Inmaculada Dell’ Olmo. Si a mí me llegan a decir hace más de 23 años que iba a hacer esta entrevista posiblemente me hubiese extrañado. Hubiese pensado que yo para qué iba a entrevistar a la directora de mi colegio, si posiblemente en aquel momento lo que supongo que quería era perderla a ella y a todas las seños del cole de vista y sumergirme en el apasionante mundo de “yo ya soy mayor y me voy a la Universidad”. Pues así es la vida.
Posiblemente no recuerde ni una sola de las declinaciones que tanto se empeñó en enseñarnos en sus clases de latín. Bueno, mentira, creo que me acuerdo del ‘Rosa- Rosae’. Hasta ahí llego. Pero al igual que de otras profesoras que pasaron por mi vida en mi etapa escolar, me quedo con otras lecciones que me enseñaron. Esas no se olvidan, aunque en muchos casos vayan adquiriendo sentido con los años.
Si cierro los ojos aun puedo recordar los pasillos, las aulas, el sopor de una clase de una tarde de junio descontando las horas para las vacaciones, el murmullo en el comedor pendiente de que la seño que lo vigilaba no nos viese para esconder el pescado en la servilleta, los recreos jugando al `mate´ (aunque siempre fui poco hábil para los deportes y prefería animar) o ya en COU, en la terraza de las mayores, con la falda remangada para atrapar hasta el último rayo de sol, aunque fuese invierno. Aún puedo vernos organizando alguna obra de teatro aunque no fuese fin de curso, inventado algún juego. La emoción de ver papelitos que pasaban de unas manos a otras con mensajes por debajo de las mesas mientras la seña Pepi planteaba algún problema de matemáticas en la pizarra. Me recuerdo dibujando corazones en los márgenes del libro de mi compañera Edelmira, o escondiendo el Super Pop debajo del pupitre entre los libros. Era aquel ir descubriendo el mundo día a día en un devenir de días infinitos. Parecía entonces que el tiempo pasaba muy lento, casi sin percibir el tic tac de sus agujas. También me acuerdo de una profesora sustituta que una vez nos advirtió sobre eso: “Pues que sepáis que a partir de los 18 el tiempo cada vez pasa más rápido”. Cuantas veces me he acordado de ella. Supongo que tendría pocos años más que nosotras. Ahora le respondería: “Pues no sabes como vuela a partir de los 40”…
Aquellas pláticas con el sacerdote hablándonos de moral, de bondad, de ética. ¡Qué pereza me daban! Pero algo queda. Algo como eso que está saliendo últimamente en estas entrevistas porque ha coincidido así, el haber tenido en mi vida el salvavidas de la fe. Sobre todo en esos momentos duros en los que todos necesitamos una esperanza a la que agarrarnos. Quedan los valores, tan escasos en nuestra sociedad. Y quedan unos pilares sólidos que me han mantenido en pie aunque a veces me haya tambaleado. Qué profunda me estoy poniendo. Pero es que siempre lo digo, qué importancia tiene saber mucho de algo si luego no sabes relacionarte, o no sabes lo que es el compañerismo, o la justicia, o la prudencia, o si no sabes enfrentarte a los tortazos que nos da la vida, o si no sabes digerir el éxito sin que te creas que estás por encima de los demás…
Era mi cole. Supongo que también habría cosas menos buenas, además de la Física y la Química, seguro, pero ahora mismo no lo recuerdo. Puede que con el paso de los años lo tenga un poco idealizado, no lo sé. Igual que sí sé que no todas mis compañeras guardan el mismo recuerdo. Pero ese es el mío. Y esto empieza a parecerse a un artículo de la editorial. Será que como lo tengo abandonado busco la ocasión…
Inmaculada Dell’ Olmo y su cigarro en la parada con la seño Pilar Aquesolo antes de subirse por la mañana en el autobús. Otro recuerdo. Sigue fumando, pero antes yo le olía el olor a tabaco, ahora creo que hemos empatado en eso. Llevo meses queriendo hacerle esta entrevista por muchos motivos o porque sí, eso da igual. El destino ha hecho cosas extrañas y al final nos vemos durante sus vacaciones tomando un café en Los Boliches (Fuengirola) donde vive, donde desde que se casó ha vivido.
Tengo ante mí a una Inma con más años, me dice orgullosa que acaba de cumplir 60, como el que ha sido capaz de superar una meta volante más en la subida a la montaña. Cuando me dice su edad caigo en la cuenta de que cuando llegó a Las Chapas debía de ser muy joven, aunque a mí ya me pareciese una señora. No lo he dicho. Cierto. Inma es desde hace 26 años la directora del Colegio Las Chapas. Cuando llegó al colegio yo tenía 7 años, estaba en 2.º de EGB y seguro que en la clase había algún póster de Naranjito, así que la conozco de toda la vida. Muchas cosas de las que cuenta en la entrevista las viví como espectadora, como alumna. Con esta entrevistada llevo ventaja, no me ha hecho falta documentarme.
Tardamos un ratito en empezar con las preguntas mientras nos ponemos al día. Es casi como cuando hacía tutoría, durante muchos años fue mi tutora, pero esta vez es un verdadero de tú a tú. Me vuelve a llamar “Antoñita la fantástica” y me siento pequeña y con aquel uniforme burdeos, la falda picaba. Sigue poniendo esa cara de interesante cuando te escucha. Supongo que me llamaba así porque había veces que dejaba volar mi imaginación y parecía que vivía en un mundo paralelo.
Alguna bronca me he llevado también de la seño Inma. Pero es cierto que le tengo mucho cariño. Vive cerca de casa de mis padres y mis hijos estuvieron algunos años en el cole así que la vida ha hecho, por fortuna, que tampoco nos perdamos mucho la pista.
