Ahora toca participar del postureo de los miles de mensajes navideños que inundan nuestro entorno, nuestros teléfonos; amigos, vecinos o familiares con los que no hablamos el resto del año nos envían palabras tan emotivas y empalagosas como impersonales. Estar felices, lucir una radiante sonrisa, ser solidario y ser amable al felicitar parece de obligado cumplimiento en Navidad.
Y por supuesto las inagotables reuniones familiares propias de la Navidad que en ocasiones distan mucho de las imágenes idílicas que vemos en los anuncios de televisión.
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Son buenos tiempos para el encuentro familiar que desata entre el turrón y el polvorón los malos rollos familiares que a menudo revelan las envidias, celos y los reproches que sumados a ciertas antipatías de la familia política nos producen mucha incomodidad. Y a estos sentimientos enquistados y residuales se une el hecho de que en estas fechas nuestras emociones están expuestas porque así nos lo exige el guión navideño. Este es uno de los principales motivos por el que tras el paso de las fiestas se den las preguntas irónicas del tipo: «qué tal la Navidad, ¿bien… o en familia?”.
Para muchos las Navidades saben a compromisos forzados, a regalos imposibles, a carreras de niños por el pasillo y a miedos por las posibles conversaciones peligrosas. La escena se dibuja con los abuelos en la esquina, haciendo como que no se enteran, y una clara división entre los que tienen ganas de hablar, de su suerte, de su año, de su existencia, y los que escuchan con ardor de estómago. Y es que resulta tan fácil que al pasar más horas en contacto padres, hijos, hermanos suegros, cuñados… surjan o reaparezcan viejos temas de conflicto: injusticias, agravios comparativos, decepciones, reproches, venganzas, etc.; acabando muchas veces en palabras venenosas, indirectas incómodas y encuentros poco placenteros.
Cualquiera que haya vivido en el seno de una familia narcisista sabe lo que es tener el enemigo en casa. Sabe que existe uno, o varios, miembros de la familia que declararán la guerra abierta si se capitula ante sus exageraciones, sus mentiras, sus delirios de grandeza, sus exigencias desmedidas, sus chantajes emocionales, sus críticas crueles, sus insultos. Sí, dicen que te aman y que son tu familia, y por ello tienen patente de corso para opinar (obviando que la opinión siempre viene medida por la propia frustración existencial, por eso siempre se convierte en una auténtica proyección).
Esa cena alrededor del pavo, va de todo eso, siendo el pavo al final el que más se divierte. Se trata de una gran función anual en la que al cariño, la experiencia y la alegría se pueden unir al rencor, la comparación y el resquemor. Hay réplicas, instantes, miradas y reacciones de gran verdad, ancladas en las emociones que realmente duelen: el reproche, la envidia, el remordimiento. Y aún más en el interior de una familia, donde la heterogeneidad de caracteres es algo tan probable como felizmente saludable.
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Pero a pesar de dicho riesgo, hay algo que es evidente: ¡claro que la navidad se debe celebrar en familia! No debe importar cuántas veces una de estas reuniones haya terminado en un momento incómodo. Porque en el fondo son ocasiones perfectas para que las sensibilidades y los roces entre familiares afloren y se ventilen para acabar de unir o desunir más. Al fin y al cabo, es la familia lo que no se puede elegir en la vida.
Quizás este año sea diferente, por eso queremos compartir algunos consejos para que nos ayuden a celebrar la Navidad en familia de forma armoniosa y agradable:
-Lo primero será no prejuzgar, no anticipar y no desesperarse. «Entrar al trapo” ante las provocaciones e indirectas sólo va a servir para entablar discusiones que podrían acabar volviéndose en contra. Y si hemos iniciado una discusión o molestado a alguien, aún estamos a tiempo de pedir disculpas y reparar el daño. No hay familia perfecta, y muchas personas aprovechan las reuniones navideñas para sacar los trapos sucios. No caigamos en el juego ni en la tentación, es mejor respirar profundo y quedarse callado, cambiar el tema, invitar a disfrutar de la noche o simplemente recurrir al sentido del humor que encadenarse a una discusión innecesaria.
