En los últimos años, la divulgación sobre salud mental ha cobrado gran relevancia, ofreciendo información accesible sobre cómo nuestras emociones influyen en la vida cotidiana y en nuestro estado de ánimo. Sin embargo, cuando se trata de afrontar el sufrimiento psicológico, el enfoque que muchas corrientes de autoayuda promueven resulta no solo ineficaz, sino potencialmente perjudicial.
El mito de la positividad y la evitación emocional
Un error frecuente en la divulgación actual es la idea de que ciertas emociones son «tóxicas» y, por lo tanto, deben ser evitadas o reprimidas. Este planteamiento es particularmente problemático cuando se trata de un trauma psicológico, ya que ninguna intervención efectiva puede sustentarse en la represión emocional. Las emociones que emergen del trauma no son simples obstáculos a eliminar, sino partes del yo que han aprendido a protegerse de un daño mayor. En lugar de evadirlas, el trabajo terapéutico requiere integrarlas y reprocesarlas.
Los traumas psicológicos son de naturaleza compleja y, por tanto, su abordaje terapéutico no puede reducirse a recetas simplistas como «ser más positivo» o «evitar la culpa». La intervención requiere sensibilidad, cuidado y comprensión profunda de los mecanismos neurobiológicos implicados.
Un error frecuente en la divulgación actual es la idea de que ciertas emociones son «tóxicas» y, por lo tanto, deben ser evitadas o reprimidas.
Neurobiología del trauma y la falacia del control cognitivo
Las investigaciones han demostrado que las personas con trauma psicológico presentan una hiperactivación de la amígdala, lo que significa que su cerebro percibe amenazas incluso en situaciones seguras. Además, sus niveles de cortisol (la hormona del estrés) tardan más en normalizarse tras una situación de ansiedad. Esto explica por qué el consejo de «controlar los pensamientos» es no solo inviable, sino contraproducente: las intrusiones negativas no son una cuestión de voluntad, sino un síntoma neurobiológico del propio trauma.
A corto plazo, los mensajes de autoayuda que prometen «control mental» pueden resultar atractivos porque generan la sensación de que todo depende de la propia voluntad. Sin embargo, cuando la persona con trauma psicológico descubre que no puede aplicar estas estrategias, se siente frustrada y culpable, lo que refuerza su sensación de impotencia.
El peligro de ignorar el contexto
Otro error común de la autoayuda es el enfoque excesivamente individualista, que asume que cualquier persona puede «decidir» lo que piensa y cómo se siente, sin considerar el contexto familiar, cultural y económico. En muchos casos, las personas que padecen un trauma provienen de entornos donde la violencia, la negligencia o la inseguridad han sido constantes. Pedirle a una persona que «simplemente sea positiva» cuando vive en condiciones de precariedad existencial es no solo fútil, sino cruel.
La funcionalidad de las emociones difíciles
Las emociones desagradables como la culpa, la vergüenza, el dolor o la ira no pueden ser catalogadas como «negativas» o «tóxicas» de manera absoluta. Todas hacen su función de ajuste y no pueden ser catalogadas a priori de tóxicas.
De hecho, en el contexto del trauma, cumplen una función adaptativa: la culpa puede ser un intento de dar sentido a lo ocurrido, la vergüenza puede ser una estrategia para evitar futuros daños, y la ira puede ser una energía movilizadora que permite salir de situaciones de abuso y/o de impotencia.
En lugar de rechazarlas, la terapia debe ayudar a la persona a comprenderlas y resignificarlas.
Integración y abordaje terapéutico
«Aprende a conocerte, aceptarte y quererte» no significa absolutamente nada para una persona que literalmente no tiene esa capacidad ahora mismo porque está sumergida (y anulada) por el sufrimiento psicológico.
Pretender acceder al sufrimiento psicológico a través de razonamientos lógicos como que no sirve de nada estancarse en elpasado o sentir culpa muestra no conocer cómo funciona nuestro sistema cerebral. Las personas con trauma complejo suelen serpersonas muy racionales que saben de sobra lo que les pasa y por qué, pero no por ello consiguen cambiarlo.
