Kristina Szekely. Recuerdo la primera vez que supe de ella, que supe que Kristina existía. Fue hace muchísimos años, creo que todavía debía estar en el colegio o en BUP. Volvíamos de un viaje con mis padres, que o fue a Italia o a Las Canarias, entonces, si lo recordáis, lo de viajar no era tan común ni frecuente como ahora. Nada más que el aeropuerto ya era toda una experiencia. Bajamos de aquel avión y al entrar en la terminal lo primero que vi fue una enorme fotografía de Kristina Szekely en un cartel. Avanzábamos hacia salida. Y el cartel se repetía. Me llamó la atención. Hasta el punto de que aún lo recuerdo. Y os aseguro que aunque no recuerde la fecha exacta sí recuerdo lo que pensé. Me pareció una mujer como las que salían en ‘Texas’o ‘Dallas’, una mujer con ese aspecto poderoso. Una mujer que era capaz de crear toda una marca de empresa en torno a ella, a su imagen, a su personalidad, cuando aún nadie lo hacía.
Después, hemos coincidido en multitud de ocasiones. La invité al primer almuerzo de empresarias que organicé cuando tenía la revista en papel. Sería 2008. Quizás fue por mis ganas de conocerla.
En estos años he podido constatar que Kristina es una de esas mujeres activas, poderosas, que le pide a la vida todo pero a la vez muy pocas cosas, aquellas que le hacen feliz. Es fácil encontrarla en un almuerzo, en un evento, en una noche de inauguración, en una gala o en una discoteca de fiesta. Kristina es de esas personas que nunca sabes la edad que tiene, y no porque ella no lo diga, sino porque tiene una alma joven, cargada de vitalidad, de ganas de hacer, de estrujar el tiempo en su carrera imparable.
Durante estos años su cara ha seguido ocupando mupis y vallas de publicidad. Durante estos años ha sido una referencia en el sector de las viviendas de lujo en la Costa del Sol. No hay programa de televisión que se precie que al tratar estos temas no haya contado con ella. Por algo será. Para ser buen comercial primero tiene que venderse uno, y ella lo ha conseguido.
Húngara, de Budapest, llegó a Marbella hace más de 35 años. No me quiere decir exactamente la fecha porque dice que si no hacemos cálulos y descubrimos su edad. Se mantiene muy coqueta en eso.
Llegó a una ciudad que poco tiene que ver con lo que es hoy. Imagino que en aquella época ni era húngara ni era de Budapest, a los ojos de mucha gente sería una sueca más de las que llegaban a la Costa del Sol cuando Torremolinos era ‘lo más’ y Pajares y Esteso se dedicaban a intentar ligar en la playa.
Kristina es lista, muy lista, y en seguida supo ver las posibilidades inmobiliarias de Marbella. Llegó siguiendo a su madre y su hermana que ya vivían aquí. Ella por entonces residía en Suecia.
Siete idiomas y un talento natural para las relaciones públicas han sido cruciales en la trayectoria personal y profesional de esta mujer de mirada cristalina que completa cada día su agenda, desde hace 20 años, para mantenerse ocupada y no sentir el vacío que le dejó su compañero, el artista granadino Antonio Cienfuegos, con su partida.
Quedamos en la oficina que tiene en primera línea de Puerto Banús. Hace un día casi veraniego. «Qué suerte tenemos de vivir aquí, Ana”, me dice mientras carga un coche de cuadros que hay que trasladar a otro lugar. Acaba de llegar a la oficina y antes de escaparnos a tomar algo a una terraza, repasa algunos temas con su personal.
Kristina, ¿Tu madre por qué decide venirse aquí?
Se vino con mi hermana, porque escucharon que en el Mar Mediterráneo se podían bañar todo el año. Y mi madre, mi hermana también, eran muy nadadoras. Una tía nuestra les había dicho que la Costa del Sol era algo especial. En esa época lo que estaba de moda era Torremolinos, Marbella todavía estaba empezando muy poco a poco.
Tu madre trabajaba, ¿verdad?
Mi madre era fisioterapeuta. Aquí tenía mucho trabajo, muchos pacientes.
¿Y en qué momento te vienes tú?
Pues yo vine de vacaciones. Y me pareció un sitio completamente diferente a lo que tenía en Suecia. Y me gustaba y tenía para seguir los estudios, pero no seguí, me vine aquí, y empecé muy pronto en el tema inmobiliario.
