Amar Conscientemente es la gran experiencia que nuestra humanidad nos puede aportar, porque sin conciencia, el amor queda reducido a un acto animal que agota y se agota; mientras que vivido con conciencia, desde el corazón es fuente de felicidad y energía. Podemos vivir la vida desde distintos niveles de conciencia. Cuanto más profundo es el nivel de conciencia en el cual vivamos, más profunda y gratificante será nuestra vida.
Amar no es desear, atraer o sufrir, amar es expandir nuestra propia conciencia. Amar es estar por encima de la separatividad, de la dualidad, del temor y del miedo. El amor es lo que nos proporciona la alegría de vivir, es la sal de la vida y ello por una razón muy sencilla, a saber, que la vida es expansión de la conciencia.
Para lograr sentir y vivir el amor consciente, es necesario comprender que el amor consciente no es atracción física o mental, tampoco enamoramiento, sino una fase que viene después de estas dos primeras y que habilita al mantenimiento y cuidado de las relaciones de pareja.
Es frecuente, creer que el enamoramiento lo es todo cuando se trata tan solo de la primera fase en la que dos personas se quieren conocer. El amor consciente, sin embargo, es esa fase que ocurre cuando dos personas se conocen. Pretender que la segunda preceda a la primera es un desastre y pretender que la primera sea siempre la única, es otro desastre de proporciones aún más inconscientes.
Las personas que establecen relaciones inconscientes son generalmente inmaduras. Buscan a otras personas para llenar sus vacíos, para encontrar un equilibrio en sus problemas y establecer a su vez, un tipo de apego tóxico. Dependencia afectiva, posesividad exclusiva, celotipia dominante, incapacidad para la empatía, la aceptación y lo diferente. Para ello, no dudan en manipular, en establecer sutiles chantajes, intentar cambiar al otro, adaptarlo a sus necesidades y carencias. En definitiva, instrumentalizan al otro en una relación de pareja que no supera el egoamor.
Cierto es que nos hemos nutrido los afectos en ese mal entendido «amor romántico”. Lo hemos leído en decenas de novelas, lo bailamos con los hits musicales, nos hemos rendido ante él en innumerables películas, cientos de series de televisión e incluso a través de la moda y la publicidad. Ya quizás, a estas alturas de la vida y para muchos, se nos ha desvelado la estafa de este «amor romántico”. La desolación que nos habita tras experimentarlo es la constatación de la propia inmadurez afectiva, de un «amor inconsciente”; puesto que, en cierto modo, no es más que una idealización instrumental de las relaciones afectivas.
Y así, nos reencontramos con la soledad del autoengaño diciéndonos que «se sufre por amor”, cuando por lo que realmente se sufre es por no saber amar.
«No se sufre por amor, por lo que realmente se sufre es por no saber amar»
El amor mindfulness nos lleva hacia la iluminación de darnos cuenta de que pretender que otra persona nos haga felices y llene todas nuestras expectativas es una fantasía narcisista que sólo trae frustraciones. Al igual que pretender complacer las necesidades ajenas genera dependencias que devienen en toxicidad de la relación.
Las parejas que se aman de un modo consciente, no se ven como medias mitades, como medias naranjas que necesitan juntarse para ser una sola persona. En absoluto. Las personas que se ven a sí mismas como completas y que tienen la suerte de encontrar a su vez, a parejas igual de maduras emocionalmente, son capaces de crear un amor donde todo fluye con normalidad. No hay exigencias, no hay vacíos que cubrir, solo hay una confianza mutua y un entendimiento donde se da espacio para el crecimiento. Son «naranjas enteras” que ofrecen su plenitud y su madurez emocional libremente a la pareja, para compartirse la felicidad.
Por eso, la relación perfecta debe construirse desde el amor mindfulness, de modo consciente, con esfuerzo, dedicación y madurez emocional. No cayendo en idealizar el amor ni fantasear en la que debe ser nuestra pareja ideal; porque nunca lo llegaremos a encontrar si vivimos de acuerdo a ese patrón perfecto que soñamos para nosotros mismos. La pareja llegará cuando tenga que hacerlo, no hay que desgastarse en crear un ideal, en buscar la persona perfecta. Ya que, el amor no encuentra su sentido en el ansia de cosas ya hechas, completas y terminadas, sino en el impulso a participar en la construcción de esas cosas.
» La relación perfecta debe construirse desde el amor mindfulness»
En estos tiempos, se suele formular que el verdadero amor no viene de pronto hacia uno mismo, sino que más bien, parte de nuestro propio interior. Y esto a menudo se confunde con un ejercicio individualista para buscarse a uno mismo, obviando que de lo que realmente se trata es de dejar de perderse complaciendo a los demás. Porque sólo se llega al amor cuando dos personas se encuentran para compartir su amor, no para buscar el amor la una en la otra.
