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‘Estamos todos conectados’, por Paula Díaz

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‘Estamos todos conectados’, por Paula Díaz

Todos seguimos en el mismo mar, a la deriva, pero poco a poco empezamos a ver un poquito de costa. Leí una frase que decía “los demás somos todos» que me ha hecho reflexionar mucho en el momento que continuamos viviendo y me ha hecho pensar también en este microsegundo de cuarenta y tantos días que nos ha cambiado tanto la vida, porque resulta que todos formamos parte de un sistema, y todo lo que hacen los demás en ese sistema te afecta a ti también.  De hecho, lo que haga solamente una persona en ese sistema te afecta a ti también.

«Lo que haga solamente una persona en ese sistema, te afecta a ti también»

 

» Todo lo que hace uno mismo, siempre, siempre, siempre, afecta a los demás»

Pertenecemos a un sistema familiar y cuando tu hijo abre el grifo mientras te estas duchando te afecta a ti; también pertenecemos a un sistema vecinal y cuando tienes una reunión de escalera para instalar un nuevo ascensor en el edificio y el del 1.ºA se opone, te afecta a ti; también pertenecemos a sistemas laborales en los que las decisiones de nuestros jefes, compañeros y colaboradores te afectan directamente; la ideología política de tu vecino de cuatro calles más abajo y la de cualquier otro paisano que vive a 1000km de tu casa te afecta a ti, es más, de hecho, lo que vota por ejemplo un estadounidense en su propio país, te afecta a ti también, y encima de todo esto, como pertenecemos a un sistema global, si alguna persona al otro lado del mundo se come un murciélago, o diseña un nuevo virus que se escapa por error, o bien ese virus se distribuye entre la población deliberadamente, también te afecta a ti; y no escribo estas líneas para abrir un debate ideológico, “conspiranoico” y/o político. Lo único que busco es que nos demos cuenta que todo lo que hace uno mismo, siempre, siempre, siempre, en mayor o menor medida, afecta a los demás.

Decía Thomas A. Edison que “Hay una manera de hacerlo mejor, búscala.” Tenemos cierta tendencia a pensar que los cambios deben ser propulsados por los demás, y que con nosotros no va la historia, porque, al fin y al cabo, ¿qué puedo hacer yo?

«La vida cambia en un segundo»

Pero la realidad es que cuando echas la vista atrás, una sola persona es la que fue necesaria durante cientos de veces para cambiar el curso de la historia; creemos que se necesita mucho tiempo para generar un cambio, cuando en realidad, últimamente ha quedado más que claro que la vida cambia en un segundo. Por lo tanto, no sabemos o no queremos saber, porque siempre es el entorno que me rodea el que lo hace mal y el que me hace daño a mí, el que no me entiende a mí, o no me respeta a mí, porque el modo en que alguien te trata refleja cómo esa persona se siente hacia sí mismo y no se trata de ti (y viceversa) pero aun así nos resulta muy fácil y sencillo juzgar lo que hacen los demás y, sin embargo, nos falta celeridad a la hora de identificar qué hago yo para mejorar o empeorar mi vida y la vida de los demás; la realidad es que hay mil cosas que uno no puede controlar. No obstante, sí hay muchas cosas en las que puedo influir y que puedo gestionar.

«El modo en que alguien te trata refleja como esa persona se siente hacia sí mismo»

Y adelantándome a las interpretaciones libres, me apresuro a aclarar que nada de esto tiene que ver con la culpa o la solidaridad, porque la culpa es un término, la solidaridad otro y la responsabilidad es de lo que venimos a hablar, y es que resulta que nos falta mucha responsabilidad.

 

«El inicio siempre está en ser honesto con uno mismo«

Empieza a responsabilizarte de lo que haces y de lo que no haces, de lo que dices y no dices, de las decisiones que tomas y de las que no. Y no pasa nada si cambias de opinión, pero se consecuente: el cambio es humano, no siempre implica progreso pero casi siempre incluye aprendizaje y además de esto, asegúrate de mantener congruencia y honestidad, porque en esta búsqueda de felicidad constante que tiene la condición humana, la honestidad es uno de los valores que no te pueden faltar. Y, cómo no,  el inicio siempre está en ser honesto con uno mismo. Todos hemos oído mil veces eso de “Sé el cambio que quieras ver en el mundo”, y resulta que es verdad, repito, todo empieza por uno mismo, así que ¿Qué otra manera se te ocurre para hacerlo mejor? asegúrate de cuidar y alimentar el trueno que llevas dentro, él sabe bien lo que necesitas y por donde seguir, deja de ignorarlo de una vez por todas, que en el fondo sabes que al final siempre ha tenido razón, y si, esa verdad propia, muchas veces cuesta mucho de aceptar y de procesar, aunque si lo piensas bien, es mucho más llevadera cuando te haces la pregunta del otro lado de la moneda: ¿Qué precio estás pagando ya por las mentiras que te cuentas?

 

Paula Díaz Ruíz, Coaching

Acompañamiento online: pdrcoaching@gmail.com

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