En Suecia aprendí muy bien varios idiomas. Vine ya con alemán, inglés, francés y español muy poquito pero lo aprendí muy rápido. Mi hermana tenía un marido español, y claro, eso nos unió a todos.
Empezaste a trabajar en una promotora, ¿no?
Sí, un año.
¿Y por qué decidiste montar tu empresa, Kristina?
Yo creo que salió así porque me lo pedían los clientes. La gente me conocía, no había muchas chicas jóvenes hablando idiomas. Los que querían comprar me preguntaban por propiedades y los que querían vender también me preguntaban si les podía vender su casa porque sabían que yo conocía a mucha gente. Siempre me ha gustado conocer a las personas, es lo que más me gusta, conocer gente, y conocer a la gente bien. Tengo mucha facilidad de conectar, entonces al conectar con las personas veían que podía tener un posible candidato para que les buscara o les vendiera su propiedad, y así empecé.
¿Cómo recuerdas aquellos primeros años en Marbella?
Había muy pocas inmobiliarias, ahora hay una cada cien metros. Yo conozco la inmobiliaria a la perfección. Llevar una inmobiliaria es complicado. Mucha gente tiene una idea errónea de lo que es llevar una inmobiliaria, porque se ven casas caras, casas buenas, y ven la posibilidad de beneficio, y creen que es una cosa fácil y te aseguro que realmente no lo es.
¿Tú empezaste ya con las casas de alto nivel? En aquella época tampoco habría tanto nivel aquí en Marbella.
Cuando empecé tenía primero la oficina en Marbella, y tuve la posibilidad de tener una oficina en Puente Romano. Cuando abrí en Puente Romano cambió el panorama, porque cuando estás en un sitio mejor, la clientela también se mejora, como estar aquí en el puerto. Puerto Banús es un sitio muy especial también porque por aquí pasa todo el mundo, es divertido porque te entretienes y como estoy trabajando y me gusta, pues también me gusta que me entretenga mi trabajo a la vez. Si estuviese escondida en una oficina en otro lugar, que seguramente iba a ser mucho más barato, no me iba a divertir lo mismo. Mis amigos pasan por aquí y vienen a saludarme. Te mantienes en contacto continuamente y eso me gusta mucho.
¿Cómo conociste a tu marido?
Lo conocí en Marbella. Yo creo que una primavera.
¿Y te enamoraste?
No, no fue tan rápido. Él venía, se iba, venía, se iba y nos veíamos. Por casualidad nos vimos muchas veces, y así creció una amistad, y después un amor.
Vaya, que no fue un flechazo.
Sí había un interés pero tardamos bastante en hacernos novios.
Él era de Granada. ¿Qué te parecían a ti los españoles en aquella época?
Pues igual que ahora, me encantan.
Viviendo de Suecia, ¿no te chocó nada?
No me choco nada, es completamente diferente el ritmo, la forma de hacer la vida aquí. Yo siempre decía que los españoles trabajan para vivir y en el extranjero viven para trabajar y la diferencia es que aquí la gente disfruta de la familia, del ocio, de tomar una cerveza juntos, de tomar un café… Hay un intercambio de amistad mucho más fuerte que en cualquier ciudad de Europa, que suben al ascensor y no conocen ni a su vecino, se meten en su apartamento y tienen una vida que diría que es triste, de soledad. Aquí, como hay mucha gente de sitios diferentes, y con el clima tan bueno – fíjate que ahora estamos en invierno y hace un día de verano- se hace mucha vida fuera. Puedes hacer deporte en la calle. A mí me gusta andar todas las mañanas y antes patinaba.
Kristina, ¿cómo es tener de pareja a un artista?
Antonio en ese momento no era artista. Tenía el arte dentro, pero no era artista, era promotor. Compraba un terreno y lo transformaba, hacía casas tipo cortijos, hacía pequeñas urbanizaciones en La Herradura o en Almuñecar. También tenía plantaciones tropicales, fue de los primeros en traer el aguacate y mango. El arte lo llevaba dentro, pero hasta que no empezó a pintar por otras razones no demostró su arte en la pintura.
O sea que empezó a ser artista de mayor.¿Cuántos años estuvisteis juntos?