Como directora de un colegio de niñas tiene cierta responsabilidad con las que serán las mujeres del futuro y mucho qué decir sobre la sociedad actual. Las niñas ya no son como éramos las de mi generación, ni las seños, ni los padres. Son las niñas, seños y padres de ahora. Pero los colegios y las familias siguen siendo la base sobre las que se va construyendo la sociedad.
Inma está casada. Ella y su marido, Antonio, forman un matrimonio especial. De esos que cuando lo ves percibes que hay mucha complicidad. Cuando estábamos en el colegio a su marido le llamábamos “el pelirrojo”. “El pelirrojo” se ha convertido con los años en uno de los ginecólogos más reconocidos de Fuengirola… Tienen tres hijos: Antonio, Jose e Ignacio. Y la llegada de Antonio y Jose nunca se me va a olvidar. Inma sabe lo que es ser madre de dos hijos de un día para otro, sin los nueve meses previos de preparación. Demostraron entonces ser muy generosos y la vida les premió dos años después con un hijo más. Esta vez sí lo llevaría en su seno.
¿Cómo os conocisteis Antonio y tú?
Nos conocimos en el 84 en una reunión nacional de Jóvenes Pro Vida en Granada. Él venía de haber hecho otras ponencias y de estar en un congreso en Zaragoza. Terminó el congreso y “adiós muy buenas”. Estando ya en mi casa lo llamé por teléfono y le dije si quería venirse a ver la Semana Santa de Málaga.
Pero, ¿Por qué?. ¿Te gustó?
Sí, me gustó y quería volver a verlo. Cuando lo llamé por teléfono me dijo que tenía familia en Málaga y que se venía. Llegó un Miércoles Santo. Como siempre pasa, éramos veinticinco mujeres y dos hombres, y empezamos a salir en grupo. Le enseñamos toda la costa, y el Domingo de Resurrección antes de irse se me declaró.
¿Ya habías terminado la carrera?
Sí, estaba trabajando en ‘Las Chapas’. Conocí a Antonio en el año 84 y yo entré en el cole en el año 82.
¿Cuánto tiempo fuisteis novios?
Pues dos años. Un año él estuvo en la mili en Zaragoza y venía los fines de semana y después ya se asentó aquí con la consulta. En octubre hacemos 31 años casados.
Entraste muy joven en el colegio…
Sí, entré en el cole con 24.
¿Y enseguida fuiste directora? De eso no me acuerdo…
No, estuve llevando en un principio la orientación de padres y estaba encargada de 3.º de primaria. Eso desde el 82 hasta el 85. En el año 85 empezamos a formar parte del grupo Attendis, y estuve de jefe de estudios desde el 85 hasta el 91. Y en el 91, hace veintiséis años empecé de directora.
En cualquier caso ser jefa de estudios también implica cierta responsabilidad para una persona tan joven. Supongo que debían confiar mucho en ti…
Cuando terminé la carrera empecé a hacer sustituciones en el colegio Sierra Blanca en Málaga, y daba también clases en unos talleres donde se preparaban a chicas que no habían terminado los estudios para sacarse el graduado escolar. Fue entonces cuando me llamaron de Marbella. Me parecía que estaba super lejos y mis padres se opusieron. Pero a mí la enseñanza me ha gustado siempre muchísimo y me dije que lo iba a intentar. Lo que nunca podía imaginar es que mi vida iba a estar aquí.
Me ofrecieron la posibilidad de ser jefe de estudios y yo siempre he pensado que los retos hay que cogerlos. Pero teniendo en cuenta que al lado tienes un equipo. No cogería un reto donde estuviera yo sola. Pero en un trabajo que me gustaba y que me gusta, y que tenía y que tengo muy buen equipo, encantada de la vida de asumirlo.
Inma, dentro de los colegios con dirección espiritual del Opus Dei, Las Chapas es un colegio un poco distinto, un poco más abierto…
Marbella es un sitio muy especial. Marbella es el mundo, Marbella es Europa. En el cole ahora mismo tengo 17 nacionalidades. Con lo cual es gente de pensamiento muy distinto, familias muy distintas en ese sentido, y luego no es una ciudad que tenga mucho arraigo familiar. Casi todo el mundo es de afuera. Hoy te encuentras con una familia que te viene del Líbano, mañana te viene otra de Eslovenia y pasado te viene otra de Madrid. Eso es fantástico. Dentro de un par de años me pre-jubilaré, pero es que yo no me hubiese cambiado nunca de colegio; por las familias, por el personal que tiene el cole, que solamente de profesorado podemos ser unas 70, pero es que es un equipo maravilloso, es que lo digo y me emociono.
El año pasado me hicieron un homenaje por los 25 años como directora. Soy de las que me intento enterar de todo lo que pasa a mi alrededor, pero esta vez me dieron la sorpresa. Entre un grupo de profesoras del colegio y mi marido lo prepararon todo. Al día siguiente de la fiesta del cole, que yo estaba reventada, quedamos para cenar en Marbella en el hotel Barceló. Estaban allí padres de antiguos alumnos, niñas de promociones anteriores, directivos de la empresa, mi madre con 88 años… Aquello fue alucinante. Es que tengo un equipo muy bueno, las cosas no salen por una persona, las cosas salen por un equipo, y ‘Las Chapas’ lo tiene.
Inma, insisto, Las Chapas en determinados temas es más light que otros colegios vuestros. Siempre me ha dado la sensación de que está más abierto al mundo, a la realidad social que vivimos…
A mí ese tema me hace mucha gracia. Y tú has sido alumna nuestra. Es verdad que nos lo dicen. Pero a lo mejor como yo estoy dentro no lo veo tanto. Y luego dentro de la zona en la que estamos hay quien dice que somos los más carcas. (Se ríe) A mí alguna familia me ha dicho que le gustamos mucho pero que somos muy tradicionales. Y a lo mejor el ser tradicional es porque pides que las alumnas vayan uniformadas correctamente.
