Pasión, locura y deseo…decía la canción. Y esos ingredientes forman parte de manera clara del comienzo de las relaciones de pareja en grandes cantidades. El calor corporal se eleva ante el roce de su piel, el corazón se acelera y el deseo posee tus sentidos. Resulta en cierto modo algo animal que solo la voluntad logra controlar si es necesario.
Pero con el tiempo y la convivencia, esa pasión, ese fuego, y ese ‘aquí te pillo aquí…’ van incorporando otros ingredientes en la pareja estable: cansancio, agravado por la llegada de los hijos, los problemas en el trabajo, las preocupaciones de las facturas a fin de mes, hace demasiado calor, o demasiado frío, y esa chispa que lo prendía todo al principio con tan solo una mirada se convierte casi en una cita que agendar en el calendario. Una cita además carente de improvisación o factor sorpresa. Esta inapetencia sexual suele asaltar a muchas parejas con el paso de los años, y su incidencia es aún mayor en las mujeres.
Hace unos años, con la eclosión de la literatura erótica muchas mujeres encontraron en la lectura de estos libros una forma de recuperar la libido perdida. Pero aquel resurgir duraba lo que sus páginas. Después volvía el hacerse la dormida, el irse antes a la cama, o excusarse con que algún hijo andaba despierto. Eso sin la tradicional excusa de «me duele la cabeza”.
Si eres de las que siente que el deseo sexual hacia tu pareja forma parte del pasado, atenta. Hablamos con la psicóloga, educadora sexual y creadora del método pedagógico Sapiensex, Rocío Carmona Horta.
Rocío, ¿por qué nos suele pasar más a las mujeres la pérdida del deseo sexual?
Que las mujeres tengamos menos deseo sexual que los hombres es un mito. Biológicamente no hay ninguna base que sustente éste pensamiento. Sin embargo, el 45% de las mujeres reconoce no tener deseo sexual.
Las razones, si no son biológicas, están sustentadas en el aprendizaje y el estilo de vida. Y esto es lo que nos pasa a las mujeres.
Mientras que en nuestra sociedad se premia la hipersexualización de los hombres, y les incita a demostrar que «siempre están dispuestos” a las mujeres se nos castiga la expresión del deseo y el placer para una misma.
Por otro lado, lo que sí ocurre es que las mujeres tenemos una forma distinta de vivir el deseo y el placer a la de los hombres, y, desgraciadamente, en nuestra sociedad se ha entendido que la forma correcta es la suya, y la nuestra es… la excepción. Pero no es así.
«Las mujeres tenemos una forma distinta de vivir el deseo y el placer a la de los hombres»
¿Cuáles son las principales causas de esta desaparición del deseo sexual?
La atracción sexual obedece a aspectos cognitivos, afectivos y neurobiológicos, así como a factores internos y externos.
Nuestro deseo tiene mucho que ver con el momento que estemos atravesando en nuestras vidas. Si tenemos preocupaciones, estrés…Nuestra amígdala cerebral, que es el centro del temor y la ansiedad en el cerebro inhibe las hormonas promotoras del placer y el amor que son las endorfinas y oxcitocina…
También depende de si estamos o no tomando alguna medicación como pueden ser los antidepresivos o la píldora anticonceptiva, entre otros.
La rutina también mata el deseo. Si no le ponemos chispa, juego y creatividad a la vida, ésta se vuelve monótona, predictiva y poco excitante.
Y en lo que se refiere a la pareja, es súper importante que tengamos en cuenta cómo es nuestra relación de pareja:
Por ejemplo, si nos hemos enfadado con él o ella, según sea nuestra orientación sexual, no te apetecerá tener una intimidad tan próxima. Necesitas espacio. Más aún si estamos pasando por una crisis en nuestra relación.
Y lo más importante… ¿Hacemos lo que nos gusta y apetece, o más bien nos dejamos llevar por lo que nos hace en la cama sin tener en cuenta nuestros deseos y necesidades?
Supongo que hay periodos en los que te apetece menos tener relaciones sexuales y forman parte de la normalidad. ¿Cuando debería empezar a preocuparnos?
Sí, claro que hay periodos en los cuales nuestro deseo va cambiando.
Para empezar, nuestro ciclo menstrual va generando cambios hormonales a lo largo del mes, por tanto, nuestras apetencias, la energía que tenemos, la dirección hacia la que miramos…
Por ejemplo, si tomamos conciencia de nuestro cuerpo, nos daremos cuenta que en la fase pre-ovulatoria estamos más hacia afuera y tenemos más deseo sexual que deseamos compartir. Sin embargo, en la fase pre-menstrual es posible que la mirada sea más íntima y hacia una misma, de modo que también deseemos placer, pero no compartido. Más íntimo, más propio, con una misma.
Y luego afectan los factores externos: No hay nada como saber que tenemos tiempo por delante, sin prisas, sacando el millón de quehaceres y obligaciones que solemos llevar en nuestra cabeza y que son incompatibles con el placer.