Estuvimos como veinte años juntos y siempre con una relación fantástica. Hay una anécdota muy bonita. La Princesa Soraya de Irán compró cuadros de Antonio, y siempre que me veía me decía: «Me despierto con el cuadro delante de mí en la cama y me da alegría y felicidad». Y yo le decía que a mí también, pero despertarme con el artista al lado.
Y en todos esos años que estuvisteis juntos, ¿nunca os planteasteis en tener hijos?
Yo creo que me gustaba tanto estar con él, estábamos tan bien juntos, teníamos esa unión tan fuerte…Yo lo pensé algunas veces pero no era el momento. Además él tuvo cáncer durante muchos años… Antonio tenía un hijo de una relación anterior.
¿Cómo afrontáis vivir tanto tiempo con el cáncer? ¿Se toma la vida de otra forma?
Intentas vivir con normalidad. Él tenía un cáncer de laringe y creo que dentro de los cánceres, es el que dicen que está más concentrado, que menos se expande. Teníamos visitas regulares a las revisiones. Tenía que ponerse radioterapia, que obviamente es un tema difícil, cansa, pero lo superó. Antonio nunca se quejó. Cuando íbamos a revisiones, siempre nos dábamos un homenaje antes de la revisión, porque no sabías lo que te van a decir y después de la revisión si salía bien, otro homenaje. Lo afrontamos con fuerza y naturalidad.
Pero se le pasó al pulmón. Lo operaron y dijeron que había un 50% de posibilidades de que después de la operación volviese a tener vida normal. Pero a la semana tuvo una hemorragia masiva y nadie sabe qué pasó pero no salió de aquello.
Supongo que para ti sería muy importante en ese momento tener a tu madre y a tu hermana aquí.
Bueno, yo tenía muchos amigos y tengo muchos amigos aquí. Mi madre no estaba en su mejor momento y mi hermana tenía su vida en Toledo. Los que estuvieron a mi lado fueron mis amigos.
En esas situaciones es cuando realmente se demuestra quién te quiere y quién no. ¿Te defraudó gente?
No, para nada, al revés. No me defraudó ninguno.
Kristina hablas de que tienes muchos amigos, ¿cómo crees tú que has conseguido eso, esa amistad? ¿Cuidándola? ¿Fomentándola? ¿Hay que dar muchas veces más de lo que uno recibe?
Siempre intento conectar con todas las personas que conozco, de buscar puntos en común, puntos que con los que disfrutas, el sentido de humor es muy importante, y a través de eso va naciendo una amistad. Este sitio es también muy de paso. Entonces, hay gente que a lo mejor ves una semana muy intensiva porque están aquí, pero luego se van y vuelven a los seis meses o hay gente que vienen aquí todo el año y a la que ves más frecuentemente. Últimamente, las amistades las tengo un poco más aparcadas porque estoy trabajando mucho, más que antes. Antes tenía más personas en el equipo, ahora estoy esforzándome mucho para volver al nivel que tenía y estoy consiguiéndolo.
Kristina, decías que esto es una zona de paso, y también que hay una inmobiliaria cada cien metros. Es verdad que cuando la economía mejora empieza a llegar gente abriendo inmobiliarias pensado que esto es la panacea.
Yo digo que «montándose al carro de oro”. Yo intento ir de frente, no preocuparme mucho por lo que hacen los demás, ni de meterme en profundidad si lo hacen bien o mal porque no tengo nada que ver con ellos. Tampoco estoy aquí para enseñar a los demás, yo intento hacerlo bien, enseño a mi equipo cómo hacer las cosas y que me sigan. Y hay mucha gente que ha estado en mi equipo y que después han montado inmobiliarias, es como la escuela de Kristina. He llegado a tener 200 empleados, ahora somos 40.
Y al menos en esta oficina he visto que todas son mujeres.
Bueno, hay algún chico pero pocos. El porcentaje de hombres es como de un 20%.
¿Y eso? ¿Por algún motivo?
Yo creo que los chicos son muy buenos, muy técnicos pero creo que la mujer tiene más contacto, empatiza más con el cliente hombre y el cliente mujer. Mientras que el hombre tiene una forma de presentar muy buena, conoce muy bien lo que hace, pero son diferentes. Yo creo que la mujer es, quizás, más flexible, más paciente, más perseverante, pero hay chicos que también lo son, por eso tengo chicos también.
