Con la llegada del verano, la exposición al sol se intensifica. Para muchas personas, alcanzar un tono de piel dorado se ha convertido en una rutina estacional. Sin embargo, cuando esta práctica se transforma en una necesidad compulsiva, entra en escena un fenómeno poco conocido: la tanorexia.
Un trastorno silencioso que afecta tanto a la piel como a la autoestima
Un problema de salud que va más allá de lo estético
La tanorexia no es solo una moda o una preferencia estética. Se trata de un trastorno psicológico caracterizado por la percepción distorsionada del propio tono de piel. Quienes lo padecen, a menudo jóvenes y adolescentes, se ven “demasiado pálidos” incluso cuando su piel ya está bronceada. Esta percepción les lleva a exponerse de forma excesiva a la radiación solar o a sesiones de rayos UVA, con consecuencias perjudiciales tanto físicas como emocionales.
Según datos de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV), la incidencia del cáncer de piel ha aumentado un 40 % en los últimos años. Este incremento no puede desvincularse de prácticas de exposición prolongada al sol sin la protección adecuada, especialmente entre quienes buscan mantener un bronceado constante.
El trasfondo psicológico y social
Más allá de los riesgos cutáneos, la tanorexia revela una presión estética alimentada por ideales de belleza poco realistas. La búsqueda de una imagen “saludable” o “atractiva” se convierte en un impulso que, en realidad, puede enmascarar baja autoestima, ansiedad o necesidad de validación social. La piel, en este contexto, se convierte en un territorio de lucha interna más que en una barrera de protección.
Es aquí donde el acompañamiento psicológico y la educación sobre los riesgos reales de la radiación solar se vuelven imprescindibles.
Cómo proteger la piel sin renunciar a broncearse
Fomentar una relación saludable con el sol es clave. Esto no implica evitarlo por completo, sino aprender a disfrutar de él de forma segura. Algunas medidas básicas incluyen:
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Aplicar fotoprotección diaria de amplio espectro (mínimo SPF 30), incluso en días nublados.
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Evitar la exposición directa entre las 12:00 y las 16:00 horas.
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Reaplicar el protector solar cada dos horas.
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Utilizar sombreros, gafas homologadas y ropa fotoprotectora.
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Realizar revisiones dermatológicas periódicas.
Como señalan desde Nara Seguros, “la piel tiene memoria, y lo que hagamos hoy puede definir nuestra salud dermatológica dentro de 10 o 20 años”.
Un llamado a la conciencia
En una sociedad que prioriza la imagen, conviene recordar que la salud es el mejor reflejo del bienestar. Normalizar el aspecto natural de la piel, independientemente del tono, y valorar los cuidados diarios por encima de los resultados inmediatos, puede marcar una diferencia real en nuestra calidad de vida.