Ya que no se puede acceder al material traumático desde lo cognitivo, porque el propio trauma está aislado y distorsionado en elcuerpo, sistema nervioso y emocional, así como en fragmentos de memoria. Si fuera tan fácil como darle menos importancia o ser positivos, nadie padecería psicológicamente.
Cuando hay trauma psicológico no hay integración cerebral, por eso no hay forma de acceder a él hablando, hay que trabajar con la emoción, con las sensaciones, y desde ahí las creencias asociadas que se van modificándo hasta volverse adecuadas al presente y no tener material traumático asociado.
Por tanto, el trauma psicológico no puede abordarse exclusivamente desde la razón o el discurso positivo. Como hemos dicho, las cuestiones traumáticas no están almacenadas de forma accesible en la memoria cognitiva, sino fragmentadas en el cuerpo, el sistema nervioso y las emociones. Por ello, la terapia eficaz trabaja desde la integración de la experiencia traumática, utilizando enfoques que involucren la corporalidad y las emociones.
Pero el trabajo psicoterapéutico no se enfoca únicamente en el individuo, sino en la red de relaciones que lo han moldeado y continúan influyendo en su vida. Explorando las dinámicas familiares, el impacto intergeneracional e identificando patrones de relación y creencias internalizadas que perpetúan el sufrimiento. La reconstrucción de un sentido de pertenencia y la sanación de vínculos dañados son elementos esenciales del proceso.
Resignificar la historia personal ayuda a desarrollar una narrativa alternativa en la que la identidad no esté definida por lo traumático. Se deben trabajar las historias dominantes que refuerzan la sensación de indefensión y crear nuevas posibilidades que permitan integrar la experiencia sin quedar atrapados en ella. El lenguaje es una herramienta terapéutica poderosa que ayuda aexternalizar y desidentificarse de los problemas: “la persona no es el problema, el problema ese el problema”.
Desde la perspectiva transpersonal, se considera el sufrimiento psicológico como una ruptura en la conexión con el yo más profundo y con una dimensión trascendente de la existencia. Incorporar prácticas como la meditación, la respiración consciente y el trabajo con estados ampliados de conciencia facilita la integración de la vulnerabilidad. La psicoterapia busca que la persona encuentre un sentido más amplio en su experiencia, transformando el sufrimiento en un camino hacia el autoconocimiento y la expansión de la conciencia.
Un enfoque multidimensional permite un trabajo más profundo y eficaz con la vulnerabilidad humana, honrando la complejidad del ser humano y su necesidad de sanar en todos los niveles: individual, relacional y espiritual.
Responsabilidad en la divulgación psicológica
Aunque lo que hoy se comenta a nivel hormonal es cierto, olvidarse de factores sociales o culturales, pretendiendo que la personacrea que la felicidad y el bienestar sólo depende de ella misma e instarle a que sea positiva porque ahí está la clave, es cuanto menos cínico e insolidario.
Hablar del mundo emocional humano de la forma en que se hace por parte de los “gurús de la autoayuda” es culpabilizador y además no tiene sentido.
Si queremos hablar de salud psicológica de manera responsable, debemos hacerlo con rigurosidad y empatía. Entendiendo cómofunciona nuestra psique y no proponiendo soluciones que una persona en trauma no podrá aplicar; quizás le generen calma a corto plazo, pero serán contraproducentes a largo plazo.
No se trata de ofrecer «fórmulas mágicas» que no funcionan, sino de reconocer la complejidad del proceso de afrontamiento psicológico. Lo que requiere un trabajo profundo, que no puede reducirse a mensajes motivacionales simplistas. En lugar de culpabilizar a quienes lo padecen, debemos acompañarlos en su proceso de sanación, con estrategias basadas en la evidencia y en una comprensión realista de su sufrimiento.