Las directrices que marca la empresa son para todos los centros y todos los llevamos a cabo. Yo creo que muchas veces no son los colegios, yo creo que son las personas, el profesorado y las familias que los forman.
A mis alumnas en una tutoría les hablo de cómo les va o de las asignaturas pero también les hablo de Dios. Lo que no les voy a decir es: «Si no te confiesas te vas a condenar». Eso no. Pero es que eso no se le debe decir a nadie. Puede que haya gente que lo haya dicho, pero gente extraña hay en todos lados.
Yo lo que veo es que podemos ser más cercanas. Yo no soy amiga de mi alumna, yo soy su profesora, pero sí que me tengo que poner en su pellejo, en su edad, hablar con ella, ser natural…
En todos estos años, ¿cómo han cambiado los padres y las niñas? Porque han sido años de una transformación de la sociedad brutal.
Es que las familias que tenemos en los colegios son las familias que están en la sociedad, y que están en la calle, o sea la gente no vive en una burbuja, ni debe de vivir en una burbuja. La sociedad ha ido cambiando y las familias del colegio han ido cambiando. Lo que es verdad es que nosotros tanto antes como ahora intentamos transmitir unos valores que no tienen que pasar de moda, no hablo del tema religioso.
El que tú le enseñes a tu hijo simplemente a tener un respeto a los demás, el ser educado, el ser correcto; hablo de lo más elemental, y luego ya a partir de ahí el que sea buen compañero, el que sea un buen amigo de sus amigos, el que se esfuerce… La costa es muy particular para educar. Ahora ya menos, pero ha habido momentos, sobre todo con las niñas, que los padres te planteaban que para qué iban a estudiar. Entonces la política del esfuerzo y del trabajo cuesta muchísimo sacarlas para adelante.
Pero bueno, ningún padre quiere nada malo para sus hijos. Ahora mismo sí se nota que se implican un poco menos. Las familias de hace 15 años, no mucho más atrás, se implicaban más en la educación.
Pero parece que hay una tendencia también a la hora de exigir al profesorado, de protestar porque el niño ha suspendido un examen, de echarle la culpa al profesor, o es que me da a mí la sensación…
Ahora mismo hay una sobreprotección en lo que no tendría que haberla y sin embargo no protegen otras cosas. No digo siempre, pero muchas veces ante un problema que pueda haber de drogas o que pueda haber de alcohol en sus hijos, mucha gente mira para otro lado, puede que sea por miedo. No quiere saberlo, aunque se lo estés planteando…
¿Miedo o comodidad?
Pues yo no sé si es miedo o es comodidad. En muchos momentos pienso que es miedo, porque no saben cómo enfrentarse a eso. Siempre prefieren negar que eso esté pasando, que el problema exista. Hay mucha sobreprotección y sin embargo en otras cosas, como que sean los niños los que se defiendan o que estudien y aprovechen el tiempo, nos está costando mucho más trabajo.
También es verdad que ahora mismo la gente quiere mantener el estatus que tenía hace siete u ocho años y eso es muy difícil, pero lo quiere seguir manteniendo. Antes trabajaba menos, sacaban más económicamente y ahora para sacar lo de entonces tienen que trabajar más, con lo cual están menos tiempo en casa.
Y luego pienso, aunque yo he trabajado toda mi vida, que el papel de la madre es fundamental en la casa. Es fundamental porque entre otras cosas somos distintos el hombre y la mujer. Eso no quiere decir que un padre no lo haga fenomenal también, pero la madre o la mujer tiene una intuición o una serie de cosas que muchas veces es verdad que un padre no ve. Hablo en general, siempre hay excepciones.
El que no esté la madre en casa en un momento determinado, o si está en casa solamente pendiente del móvil… Es que esa es la realidad, porque te lo cuentan las niñas: “Es que mi madre está en mi casa pero está toda la tarde con el móvil”. Los hijos necesitan que los padres los escuchen, que escuchen sus problemas, que a lo mejor para ti no es un problema que su cantante favorito haya tenido un accidente, pero para la chavala de catorce años sí lo es. O para una niña de siete años el que su amiguita le ha dicho esto o lo otro. A los hijos hay que oírlos.
Inma, recuerdo cuando yo estudiaba en Las Chapas ya la mayoría de las madres trabajaban…
Sí, es cierto. Entonces trabajaban, lógicamente, pero también estaban muy pendientes de sus hijos. Yo voy y vengo del colegio en la ruta y por ejemplo es curiosísimo que a la mayoría de los niños los recogen los abuelos, antes eran sus padres los que iban a buscarlos a las paradas.
Yo creo que es que no nos queda otra. Además, Inma, en el colegio siempre fomentabais que estudiásemos una carrera, que fuésemos independientes, que trabajásemos… Yo reconozco que eso lo tengo tan grabado a fuego que me cuesta más estar toda una tarde dedicada al 100 % a mis hijos que delante del ordenador. Y no os estoy echando la culpa. Pero creo que esa educación que recibimos también de nuestras madres es la que nos hace sentirnos mal si desatendemos nuestra faceta profesional a la mayoría, que a su vez cuando dedicamos mucho al trabajo nos hace sentir que desatendemos a nuestros hijos…
Yo precisamente, y hablo a título personal, he dado clases en secundaria o antes en el BUP y siempre he dicho que tú no te puedes quitar el privilegio de poder estudiar una carrera igual que un hombre y de sacar una casa adelante igual que un hombre, pero a la vez, que sepas que tú tienes que poner una lavadora pero también la tiene que poner él. O sea, los hijos sí que es verdad que los vamos a parir nosotras, hoy por hoy es que no queda otra, pero luego también es verdad que la situación de una familia debe ser compartida por los dos, pero nosotros sí educamos en ese sentido. O sea, nosotros no educamos a las niñas para que no trabajen, ni para que sean mujeres floreros, que sigue existiendo ese pensamiento. Y sigue existiendo ese pensamiento en matrimonios jóvenes con niñas pequeñas que te dicen: “Yo si mi hija el día de mañana encuentra un chico estupendo que le resuelva la vida…» Eso sigue existiendo y me parece una auténtica barbaridad. Hay quien te dice que quiere que su hija estudie en un sitio determinado porque se va a encontrar a un perfil determinado de chico que le va a solucionar la vida, y la vida da tantas vueltas que nunca sabes realmente lo que te vas a poder encontrar…
Educamos a las niñas, porque es un colegio de niñas, para que sean mujeres felices, o personas felices mejor dicho, no para que estén simplemente con una fregona, aunque también debe saber fregar, debe saber economía, y debe saber manejar una familia y muchas cosas más.