«No caigamos en el juego ni en la tentación, es mejor respirar profundo y quedarse callado»
-También es aconsejable evitar conversaciones que sabemos que pueden volverse espinosas, temas como el fútbol, la política o la economía pueden acabar en una batalla campal. Lo mismo sucede con temas íntimos familiares que generan mucho afán de comparación entre unos y otros, porque no todos se sienten a gusto con su vida y no debemos aprovecharnos de la vulnerabilidad ajena.
-Para disfrutar de una Nochebuena en familia de forma feliz y armoniosa es importante gestionarse el estrés y la tensión, muy común durante estas fechas. Los regalos, la preparación de la comida, la reunión familiar son elementos que siempre nos tensan, por eso ayudará mucho el destacar la importancia de las personas sobre todo lo demás y disfrutar sin obsesionarse con que deba salir todo perfecto.
-Hay que aprender a ser tolerante y respetuoso en cualquier reunión familiar. Las fiestas navideñas implican muchas veces encontrarnos con familiares de cuya compañía no disfrutamos, en esos casos es necesario mantener una actitud que no sea tóxica para que todo trascurra en calma. Si no te llevas muy bien con tu madre, si tu cuñado siempre consigue sacarte de tus casillas, si tus suegros no son gente precisamente entrañable, hay que respirar profundo y pensar que somos nosotros mismos los dueños de nuestra manera de estar.
–No es buena idea utilizar estos encuentros familiares para solucionar viejos problemas familiares, para resolverlos será mucho más eficaz hacerlo durante el resto del año, normalmente en este tiempo los problemas, debido al aumento de la convivencia y de las diferentes tensiones, tienden a aumentar.
-Evitar a toda costa las malas caras y las actitudes negativas, que solo dificultarán los encuentros y harán que la navidad en familia no sea una reunión agradable.
– Si la reunión es en la propia casa ayuda mucho el crear un ambiente de fiesta, unión y celebración que reduzca al mínimo la posibilidad de tensiones. Permitir que los invitados aporten lo que deseen, colocar música alegre, animar a conversar constructivamente, bailar y sonreír e invitar a los niños a compartir alegremente con la familia y no aislarse con sus tablets.
–No se puede olvidar que las personas mayores merecen consideración y atención. Por eso es un deber el hacerlas sentir cómodas y darle su espacio necesario desde el respeto a sus creencias y costumbres generacionales.
-A menudo las fiestas navideñas ponen a prueba la estabilidad de la pareja a la hora de decidir dónde y cómo pasar las fiestas. Es natural que cada uno se sienta más a gusto con su respectiva familia. No se nos puede olvidar que por el amor hacia nuestra pareja hay que ser lo suficientemente flexibles para apoyar y comprender que nuestra pareja necesita acompañar a los suyos en esas fechas tan especiales.
«Por el amor hacia nuestra pareja hay que ser lo suficientemente flexibles»
-Es muy importante enfocarse en lo positivo de la familia dejando las tensiones y hostilidades a un lado para disfrutar de esta fecha en la que compartir junto a nuestros seres queridos es la principal prioridad.
A los problemas que pueden surgir en estos días derivados de las relaciones con la familia, habrá que añadir también el posible balance del año transcurrido y los proyectos para el próximo. Recordar malos momentos, personas fallecidas, incertidumbres futuras, ayudarán poco. En cualquier caso en algún grado es inevitable y por tanto lo más importante será saber distinguir lo esencial de tantas circunstancialidades que nos envuelven y no distraen del amor por los nuestros.
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Estas fechas son una oportunidad para dedicar tiempo a la gente que nos rodea y conforma nuestro «pequeño mundo”. Y quizás el mejor regalo para todos sea que los encuentros y los abrazos no sean un hecho puntual propio de la Navidad.
«Estas fechas son una oportunidad para dedicar tiempo a la gente que nos rodea y conforma nuestro pequeño mundo»
Por eso, nuestro deseo para todos es que nos atrevamos a honrar el espíritu navideño en el corazón para que podamos conservarlo presente durante todo el año.
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Me ha encantado. Libre de topicazos, llamando a las cosas por su nombre y no los consejos almibarados que corren estos dias por ahi. Gracias