Como antes decía, el tiempo de relación influye, al principio la respuesta es mucho más hormonal y química, pero según la relación va avanzando se relaciona, al menos en las mujeres, con la afectividad y la cercanía con la pareja. Es cierto que las mujeres no respondemos de la misma manera que los hombres ante un estímulo erótico. Las mujeres priorizamos el deseo de intimar con la pareja al deseo carnal.
«El tiempo de relación influye, al principio la respuesta es mucho más hormonal y química»
Y por último, afecta la maternidad. Pero de nuevo, no por ningún motivo biológico, más allá de la recuperación posparto, sino porque quizás en la habitación no se tenga un espacio propio y el bebé o la bebé duerme en el mismo cuarto, o incluso en la misma cama, por miedo a que los hijos o las hijas entren en el cuarto en cualquier momento sin previo aviso. Otra causa muy común es que con la llegada de la descendencia, la pareja desaparece y la más generalizada… Por agotamiento: a veces que venga un nuevo ser a la familia hace que no quede tiempo para nada. Las mujeres hoy en día seguimos trabajando fuera después de ser madres y no hemos conseguido un reparto equitativo de los quehaceres domésticos. Esto supone una fuerte sobrecarga en la mujer, que hace que no tenga luego tiempo, energía ni ganas de nada.
Por eso, a mis amigos que se quejan de no tener suficiente sexo… yo siempre les digo que cuanto más se impliquen en el cuidado de los hijos, y las tareas domésticas… más probabilidades de tener una pareja receptiva tendrán.
Hay mujeres que pierden el deseo sexual hacia sus parejas pero sí lo sienten hacia otros hombres. Si tu pareja te llena en todo menos en despertarte la líbido, ¿qué debería hacer la mujer a la que le pasa esto?
Bueno, habría que ver dónde está el origen de esto. Tener deseos y fantasías con otras personas es algo normal, natural y hasta positivo si alimenta mi erótica y me ofrece más placer sexual. Y nada tiene que ver con una infidelidad y falta de deseo hacia la propia pareja.
Pero si tu pareja no te excita, habría que analizar dos cosas: que no haya un problema afectivo de fondo o lo más común, que él no sepa darte el placer que tú deseas.
«Tener deseos y fantasías con otras personas es algo normal, natural y hasta positivo»
Y no quiero que suene a que la responsabilidad de no «ser un buen amante es de él”, ni mucho menos, sino de las dos partes. Quizás ella no sepa qué le gusta realmente o no se atreva a pedirlo y él esté más centrado en su propio placer que en el de ella, o que haga lo que cree que «debe hacer”, sin plantearse que hay otras formas.
A mis amigos que se quejan de que ya no tienen la misma frecuencia que antes, que desde que se fueron a vivir juntos se acabó el sexo… yo siempre les pregunto lo mismo: pero… ¿le has preguntado a ella lo que quiere y cómo lo quiere? Y el más difícil todavía… ¿has intentado ofrecérselo?
A ellas les pregunto lo mismo: ¿Le has dicho a tu pareja lo que te gusta y cómo te gusta? Y la respuesta suele ser «no”. Por vergüenza, por no hacerle de menos, por miedo al rechazo…
Evidentemente ellos tienen también una parte en la que deberían actuar, pero supongamos que esta entrevista solo la leen mujeres, ¿qué deberíamos hacer, por dónde podemos empezar para recuperar el deseo perdido?
Lucas Platero decía que: «la única persona que tiene derecho a definirte eres tú misma”. Lo mismo pasa con el placer, el deseo, la pasión… sólo yo sé lo que necesito, el modo, las formas, la frecuencia… Aunque tenemos muchos fantasmas en la cabeza sobre lo que es correcto y lo que no, lo que debe ser y lo que no debe ser…
Sería ideal que dejáramos la presión de lo hago porque toca, porque mi pareja me presiona, porque llevamos «x» semanas sin hacerlo…
Y entonces escucháramos nuestro cuerpo y lo que nos dice: ¿qué es lo que a mí realmente me apetece?
Aunque claro, esto a veces es difícil, porque normalmente hemos tenido tan censurada nuestra sexualidad que no somos capaces de comenzar a mirarnos con nuestros propios ojos.
«Hemos tenido tan censurada nuestra sexualidad que no somos capaces de comenzar a mirarnos con nuestros propios ojos»
Para ello, lo primero que haría sería acariciarme el cuerpo, tocarlo, sentirlo, gozarlo… comenzando por las zonas más fáciles, y luego extendiéndome hacia las más tabú, que seguramente sean mis genitales.
Para re-conocerlos, sería bueno que los mirara ayudándome de un espejo, que los tocara, los oliera, los sintiera…
Y para seguir abriendo la mente, recomendaría leer literatura erótica, pero no de la que representa roles de poder y sumisión entre hombres y mujeres. Sino literatura que representa a las mujeres con mirada de igualdad, de respeto, de reconocimiento… y cine erótico o pornografía feminista.
