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El Foro Internacional Mujer y Sociedad recibe al profesor y psiquiatra Fernando Sarráis

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El Foro Internacional Mujer y Sociedad recibe al profesor y psiquiatra Fernando Sarráis

El Foro Internacional Mujer y Sociedad se reunió en esta ocasión en la Casa Diocesana para celebrar un almuerzo en formato cóctel y la charla que ofrecería posteriormente el psiquiatra y profesor de psicopatología y psicología de la personalidad de la Universidad de Navarra, Fernando Sarráis. 

Remedios Barco, Fernando Sarráis y Ángela Callejón

El formato cóctel permitió a las asistentes conocerse e intercambiar experiencias personales y profesionales durante el almuerzo. Mujeres de diferentes ámbitos laborales se dan cita en estos encuentros que se celebran aproximadamente cada dos meses, y que suponen una gran oportunidad para generar sinergías además de para pararse a pensar durante unos minutos gracias a la intervención de los ponentes, que muy frecuentemente están dirigidas al crecimiento personal.

 

El cóctel

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La conferencia

La conferencia del psiquiatra Fernando Sarráis trató sobre “El éxito interior: ser feliz para hacer felices a los demás”. Un tema del que se habla mucho y sobre el que supo dar una visión diferente y muy amplia usando en muchos casos ejemplos de experiencias que había vivido junto a pacientes reales.

Sarráis es autor de varios libros como “Entender la afectividad”, “Psicopatología” o “ Temperamento, Carácter y Personalidad” de los que ha vendido más de 17 mil ejemplares. La presidenta del foro, Ángela Callejón, fue la encargada de presentarlo: “ La felicidad la buscamos todos, porque hemos sido creados para ser felices”.

Fernando Sarráis explicó que a lo largo de su vida ha visto mucho sufrimiento en las personas. Cuenta con más de 30 años de experiencia profesional en la psiquiatría: “Las enfermedades psiquiátricas hacen más daño que el dolor de muelas… Me he preguntado siempre no cómo aliviar el sufrimiento, sino cómo prevenir el sufrimiento. Para prevenir hace falta saber las causas, y una de las conclusiones que he llegado es que el 80 % de las patologías psiquiátricas tienen que ver con la manera de ser, con la personalidad, personalidades negativas, depresivas y ansiosas ”.

Podríamos decir, según su exposición, que detrás de todas las emociones negativas está el miedo, el miedo a no ser queridos y aceptados, el miedo al fin y al cabo al sufrimiento.

Explicó que el 80 % de las patologías tienen que ver con la personalidad neurótica. Dentro de las neurosis hay muchas distintas, pero todas tienen en común que quienes las padecen son “personas que habitualmente con mucha frecuencia e intensidad tienen emociones negativas que hacen que una persona sufra: miedo, ansiedad, preocupaciones, tristeza, vergüenza, inseguridades…” Apuntó que las personas que tiene una personalidad negativa sufren mucho pero también hacen sufrir mucho a las personas de su entorno. 

Destacó también la importancia que tiene la intensidad de ese sentimiento negativo: “No es lo mismo tener miedo que tener pánico. Cuando por ejemplo nos sentimos mal tenemos que buscar qué sentimos, qué nos hace sentirnos mal: No es lo mismo estar enfadado que estar colérico. Lo importante es saber las causas y las consecuencias”.  Esto lo extendió a todos los sentimientos y emociones que experimentamos.

En muchas ocasiones nos enfadamos por cosas nimias, por tonterías, y sino ponemos freno a eso viviremos y moriremos enfadados por cualquier “chorrada”. Este tipo de personas que se centra continuamente en lo negativo suele volverse violento: “ La violencia es una consecuencia de la ira”. La violencia daña a la persona que la siente: “Si yo estoy enfadado y la gente que está a mi alrededor está contenta, me siento sólo, así que la táctica es que todo el mundo esté enfadado y es tratar a la gente mal para que también se enfade”.

“Detrás del bullyng lo que hay es ese sufrimiento de sentirse solo. Y la soledad es una manifestación de no sentirse querido”, destacó entrando en que todos necesitamos el amor para ser felices. Todos necesitamos querer y que nos quieran, sentirnos aceptados. Y aunque sabemos pedir otras cosas que cubran nuestras necesidades difícilmente somos capaces de reclamar cariño, o un abrazo cuando lo necesitamos: “Hacer sentir bien a los que uno quiere es magia”. Añadió que sin embargo muchas veces nos sentimos incómodos al mostrar afecto y decirle a alguien que le queremos, o al reclamar ese cariño que necesitamos. Tampoco estamos acostumbrados a decirles a los demás lo positivo que vemos en ellos, mientras que si lo hiciésemos reforzaríamos esa sensación de bienestar que lleva al otro a sentirse querido, aceptado y ser más feliz.