Kristina, en todos estos años te has movido en una Marbella de mucho nivel, incluso en la de la época de de la jet set.
Bueno, eso forma parte de los que vivimos aquí. Tú cuando estás en Marbella también formas parte. A mí me encanta, soy muy intensa. Me encanta mi trabajo, pero también me gusta la vida social. Me gusta salir, y no necesariamente para buscar pareja porque llevo casi veinte años sola, sino que me encanta la música, el baile, las relaciones con las personas, sentir, vivir, vibrar.
¿En estos veinte años viuda no has conocido a nadie que te llenase?
Si te digo la verdad, sigo sola. Soy una mujer independiente. Hoy en día la mujer puede viajar sola, puede salir sola, antes una mujer no llegaba sola a un sitio, no es como ahora. Pero desde hace mucho tiempo llego a un sitio, y aunque vaya sola normalmente me encuentro con amigos. Tengo amigas que eso les limita y no van solas a ningún sitio. A mí me da igual. No pienso que voy sola porque siempre voy a estar acompañada. Y si solo hay desconocidos pues así los conozco.
¿Has sentido alguna vez la envidia por ser una mujer a la que se le ha relacionado con el éxito?
Bueno, yo creo que eso existe, pero lo ignoro. Nunca tengo mucho tiempo para el chismeo. Intento buscar temas importantes y no perder el tiempo con esas cosas.
¿Cómo es el cliente que viene a comprar una villa de súper lujo?
Hay de tantos tipos… Muchas veces son personas que han tenido algún cambio en su vida en el extranjero o incluso en España, este es un sitio muy fácil para relacionarse, para hacer amigos, aquí viene gente importantísima que en su país nunca los ibas a poder conocer, sin embargo cuando llegan aquí quiere conocer gente local, se abren más que en su propio país. Con la vida social que hay en Marbella es muy fácil que alguien los introduzca y que conozcan a personas que están en su misma situación. Los compradores son muy diferentes dependiendo de las nacionalidades. El sueco se educa diferente al alemán, y el alemán diferente al italiano, y el inglés diferente al turco. Lo que más me gusta es conocer diferentes tradiciones y culturas a través de estas personas que llegan aquí.
Pero también hay una Marbella de puertas para adentro, de gente con mucho dinero, de gente poderosa, de gente que a lo mejor no es famosa, pero que no quiere a lo mejor tampoco verse en sitios comunes.
En Marbella hay de todo. Hay gente que le gusta vivir en una casa en el campo, hay gente que quieren vivir en el centro para poder andar a todos sitios, hay gente que tienen su propio grupito de amistades y no quieren salir de ellas. Yo tengo la suerte de hablar siete idiomas y entiendo más, eso me permite relacionarme mucho más fácil, porque cuando tú hablas con alguien en su idioma se siente más a gusto, más libre. Yo creo que el fundamento de mi éxito ha sido tener tantos idiomas y mi capacidad de relacionarme fácilmente.
¿Cómo has vivido los años de esta última crisis?
Así, hilando, como un ingeniero financiero. Nunca me imaginaba que iba a durar tanto. Yo estaba preparada y tenía ahorros para cualquier cambio que se produjese, pero no esperaba una crisis tan larga. He apostado porque sabía que teníamos que salir y hemos salido, ahora ya estamos otra vez en una pequeña subida, no en un boom pero en una pequeña subida. Cuando dejaron de preguntar «¿Hasta cuándo van a bajar los precios los compradores?», te das cuenta que ya se terminó la crisis.
¿Cuesta mucho tener que cerrar una oficina?
Cuesta, pero si es lo que hay que hacer, se hace.
Fuiste pionera en eso de la marca personal. Recuerdo bajarme del avión en el aeropuerto de Málaga y lo primero que veías era una foto de Kristina Szekely. Eso no lo hacía nadie entonces.
Exacto, eso es hacer marketing, y nadie lo hacía. Me invitaban muchas veces a cosas, a eventos, para que vieran que yo estaba allí, con ellos. Me dio mucha notoriedad.
Primero empecé con mi nombre propio. Lo puse en vallas, lo puse en Puente Romano, en el Arco de Nueva Andalucía, en sitios bastante transitados y luego empecé con las vallas, con mi fotografía, le puse cara a la empresa para que me conociese el cliente.