En todos estos años, ahora que dices lo del colegio femenino, se os ha dado mucha caña con lo de la educación diferenciada. Parecía que separar a los niños y a las niñas era lo peor del mundo, ¿cómo habéis vivido todo eso?
Pues mira, la empresa tiene ahora mismo casi 12mil alumnos y somos la primera empresa educativa del sur de España en el sector privado. Estamos hablando de 21 colegios y 4 guarderías. Yo creo que es que en lugar de ser más tolerantes, tenemos una sociedad mucho más intolerante.
Esto es una opción más. Nosotros no decimos: «Esta es la mejor educación que hay». No. Ofrecemos este tipo de educación, y si usted quiere la coge y sino no. Pero como estamos acostumbrados a hablar sin pensar…
Hace tres años estuvimos viendo colegios otra directiva y yo en Londres. Vimos colegios privados y públicos de niñas, de niños y mixtos. Yo creo que esa mentalidad, sinceramente, de que lo que se está intentando es segregar, es una tontería. Ahora que tengo la oportunidad de decirlo lo digo. Creo que hay gente que le ha podido ir muy mal, cuando a lo mejor era niña en su colegio, y a lo mejor el colegio no era mixto, y eso lo tiene guardado en la cabeza. Yo he estudiado en un colegio de niñas, y luego hice el COU en un colegio mixto y mí no me paso nada y ninguna de mis compañeras tiene ningún trauma.
Hay una edad entre los nueve o diez años, y los dieciséis, que las niñas van por delante de los niños y eso es real. Se hacen mayores antes, el proceso madurativo es distinto. Si en ese momento puedes dirigir sus estudios por separado tendrás un mayor rendimiento. No tiene más, porque la sociedad es mixta.
¿Cómo han cambiado las seños?
Hay muchas seños de cuando tú estabas, aunque ha ido entrando gente nueva. Las que entran nuevas son de otra pasta. Las seños que llevan muchos años, y por los muchos años hablo de a partir de más de diez años, quieren mucho al colegio, lo ven como parte de su vida. La gente que entra más jovencita, más nueva, se tiene que ir haciendo, lógicamente. Es verdad que la entrega del profesor de hace veinte años no es la de ahora, eso sí es cierto. Pero hay mucha gente buena que se implica y se involucra.
Inma, se suele acusar al Opus Dei de que les gusta mucho el dinero, sin embargo de los colegios privados de la zona sois de los más económicos. Eso siempre me ha llamado la atención. Al igual que no os veo en los rankings de colegios que aparecen en determinados medios y que todo el mundo sabe que en la mayoría de los casos es publicidad pagada.
A ver, yo creo que como todo en la vida, el prestigio de un centro educativo y de una empresa se lo gana uno día a día.
La empresa tiene una política que es intentar ayudar a la familias. Nosotros no tenemos ningún tipo de conciertos. Los conciertos estuvieron en su momento, luego se quitaron, se volvieron a pedir y se nos denegaron por el ideario y por educación diferenciada.
A nivel de empresa hay una política de ayuda. Por ejemplo, el tercer hijo tiene ayudas. A partir de una renta determinada de la familia pueden solicitar becas. Todos los años durante el mes de marzo mandamos a todos los padres del colegio un cuestionario para rellenarlo que tienen que aportar junto a la declaración de la renta. Y entonces hay muchísima ayuda a los padres. Es verdad que hay un coste, pero es que ahora mismo ni el profesorado tiene a sus hijos totalmente gratis, por la ley que sacó Montoro hace 2 años.
Nosotros las actividades como excursiones y salidas del colegio no las cobramos. Si nuestras niñas pueden ir todas a Sierra Nevada, van todas a Sierra Nevada y si no, no se hace la actividad de Sierra Nevada.
Es verdad que hemos hecho un estudio de mercado y de los colegios privados españoles somos los más baratos de todos y los que más ayudas estamos dando. Ahora mismo tenemos entre los dos colegios, entre «Ecos» y «Las Chapas», alrededor de unos 1000 alumnos. Somos los únicos colegios que tenemos desde los seis meses hasta segundo de bachillerato.
¿Cómo vivisteis la crisis? Porque hay muchas familias a las que realmente les supone un esfuerzo tener a los niños allí.
Bueno, yo diría que a todas. Nosotros tenemos un estatus de familia de todas las clases sociales, o sea yo puedo tener a la hija de un señor que tenga un puesto de pescado en el mercado, y de hecho lo tengo, y es un trabajo tan digno como otro cualquiera, o puedo tener a la hija de un gran empresario. La crisis les ha afectado a todos. En la costa fuimos los primeros que entramos en la crisis. Hubo mucha gente que apostó por continuar, hubo otras familias que a pesar de poder flexibilizarle un poquito los recibos se tuvieron que marchar. Pero muchos, gracias a Dios, han vuelto. Los peores años fueron 2013 y 2014 y luego ha ido remontando un poquito. En Las Chapas tenemos actualmente 645 alumnos.
