A nadie se le escapa la expectación que ha despertado en Málaga, desde el anuncio de que volvería a ser un hotel, la llegada del Gran Hotel Miramar. Un símbolo del esplendor de una época en la que Málaga brilló, y que regresa cuando Málaga vuelve a brillar a nivel internacional.
El emblemático establecimiento ha pasado, gracias a la apuesta de la familia Santos, por un proceso de transformación total de la mano del equipo de arquitectura de Estudio Seguí y la decoración de Aneta Milićević que han protegido la obra original de Fernando Guerrero Strachan actualizando los espacios para adaptarlos a la época en la que nos encontramos. En cada habitación y estancia se ha cuidado hasta el más mínimo de los detalles, muchos de ellos cargados de simbología.
Donde hasta hace solo unos años se celebraban vistas y juicios en un espacio cargado de tensión, ahora se respira tranquilidad y lujo. Entre sus usos han estado, además, el de Hospital de Sangre durante la Guerra Civil y el sede del Palacio de la Justicia de Málaga, hasta su adquisición en 2008 por parte de Hoteles Santos.
El edificio en si ya es un espectáculo y una referencia arquitectónica. Con 30.000 metros cuadrados de superficie y 190 habitaciones, incluyendo 10.000 metros cuadrados de zonas ajardinadas con árboles centenarios es una isla de paz y sosiego en el centro de Málaga y casi a orillas del mar.
El corazón del hotel Miramar late con fuerza, y según José Luis Santos, presidente de Hoteles Santos, busca convertirse, como lo fue en otra época, en el corazón social de Málaga; epicentro de fiestas y eventos, testigo privilegiado del fluir de su sociedad en los acontecimientos más destacados.
Y precisamente eso es lo que quisieron reflejar en su inauguración. El Gran Hotel Miramar abrió sus brazos para acoger a 1400 invitados representantes de la política, la empresa, el turismo, los medios de comunicación, la cultura, el ámbito académico y de la Málaga más social.
Diez meses después de su apertura parcial y con el establecimiento a pleno rendimiento, el Gran Hotel Miramar 5* celebró una gran fiesta de reinauguración oficial. Un evento en el que los asistentes volvieron la mirada al pasado y donde se repitieron los guiños a aquel hotel que hace 90 años inauguró el mismo Alfonso XIII como Hotel Príncipe de Asturias. Performance, espacios con vestuario y vehículos cedidos por el Museo Automovilístico y de la Moda, unidos a las líneas arquitectónicas del edificio, hacían muy fácil ese viaje en el tiempo.
Recibir y dar de cenar a 1300 personas no es fácil, pero el Gran Hotel Miramar demostró que está preparado para ello. Los invitados se repartieron y fueron pasando por las distintas estancias de la planta noble del hotel donde se situaron estaciones con diferentes platos y propuestas gastronómicas.
Se desarrollaron visitas guiadas por el hotel que sirvieron para mostrar los distintos tipos de habitaciones con los que cuenta, su terraza chill out, su spa, los restaurantes… La noche acompañó y muchos se decantaron por bajar por las espléndidas escalinatas con vistas al Mediterráneo y disfrutar al aire libre de la velada.
Las escalinatas, tan representativas, y la fachada sur del edificio fueron los protagonistas del acto institucional y de un gran espectáculo de luz y sonido. El Presidente de la Cadena, José Luis Santos, agradeció a las instituciones su ayuda para recuperar este espacio y destacó que “el Gran Hotel Miramar es ya un referente de primer nivel en calidad y satisfacción tanto para visitantes nacionales como internacionales, y ha logrado revitalizar todo el entorno y elevar la categoría de la planta hotelera Málaga”.
Santos le deseó mucha suerte y muchos éxitos a la nueva directora, Mariola Valladares, profesional con una amplia trayectoria en la dirección de hoteles y en la cadena Hoteles Santos, asume el reto de dirigir este establecimiento. De ella volvió a decir que tiene su total confianza y destacó que es una mujer altamente cualificada y valiente.
Los fuegos artificiales sobre el hotel y en el cielo de Málaga fueron los encargados de clausurar un acto, que al igual que el edificio, ya forma parte de la historia de la ciudad.
Redacción: Ana Porras Fotografía: Lorenzo Carnero