Kristina para hacer eso ¿hay que tener un ego muy alto o confiar mucho en una misma?
Ni una cosa ni la otra. Yo creo que hay una diferencia entre poner la marca, que al final son cuatro letras, o nombres comerciales, o poner tu cara en cuanto al negocio de la inmobiliaria. Porque si pones tu cara, al cliente ya le habla una foto de una persona. Mientras que un nombre no saben quién es. Y la diferencia es que de esta forma hay una persona detrás. Una marca puede estar de moda, puede tener buen marketing, pero no sabes realmente quiénes están detrás. Creo que da mucha confianza ver mi nombre ahí. Tengo mucha suerte porque gente como vosotros, los medios, me habéis promocionado, incluso en la crisis han seguido promocionándome.
Cuando uno tiene doscientos empleados, ¿su mayor preocupación es vender casas y encontrar casas o su mayor preocupación es gestionar un equipo tan grande?
Yo creo que en un negocio lo más importante es que funcione, que funcione todo. Entonces, no es una cosa, es el conjunto de todas las cosas.
Encajar todas las piezas, ¿no?
Claro. Que la gente esté contenta y que todo funcione, y luego es importante siempre tener productos nuevos, cuidar muy bien de los productos, detrás de esa casa hay una persona, y que esa persona sienta que estás tratándola con la discreción necesaria, con el respeto que necesita. La gente habla de millones con un frivolidad absoluta, y para esa persona que vende o compra por varios millones o por doscientos mil euros -la cifra no importa- esa cifra puede ser el máximo de su vida, el fruto de haber trabajado toda su vida, o puede ser una pequeña inversión. Pero sea lo que sea, pienso que el respeto al cliente, el respeto a su dinero, se ha perdido.
En todos estos años te hemos visto salir, bailar y formar parte de esa vida social de Marbella al máximo. No me interesa tu edad para nada, me interesa que me cuentes cómo has sido capaz de mantener ese espíritu tan joven, esa energía.
Porque me gusta todo, sigo teniendo curiosidad por aprender, por ver, por conocer… Esa curiosidad es el motor dentro de mí. Y me encanta viajar y conocer, pero siempre que vuelvo a Málaga digo: «Qué suerte tenemos de vivir aquí». Y eso es una verdad absoluta, porque cuando salgo fuera voy a los mejores sitios. Cuando viajo me gusta conocer otros sitios, por si hay algún lugar que me he perdido, un sitio al que pueda ir a vivir unos meses. Pero este es el mejor sitio y es por el clima que hace, que te despiertas por la mañana, miras por la ventana y el cielo es azul. Te despiertas en un país nórdico o en Inglaterra y está gris oscuro. No es lo mismo, entonces el clima te acompaña, la alegría, y los españoles tienen tiempo uno para el otro.
Yo creo que el mundo ahora con tanto internet se está haciendo más solitario, porque, lo que antes hacían intercambiando y preguntando y aprendiendo juntos, ahora se meten en internet y preguntan ¿cómo y dónde? y tienen la respuesta en dos minutos. Entonces eso hace que la comunicación entre la gente sea menor. Ves a un grupo de jóvenes y cada uno está con su teléfono, sólo intercambian cuando se enseñan fotos, siempre con el móvil en la mano.
Perteneces, creo, a una generación de mujeres que vivían aquí en Marbella, que se relacionaban en unos círculos sociales concretos y hubo un momento que todas se hicieron operaciones de estética muy similares. Tú sin embargo, has sabido, y perdóname la palabra, has sabido envejecer. Has sabido mantenerte muy guapa sin volverte artificial.
Muchas gracias. (Se ríe) Pero creo que me toca ya hacerme algunas cosas. Tengo cantidad de amigos cirujanos, todos haciéndose muy amigos. Es broma.
¿Crees que la mujer tiene que saber también respetarse esa madurez?
En mi familia, mi madre, mi hermana y yo no hemos utilizado la técnica moderna de mantenerse joven en la cara. Y sí me lo planteo ahora mismo, pero no llego a hacerlo, no veo la urgencia quizás.
Kristina, ¿te has planteado la sucesión en tu empresa, o no piensas jubilarte nunca?
Si viene alguien y es una persona que realmente creo que puede seguir haciendo lo que yo he creado, me gustaría.