Inma, además de poder pagarlo cualquiera no entra en el colegio, tiene que pasar una entrevista y que los admitáis. Me consta que no sólo valoráis al niño, sino a la familia al completo.
Es lo primero que valoras. Porque el niño viene con una mochila detrás que se llama su familia. Hay gente que a lo mejor, lo que le puede interesar del centro es que tenemos la jornada completa. O gente que le puede interesar que el colegio está en frente de casa, o gente que ha oído que tenemos un buen nivel de inglés… A los padres lo que les decimos es que el colegio no es un aparcamiento de niños. El colegio te va ayudar a lo más difícil que existe en este mundo, que no existe un máster para esto, que es educar a tus hijos. En ese sentido nosotros vamos a colaborar contigo, pero tú tienes que poner lo más importante que es estar pendiente, asistir a las reuniones y preocuparte por ellos. Y no solamente porque tengan una nota, porque las notas ya sea un 5 o un 9 no dicen cómo es la persona. Hay gente con notas muy bajas y con mucho bueno dentro y gente con notas muy altas que no valen como persona, y eso nosotros lo vemos en nuestra vida todos los días.
La entrevista a los padres la hace el comité directivo. Preguntamos ‘el porqué de que quieran entrar’. Dentro de ese porqué, te pueden decir lo que quieran. También es verdad que después de tantos años tú ya vas viendo… Lo que más valoramos es que sea una familia que se preocupe por sus hijos, que sepa dónde está, que sepa que a sus hijos los vamos a educar en valores y dentro de la fe cristiana. Me da igual que sea un musulmán, como tenemos en el colegio, que sea un judío o que sea un católico, exactamente igual. Entonces, hay gente que entra y luego ellos mismos se dan cuenta de que no es su sitio, y otra gente que está toda la vida escolar con nosotros.
Yo siempre digo que preparáis a los alumnos para relacionarse con gente de muchísimo nivel, y para ser muy sencillo y estar con gente de menor nivel…
Perdona, es que la categoría de una persona está en que sepa tratar con todo el mundo, que vea a todo el mundo igual porque todo el mundo debe ser tratado bien.
Yo no tengo una tarjeta donde pone: “Directora”. Siempre he dicho que soy Inmaculada Dell’ Olmo, ahora directora y mañana cuando deje de ser directora seguiré siendo Inmaculada Dell’ Olmo. La gente vale por lo que tiene dentro, ni por la pinta que tenga externa, ni por lo que es, porque lo que es, se queda aquí, y la pinta también. A mí una frase que me encanta del Papa Francisco dice: “Nunca habréis visto cuando se muera alguien en un cortejo fúnebre que detrás del coche vaya el camión de la mudanza”. Y es verdad, todo se queda aquí. Toda la «tontería» en torno a lo material no te sirve de nada. A la gente hay que educarla para compartir la vida con cualquiera que tenga a su alrededor y con respeto.
Estamos en un momento en el que se repite mucho que el colegio no tiene que educar a nuestros hijos, solo darles formación académica. Yo en eso tengo ideas encontradas. Básicamente porque en ese sentido tengo mucho que agradecerle al colegio, es donde pasaba la mayor parte del día…
Eso es un error, lo que pasa que eso es lo más fácil. Lo más fácil es que tú te limites al tema académico. Para llevar el tema académico de un hijo para adelante en otros países ni siquiera hace falta que lo pongas en un colegio. Aquí en España no está autorizado que los niños se formen en casa. Enseñar es una cosa y educar es otra; entonces yo puedo estar dando una clase de latín o de historia del arte y a la vez de estar enseñando una serie de asignaturas y conocimientos, también estoy formando a la persona; no me puedo quedar solamente en dar conocimiento. Yo eso lo veo un error.
Inma realmente yo el problema que le veo es que en un colegio privado con un ideario sí sabes lo que le van a transmitir en cuanto a los valores, pero a lo mejor en un colegio público en el que no existe ese ideario al final lo dejas en manos de lo que piense el profesor que le toca en cada momento…
Se que hay profesores estupendos en la enseñanza publica, que transmiten valores y una educación correcta basada en el respeto y el cariño al alumno. Y esos son una gran mayoría.
¿Seguís obligando en el comedor a comer la naranja con cuchillo y tenedor?( Con esta pregunta bromeo un poco. Cuando estaba en el colegio me parecía una tortura, después he agradecido esas normas de comportamiento)
Es muy desagradable comer teniendo en frente a alguien que come mal. Sí, insistimos mucho en el comportamiento en la mesa, en el autobús, en el recreo, y en que deben comer de todo; pero eso es una lucha tremenda, porque en casa no comen de todo. Ha habido niños que han visto un garbanzo y han pensado que era una cosa extraterrestre, niños españoles, no niños extranjeros.
¿Qué crees que es más importante para que esos niños se enfrenten luego a la vida; la formación académica o la formación humana que dais?
Es un colegio, nosotros tenemos que dar una formación académica del nivel más alto con la política del esfuerzo y del trabajo diario; luego está lo que ponga cada uno y la capacidad de intelecto de cada uno. Pero hay gente que termina con notas maravillosas, llega a la universidad y se estrella, y gente que ha terminado con un 5 y le va muy bien. Desde el colegio intentamos las dos cosas, buen nivel académico y una buena formación personal.
Hay vías para que a la vez que estás dando una formación académica, das una formación personal.
Pedís que las familias se impliquen con el colegio, pero vosotros también os implicáis con las familias. Los niños reflejan en el colegio los problemas de casa. Supongo que en todos estos años habrás vivido situaciones complicadas. ¿Cómo has llevado eso?
