Hace ya algunos años que las malagueñas tenemos el nombre de Laura Olea en la cabeza. Aunque también podríamos decir que sobre la cabeza. Sus tocados, pamelas y sombreros han acompañado a las mujeres más elegantes en todo tipo de ceremonias y celebraciones desde hace ya 14 años.
Lo que empezó como un entretenimiento en casa de su madre mientras encontraba trabajo de publicista se ha convertido en una empresa de éxito que en temporada alta emplea a 7 personas y que vende a tiendas de toda España.
Un éxito para el que ha tenido que emplear muchas horas de trabajo y esfuerzo, acompañados de mucha carga personal. Un éxito que en noviembre del año pasado la llevó a hacer una pequeña parada para reflexionar tras una sobrecarga de trabajo mantenida durante mucho tiempo y que le hizo sopesar todo lo que se estaba dejando por el camino con tanta dedicación profesional. Su empresa le absorbía un tiempo que ella sentía que necesitaba pasar con sus hijas. Y en ese momento hizo algo que nos cuesta mucho a las mujeres pero que es más que necesario: parar, reflexionar, tomar aire, valorar con distancia y tomar decisiones en consecuencia.
Se ha reincorporado recientemente con el firme objetivo de equilibrar más y mejor su profesión con su vida familiar. Un equilibrio entre la mujer madre y la mujer empresaria. Un equilibrio que en la mayoría de los casos deja a su rastro sudor y lágrimas.
Me parece muy valiente y valoro que comparta esa experiencia tan personal y que la mayoría hemos podido experimentar. No, no podemos con todo. Aunque haya quien siga defendiendo que sí. Y no es malo recogerlo, todo lo contrario. Ya es hora de dar visibilidad a la realidad de la mujer-madre-trabajadora actual. Estamos enterrando poco a poco al mito de la superwoman de donde nunca tendría que haber salido.
Nos vemos por primera vez en la puerta de su taller. Calle Strachan, en pleno corazón de Málaga, ya tiene algo que le da cierta clase a su ubicación, en el número 6, en el 2º piso, ese encanto que desprenden los edificios antiguos de techos altos y puertas anchas.
Nada más entrar siento el deseo de probarme cada uno de los sombreros y tocados que dispuestos en estanterías reciben al visitante. Me vienen a la mente las últimas series emitidas en televisión recreando épocas en las que la moda imponía el vestir también la cabeza; un signo de clase y distinción. Una moda que se perdió en pro de lo práctico, de lo funcional, más acorde con el ritmo que imponían los tiempos.
Laura me hace un recorrido por el taller, me explica el proceso artesanal con el que se hacen cada una de sus creaciones. Un trabajo que suele durar días. Nunca podía imaginar el inmenso trabajo que hay detrás de cada una de las piezas.
Laura, vamos a trasladarnos a hace 14 años, ¿Por qué empiezas con esto? ¿Qué estabas haciendo en ese momento?
Había estudiado Publicidad y Relaciones Públicas en Madrid. Me fui un año a Londres a aprender inglés e hice un curso de diseño en la San Martín Collins, que es una escuela de diseño y moda muy conocida, pero me especialicé en fotografía y cosas de diseño, que nada tienen que ver con la ropa. Pero ahí vi que lo que quería era trabajar en cosas que me permitiesen desarrollar la creatividad. Volví a Málaga y trabajé en Localia Marbella, luego en Málaga, y después me fui a Barcelona. Era una cadena del grupo Prisa.
En ese momento descubrimos que hemos trabajado con varias personas en común y se nos va la entrevista y empezamos a hablar de nuestras etapas en la tele… Pero volvamos al taller.
¿Cómo es que te vas a Barcelona?
Estaba en el departamento de marketing de Localia Málaga y me hablaron de que abrían en Barcelona. Así que me ofrecí para irme allí. Como conocía la cadena vieron mi incorporación como una oportunidad para que aportar mi experiencia en la nueva apertura. Estuve un año allí, y aproveché para hacer un master de Dirección de Empresas en EADE, pero me cansé de Barcelona. Y cuando volví a Málaga estaba sin trabajo y con un master.
¿Y qué hiciste?