Todo esto nos ayudaría a re-encontrarnos, re-conocermos y comenzar a querernos y sentirnos.
Muchas veces se asocia el aumento de esta inapetencia con la llegada de la menopausia. ¿Qué nos puedes decir sobre esto?
¡Esto da para un artículo entero!. Pero básicamente diría 3 cosas:
– El placer no desaparece con la llegada de la menopausia…
– En todo caso se transforma.
– Lo que pasa que hay mujeres que como no les gustaba lo que tenían «en la cama, con su pareja”, encuentra en esta fase de la vida la excusa para dejar de hacer lo que no le gustaba.
Supongo que en muchos casos esa carencia de deseo estará asociada a introducir la rutina en las relaciones sexuales. Danos algunos trucos sencillos para romper esa cotidianidad y hacer placentero el acto sexual.
Es cierto, la rutina acaba con la chispa de la vida. ¿Imaginas comer todos los días lo mismo, vestirte con la misa ropa, ver la misma película 20 veces?
Esto acaba minando la creatividad, la sorpresa, la ilusión.
Así que para romper con la rutina yo recomiendo probar cosas nuevas. ¿Recuerdas aquella fantasía que se te pasa por la cabeza de vez en cuando?, ¿se te ocurren posturas nuevas pero no te atreves a decírselas a tu pareja por miedo a que piense que no es propio de ti?, ¿tienes curiosidad por saber cómo se hacen determinadas cosas?, ¿has probado alguna vez a dar y que te den un masaje erótico?
Pues investiga, pide, propón, prueba… y ¡verás que bien!
¿Detrás de la falta de deseo hay siempre otras causas más profundas?
Como decíamos al principio, la atracción sexual obedece a aspectos cognitivos, afectivos y neurobiológicos, así como a factores internos y externos.
Hay que tener en cuenta cómo estoy yo conmigo misma, con mi pareja, cómo está mi cuerpo y mis hormonas… y también, y quizás lo más común en la mayoría de las mujeres, sería cuestionarme si mi inhibición proviene de miedos, complejos y tabúes míos hacia el sexo: Miedo a parecer lo que no quiero parecer, a que se aproveche de mí, a que se ría…
Y por supuesto, si en mi experiencia he tenido alguna experiencia de abuso sexual o violencia. Ya sea en la infancia o en la vida adulta.
Estas son algunas de las causas que hay que tener en cuenta ante la falta de deseo sexual y que no debemos dejar de tener en cuenta.
¿Seguimos las mujeres reprimiendo nuestra sexualidad?
100% sí. Desde que somos pequeñas se nos reprime el conocimiento de nuestro cuerpo y según vamos creciendo no se incentiva el descubrimiento del placer. Después, en la adolescencia, solemos entregarnos más al otro que a nosotras mismas… y así podemos seguir hasta que nos hacemos un replanteamiento y comenzamos a leer, investigar, hablar…
¿ Cuándo es necesario acudir a una persona experta?
La mayoría de las veces las limitaciones son aprendidas, no fisiológicas. Por lo que descartando que no nos pase nada relacionado con nuestro cuerpo, habrá que pensar que tendrá que ver más con nuestra actitud, miedos, censuras…
Estas limitaciones las tenemos prácticamente todas las personas, pero no necesitaríamos hacer una terapia específica si no nos limita la vida, no nos condiciona el placer o no nos genera un malestar muy fuerte.
Pero si hay algo que yo creo que puedo mejorar y no he sido capaz de lograrlo por mí misma y creo que puedo seguir creciendo como persona. O incluso que considero que me limita mi libertad, bienestar y salud, en ese momento, sería recomendable que acudiera a una persona experta que me ayude a superarme y crecer.
¿Debe ir la pareja desde el principio?
Dependerá de cada persona. En mi caso, siempre me gusta ver a las personas por separado, para que se puedan expresar con total libertad, sin miedo a que su pareja la cuestione o a hacerle daño, o a que tema que la esté corrigiendo todo el rato. Así también se le da un espacio para expresar sobre sus miedos y fantasías nunca reconocidas…
Después, se hará un diagnóstico para ver si es un asunto que sólo ella debe trabajar o si es adecuado que acuda con su pareja para que también le ayude a mejorar la comunicación y entablar nuevas formas de relación. Es decir, dependerá de cada caso.
¿Puede un profesional determinar si detrás hay un causante físico?
Como decía antes, lo primero que debemos hacer siempre es descartar una causa física, y esto lo pueden determinar los y las profesionales de la medicina: Ginecólogo/a principalmente en las mujeres, urólogo/a en el caso de los varones. Quizás, en determinadas circunstancias también podría ser desde medicina general que identificaran que la causa de la falta de deseo se pueda deber a algún medicamento, por ejemplo.
Una vez descartadas estas causas, serán profesionales especializados en salud sexual quienes nos puedan ayudar.
Lo más importante es superar la vergüenza y atreverse a ofrecerse una oportunidad para ser más libres y sentir mejor nuestro potencial humano. ¡Que es mucho!
Redacción: Ana Porras
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