Y cómo lo sigo llevando… He tenido veinte y tantos días de vacaciones y ha habido días que me he propuesto apagar el móvil. Pero luego no lo hago. Esto es una cosa que llevas dentro. No lo haces por que te paguen, simplemente lo haces porque quieres a tu gente. O sea, yo no salgo del colegio a las 5.30, el día que salgo a las 5.30, me monto en la ruta y llego a mi casa a las 6 y me olvido. Es que el problema que ha habido de una niña, de una seño o de aquel padre que ha venido llorando por un tema personal… La cocinera que hemos tenido enferma y que se nos ha muerto…; entonces, son tantas cosas las que vas viviendo que no puedes cortar.
Yo comprendo que el que trabaje en un organismo público, por ejemplo, termina su jornada y se acabó. Pero creo que para el cura, el médico y el educador no hay vacaciones, y te preocupas muchísimo, y te inflas a llorar y pasas unos ratos malísimos. Y no me refiero a un accidente normal que puedas tener en el colegio, me refiero a la vida personal de la gente. Es que realmente estamos hablando de personas, no estamos hablando de un número. Una persona que tiene su nombre y su apellido y todo el mundo tiene una carga personal detrás, los chiquititos, los medianos, las mayores, la seño, el personal de cocina, todo el mundo. Es verdad que a veces terminas saturada. Lo que pasa es que yo ahí y eso lo quiero decir, tengo un apoyo impresionante de Antonio, mi marido. (Inma rompe a llorar emocionada)
Es lo que te iba a preguntar, ¿qué papel ha jugado Antonio? Porque antes decías que los médicos tampoco tenían descanso, y él es médico.
Es que yo no hubiese podido tirar de esto para adelante si no tuviera Antonio. Me ha apoyado en mi trabajo desde el primer día que me conoce. Igual que el sabía que yo soy de la Obra (Opus Dei), él no lo es. Es una persona con una muy buena formación cristiana y estudió en un colegio parecido a los nuestros en Córdoba, pero no lo es. Yo no buscaba a una persona que lo fuera, yo quería a una persona realmente que me quisiera y me respetase y poder compartir la vida con él.
Siempre me ha apoyado y hay veces que ha llegado a ser muy tolerante. Yo aguanto y aguanto pero luego descargo. Muchas veces descargamos todos en casa, que los que tenemos en casa no tienen culpa… Él siempre ha sido mi apoyo. Con los niños se ha implicado mucho, y eso que tiene un trabajo durísimo y además no tiene horario. A Antonio lo llaman a las cuatro de la mañana y se va a un parto. O un fin de semana, o unas Navidades… Pero gracias a él me he podido quedar a reuniones del colegio, me he podido ir a Sevilla a trabajar, me he ido a Pamplona a cursos, y siempre he tenido el apoyo de Antonio. No hubiese podido sola.
Y sin echarte nunca nada en cara…
En la vida Ana, nunca. Todo lo contrario. Que conste que yo también apoyo su trabajo. Hemos estado todos sentados en la mesa el día de Nochebuena, lo han llamado para un parto y se ha ido, y ha vuelto a las cuatro de la mañana.
El año pasado nos fuimos cuatro días fuera, estábamos en Sierra Nevada y se bajó de Sierra Nevada para hacer un parto a Gálvez. Conozco gente, sobre todo mujeres, que no valoran el trabajo de sus maridos, de sus parejas y eso me parece tremendo.
Si quieres hablar de esto que te voy a plantear… Vosotros os casasteis pero no te quedabas embarazada. Os pusisteis en una lista para adoptar y de un día para otro os encontrasteis con dos hijos. ¿Cómo fue tomar tanto la decisión de adoptar como la de convertiros en padres de dos niños a la vez?
Me voy a poner a llorar otra vez… (Se emociona)
Nosotros nos casamos en el 86. Queríamos formar una familia, pero los niños no venían y eso que Antonio es ginecólogo… Y entonces un día hablando con unos amigos nos plantearon que adoptásemos. Me lo había planteado alguna vez, pero yo viendo que todos los días él traía niños al mundo… Fue una decisión que tomamos los dos, porque estas cosas tienen que ser de los dos y si uno de los dos no lo ve, mejor no hacerlo. Decidimos adoptar. Fue una adopción nacional a través de la Junta de Andalucía; y nosotros como lo que queríamos era ser padres, nos daba igual que fuera niño o que fuera niña, solamente queríamos que fueran pequeñitos, o que fuera pequeñito, porque íbamos a por uno. (Se ríe).
Total que nos pusieron en la lista de espera, nos dijeron que como no pedíamos niña, que es lo que todo el mundo pedía y sigue pidiendo, lo tendríamos más fácil. A mí me daba igual que fuese niño o niña, yo quería ser madre.
Nos llamaron al mes de solicitarlo.
¿Qué edad tenías, Inma?
Yo tenía 36. Nos llamaron un día que teníamos todo preparado para irnos fuera. Nos dijeron que eran dos hermanos. Ahí fue Antonio el que dijo que para adelante. Los dos eran muy chiquititos; uno con 3 años para cumplir 4 y el otro 20 meses.
Te puedo decir que yo tenía entonces una talla 44 y me quedé en una 36. Aunque yo estuviera en un colegio, de pronto dos niños a la vez…
Nuestra casa y la consulta estaban el mismo piso hasta que nos cambiamos. Recuerdo una vez que al salir de casa no podía mover la sillita y se me acercó una de las chicas que trabajaba en una tienda cercana a preguntarme qué me pasaba. Tenía el freno de la sillita echado… Imagínate la poca idea que tenía.
¿Cómo es la experiencia?
La experiencia más maravillosa que yo he podido tener, después de casarme con Antonio. Yo me sentí madre en ese momento. Luego a los dos años me quedé embarazada de Ignacio.
Eso lo recuerdo perfectamente…
Pensé que estaba roto el Predictor. Aquello fue maravilloso, pero mi experiencia como madre empezó cuando yo adopté a mis dos hijos mayores.