Si no me equivoco fue el año que se casaron Don Felipe y Doña Leticia, y coincide también que en esa época se casa una de mis hermanas. Había hecho con mi madre un curso de sombrero y tocado porque me había dado por ahí. Así que en el sótano de casa de mi madre empecé a hacer cosas y la gente empezó a encargarme trabajos. Tanto que a los 6 meses decidí abrir una tienda para probar. Se lo comenté a los Montesco, los diseñadores, que son amigos míos y me dijeron que Ángel Palazuelos dejaba el piso donde tenía el atelier en esta misma calle porque se iba a uno más grande. Y lo cogí. Desde el minuto 1 me fue fenomenal. La vuelta de la moda de los sombreros y los tocados empezó justo el año que yo empecé.
¿Por qué hubo esa revolución, esa vuelta al sombrero en aquella época?
Yo supongo que porque la realeza europea empezó a casarse. Coincidió con la boda de los actuales Reyes, se casó Máxima de Holanda, y así uno tras otro se casaron los príncipes y princesas europeos. Las señoras veían en las revistas los sombreros y tocados, y ya empezaron a pedirlos, a quererlos llevar.
En aquella época estábamos sólo Rosario Berrocal, que empezó primero, y yo. Después llegó la crisis y a eso se unió que muchas señoras empezaron a hacerlos en su casa y a venderlos. Coincidió también con que en internet se abrieron tiendas de materiales para hacerlos. Se creo más competencia. Empezaron a venderlos en mercadillos más baratos, pero es que a lo mejor las que los vendían no estaban ni dadas de alta. De eso hace como tres o cuatro años. Aquello me forzó a moverme y empecé a visitar tiendas en otras ciudades donde encajase mi producto. Nos sirvió para ampliar horizontes.
Yo estoy especializada en pamelas, en decoración con flores, pero han ido surgiendo personas que hacen otras cosas, a lo mejor más especializadas en novias, o en porcelana. Nosotras empezamos también a tocar la porcelana, pero ahora por ejemplo se han puesto de moda los tocados con metal.
O sea, que fue un poco la necesidad lo que te hizo crecer más allá de Málaga.
Claro, yo quería seguir facturando lo que facturaba antes de la crisis. Aparte la gente no estaba dispuesta a gastarse 200 euros en una pamela. En ese momento tuve que reducir personal y empecé a contratar solo en temporada. Me da mucha rabia porque somos un buen equipo y siempre tengo el miedo de que se vayan a otro sitio. Porque claro, las puedo tener ocho meses, nueve meses, pero el resto de los meses malos en los que no hay trabajo, no puedo. En ese momento es cuando empecé a buscar tiendas fuera que vendieran mi producto. Lo bueno de eso es que tenían que hacer los pedidos en noviembre y diciembre para entregarlos en febrero, entonces me rellenaban también esos meses malos de trabajo aquí en el taller.
Laura, aunque tengas personal tienes un servicio muy personalizado, la clienta malagueña viene y tú diseñas con ella lo que me mejor le vaya, ¿no?
Todo se hace a medida, sí.
¿Cómo es vender, por ejemplo, a tiendas multimarca en las que no tratas con la clienta?
Lo bueno es que con las tiendas multimarcas trabajamos igual. Ellos lo que venden a la clienta es un tocado personalizado y se le puede hacer en cualquier color a juego con el traje que se compre allí. Por ejemplo, en Jaén hay una tienda que vende mucho que se llama Ángela Serrano. Me compran la colección y se les manda, y si alguna clienta quiere algo en concreto se le hace. Es verdad que no podemos estar allí con la clienta pero sabemos que ellos tienen el mismo interés que nosotros en vender y mucha profesionalidad.
Laura ¿hay modas y tendencias en esto, va cambiando cada año?
Sí, claro que hay modas, por ejemplo estos últimos años se lleva mucho el canotier, se llevaron mucho las flores grandes en un momento dado, ahora vuelven otra vez las flores pequeñitas en los tocados y las pamelas, que para mí era algo difícil de vender, y es lo que más se vendió el año pasado.
En lo que ofrecemos estamos muy a la vanguardia en los materiales de sombreros y tocados porque viajamos mucho, compramos en la ferias internacionales de materiales, como en la Prèmiere Visión de París, y pasa igual que con la moda, que cambian colores y materiales.
Me da la sensación de que eres una persona que necesita estar muy estimulada con lo que hace. Que te llene mucho. ¿En estos años no ha habido ningún momento que te hayas cansado?