Pero no es fácil encontrar a esa persona. Soy muy activa, entonces no es «toma la llave y hazlo tú”. Tiene que ser alguien que tenga paciencia, que quiera aprender, que quiera conocer. Pero tiene que haber gente para seguir, claro que sí.
¿Te imaginas tú vida sin trabajar?
Bueno, yo soy activa, me gustan muchas cosas, no solo trabajar. Yo no soy de estar en casa mirando la televisión. La pongo solo para ver las noticias. Hay muchas actividades que me gustan, muchas cosas, aparte del deporte, lo que no tengo es mucho tiempo para leer. Mantener el contacto con todo el mundo también me ocupa mucho tiempo. Quizás no utilizo tanto Internet como otras personas, entonces hago muchas llamadas por teléfono para mantener el contacto e interesarme por mis amigos.
Y como no tenías cosas que hacer, te hiciste cargo también de la Asociación de mujeres Empresarias AMPREM…
Eso es una cosa que me encanta porque el sentimiento de responsabilidad es una cosa muy bonita, y lo haces para que la gente se relacione. La Asociación de Mujeres Empresarias (AMPREM) lleva como veinte años, y yo llevo unos doce con ellas. La señora que lo llevaba antes de mí, Nieves Schmaeing, lo hacía de maravilla, y me hubiera gustado que ella lo siguiera pero decidió no seguir y formamos un equipo nuevo. Pero siempre cuando tengo una duda se lo consulto a Nieves. Tenemos mujeres de mucho nivel y traemos conferenciantes muy buenos. No todos son empresarios, me gusta traer personajes que tengan una vida muy interesante.
Una vez trajimos a Carlos Herrera (se ríe) y fue un fallo, porque Carlos es tan atractivo como personaje, que pasamos demasiado tiempo haciéndonos fotos con él. Pero, es una cosa muy bonita.
Hasta hicimos un viaje muy divertido a Madrid. Nos recibieron en el Banco de España, nos bajaron en el ascensor hasta donde estaba el oro, nos enseñaron todas las salas, la colección de arte que tenían, fue muy interesante. Luego fuimos a comer a un sitio muy emblemático. Pasamos un día estupendo y hacemos excursiones algunas veces muy buenas.
Foto de una reunión de AMPREM de Yovanka Manolovic
Y además también es Rotaria…
El año pasado estuve en la presidencia y fue un año muy bueno para mí y para los demás. Hacer lo mejor por las personas a las que tú representas, igual que en el negocio, es enriquecedor. Y luego, tenemos las galas de verano que organiza quien está en la presidencia, que sea un éxito la gala, que todo el mundo lo pase bien, porque eso no es sólo para los rotarios. Hacer difusión para que la gente conozca lo que es Rotary, que es una asociación que tiene más de un millón trescientas mil personas por el mundo…
En el Rotary vamos cambiando la presidencia cada año, pero en AMPREM ya voy por el cuarto año.
¿Te has sentido algunas vez sola?
Bueno, no le doy tiempo. Desde que falleció Antonio, creo que mi ocupación se ha duplicado, cuando llego a casa no tengo tiempo más que para caer en la cama, y por la mañana levantarme. Creo que ocupo mi tiempo para no sentirme sola.
¿Tienes miedos? Porque muchas veces me parece que eres una mujer que vive sin miedo.
Cuando creo que una situación es incómoda me preparo para que no me sea incómoda. Tengo mucha visión de futuro, entonces lo que vaya a hacer intento preparármelo antes. La crisis fue como un tsunami, era difícil prepararse para eso pero en la vida normal intento prepara mentalmente donde voy y lo que voy a hacer, aunque sea cinco minutos, pero prepararlo.
¿Hemos aprendido de esta crisis o tú crees que vamos a volver a cometer los mismos errores?
Es que hay mucha gente que no ha vivido otras crisis, o no han vivido esta crisis de lleno, o han empezado en la crisis y no han conocido lo que ha sido la bonanza. Entonces, los ciclos van cambiando con las personas. Creo que ya he vivido cuatro o cinco crisis, y ésta ha sido la peor, y también quizás yo era más grande que nunca, entonces, puede haber sido más grande por eso.
¿Qué le pides a la vida ahora mismo?
Pues yo creo que seguir como estoy, porque tengo una vida muy llena.
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Fotografía: Javier Nuñez y Archivo de fotografía de Kristina
Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.