Es verdad que la genética es una cosa importantísima y que tiene una carga fundamental, muchas veces hay polémica en este tema sobre todo en edades como la adolescencia. Pero yo te voy a hablar de experiencia como madre biológica y madre adoptiva. Tú quieres con el corazón, tú no quieres con la barriga ni con el útero. A la gente se le quiere con el corazón. Yo puedo quererte a ti mucho más que a una prima mía que no conozco, porque te he tratado. Seré muy rara o lo que sea, pero yo no creo en la sangre, yo creo en el corazón.
Inma te plantaste con tres niños en dos años…
Uno con 6, otro con 4 y un recién nacido, y de directora del colegio. Pero tuve ayuda. Tenía antiguas alumnas que estaban estudiando y me echaban una mano, porque mi familia estaba en Málaga y luego Antonio se hacía mucho cargo también. Pero verdaderamente al principio era para morirte. Y además, yo le doy muchas gracias a Dios de que mi tercer hijo fuera niño.
¿Y eso?
Porque la sociedad es muy cruel. Cuando yo adopté los niños cambié mucho. Yo era muy reservada, muy comedida, sigo siendo una persona educada pero la gente se mete en tu vida de una manera, Ana… Y entonces no te puedes callar.
Cuando estaba embarazada la gente me decía “Ay, que bien, el tuyo. Ojalá sea una niña”, y yo rezaba porque fuese un niño.
¿Te ha costado hacerles ver a tus hijos que los querías igual?
Ellos saben perfectamente que los queremos a los tres igual, aunque las circunstancias que ellos han vivido en cierto modo han marcado su vida. En el tema sociocultural puedas influir, pero bueno hay una parte ahí que está ahí. Pero ellos no ven diferencias. Para mí los tres son una alegría. Es verdad que yo tengo un hijo pequeño, Ignacio, que es un regalo que Dios mandó y que es espectacular. Ahora mismo mi hijo mayor, Antonio, ha sido padre, y tiene una niña que es mi nieta, Lucía, que nos trae locos.Luego quise tener más hijos y no me volví a quedar nunca embarazada.
¿Tus hijos mayores han sabido siempre que eran adoptados?
¿Cómo no lo iban a saber, si lo sabía todo el mundo?. Los niños lo saben desde el primer momento. A ver, era imposible ocultar nada en Fuengirola ni en el cole. Lo que es verdad es que su origen nunca lo he sabido. No sé si eso habrá cambiado, pero hace 25 años no te decían nada, ni a nosotros nos importaba.
Tú sabes perfectamente que de la Casa Real no vienen y todos estos niños han pasado por situaciones de malos tratos; unos más y otros menos. Yo creo que uno puede ser muy pobre y no tener una formación pero por eso no tienes que machacar a un niño que no tiene culpa de nada. Hay mucha gente pobre y muy buena.
Para mí eran y son mis hijos, nunca he dicho «vamos a rezar por tus papás anteriores», ni vamos a rezar ni no vamos a rezar. Y ellos tampoco han preguntado.
Inma, hablabas antes de que la parte genética tenía mucho peso. Hay muchas personas que precisamente por eso ni se plantean una adopción, porque puedan ser problemáticos.
Esos orígenes duros lo han tenido. Y esto no es juego. Eso les queda a la mayoría. Estamos hablando de personas, de niños que posiblemente han sufrido. Pero también conozco familias que tienen varios hijos, todos del mismo padre, la misma madre y la misma genética y unos dan problemas y otros no.
Mis hijos mayores no han sido buenos estudiantes y yo reaccioné tarde. Tampoco han tenido una adolescencia fácil, pero yo supongo que en ese momento en el que estás construyendo tu propia identidad todo eso que tienes dentro sale.
¿Sabes quién ayudó mucho en esa etapa? Ignacio, el pequeño. Ha sido siempre un niño muy maduro, pero lo ha pasado regular. Sus hermanos ahora lo admiran. De hecho es padrino de mi nieta. Su hermano Antonio se lo pidió porque dice que es más responsable que él.
Si te llegan a decir que dos años después ibas a tener a Ignacio, ¿hubieras adoptado?
Esa pregunta también me la he hecho yo alguna vez.
Con mis hijos he madurado muchísimo como madre, como persona. Porque lo que yo he vivido en mi casa, o lo que vivió mi marido en la suya, que los dos somos de familia numerosa, no tiene nada que ver con lo que nosotros hemos vivido con nuestros hijos. Lo que pasa es que yo siempre he apostado por ellos. Siempre he estado convencida de que si han llegado a nuestra vida ha sido por algo.
A mí me ayuda mucho la fe en la vida. Sin ser mojigata, pero cuando me siento muy mal me agarro muchísimo a la Virgen. Antonio y yo hemos estado muy unidos. Porque todos sabemos que cuando hay problemas con los hijos muchas veces se destruyen las parejas. Ignacio es un niño muy bueno, muy independiente, muy responsable, y eso nos ha permitido estar más encima de sus hermanos.
¿Cómo es ser abuela? ¿Tienes a tu nieta contigo en el colegio?
Ahora mismo está ella nada más, espero que tarden un poco en llegar algunos más. Pero mis hijos tienen que sacarse sus castañas para adelante. Y a mí no me regalan el colegio por ser la directora. Está en una guardería muy buena de aquí de Fuengirola y está muy contenta.
Lucía tiene 20 meses y ya va hablando. Me llama Nona y me encanta… Te aseguro que siempre digo que mi nieta es mi spa. Puedo tener un día malo y llega ella y se me olvida. Es una alegría, y para mi marido tres cuartos de lo mismo, nos trae locos, es divina.
¿Ser madre te ha ayudado en tu trabajo de directora o te ha ayudado más tu trabajo de directora para ser madre?
Creo que no. Ni además yo pienso que eso tenga que ser así. Lo que sí he intentado en los 36 años que llevo en el colegio es no repetir cosas que a mí de mi colegio de niña no me han gustado.
