Septiembre ya está aquí. El mes de los grandes retos, que junto con enero, nos ayudan a poner en orden nuestra mente y nuestra agenda, estableciendo prioridades y buenos propósitos, que si no encaramos con decisión se quedan en eso, en un listado de cosas por hacer pegada en la puerta de la nevera.
Apuntarnos al gimnasio, inscribirnos en ese curso de desarrollo personal tan interesante que vimos este verano en un muro de Facebook, ponernos en serio con nuestra marca personal o plantarle cara de una vez por todas a las temidas clases de inglés. Todo esto está genial si somos capaces de llevarlo a cabo y aún mejor, si somos capaces de mantenerlo en el tiempo.
Sin duda, septiembre es un mes que siempre me ayuda a reflexionar sobre como las personas vivimos posponiendo decisiones, tareas y proyectos. En ocasiones por no encontrar las fuerzas para hacerlo o simplemente por pura dejadez. En otras porque es mucho más fácil no tomar las riendas y comprometernos con nosotros mismos y con lo que de verdad queremos.
render=»1″]
Para muestra, un botón. Este verano mientras descansaba en una playa cualquiera de la costa andaluza no pude evitar escuchar una conversación entre un matrimonio en el que el marido prometía a su mujer que de septiembre no pasaba, que este año era el definitivo, que confiara en él, mientras que la mujer le rebatía que todos los años pasaba lo mismo y que tenía serias dudas sobre que este año fuera a ser diferente. En su caso el tema era bastante banal, pero no pude dejar de darle vueltas a como incluso con temas importantes y trascendentales en nuestra vida nos pasa lo mismo, vivimos posponiendo y posponiendo sine die.
«Ha llegado el momento de dejar atrás viejas costumbres y utilizar este mes como punto de inflexión»
Pues bien, creo que ha llegado el momento de coger el toro por los cuernos y tomarnos en serio aquellas cosas que nos afectan y que son importantes. Ha llegado el momento de dejar atrás viejas costumbres y utilizar este mes como punto de inflexión. Si quieres puedo ayudarte con un sencillo método que utilizo en mi día a día y que me ayuda a no procastinar (actividad de la que muchos y muchas son grandes fans).
¿Comenzamos?
1.- Aprovecha el inicio de este nuevo mes para hacerte con una libreta, block de notas, agenda… da igual mientras puedas escribir a mano. Está demostrado que escribir a mano nos ayuda a estimularnos y mantenernos centrados y localizados.
2.- Establece una relación de cosas que quieres llevar a cabo, indicando el orden de prioridad en cada una de ellas. En la sociedad actual estamos muy acostumbrados a querer llevar muchas cosas a la vez y a no poner atención plena con lo que tenemos delante. Practiquemos el aquí y ahora.
3.- Establece fechas y pequeñas metas en cada uno de esos objetivos que te has marcado. Es más fácil que no caigamos en la desmotivación si los hitos que nos vamos proponiendo son fácilmente alcanzables, aunque formen parte de un todo aún mayor. Hazme caso, te lo dice alguien que se desmotiva con facilidad. 😉
4.- Date un capricho por cada uno de los objetivos que alcances en su totalidad. Aunque sea algo insignificante, es la manera que tenemos de decirnos a nosotros mismos que hemos podido, que hemos conseguido lo que nos habíamos propuesto.
5.- Una vez vayas alcanzando metas, establece nuevos proyectos y no esperes a septiembre o enero para hacerlo, cualquier fecha es buena si tienes interés.
Hasta aquí puedo acompañarte, ahora toca que te pongas manos a la obra y comiences a materializar todos esos pensamientos. ¿Lo conseguiremos?
|