Habló también sobre la envidia, la avaricia, los celos o las mentiras. Tras estas emociones también se esconde el miedo, y el miedo puede llegar a hacernos huir y a no enfrentarnos a lo que lo origina:  “Estamos educando a gente joven miedica y cobardica porque vivimos en una sociedad hedonista. Todo está basado en conseguir el placer de una manera rápida”. Apuntó a que el culto actual a la gastronomía y la sociedad sexualizada en la que vivimos es consecuencia de esta sociedad hedonista: “ Se ha encumbrado el placer como objetivo y ese placer se acaba. Vivimos en una sociedad de adictos y cuando nos hacemos adictos no somos libres y no podemos ser felices. Buscamos continuamente ese placer de manera inmediata. De esa forma no se hace lo que se quiere, se hace lo que apetece. Lo que quiero depende de la voluntad y la voluntad siempre quiere el bien. La razón es la que juzga lo que está bien y está mal. Actualmente es más importante sentirse bien de manera inmediata que ser feliz”.

 

Otra de las críticas hacia la sociedad actual fue: “La sociedad no quieres que pienses sino que consumas. La compra compulsiva te hace feliz un ratito. Y todo eso hay que pagarlo. Todo lo que nos hace sentir “bien” de manera inmediata cuesta dinero. Vivimos en una sociedad muy adicta a muchas cosas. ¿Quién es el enemigo del placer? El sufrimiento. El miedo es siempre al sufrimiento”. Afirmó que la única forma de acabar con los miedos es enfrentarnos a ellos, no huir de ellos y sino seguiremos “sumando miedos en la mochila”.

Cuando dañamos a los demás sentimos culpa, y se convierte en un círculo vicioso que nos sigue dañando a nosotros mismos, aumenta ese rechazo hacia nosotros de los demás y esa percepción de no aceptación y por tanto el sufrimiento: “ La culpa es vergüenza. Es la alerta que nos manda la naturaleza de que estamos haciendo algo mal”.

Las mentiras también tienen en el fondo ese miedo. Mentimos y ponemos excusas para evitar las consecuencias negativas y evitar sufrir, para sentir el reconocimiento de los demás. Resaltó la importancia de la verdad: “Hay que cargarse las mentiras piadosas”. “La verdad os hará libre, la mentira hay que mantenerla. La sinceridad no significa decir toda la verdad ni caer en el exhibicionismo. pero sí significa nunca mentir. La gente no solo miente a los demás se miente así mismo”, señaló.

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“No se puede ser feliz sin amar. Queremos que nuestros hijos sean buenos para que se sientan amados. Los malos producen rechazo. Si son buenos serán muy queridos y si son muy queridos serán muy felices”, explicó que eso muchas veces se contradice con los menajes que les mandamos a nuestros hijos enmascarando nuestro propio sufrimiento y evitando que desarrollen la empatía.

Cuando no eres feliz contigo mismo es porque no te quieres, porque no te gusta como eres. Hay que querer al próximo como a uno mismo. Hay gente que quiere ser perfecto. Si uno quiere quererse a uno mismo tiene que olvidarse de ese ‘yo perfecto’”, nos recordó.

“Una persona que está triste no hace nada, no tiene ganas de nada, y cuando uno no hace nada no hace lo que tiene que hacer. Si estando triste hago lo que debo me iré sintiendo mejor”, dijo sobre la tristeza. 

Detrás de los celos también reside el miedo a sufrir: “El que tiene celos empieza a controlar, termina ahogando al otro, y este termina por marcharse. Por tanto se hace realidad su miedo”. Detrás de esto reside lo que llamó “ la intención paradójica”.

La envidia, fue el siguiente punto que trató: “Es otra forma de miedo. El planteamiento del envidioso es que cuando alguien tiene algo que yo no tengo, esa persona es más valiosa que yo y la gente la va a preferir, y a mí me va a rechazar. Pero yo quiero que me quieran y para eso tienen que admirarme. Y al final voy a sufrir”.

 

Invitó durante toda la ponencia a que nos detengamos a buscar las causas de esas emociones negativas.

Fernando Sarráis señaló tres cosas que todos admiramos y queremos: 

– Todo el mundo quiere poseer belleza y rodearse de belleza, porque la belleza atrae.

– La bondad: “ En las películas siempre nos identificamos con los buenos”.

Destacó la diferencia entre la bondad moral y una bondad psicológica. Todo el mundo quiere estar con personas que transmiten calma y alegría: “La bondad psicológica es la belleza interior”.

– La verdad, ser auténticos: “La verdad os hará libre, la mentira hay que mantenerla y también nos ata. La sinceridad no significa decir toda la verdad ni caer en el exhibicionismo pero sí significa nunca mentir. La gente no sólo miente a los demás se miente así mismo”. En este sentido invitó a la audiencia a que seamos capaces de reconocer nuestros errores y pedir perdón. En los errores que cometemos hay una oportunidad para mejorar: “Hay que tener valentía para equivocarse”.  “Uno puede decir mil verdades pero cuando dice una mentira, ya es un mentiroso”, añadió.

“Para poder ser feliz hay que amar mucho y para amar mucho hay que saber sufrir mucho. Tenemos miedo a sufrir. Si amo voy a sufrir”, apuntó que es el motivo de la falta de compromiso que hay actualmente en la sociedad.

Sarráis concluyó recomendando que nos centremos en las cosas buenas, porque como nos centremos en las malas hay mil motivos para vivir siempre enfadado y no merece la pena: “Lo importante es ser bueno, no ideal y perfecto”.

Durante más de una hora invitó a las asistentes a hacer una reflexión profunda sobre las causas que normalmente nos alejan de la felicidad y por tanto de la alegría y de la paz.

Redacción: Ana Porras     Fotografía: Lorenzo Carnero

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