No me ha gustado nunca humillar a nadie delante de nadie, que ninguna niña se sienta mal delante de las compañeras, que si una niña es más gordita o menos gordita, o más mona o menos mona, alguien la humille… Eso me pone de los nervios. Ahí salto yo, y eso no es por ser madre.
Me has dicho que dentro de dos años te pre-jubilas. ¿ Te apetece?
Pre-jubilarme sí. Me apetece bajar un poco el ritmo. Seguiré yendo al colegio unas horas a dar clases hasta que me jubile, que si al gobierno le quedan fondos para las pensiones será cuando cumpla 65.
Estoy encantada en el cole y si mañana me dicen que me vaya yo no quiero dejar el cole, pero la carga de dirección es muy fuerte. Tengo dos personas más en el comité que son estupendas, pero la carga es tuya y los años te pesan. Me apetece seguir dando mis clases, porque además te hace estar actualizada al estar con las alumnas, y no me importaría seguir haciendo entrevistas con padres, meterme en el equipo de orientación del colegio, pero un poco más tranquila.
¿Cómo te imaginas jubilada?
Leyendo muchísimo, porque me encanta leer. Viendo mucho cine, que me chifla y paseando por este paseo marítimo maravilloso que tenemos con mi marido. Lo que pasa es que él lo tiene más complicado, porque no tiene un día, ni una edad definida para jubilarse. Pero eso es lo que me apetece. Y luego seguir teniendo, dentro de una edad, la misma vitalidad. Lo que no quiero perder nunca es la ilusión por el día a día; cada día tiene un montón de cosas estupendas y un montón de cosas malas, pero no quiero perder la ilusión, aunque por dentro me esté muriendo en un momento determinado.
La labor de los docentes es fundamental para construir cada día una sociedad mejor en todos los sentidos. Pasan mucho tiempo con nuestros hijos, son un modelo para ellos y sin embargo a veces me da la sensación de que hay un sector de la sociedad que no los valora lo suficiente. Como Inmaculada Dell’Olmo hay miles de hombres y mujeres que se despiertan cada día con ilusión y a los que les dejamos el mejor tesoro que tenemos. ¿A quién no le marcó en algún sentido algún profesor/a? ¿Quién no se acuerda de la mayoría de los que le dieron clase en el colegio?
Sirva desde aquí como homenaje a todos los que por vocación se dedican a la enseñanza, y mi agradecimiento especial a Inmaculada Dell´Olmo por abrir su corazón en esta entrevista en la que por momentos me volví a encontrar con la niña que fui.
Redacción: Ana Porras Fotografía: Javier Nuñez y Arancha Gómez
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Transcripción de audio a texto realizada por Atexto.com.
Estupenda entrevista…..sobresaliente para las dos!!!!
Magnífica entrevista. Inmaculada es brillante profesionalmente y admirable por sus valores. Se hace querer.
Bueno! Vaya propaganda gratuita del colegio… o no tan gratuita? Claro, ahora hay que llenar las aulas despues de todas las niñas que se marchan cada año, muchas de ellas con bastantes problemas por falta de atencion docente. Sino, como explicar que, siendo el colegio privado mas barato de Marbella sea el unico que no tiene lista de espera? Pues eso, la gente no hace cola para tirar el dinero.
No hay que olvidar que detras de Las Chapas está el Opus Dei y, como consecuencia, hay dos tareas en las que el colegio se esmera con ahinco : el adoctrinamiento encubierto tras la religion, y la discriminacion social para los que no tienen un nivel socio-economico alto. Alli solo eres si tienes.
Un articulo muy largo en el que moran muchas mentiras.
Buenas noches Juan,
Las entrevistadas que aparecen en esta sección son seleccionadas personalmente por mí y ninguna de ellas ha sido bajo contraprestación de ningún tipo. Como dice Inmaculada en la entrevista, llevar a tus hijos a Las Chapas es una opción más, quien quiere y puede lleva a sus hijos y quien no está de acuerdo con el ideario del colegio no va, pueda o no permitírselo. Mis padres con mucho, muchísimo esfuerzo, pensaron que la mejor herencia que nos podían dejar era nuestra educación, estaban conformes con el ideario del centro y haciendo mil y un sacrificios decidieron que estudiásemos allí. Cosa que les agradezco por muchos motivos. Yo, personalmente, soy una de esas madres que tuve que sacar a mis hijas del colegio por temas económicos. Y como habrá comprobado en la entrevista no tengo ningún resentimiento. Es una empresa, no una ONG, y por suerte vivimos en un país con una educación pública muy buena.
Tengo muchos defectos, pero mentir no es uno de ellos. Todo lo contrario. Lo que cuento en la entrevista y lo que cuenta Inmaculada es lo que yo he vivido durante 12 años de mi etapa escolar. Es mi experiencia, posiblemente la suya haya sido distinta. Cosa que lamento, porque yo recuerdo aquella etapa como una etapa bonita.
En cualquier caso gracias por participar y por leer la entrevista. No me gusta generar polémicas, bastantes hay ya en este mundo que vivimos. Pero es su opinión, y aunque no esté de acuerdo, respeto que está ejerciendo su derecho a expresarse libremente. 😉
Buenas noches, en primer lugar Ana enhorabuena por la entrevista, ha sido como tomar un café con Inmaculada. Increíble la sencillez y sinceridad de las palabras de Inma sobre todos los temas, incluso los más personales.
Me ha encantado y me ha hecho volverme a ilusionar en mi profesión de docente y me ha entrado ganas de ser mejor. Vaya ejemplo de profesional y de persona. Increíble!
Juan creo que no has leído bien la entrevista. Es larga, es verdad. Pero merece la pena releerla para aprender.
Muchas gracias Ana por la entrevista y a Inma por la generosidad de contar tan sencillamente su vida.
Genial!