Existe la creencia fuertemente arraigada en la sociedad de que el médico conoce mejor el cuerpo que el propio paciente y que su criterio es superior por haber realizado unos estudios y ostentar un título universitario. También existe la creencia de que solamente los profesionales con titulación sanitaria están capacitados o tienen derecho para hablar de salud física o mental. Quién habla así es Aixa Laxmi, la creadora del método del mismo nombre.
La experiencia del paciente es muy valiosa porque es quien vive en primera persona lo que está ocurriendo en su cuerpo y tiene una percepción directa de sus sensaciones físicas y de su experiencia emocional.
Y aunque el conocimiento teórico basado en estudios es importante, me pregunto cómo se puede conocer lo que una persona necesita o siente sin haber experimentado dichos síntomas o enfermedad.
En EE.UU. se acuñó el término “expert patient” en la primera mitad del siglo XX. Haciendo una búsqueda en Google sobre este concepto aparecen 949 millones de entradas sobre el tema. Y es que, cuando los pacientes se implican profundamente en sus propios procesos, a veces pueden llegar a adquirir mayor conocimiento teórico-práctico de su enfermedad concreta que los propios médicos que los atienden. Los conocimientos teóricos están accesibles a todo el mundo que sepa leer y tenga comprensión lectora, sin necesidad de adquirir un título universitario. Pero la experiencia en primera persona tiene un valor inestimable que va mucho más allá del aprendizaje teórico y que puede dar la clave para la curación. Pero eso solo puede ocurrir si se está abierto a escuchar.
Ahora mismo existen programas de “paciente experto” organizados por instituciones médicas especialmente para el tratamiento de enfermedades crónicas, pues los pacientes que se vuelven expertos en su enfermedad no solo pueden alcanzar la curación y/o mayor calidad de vida, sino que pueden ayudar a otros pacientes en sus propios procesos.
Me resulta curioso haber dado con estos programas, porque yo misma he sufrido una enfermedad catalogada crónica e incurable, de carácter neurológico y degenerativo, el SPI o enfermedad de Willis – Ekbom. Fui secretaria de la asociación española de pacientes del SPI, conocí a los mejores neurólogos en el tema. Y me volví experta en ella, tan experta que he conseguido curarme. De lo cual se deduce que no será tan crónica…
El interés del propio paciente por curarse y tener buena calidad de vida va mucho más allá que el del médico más concienzudo, por razones obvias, le va la vida en ello.
Pero no quiero hablar de enfermedades crónicas, sino del proceso de salud que es el embarazo y el parto y que ha llegado a patologizarse, medicarse e intervenirse tanto que ahora mismo está rodeado de Iatrogenia. Los efectos adversos a corto medio y largo plazo del modo en que se atiende al parto deberían tratarse como un grave problema de salud pública si tan solo se tuviera cierta conciencia de las graves consecuencias que supone para la salud física y psíquica del ser humano el nacer a través de intervenciones y medicaciones que se podrían evitar perfectamente si se conociera mejor el proceso natural y si se respetara el mismo.
De esto fui muy consciente en mi propio parto y las condiciones de intervención que viví me llevaron a vivir esas consecuencias en mi propia salud y la de mi hija. Sin embargo, tengo que decir que el vivir una serie de intervenciones innecesarias también me dió la oportunidad de llevar mi cuerpo al extremo y de comprobar la capacidad que tiene el músculo uterino, de llevar a cabo una investigación sobre el útero y de desarrollar una metodología que mejora el funcionamiento del útero en el parto y facilita el parto natural sin dolor.
Yo tuve una inducción con oxitocina sintética. Las contracciones que provoca la oxitocina sintética son extremadamente dolorosas, sin embargo, para mí fueron completamente indoloras, durante las 14 horas que duró la inducción. Tras esas contracciones que se repetía cada 3 minutos, las sensaciones físicas personales e intransferibles eran la de sentir mi útero como un músculo muy fuerte que era capaz de realizar ese trabajo con facilidad y sin ningún dolor, ante el asombro de los profesionales sanitarios que me atendían, que no paraban de ofrecerme la epidural.
Si hubiera sido otra mujer, probablemente esto habría pasado como una anécdota que contaría a los amigos. Pero yo tengo un impulso innato por comprender lo que ocurre y cómo funcionan las cosas. Con el mismo impulso científico que me llevó estudiar primero la carrera de Matemáticas y después la de Arquitectura Técnica, emprendí la investigación, que me llevó a desarrollar el Método Laxmi.
Personalmente, he entrenado a más de mil mujeres durante sus embarazos y estoy formando a 300 profesionales. La mayoría de mis alumnas de la certificación profesional son matronas, fisioterapeutas, profesionales del ejercicio físico, psicólogas y empiezan a llegar las primeras médicas y ginecólogas. Hablo en femenino porque ningún hombre se ha interesado por formarse aún, aunque son muy bienvenidos.
Ahora mismo el Método Laxmi se imparte por equipos multidisciplinares en los que siempre contamos con una matrona, pues son las profesionales de referencia que están formadas en la atención al embarazo y parto normal. Pero el entrenamiento físico y mental que se ofrece a las mujeres embarazadas va mucho más allá de lo que se enseña en las escuelas de enfermería.
El Método Laxmi es una preparación holística para el parto y el nacimiento. El ejercicio físico, la conciencia corporal, la meditación, el autoconocimiento en el sentido más amplio del término y la implicación de la pareja, son la base del éxito del Método a la hora de reducir el número de intervenciones y de reducir el dolor en el parto a la mínima expresión, teniendo muchos casos de mujeres que han tenido partos indoloros e incluso placenteros.
Creo que, a la hora de desarrollar esta metodología, me ha ayudado precisamente, no ser médico ni tener demasiados conocimientos previos. Para poder abordar el aprendizaje de la anatomía y la fisiología con “ojos nuevos”, sin sesgos ni condicionamientos previos, como lo hace un niño ante sus primeras experiencias en el mundo. Pero también me ha valido mucho tener una base científica, gracias a mis estudios previos de matemáticas y arquitectura, y por supuesto una comprensión anatómica profunda y experiencial por ser profesora de danza, instructora de Pilates y de Yoga prenatal. El salto más grande ha sido el comprender la unión cuerpo mente, y más allá, de comprender la conexión mente útero, que es real y física, a través del Sistema Nervioso Autónomo. El haber encontrado las herramientas físicas y mentales que llegan a activar el sistema nervioso autónomo, que consiguen relajar las tensiones del músculo uterino y fortalecerlo, es todo un logro.
Me encantaría extenderme sobre el tema fisiológico pues mi espíritu científico me arrastra hacia ello, pero toda esta teoría que está desarrollada en mi libro, “El Método Laxmi, 9 Claves para un Parto sin Dolor”, se traduce en la práctica en un camino de auto descubrimiento para la madre y de reconocimiento de su poder físico y mental para dar a luz rodeada de gozo y de placer, y de vivir el dolor o el esfuerzo como un reto de superación personal, que la refuerza en su poder.
El Método Laxmi dota a la mujer embarazada de una fuerza física y mental, que va más allá del útero, del embarazo y del parto, y que la llena de confianza para una crianza más consciente.
Sé que puedo decir maravillas sobre mi método, pero la experiencia de mis alumnas tanto embarazadas como profesionales (y a veces profesionales sanitarias que han vivido el método durante sus embarazos), va más allá de lo que yo pueda decir sobre él.
Firmado: Aixa Laxmi