coser. Mi hijo se lo comentó a un policía local, que fue a recoger la de repuesto a casa de mi otro hijo y me la trajo”.
Además, este proyecto está sirviendo para que se forjen lazos que no se romperán cuando todo esto acabe. “Es una situación muy crítica, por eso a veces me vengo abajo. Eso por el grupo de WhatsApp se nota: no hablas, no das los buenos días… Enseguida, algunas personas a las que no conozco personalmente me llamaron para preocuparse por mí y animarme. Hay mucha armonía en un grupo de más de ochenta personas que no nos conocíamos de antes; eso a mí me maravilla”.
“Estamos deseando esto pase para conocernos en persona y podernos abrazar»
“Es como si nos conociéramos de toda la vida”, comenta. “Estamos deseando que este mal sueño pase para juntarnos todos y hacer lo que sea, pero que incluya salir, conocernos y podamos abrazarnos”.
Durante esta crisis la ayuda es más necesaria que nunca, pero también abunda como nunca antes se había visto. Solo gracias a la solidaridad de las personas se puede explicar que una iniciativa que comenzó en una conversación familiar entre tres personas cuente ahora con toda una red de apoyo en la que se han involucrado, incluso, las autoridades españolas.
“Málaga, además de bonita, es muy solidaria”, concluye Araceli. Y cuando una frase resume tan bien una historia, no hay líneas que podamos escribir para dar mejor cierre a un relato tan inspirador.
Fotografías: Lorenzo Carnero | Redacción: Pablo Navarrete