El final del verano trae rutina y balance. Muchas personas vuelven con preguntas que ya no pueden postergar. Las tensiones de agosto, la convivencia intensiva y el contraste entre lo que se muestra y lo que se vive actúan como catalizadores.
A veces, septiembre enciende una certeza: no es solo desgaste. Es maltrato. Psicológico, económico o físico. Y ya no se puede mirar a otro lado.
Septiembre, el mes de las decisiones: cuando elegirte a ti misma es el primer paso hacia la libertad
El miedo que paraliza
El mayor obstáculo suele ser el miedo.
Miedo a la reacción del agresor. Miedo a la soledad. Miedo a no poder sostener la vida diaria. Miedo a “romper” la familia.
Ese miedo se alimenta del aislamiento y de la pérdida de autoestima. También de la confusión. Por eso, ponerle nombre a lo que ocurre es un primer acto de protección.
Cómo justificamos lo injustificable: culpa y autoengaño
Antes de dar el paso solemos contarnos historias. Sirven para soportar lo insoportable. Pero nos alejan de la salida.
- “No es para tanto.” Minimizar desactiva la alarma interna.
- “Cambiará si yo cambio.” La responsabilidad se desplaza, pero el patrón permanece.
- “Por los niños.” Protegerles no es normalizar la violencia en casa.
- “No puedo mantenerme sola.” El miedo económico se vuelve jaula, aunque existan recursos y apoyos.
- “Yo también tengo carácter.” Confundir carácter con agresión borra límites.
- “Si me voy, pierdo todo.” La pérdida existe, pero la salud y la seguridad son irrenunciables.
- “Mejor lo malo conocido.” Esta frase congela la vida. Mantiene el círculo del daño.
A todo esto se suma la culpa. Culpa por no haber visto señales. Por quedarse. Por pensar en irse. La culpa es una trampa: sostiene la inacción. La salida empieza al distinguir responsabilidad de culpa. La responsabilidad te devuelve poder y te orienta al siguiente paso.
Víctima, verdugo y salvador: el triángulo dramático de Karpman
El triángulo de Karpman describe tres roles que se retroalimentan:
- Víctima: se percibe sin salida ni recursos.
- Perseguidor/Verdugo: controla, humilla o agrede.
- Salvador: interviene para “arreglar” al otro, pero perpetúa la dependencia.
En relaciones abusivas estos papeles pueden moverse. A veces la víctima intenta “salvar” al agresor. O el agresor se presenta como salvador después de un estallido.
Salir del triángulo implica:
- Reconocer el patrón.
- Volver a la autorresponsabilidad: poner límites y pedir ayuda profesional.
- Sustituir la culpa por decisiones concretas.
- Dejar de “salvar” al otro para protegerte a ti y a tus hijos.
Señales que no conviene ignorar
- Control del dinero, el móvil o las amistades.
- Humillaciones privadas o públicas.
- Celos, amenazas, silencios punitivos.
- Promesas de cambio que no se sostienen.
- Miedo constante a su reacción.
Si estas señales te resultan familiares, no estás sola. Y hay caminos posibles.
Elegirte: un acto de dignidad
Separarse de un maltratador no es solo romper una relación. Es elegir vida digna, salud mental y seguridad. También es modelar otra forma de amar para tus hijos e hijas.
Elegirte no es egoísmo. Es responsabilidad.
Pasar a la acción: una hoja de ruta práctica
- Habla con alguien seguro. Nombra lo que ocurre ante una persona de confianza.
- Asesoramiento jurídico inmediato. Conocer tus derechos reduce el miedo y ordena los pasos.
- Plan de seguridad. Define salidas, copias de llaves, contactos y un lugar al que acudir.
- Documenta. Guarda mensajes, partes médicos y cualquier evidencia.
- Economía básica. Revisa cuentas, contraseñas y documentos esenciales.
- Menores primero. Consulta medidas de protección y custodia.
- Apoyo psicológico. Recuperar la autoestima es parte de la protección.
- Red institucional. No cargues sola con todo el proceso.
En Málaga, la Escuela Provincial de Familias de la Diputación ofrece atención jurídica inmediata 24 horas. Accede al servicio desde este enlace oficial:
➡️ Atención jurídica inmediata las 24 horas del día – Diputación de Málaga
Si hay peligro inmediato, llama al 112.
Un nuevo comienzo
Elegirte es empezar a salir del triángulo.
Es pasar del “mejor lo malo conocido” a lo posible y seguro.
Septiembre puede ser el mes del primer paso. Con información, ayuda y acompañamiento, la libertad deja de ser un deseo para convertirse en un plan.