Es cierto que necesito que me guste mucho lo que hago. Y a mí lo mío me encanta, pero sí que es verdad que tengo muchas ganas de meterme en la moda y la ropa, pero ahí sí me desinflo porque sé que hay muchos y que hay muchas marcas dándose codazos. Y cuando veo que me muevo un poco con lo mío y que vuelven a salirme nuevos clientes, me engancha otra vez.
Sí que me desinflé un poquito cuando fui madre. Tengo dos niñas de cinco y seis años. Primero porque me desbordo, porque me apetece estar más tiempo en casa, porque el taller me exige mucho, porque soy muy perfeccionista y me gusta hacer las cosas bien y estar encima y estar con la clienta, que además me demanda a mí. Al haber puesto mi nombre a la marca, recae sobre mí. A veces me he arrepentido incluso, pues es muy bonito porque está Laura Olea ahí para asesorarte, pero también me crea una dependencia con la clienta muy fuerte. El año pasado sufrí mucho estrés y me he propuesto estar más en casa porque lo necesito. Necesito estar con las niñas, necesito desconectarme un poco y no estar siempre encima del negocio y me salen muchos proyectos muy chulos, pero por otro lado, intento ver lo que merece la pena y lo que no.
O sea, lo que ya sabemos, que ser madre y empresaria es complicado.
Es complicado, muy complicado.
Y en ese momento, ¿sí que te planteaste dejarlo o solo parar el ritmo?
No me he planteado nunca dejarlo, pero sí me han salido ofertas de trabajo que me han hecho pensar si quiero seguir con lo mío o dedicarme a trabajar para un tercero; trabajar para una empresa, no ser autónoma. Y me ha hecho pensar que ganaría a lo mejor un poco menos pero tendría la tranquilidad de cuidar de mis niñas. La mujer empresaria lo tiene más difícil que el hombre. Y más si es especialmente perfeccionista. La empresa te demanda mucho trabajo, te demanda la casa, te demanda tu marido, te demandan las niñas, tienes que estar en el colegio encima de sus estudios…
Laura yo también soy de las que creo que por mucho que el hombre se implique con los hijos en la mayoría de los casos somos nosotras las que queremos estar ahí, las que tenemos esa necesidad que en el caso de ellos se da en pocas ocasiones. No lo tienen tan presente.
Claro, yo me he dado cuenta este septiembre que, como te decía, me dio un bajonazo muy grande. Y la única manera en la que he conseguido salir del bache ha sido echando horas con mis hijas, dedicándoles ese tiempo que sentía que tenía que dedicarles. Dejé de trabajar en noviembre y no lo he retomado hasta la semana pasada. Sólo eso me he curado y me ha sanado, y me he dado cuenta de que la única manera de sanar es haciendo lo que me dice mi corazón, que es estar más con mis hijas y no porque me lo diga mi marido, o porque no se pueda encargar más él, sino porque es que mi conciencia la que no duerme tranquila. Todos tenemos un límite en el trabajo, y ese límite lo he sobrepasado, pues me tengo que liberar y la única manera de liberarme es estar en casa y estar con mis niñas.
Decías antes que tienes un buen equipo, y tu madre también está aquí. ¿Cómo es tener a tu madre en el taller?
Desde hace unos años está menos porque me ayuda mucho con las niñas. Pero ella viene aquí y se lo pasa pipa. Le encanta. Para mí es un apoyo brutal. De hecho siempre que voy de viaje me la llevo porque es súper divertida y me río un montón, y siempre me da ánimos, ella va por delante de mí, siempre está pensando más allá y le encanta.
¿A tus hijas le dirás que sean empresarias o les dirás que mejor trabajen para otros?
A mí me gustaría que fuesen empresarias. Es algo que a mí me ha llenado siempre mucho, pero sé que es verdad, que creo que hay que nacer con eso en las venas, que te tiene que salir de manera natural. No todo el mundo vale. Mi marido me apoya en todo lo que hago, pero aunque es muy bueno en lo que hace, que es director financiero, no tiene esa vocación empresarial. Eso es algo que tienes que sentir.
En esta empresa hay que ir siempre dos años por delante. Ahora mismo no estoy pensando en la clienta de este verano, o de esta primavera, yo estoy pensando ya en la clienta de dentro de dos años.
Volvamos a estas piezas maravillosas que nos rodean. ¿Diseñas con la clienta cada una de ellas?