Por tanto, establecer una relación de pareja basada en amor consciente debe partir en primer lugar no de una necesidad de cubrir un vacío, puesto que no se trata de buscar, porque en el momento en que usamos esta palabra es como si evidenciáramos una falta, una carencia. Se trata de encontrarse en el camino de la atención plena del hecho de que siendo animales de abrazos nos sustenta el amor, que todo lo demás no tiene sentido si en nuestra vida no hay amor.
El amor mindfulness hará que nuestros vínculos afectivos no se sostengan en el reproche de lo pasado, ni en el miedo por lo futuro, ni siquiera en la rutina del presente; sino que nos hará prestar atención, momento a momento, a pensamientos, emociones, sensaciones corporales y al ambiente circundante, aceptándolos, limpiándolos y haciéndolos constructivos para la pareja. La atención se enfoca en el amor, sin dar pie a rumiaciones, definidas esta últimas como las preocupaciones excesivas por los problemas y sus posibles causas y consecuencias, en vez de estar dirigida a buscar soluciones.
Así, podemos construirnos y construir una vida de pareja plena, siendo conscientes de nuestra responsabilidad por el cuidado del amor.
Además, en el amor consciente la responsabilidad de estar satisfecho con mi amor por otra persona no es de la otra persona, sino mía. Alguien que viva el amor consciente no busca que la otra persona se transforme en lo que quiere, sino simplemente sentirse conectado con la otra persona.
«Alguien que viva el amor consciente no busca que la otra persona se transforme en lo que quiere»
Por eso la Pareja Consciente se basa en las cuatro C:
- Cuerpo: se entienden, se sienten y conectan los cuerpos.
- Cabeza: se escuchan, se comprenden y comparten.
- Corazón: se respetan, se cuidan y se responsabilizan.
- Consciencia: se apasionan, construyen y proyectan vida.
«No se trata de encontrar un gran amor, sino de ser un gran amor»
Y para llegar a dicha pareja consciente es necesario desaprender de las experiencias afectivas, enriquecernos como personas desde el amor que se da, para madurar por dentro huyendo de ese otro egoamor que solo desea recibir. Un camino que se recorre haciéndonos conscientes de los siguientes puntos necesarios:
- – Construirse desde un equilibrio emocional, conocerse y reconocerse en las aristas de la propia personalidad será un primer paso para no quedar presos de nuestras carencias.
- – Saber que, en cierto modo todos tenemos un ideal de nuestra pareja perfecta. No obstante, no se trata de encontrar un gran amor, sino de ser un gran amor.
- – No perder la ilusión, ni la inocencia para iniciar nuevas relaciones. Siempre se pueden obtener más lecciones de lo pasado si se desaprenden las pérdidas que si se aprenden de los fracasos (ya que aprender de los fracasos supone el riesgo de emular dicho fracaso en los siguientes encuentros).
- – Focalizarse con atención plena en lo esencial del amor para que las rutinas circunstanciales de la vida no nos distraigan de lo fundamental de la relación.
- – Todos podemos vivir una vida amorosa más rica y plena si aprendemos a amar con más conciencia. No se trata de llegar a una meta determinada, sino de crecer, de crecer por dentro, irradiando aquello que está en el interior de todas las personas, aquello que llamamos Amor.
- – Vivir el momento presente, en el «aquí y ahora”, aceptando lo que viene y no intentando retener lo que se va. No obsesionarse y la mejor manera de lograrlo es siendo conscientes del amor que llevamos dentro. Cuando nuestra mente se encuentra ocupada en pensar qué pudo haber ocurrido o que ocurrirá, cuando está enfocada en el pasado o en el futuro, no está viviendo el presente. Cuando no vivimos el presente estamos desperdiciando cantidades ingentes de energía lo que produce: ansiedad, depresión, tristeza, desamor, etc.
- – Dar antes de recibir. Es sumamente importante recordar que la verdadera esencia de nuestro ser es el Amor y que sólo viviremos rodeados de Amor cuando conectemos con él. Cuando vivimos con conciencia, nos damos cuenta de que tenemos todo lo que necesitamos y en el momento en que lo necesitamos. Si creemos que se nos está negando algo que merecemos, es que algo falla todavía en nosotros. Es entonces cuando debemos practicar el dar. Por eso no hemos de dar esperando algo a cambio; no sería «dar», sino «cambiar». No se da con el fin de recibir, dar produce más felicidad que recibir, no porque sea una privación, sino porque en el acto de dar está la expresión de mi vitalidad. Es de por sí una dicha exquisita, la mayor fortuna que puedo recibir.
El amor mindfulness es una enriquecedora forma de comprender la vida y las relaciones de pareja. Nos rodea para abrazarnos y a la vez nos impulsa desde dentro. Nos hace amar hasta convertirnos en lo amado, es más, nos hace amar hasta convertirnos en el Amor.
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