Estás nerviosa por dentro y hay veces que crees que estás a punto de estallar pero te contienes porque, por muchas vueltas que le des a la cabeza, aparentemente todo está relativamente bien. No tienes grandes problemas pero algo dentro de ti te recuerda a menudo que hay algo que no estás viendo o que no quieres ver. Y es que para padecer estrés y ese estado de nerviosismo que sientes, solo es necesario un cúmulo de pequeñas cosas que en determinados momentos de nuestra vida se convierten en un volcán. Cuando publicamos este tipo de artículos siempre nos gusta recomendar que busques ayuda profesional si ves que la situación te supera, pero mientras te decides, te dejamos algunos consejos por los que empezar que te indicarán a detectar el origen del estrés.
Muchas veces parar un momento, mirar en nuestro interior y hacer un ejercicio reflexivo nos ayuda a tomar conciencia y a sanar eso que nos hace sentir nerviosos. Hacer pequeños cambios te ayudarán a controlar la situación. Puedes hacer un listado en el que vayas incluyendo cosas cotidianas de tu vida, por pequeñas que parezcan, que hacen reaccionar a tu cuerpo y sentir ese estrés o sensación de ansiedad. Si no sabes por dónde empezar, te dejamos una pequeña lista que te puede servir de guía. Párate en cada uno de estos puntos y se benevolente contigo. A veces nos exigimos tanto que nos convertimos en nuestras peores enemigas.
A veces nos exigimos tanto que nos convertimos en nuestras peores enemigas
1.- La dichosa multitarea- Tienes tantas cosas que hacer y de las que ocuparte que estás haciendo una cosa y estás pensando en la otra, incluso hay veces que haces dos y tres cosas a la vez. Dicen que las mujeres tenemos esa capacidad, pero ¡cuidado!, hacer eso constantemente lo único que provoca es que vayas siempre como las locas corriendo de acá para allá y lo que corres es el riesgo de empezar muchas cosas y no terminar ninguna. Proponte pequeños objetivos diarios que sean alcanzables. Es mejor poner en tu lista 4 cosas que hacer, que poner 10 y terminar haciendo 2 y trocitos de las otras. Eso genera frustración y terminas el día pensando que no has parado pero que tampoco has hecho nada realmente productivo.
Primero una cosa y luego la siguiente… Sé realista, ninguna somos superwoman.
2.- Tienes unas expectativas muy altas- Es algo que solemos hacer la mayoría. Queremos controlarlo todo y que las cosas sean como nosotras esperamos. Pues no, no siempre las cosas salen como las hemos planteado. No te enfades ni te dejes llevar por la frustración. Aunque suene a pensamiento mágico todo llega cuando tiene que llegar y las cosas suceden de esa forma porque es como tienen que pasar. ¿Te has esforzado por conseguirlo? ¿Has puesto todo de tu parte? Pues quédate con eso.
Todas nos hemos empeñado en cosas en nuestra vida que no hemos conseguido y que gracias a no haberlo hecho- además de aprender alguna importante lección- nos ha llevado a vivir otra experiencia que ha sido sumamente más enriquecedora.
Esto no significa que no esperes nada o que no te marques objetivos, pero de nuevo sé realista, paciente y quédate con la sensación de haberlo intentado y de que todo pasa por algo. Seguro que llegará un día en el que lo entiendas.
Sé realista, ninguna somos superwoman
3.- La convivencia- Puede que la relación con tu pareja y con tus hijos, en caso de tenerlos, sea buena- aunque existan las pequeñas riñas normales de la convivencia- pero sin embargo hay cosas que te ponen nerviosa y aunque sabes que no tienen mucha importancia no puedes evitar que te frunzan el ceño. Convivir en una misma vivienda con otras personas exige de tolerancia y respeto por todas las partes.
Te proponemos un pequeño ejercicio que lo puedes proponer a todos los integrantes de la familia como si fuese un juego y que posiblemente te pueda ayudar. Pídele a todos los miembros de tu hogar que escriban en una lista las virtudes que valoran de los demás en casa y las manías o defectos que no le gustan. Por supuesto que te incluyan a ti y haz tú el mismo ejercicio. Poned una fecha tope para tener el listado acabado y elegid un momento para exponer vuestras listas a los demás. Si tus hijos tienen uso de razón, aunque sean pequeños, hazlos partícipes. No intentes defenderte de todo lo que digan sobre ti y no te gusta. Si los escuchas desde la humildad descubrirás que seguro que también tienes cosas que mejorar. Proponeos juntos cambiar en esos aspectos que molestan a los demás y habladlo abiertamente desde el cariño y con el deseo de construir un ambiente más agradable para todos. La comunicación es fundamental. Sabemos que no es fácil de llevar a cabo, pero al menos podemos intentarlo.
