Hablar de los celos es un tema que nos interesa en menor o mayor medida. De una forma u otra, alguna vez los hemos sentido. En esta ocasión, nos vamos a centrar en los celos entre hermanos, dejando a un lado los celos en la pareja.
Los celos suelen llegar a una casa con el nacimiento de un nuevo hermano. Debido a los nuevos tipos de familia, también puede ser que dos padres separados decidan ir a vivir juntos y con ellos los hijos de cada uno. Este podría ser otro escenario para que los celos se despierten en casa.
Los celos, además, dependen también del estilo afectivo de los padres, del momento que atraviese la familia o incluso de la predisposición de los hijos.
Los celos vienen de la familia del miedo. Sí, del miedo. Del miedo que un niño puede tener por creer que puede perder el amor de quienes le quieren. Detrás hay un concepto de propiedad y por eso a menudo vienen broncas entre hermanos.
Los celos son naturales, y, como tales, hay que permitir expresarlos. No criticar ni castigar aquello que el niño dice. Si lo hacemos, puede ser que criemos, sin saberlo, a un niño sumiso y obediente, que aunque sea lo que muchas familias quieren, no es lo más idóneo. Serán niños que no sabrán manejar la rabia ni la frustración, y de esto la vida les va a traer bastante, ¿no creéis?
Hasta los 5 años aproximadamente, los niños pueden responder de forma agresiva, con broncas, ante los celos. Nuestra labor es acompañar a esos niños para que se sientan entendidos y queridos, validando su emoción pero, por supuesto, no su comportamiento. Pero ojo, hay que tener cuidado, porque pueden usar ese comportamiento celoso para manipular y tener una atención excesiva por nuestra parte: “Aprendo que si la lío por ser celoso, mi madre o padre viene y me abraza”.
¿Para qué entender los celos?
Para conectar con nuestros hijos antes que educar; para que sientan seguridad en el afecto y para que vean que “no han perdido nada”.
¿Cómo vamos a hacerlo?
1.- Acompañándolos, no rechazando sus palabras ni sus gestos, permitiendo que se expresen.
2.- Con una mirada apreciativa que no juzga, no critica, no machaca.
3.- Tratando de ver que hay detrás de “ese celo”– cuál de sus necesidades no está cubierta y haciéndole ver que estamos ahí para él: viendo la intención positiva que decimos en Coaching educativo.
¿Qué podemos hacer específicamente?
1.- Empatizar cuando expresen su dolor: recuerdo como mi hijo Alfonso, con 2 añitos, decía: “Mamá, vamos a tirar a Álvaro por la ventana”. Empatizar es algo así como: “Alfonso, ¿puede ser que lo que tú quieres es que mami juegue contigo, te coja en brazos y luego vayamos al parque? Entiendo que ahora no paso el mismo tiempo contigo que antes. Álvaro es un bebé y necesita mucho de nosotros. ¿Tú quieres ayudarme?”
2.- Acompañarlo en el manejo de sus emociones, de la tristeza, la rabia o la frustración. Esto no pasa por razonar la emoción diciendo: “Es normal que estés…” o “comprendo lo que pasa”. Hablo de integrar la emoción. Sostenerlo para que entre en contacto con la emoción, la respire y la viva en primera persona. Todo lo contrario a lo que nos han dicho que hagamos. Cuando esto lo hagamos y la intensidad haya bajado, después podemos razonar y hablar lo que creamos conveniente.
3.- Compartir tiempo entre los hermanos/alumnos/primos, para que además de tener momentos de desencuentro, identifiquen otros muchos donde están a gusto y lo pasan genial.
4.- Reforzar cualquier comportamiento que realicen para ayudar o cooperar en casa y a favor del hermano /amigo/compañero. Habitualmente solemos estar en lo contrario, criticando muy a menudo.
5.- No comparar. Somos distintos, cada uno lleva un ritmo y tiene necesidades distintas ante las mismas circunstancias.
6.- Tener un espacio a solas con cada uno, para que se sientan especiales en nuestras vidas.
7.- Y, en definitiva, mucho amor y paciencia. La paciencia es la ciencia de la paz. Así que si estamos en paz, somos capaces de transmitir paz, y al contrario.
Los celos nacen en casa y es importante hacer este trabajo. Por experiencia en mis sesiones de Coaching, cuando algo en la “familia origen” no está sanado, salta a la futura pareja, al trabajo, etc… porque todavía está sin resolver y la vida me lo sigue poniendo delante.
|