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En lo que te enfocas, se expande: la ciencia detrás de tu realidad

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En lo que te enfocas, se expande: la ciencia detrás de tu realidad

Hay días en los que todo parece torcerse: el café se derrama, el tráfico se complica y la jornada empieza cuesta arriba. Otros, una simple sonrisa cambia el ánimo y parece que el día fluye sin esfuerzo. ¿Casualidad? No del todo.
El cerebro humano está diseñado para encontrar aquello en lo que se concentra. Por eso, la frase “en lo que te enfocas, se expande” no es solo una cita motivacional: es una descripción precisa de cómo funciona la mente y cómo modela nuestra percepción de la realidad.

El cerebro humano está diseñado para encontrar aquello en lo que se concentra.

El cerebro, un filtro de atención selectiva

Imagina que acabas de comprarte un coche rojo. De repente, ves coches rojos por todas partes. No es que haya más que antes: tu cerebro ha activado el Sistema de Activación Reticular (SAR), un conjunto de neuronas que filtra la información relevante entre millones de estímulos.
De los más de 11 millones de bits que procesa cada segundo, solo unos pocos alcanzan la conciencia. Lo que consideras importante —ya sean preocupaciones, metas o deseos— determina qué parte de la realidad percibes con claridad.

Cuando te enfocas en los problemas, tu mente buscará más pruebas de que existen. Si centras la atención en las soluciones, empezará a mostrarte oportunidades. Tu cerebro funciona como un asistente interno que responde, de forma fiel, a lo que tú le indicas.

 

 

La neuroplasticidad: cómo se reconfigura la mente

El cerebro no es un órgano estático. Su estructura cambia con la práctica mental. Este proceso, conocido como neuroplasticidad, demuestra que los pensamientos repetidos refuerzan conexiones neuronales específicas.
Si dedicas horas a preocuparte, fortaleces las redes asociadas a la ansiedad. Si practicas la gratitud o la atención consciente, tu cerebro se reorganiza para favorecer estados de calma y bienestar.

En palabras del psicólogo Donald Hebb: “Las neuronas que se activan juntas, se conectan entre sí.” Cada pensamiento sostenido moldea tu mente, como el agua que esculpe la piedra.

Los pensamientos repetidos refuerzan conexiones neuronales específicas.

El sesgo de confirmación: ver el mundo a través del propio filtro

Otro fenómeno influye en cómo percibimos la realidad: el sesgo de confirmación.
Tendemos a buscar información que confirme nuestras creencias y a ignorar la que las contradice. Si piensas que la gente es egoísta, verás sobre todo comportamientos egoístas. Si crees que hay bondad, la encontrarás.
No se trata de autoengaño, sino de cómo tu atención selecciona la realidad. En el fondo, no vemos el mundo como es, sino como somos —o, más exactamente, como hemos entrenado nuestra mente para verlo.

Cuando el enfoque se convierte en trampa

Clara, por ejemplo, recibió una crítica en el trabajo. Aunque estaba rodeada de elogios, no podía dejar de pensar en aquel comentario. Con el tiempo, su inseguridad creció y su rendimiento bajó.
No era falta de talento, sino exceso de atención al aspecto negativo. La neurociencia explica que la rumiación constante activa la amígdala —centro del miedo— y reduce la actividad del área del cerebro responsable de la regulación emocional. Es como vivir en modo supervivencia.

 

Redirigir la atención: herramientas para entrenar el foco

Aprender a dirigir la atención es posible. No se trata de forzarse a pensar en positivo, sino de entrenar la mente para ampliar la mirada. Algunas técnicas avaladas por la investigación son:

  1. Interrupción física: Levántate, camina o salpica tu cara con agua fría cuando detectes un bucle mental. Romper el patrón físico obliga al cerebro a resetear la atención.

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  2. Técnica 5-4-3-2-1: Identifica cinco cosas que ves, cuatro que tocas, tres que oyes, dos que hueles y una que saboreas. Este ejercicio ancla tu mente al presente.

  3. Cuestionamiento socrático: Pregúntate si lo que piensas es completamente cierto y qué evidencia tienes. Este diálogo interno reduce la reactividad emocional.

  4. Redirección intencional: Una vez interrumpido el patrón, busca conscientemente algo que funcione o esté bajo tu control.

  5. Actitud de observador: Reconoce tus pensamientos sin identificarte con ellos. “Estoy teniendo el pensamiento de que todo saldrá mal” crea distancia y activa la autorregulación cognitiva.

La expansión consciente

Clara, tras practicar estos métodos, comenzó a dirigir su atención a lo que sí funcionaba. Poco a poco recuperó su energía y su creatividad. Nada cambió en su entorno; cambió su mirada.
La atención es el pincel con el que pintamos la experiencia diaria. En una sociedad saturada de estímulos, decidir en qué enfocarse es un acto de autocuidado y madurez emocional.

Tu cerebro no es tu enemigo. Es una herramienta que responde a tu entrenamiento.
En lo que te enfocas, se expande. No porque ignores lo demás, sino porque eliges conscientemente qué semillas regar en tu jardín mental.

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