Otras veces, si eres consciente de que las cosas con tu pareja no van bien o tienes problemas más serios con tus hijos (que los normales relacionados con su edad) es aconsejable buscar ayuda especializada para resolverlo.
El estrés es altamente contagioso
4.- El estrés se contagia- Sí, es altamente contagioso. Lo de que una persona te ponga de los nervios, como decimos coloquialmente, es una realidad. Tener cerca a una persona que vive constantemente en el estrés más absoluto puede afectarte a ti. No siempre se puede huir de ellas si forman parte de nuestro entorno más cercano como puede ser el laboral, pero cada vez que tengas esa sensación procura ser consciente de que “eso no es tuyo” y respira.
Si es alguien con quien tienes confianza y a la que quieres, a lo mejor deberías advertirle de que por su bien y por su salud debería pisar un poco el freno. Hay formas diplomáticas de decirlo sin dañarle. Busca la forma y el momento adecuado para ello. La amistad y el cariño requieren dosis de honestidad y realidad. Puede que esa persona no sea consciente de su nivel de estrés. Le estarás haciendo un bien.
5.- Vivimos hiperconectados- Seguro que sientes a menudo la necesidad de apagar el móvil y no saber nada de lo que pasa en el mundo exterior. Esto suele ser propio de personas profesionales, autónomas o en puestos de responsabilidad. Muchas veces acabamos saturados con tantos inputs de información. Mensajes, llamadas, redes sociales y todo marcado por la inmediatez… Somos humanos y nos hemos creído que somos robots. Todo puede esperar, excepto pararse de vez en cuando y respirar.
Muchas grandes empresas y directivos están volviendo a los teléfonos analógicos en los que solo se puede llamar, recibir llamadas y mensajes de texto. A lo mejor no quieres o no puedes llegar a ese punto, pero algo que puedes hacer al llegar a casa o terminar la jornada laboral es apagar el teléfono de trabajo. Si por tu profesión no puedes hacerlo, seguro que sí puedes silenciar WhatsApp y desactivar el mail.
En este sentido todos deberíamos hacer un ejercicio de empatía y empezar por no ser nosotros los que molestamos a otras personas en horarios o días inadecuados. ¿Se acaba el mundo si le llamo mañana? ¿Puede esperar este mail a primera hora? Los demás también tienen vida y necesitan desconectar. Las 11 de la noche o el domingo a las 3 de la tarde no es momento de hacer una llamada de trabajo, ¿verdad? Pues empecemos por nosotros mismos y creemos una cadena en la que nos seamos el origen del estrés de otras personas.
6.- La vida pluscuamperfecta de los demás en redes sociales- Aunque no lo creas es algo que te puede generar estrés. Nadie suele poner sus miserias o mostrar su vulnerabilidad en redes sociales. Mostramos lo bonito, lo ideal y si nos comparamos con las publicaciones de otras personas que parece que viven en un continuo estado “happy flower” nos puede producir tristeza, estrés y frustración.
¿Qué tal si dejas de fijarte en los demás y te centras en valorar todo lo bueno que hay en tu vida? Todos, hasta los que parece que tienen vidas pluscuamperfectas, tenemos problemas y guerras internas. Alégrate de lo bueno que le pase a los demás. La envidia es el veneno más peligroso y más letal y a quien hace realmente daño es a ti.
7.- Despídete de esa amiga o familiar que te cuenta continuamente sus problemas- No es que te despidas para siempre pero sí hazle saber que sus continuas quejas te hacen sentir estrés. Como decíamos en el punto 4, el estrés es contagioso y la tristeza también. Hay veces que hay que tomar distancia de las personas que siempre se están quejando. Quizá ha entrado en un círculo vicioso y ha llegado el momento en el que necesite ayuda externa y especializada. No permitas que te meta en ese bucle. Todos debemos ayudar a los demás, pero no debemos permitir que nos arrastren en su caída. Hay veces que hay que decir “te quiero, te apoyo, pero en este punto no te puedo ayudar”.
Hay una forma de descubrir de manera inmediata qué es lo que te está provocando ese estrés: Sé sincera y escucha a tu corazón. Lo primero que te venga a la cabeza es la respuesta correcta. A veces nos dice cosas que no queremos escuchar, y aunque lo ignoramos y no le hacemos caso, siempre busca la manera de hacerse oír y muchas veces se termina manifestando como una enfermedad. Así que tú decides.