Anthony de Mello nació el 4 de septiembre de 1931 en Bombay (actual Mumbai), en el seno de una familia católica de origen goés. Su vida encierra una paradoja fascinante: fue un sacerdote jesuita fiel a su vocación y, al mismo tiempo, uno de los pensadores más críticos con la religión institucional. Esa dualidad no fue contradicción, sino la búsqueda de una espiritualidad viva, libre de dogmas.
Formado en la tradición ignaciana, obtuvo un máster en Psicología Pastoral en la Universidad Loyola de Chicago y dirigió el Sadhana Institute en Lonavla, cerca de Poona, donde integró los ejercicios espirituales de San Ignacio con técnicas de meditación oriental y psicología contemporánea.
Políglota, carismático y provocador, de Mello sedujo a miles de personas con su oratoria directa y su humor desarmante. Murió en 1987, a los 55 años, en plena madurez creativa. Su fallecimiento repentino lo convirtió en un símbolo: su mensaje trascendió su figura y se transformó en pura enseñanza.
Despertar: el núcleo de su filosofía
Para Anthony de Mello, la tragedia humana no era el pecado, sino la inconsciencia. Vivimos dormidos, atrapados en pensamientos y automatismos, creyendo estar despiertos. Su propuesta era simple y radical: abrir los ojos y observar la realidad sin filtros.
Sus enseñanzas beben tanto del misticismo cristiano (Maestro Eckhart, San Juan de la Cruz) como del zen y el vedanta advaita. No se trataba de creer, sino de ver.
“La iluminación no es algo que consigues; es la ausencia de aquello que la impide.”
Las claves de su pensamiento
1. La ilusión del ego y el apego
De Mello afirmaba que el sufrimiento nace del apego: a personas, ideas o imágenes de nosotros mismos. “El amor surge cuando cesa el apego”, decía. Solo cuando dejamos de aferrarnos, el amor se vuelve libre.
2. Los condicionamientos que nos programan
Familia, cultura, religión, éxito… vivimos condicionados por creencias ajenas. El primer paso del despertar es observar esos programas sin juzgarlos. “No puedes cambiar lo que no entiendes”, repetía. La comprensión auténtica transforma por sí sola.
“No puedes cambiar lo que no entiendes”, repetía.
3. Realidad frente a etiquetas
Criticaba nuestra tendencia a reducir la realidad a conceptos. “La palabra Dios no es Dios”, recordaba. Confundir el mapa con el territorio —las palabras con la experiencia— nos impide ver lo que es.
4. Observar sin juzgar
Su método era la autoobservación: mirar lo que ocurre en la mente y el cuerpo sin intentar cambiarlo. Una práctica semejante al mindfulness actual que disuelve las tensiones sin esfuerzo.
5. La felicidad como estado natural
“La felicidad es tu estado natural cuando has dejado de hacer cosas que te hacen infeliz.” Para de Mello, la alegría no se busca: se revela cuando cesa la interferencia del miedo y la autoexigencia.
“El amor surge cuando cesa el apego”, decía
Sus libros: sabiduría en forma de parábolas
De Mello fue, ante todo, un contador de historias. Sus parábolas, fábulas y relatos breves actúan como espejos que despiertan la conciencia.
Obras como El canto del pájaro o La oración de la rana recogen cuentos que iluminan con humor y lucidez. Sadhana: un camino de oración ofrece un método práctico para entrenar la atención y la presencia.
Pero fue ¡Despierta! Peligros de la vida espiritual (publicado póstumamente en 1990) el que lo consagró como un rebelde espiritual. En él, de Mello desmonta la dependencia emocional de las religiones y reivindica la libertad interior como camino hacia Dios.

Censura y legado
En 1998, el Vaticano censuró sus escritos por considerarlos “ambiguos” y “relativistas”. La medida, lejos de silenciarlo, amplificó su eco. Sus libros se reeditaron en todo el mundo y su mensaje trascendió fronteras y confesiones.
Su influencia se extiende desde la psicología humanista hasta el movimiento mindfulness. Terapeutas como Claudio Naranjo y autores como Eckhart Tolle, Richard Rohr o Jon Kabat-Zinn reconocen afinidad con su pensamiento.
Por qué sigue siendo actual
En una época saturada de información y vacía de sentido, Anthony de Mello representa una voz diferente. No ofrece recetas rápidas ni promesas de éxito, sino una invitación radical: ver con claridad.
Su enseñanza atrae hoy a tres perfiles:
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Creyentes desencantados que buscan una experiencia espiritual sin dogmas.
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Escépticos que intuyen que la razón no basta para comprender la vida.
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Practicantes contemplativos de distintas tradiciones que valoran su mirada universal.
“La vida es un banquete, y la tragedia es que la mayoría de la gente está muriendo de hambre”.
El legado del despertar
Anthony de Mello fue un puente entre Oriente y Occidente, entre psicología y espiritualidad. No dejó una escuela, sino una práctica: la observación consciente.
Su voz sigue viva en una frase que resume su filosofía: “La vida es un banquete, y la tragedia es que la mayoría de la gente está muriendo de hambre”.
En tiempos de distracción y ruido, su mensaje suena más claro que nunca: despierta y mira. La verdadera revolución es interior.