Un tocado te queda bien o no te queda bien. Cada uno tiene una cara, y tiene una fisonomía, y por mucho que una señora llegué aquí y diga que quiere un pamelón, si no le queda bien porque es bajita o su cara no se lo pide, por mucho que yo se lo diga, seguramente hasta que ella no se vea en el espejo no se va a dar cuenta. Es igual que con la ropa, a una señora los pitillos le quedan fenomenales y a otras les quedan mejor otro tipo de pantalones, pues con el tocado pasa igual. Una cara redondita te pide un tocado a lo mejor más alargado para que te estilice la figura. A una chica muy alta y delgada, una pamela le va quedar sensacional porque le va a bajar un poquito la proporción. Un pelo rubio con un tocado negro está sensacional, una chica morena con tocado negro pues no va a decir nada, los colores, sobre todo en la cara, dicen un montón. Por ejemplo el verde que se lleva este año es un color muy difícil para el pelo.
¿Se dejan asesorar?
La mayoría sí. Hay gente que busca algo muy especial, que en general se lo solemos hacer a medida o como ella quiera, o trae una foto y se le hace algo así, pero antes siempre les asesoramos y se prueban algo del estilo para hacerse a la idea de cómo les puede quedar.
Laura, ¿recuerdas alguna boda que las invitadas llevasen mayoritariamente tus creaciones?
En estos años ha habido muchas bodas que la mayoría de las invitadas llevaban sombreros y tocados hechos por nosotras. Es un producto también que se presta mucho. Así que en una misma ceremonia ha podido haber hasta treinta tocados míos.
Dices que es un producto que se presta, ¿un sombrero, una pamela o un tocado solo se pone una vez?
No, pero hay gente que se lo hace muy a medida para un traje concreto y si ese traje no lo quiere repetir nosotros permitimos que nos lo traigan de vuelta y si es posible le cambiamos algo para que se lo pueda volver a poner. No se puede cambiar el color entero a una pamela o a un tocado pero sí le podemos cambiar la flor o cambiarle las plumas, darle otro aire, para que lo puedan reutilizar.
Siempre he tenido una duda. ¿ Se puede llevar tocado, pamela o sombrero por la noche?
Tocados sí, pero más pequeños. Lo que no se puede llevar es algo que haga sombra, como una pamela. Pero hay muchos detalles que se pueden llevar en el pelo por la noche.
¿Quién marca tendencia en esto de los sombreros?
Sobre todo las revistas, las bodas reales, las bodas de renombre. Por ejemplo si se casan Cayetano y Eva González esa boda me trae muchas clientas que quieren copiar un look.
A nivel mundial, o al menos en Europa, España es el país que hace las cosas más bonitas. Inglaterra tenía fama pero se ha quedado estancada en la Reina de Inglaterra y lo que lleva, y no salen de ahí. Francia hace cosas muy bonitas, pero no las vende bien. En España sí hay muchas bodas y la gente se quiere arreglar mucho, pero es que en Francia no se arreglan. Le pasa un poquito como a Cataluña, en Cataluña la gente no se arregla para las bodas, entonces no pueden vender bien el producto. Pero es que en Andalucía se vende mucho, y en Madrid, y están empezando también en el norte. Nosotros estamos teniendo ahora nuevos clientes en el norte, que empiezan ahora a querer arreglarse. Se arreglan mucho para las bodas, pero todavía son como muy reacios a ponerse cosas en la cabeza. Y luego en Australia se están haciendo cosas súper chulas. Hay mucho nivel económico y se hace mucha vida social.
Hablabas del norte pero ¿nos da vergüenza todavía ponernos un sombrero?
No, ya no, los primeros años sí. De cinco a seis años para acá ha dado mucho cambio.
En el día a día no nos atrevemos con lo bonito que queda…
En el día a día están más acostumbradas las señoras de norte o de Centro de Europa que hace más frío. Aquí por nuestro clima no hay costumbre.
Si te soy sincera me he llevado una sorpresa con tus precios. Pensé que eras mucho más cara. ¿Por qué tienes esa «fama”?
Y soy consciente de ello. Tengo fama de cara porque cuando empecé la gente no sabía lo que costaba esto, ahora la gente sí sabe lo que cuesta un sombrero. Han venido y se han ido fuera de mi marca a ver lo que cuesta un sombrero, a comparar. Después de muchos años viendo que un sombrero cuesta entre 150 y 250 euros ven que estoy en precio, pero hay gente aún que cree que no bajo de los 500 euros. Y no es verdad. Lo más caro que he hecho no pasaba los 290 euros. Pero yo creo que es por eso, porque empecé de las primeras. Evidentemente no puedo poner el precio al que venden los chinos porque esto es un producto exclusivo, hecho a tu medida y de manera artesanal con materiales de primera. No tiene nada que ver.
