Ya hace unos días que acabaron las fiestas y las vacaciones y nos incorporamos de nuevo a la rutina, pero a veces nos sentimos fatigados o deprimidos los primeros días o semanas. Cada año en televisión nos bombardean con el llamado “síndrome postvacacional”. Pero, ¿es una realidad o una moda?
Este síndrome es real y se produce cuando nos incorporamos al trabajo o a la rutina diaria tras un periodo largo de descanso. Siempre ha existido, lo que pasa que no se le ponía nombre. Y es totalmente normal que todo el mundo lo sufra, en mayor o menor medida, ya que, según algunos teóricos como Maxwell Maltz, el ser humano tarda 21 días en acostumbrarse a un nuevo hábito.
El síndrome postvacacional ocasiona una sensación de tristeza, apatía, flojedad, desmotivación, hastío o incluso ansiedad. Pero su intensidad o duración también depende de la extensión de las vacaciones, de la capacidad de resistencia a la frustración, de la felicidad generada por el empleo en cuestión o de la relación con los superiores en la empresa.
Claves para combatirlo
-Comenzar de manera gradual en el trabajo. Esto no siempre es posible. Si tienes un empleo por cuenta ajena posiblemente no te lo permitan y si eres tu propio jefe, posiblemente sea todo lo contrario. Te toca ponerte al día de todo lo que ha quedado pendiente mientras has estado de vacaciones. Pero si puedes, hazlo.
–Empezar por lo que más nos motive. Si estás un poco triste o bajo de ánimos, a lo mejor puedes comenzar la jornada con alguna tarea que te guste y te ayude a activarte. Pero recuerda que tampoco podrás evitar para siempre enfrentarte a las actividades que te dan más pereza o te producen más hastío.
–No llevarse trabajo a casa. Este puede ser un gran propósito para este año. Hay que buscar momentos de desconexión y el tiempo que estás con familia o amigos dedicárselo a ellos plenamente. Al igual que cuando estás trabajando, estás trabajando. Aprende a compartimentar momentos y piérdele el miedo incluso a apagar el móvil o las notificaciones de Whatsapp y el mail. No pasa nada si no contestas a un mail a las 12 de la noche o un sábado a mediodía. Generalmente todo puede esperar un poco, menos tu salud. Si cargas en exceso tus días terminarás por reflejar en tu cuerpo la ansiedad y el estrés. Plantéate si realmente merece la pena.
Puede que en momentos de mucha intensidad necesites alargar la jornada. Pero intenta evitarlo en la medida en la que puedas.
–Aprovechar el tiempo libre para aficiones. Busca tus momentos. Y cuando decimos “tus”, los decimos bien. Intenta al menos una vez por semana hacer algo que te guste, te relaje o te apasione. Desde ir a ver una exposición, darte un baño relajarte con música, practicar deporte, asistir a clases de pintura o darte un paseo por la playa o el campo. Regálate esos ratitos de estar contigo misma.
–Emplear el tiempo libre con los seres queridos. Los trabajos pueden pasar y cambiar, pero las personas que son importantes para ti y a las que quieres debes mantenerlas en tu vida. Y sí, hay quien te quiere de manera incondicional, posiblemente tus padres, pero incluso a ellos les gusta disfrutar de tu compañía. No te engañes con lo de ofrecer tiempo de calidad, que suele ir aparejado a que ese tiempo sea poco. Por ejemplo, si tienes hijos, no olvides que ellos son tu empresa más importante.
-Dormir 8 horas de media. Lo de quedarse hasta las mil viendo tu serie favorita está muy bien. Pero recuerda que tu cuerpo y tu mente necesitan descansar para estar a pleno rendimiento.
-Mantener horarios fijos para los hábitos diarios. Aunque la palabra “rutina” nos suene a aburrimiento, tener ciertas rutinas y horarios es necesario. Además, te permite organizarte mejor.
-Practicar algún método de relajación, como la meditación. Puedes empezar por buscarlas en Youtube si no sabes cómo meditar. También podrás encontrar libros que te guíen, y si quieres dar un paso más, busca algún taller que ofrezca esa enseñanza. Desconectar de vez en cuando, te ayudará a conectar.
–Hacer algún deporte o ejercicio físico. Si ya lo haces, no dejes de hacerlo. Si aún no te has animado, puede ser un buen momento para comenzar. En la mayoría de gimnasios o centros especializados en actividades deportivas y lúdicas suelen ofrecer una primera clase gratuita. Prueba. Nunca se sabe… Si el gimnasio no te atrae puedes optar por clases de baile, patinar o algo tan sencillo como conectar tu música favorita y andar durante una hora por cualquiera de los fantásticos paseos marítimos que tenemos en la Costa del Sol.
Dicho todo esto, nadie mejor que tú sabe lo que necesita y lo que debe hacer. Aprende a escucharte. Y si ese síndrome postvacional se alarga más allá de lo normal, a lo mejor deberías plantearte pedir ayuda o darle un giro a tu vida. Evidentemente, ese tipo de cambio más profundo nos genera miedo, pero busca el apoyo de un psicólogo o un coach para que te ayude a reordenar tus ideas. La vida pasa muy rápido. ¡Toma las riendas!
Redacción: Fran Gallardo y Ana Porras