La mujer es el pilar fundamental en el desarrollo de una sociedad. Ella engendra el arquetipo «Madre” en el sistema, aquella que con su pensar, sentir y hacer trasvasa irremediablemente sus creencias a los niños y niñas que recrean el mundo a partir de lo aprendido.
Actualmente vivimos en una sociedad patriarcal en la que las mujeres nos hemos desconectado de nuestras energías femeninas, de nuestra esencia de mujer, por lo tanto el espejo en el que se reflejan niños y niñas devuelve una imagen de un mundo masculinizado con el consiguiente «desmadre” que ello conlleva para la sociedad en general.
Una sociedad equilibrada es aquella en la que hombres y mujeres conviven desde la igualdad en derechos, oportunidades y deberes sin por ello perder la identidad genuina de sus géneros, que sí son diferentes. En la actualidad, hombres y mujeres vivimos desde los roles masculinos que marca la sociedad y ello nos ha llevado a las mujeres a desvirtuar nuestro rol femenino dejando huérfanos a hombres, niñas y niños –y a nosotras mismas– de la esencia de mujer.
» Una sociedad equilibrada es aquella en la que hombres y mujeres conviven desde la igualdad en derechos, oportunidades y deberes sin por ello perder la identidad genuina de sus géneros, que sí son diferentes»
En este «demadre global” es urgente empoderarnos como mujeres, entendiendo este «poder” no desde su significado masculino, sino desde un nuevo sentido libre: capacidad y potencia. El poder femenino al que nos referimos apela a recuperar la esencia femenina, a la necesidad imperiosa de reconstruir nuestra identidad perdida, a la capacidad de reconocer cada una en sí misma sus potenciales genuinos de mujer. Es fundamental que nos reconciliemos con nosotras mismas (y entre nosotras) para poner en juego toda nuestra capacidad y potencia desde la condición femenina al servicio de la sociedad.
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Solo así lograremos armonizar nuestras vidas personales y profesionales, reestablecer el equilibrio natural original de la naturaleza masculino-femenino y vivirnos como mujeres plenas. Y desde este estado de plenitud femenina daremos la mano a los hombres, niñas, niños y mujeres del mundo para juntos recuperar la armonía en todos los ámbitos de la vida.
Este llamado a tu poder, querida mujer, es urgente.
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