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El auge del ayuno social: ¿necesitamos desconectar para volver a conectar?

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El auge del ayuno social: ¿necesitamos desconectar para volver a conectar?

El ayuno social:La nueva tendencia de bienestar que no tiene que ver con la comida.

En los últimos meses, una nueva práctica está ganando fuerza entre quienes buscan equilibrio, foco y bienestar emocional: el ayuno social. Inspirado en la filosofía del ayuno intermitente, este enfoque no tiene nada que ver con dejar de comer, sino con reducir el consumo de estímulos sociales y digitales para reconectar con uno mismo.

Una necesidad cada vez más presente en personas mayores de 40 años que sienten saturación, ansiedad o simplemente un hartazgo del ruido constante en redes, chats, eventos y relaciones superficiales.

 

¿Qué es exactamente el ayuno social?

Se trata de un descanso voluntario de la exposición social, ya sea física o virtual. Durante un periodo determinado —que puede ser desde unas horas hasta varios días— la persona decide apartarse de interacciones que le resten energía, incluyendo:

  • Redes sociales como Instagram, X (antes Twitter), Facebook o TikTok.

  • Grupos de WhatsApp activos sin parar.

  • Citas sociales o eventos que no se disfrutan realmente.

  • Exposición constante a noticias o conversaciones ajenas.

En su lugar, se priorizan momentos de calma, introspección, lectura, paseos, escritura o simplemente el silencio. Y no, no es una moda antisocial: es una forma de resetear el sistema nervioso y volver a poner límites sanos en una sociedad hiperconectada.

Por qué está de moda (y por qué funciona)

Varios factores explican por qué cada vez más personas se suman al ayuno social:

  • Fatiga mental y emocional: según estudios recientes, el exceso de estímulos digitales eleva los niveles de cortisol (la hormona del estrés).

  • Búsqueda de autenticidad: muchas relaciones se perciben como vacías o forzadas. Alejarse permite distinguir lo verdadero de lo superficial.

  • Recuperación del tiempo: eliminar interacciones innecesarias puede liberar hasta 2 o 3 horas al día, según datos de Statista sobre uso promedio de redes sociales.

  • Conexión interior: al apagar el ruido externo, es más fácil escuchar lo que realmente necesitamos.

¿Cómo ponerlo en práctica?

No se trata de desaparecer ni de abandonar vínculos importantes. Al contrario, el ayuno social bien gestionado puede mejorar nuestras relaciones al permitirnos volver a ellas con más presencia.

Aquí van algunas ideas prácticas:

1. Define tu objetivo

¿Quieres descansar del móvil? ¿De redes? ¿De ciertos vínculos? Sé claro contigo.

2. Elige un periodo realista

Empieza con unas horas al día (por ejemplo, no usar el móvil después de las 20:00 h) o con un día a la semana libre de redes sociales. Reserva unas horas para ti sin hablar ni quedar con nadie.

3. Comunica tu decisión

Si compartes tiempo con personas que podrían preocuparse por tu “ausencia”, avísales con honestidad: “Estoy haciendo un pequeño descanso de redes o de quedadas para cuidarme”.

4. Sustituye, no solo elimines

Prepara actividades que te nutran: leer, cocinar, caminar, meditar, escuchar música o ver una película sin el móvil al lado.

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5. Evalúa y repite

Tras unos días, revisa cómo te has sentido. ¿Más ligero? ¿Con menos ansiedad? ¿Más conectado contigo? Eso es lo que cuenta.

Testimonios: menos redes, más bienestar

Laura, 52 años, consultora freelance:

“Decidí dejar el móvil en modo avión los fines de semana y no puedo creer lo bien que me ha sentado. Al principio fue raro, pero ahora lo espero con ganas. Leo, escribo y me siento más creativa.”

Nacho, 47 años, empresario:

“Estaba saturado de eventos sociales y reuniones sin alma. Hice un parón de dos semanas y, sinceramente, fue como volver a respirar. Ahora digo que no sin culpa.”

¿Tendencia o necesidad?

Aunque algunos lo ven como una moda pasajera, muchos expertos en bienestar creen que el ayuno social ha llegado para quedarse. En un mundo donde todo nos exige atención, aprender a retirarnos a tiempo es un acto de sabiduría.

No se trata de aislarse, sino de elegir con conciencia qué y a quién le damos nuestro tiempo y energía

No tengas miedo a aburrirte. En una sociedad que nos empuja a estar siempre ocupados, distraídos o produciendo, el vacío puede parecer incómodo. Pero lo que solemos llamar aburrimiento es, en realidad, una puerta a la creatividad, al descanso profundo y a ideas que solo emergen en el silencio. Dejar espacios sin estímulos no es perder el tiempo: es volver a habitarlo. Es en esos momentos de calma donde surgen intuiciones, soluciones y deseos que habíamos olvidado escuchar. El aburrimiento consciente es fértil. Atrévete a explorarlo.

Alejarse también es un acto de amor

No deberíamos sentir culpa por decir no a planes, conversaciones o relaciones que en este momento no nos nutren. A veces, necesitamos parar, retirarnos, recargar energía y volver a nuestro centro para poder compartirnos después desde un lugar más auténtico y sereno. Poner límites no es egoísmo, es autocuidado. Si hay vínculos que ya no suman —ni para ti ni para la otra persona—, es válido alejarse desde el agradecimiento por lo que fueron. Desapegarse con conciencia es también un acto de amor. Al cerrar esas puertas, abrimos espacio a relaciones más alineadas con quienes somos hoy. No es necesario cargar con la culpa o el malestar: es parte natural del crecimiento.

 

¿Te atreverías a probar un ayuno social?

Haz la prueba y cuéntanos tu experiencia. ¿Te ha ayudado a sentirte mejor contigo mismo? ¿Qué descubriste al desconectar?

Comparte este artículo con alguien que creas que necesita un respiro.

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