¿Cuánto tiempo de trabajo tiene un sombrero tuyo?
Varía, pero llegamos a tardar dos o tres días en hacer una pamela. Piensa que el secado del tinte del color de la pamela tiene que hacerse sólo, al tiempo natural de un secado, no puedes forzarlo. El tejido tiene que absorberlo porque son fibras naturales que se absorben, entonces tengo que esperar que se haga solo. Eso es sólo un ejemplo. La costura, en encolado, el molde…todo eso lleva su tiempo. Hasta las flores que lleva se hacen para ese tocado. Y es igual, hay que hacerlas, teñirlas, todo es muy artesanal.
¿Existen dos sombreros iguales con tu firma?
Todo es personalizado, es muy difícil que coincida. Sí se venden cosas tal cual en el taller, cosas que tenemos de exposición, pero casi todo el mundo que viene es porque lo quiere personalizar. Un modelo puede coincidir pero a lo mejor cambia el color, o que le hayamos puesto plumas o una flor grande.
Me decías cuando me enseñabas el taller que tienes unas clientas muy fieles.
Sí, tengo unas clientas muy fieles. Tengo un público objetivo muy bueno que es o la madrina de una boda, o la madre de la novia, o las hermanas o familia cercana a los novios. Es verdad que también tengo señoras que se quieren dar el capricho de hacerse un traje a medida y luego vienen a hacerse la pamela a medida. También personas que son más inseguras que no saben qué ponerse porque a lo mejor nunca se han puesto nada así en el pelo y me piden asesoramiento. Eso pasa muchas veces, incluso a señoras que están acostumbradas, necesitan que las asesores. Todos los días una no se pone una pamela y un tocado. No es lo mismo que un bolso que llevas todos los días o un vaquero, que ya sabes cuál te queda bien o cuál no y tienes un gusto más formado. De hecho aquí nadie viene solo, todo el mundo viene acompañada con su hermana o con su amiga.
Como si fuera una novia…
Siempre vienen en grupo. Aquí vienen cuatro o cinco siempre a asesorarla porque no sabes qué llevar el día tan especial.
¿Quién te manda a las nuevas clientas?
Una clienta que queda contenta te trae a otra. Además tenemos a los modistos son muy amigos nuestros. Montesco, Ángel Palazuelos, Miguel Ángel Ruíz, Jesús Segado o Javier Alcántara saben el estilo que tenemos, cómo trabajamos y nos mandan a sus clientas. Nosotras hacemos lo mismo, como conocemos el estilo de cada uno también les mandamos clientas. Nos llevamos muy bien y tenemos muy buena relación.
Me decía Rafael Urquizar que con las redes sociales la gente muchas veces se vuelve loca porque todo le gusta y no sabe lo que quiere. ¿Te pasa a ti también?
Para mí, hasta ahora las redes sociales han sido un aliado. Y te confieso que corro el riesgo de que me copien, pero es verdad que es un escaparate de la marca. Y me han copiado, todo el mundo copia. Pero yo tengo muchas clientas de fuera porque ven mis trabajos en Facebook. Tenemos una clienta francesa que cada vez que viene a Marbella pasa por el taller y todo eso es por redes sociales. Pero las redes sociales también hay que trabajarlas y tenerlas muy nutridas.
Laura, ¿hacia dónde vas ahora? Supongo que después del momento de reflexión que has tenido habrás tomado otras decisiones.
Ahora mismo, lo que más me apetece es un proyecto que me han ofrecido y que me ilusiona mucho. Se trata de hacer flores para ropa, que es lo que nos están demandando desde fuera. Tenemos marcas fuertes de ropa que venden en el extranjero, y van a todas las ferias internacionales para vender su marca y necesitan, además de asesoramiento, que les resolvamos una flor, un cinturón, un aplique de solapa; que se lo demos ya hecho según el diseño.
Ese proyecto me apetece mucho porque vamos a trabajar de otra manera, no vamos a trabajar todo en el taller sino que habrá que usar talleres externos. Es un reto, pero estoy muy ilusionada.
Fotografía: Lorenzo Carnero Redacción: Ana Porras
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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.