Cuando tenemos niños pequeños en casa y llegados a esta fecha la mayoría de los padres y madres sabemos lo que es pasar horas en la consulta del pediatra, ya que se convierte en algún habitual visitarlo. Casi se convierte en alguien más de la familia…Cuando no es por una cosa es por otra, pero el caso es que sobre todo, cuando comienzan en la guardería parece que encandenan los síntomas y nos da la sensación de que es algo que no acaba nunca.
Generalmente queremos llegar a la consulta, que lo diagnostiquen, y que nos manden algo para salir corriendo a la farmacia y que se cure cuanto antes. Por un lado, porque nos da pena verlos «malitos” y por otro, porque nuestro ritmo de vida y de trabajo no puede sostener el calendario de virus del más pequeño de la casa. Esto nos lleva a los padres ante determinados síntomas casi a exigir que se les recete un antibiótico. Sin embargo estamos equivocados.
Consultamos con el pediatra el Dr. Antonio José Conejo Fernández, que despeja todas nuestras dudas sobre qué podemos hacer en cada caso y cómo podemos actuar. Y sí, los malditos virus no se curan con antibióticos…
Infecciones virales frecuentes durante la infancia
Virus y bacterias
Las infecciones son enfermedades que se producen cuando un germen invade a un organismo sano y origina en él una serie de signos y síntomas. Los posibles gérmenes implicados son muchos, pero la mayoría pertenece a alguno de los 3 grupos de microbios principales: hongos, bacterias y virus.
Los hongos producen en el niño sano problemas en la piel generalmente leves, como la dermatitis del pañal o infecciones de la boca, así que no se hablará más de ellos.
Las bacterias y virus pueden producir muchas enfermedades diferentes dependiendo del sitio que infecten. Las faringitis, neumonías, meningitis, conjuntivitis, etc., pueden ser producidas por ambos tipos de gérmenes. Como el tratamiento es totalmente diferente, es importante conocer si la enfermedad que padece nuestro paciente está causada por un virus o por una bacteria. En general, se podría decir que las infecciones producidas por bacterias suelen ser más graves y suelen necesitar tratamiento antibiótico mientras que las infecciones virales son generalmente banales y, salvo muy rara excepciones, NO TIENEN TRATAMIENTO CURATIVO, ya que se quitan solas después de unos días.
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La inmensa mayoría de las veces se puede diferenciar una infección viral de una bacteriana solo por la historia clínica y la exploración física y no suele requerirse ninguna prueba complementaria para su diagnóstico.
Todas las infecciones se pueden acompañar de algunos signos y síntomas inespecíficos, como la falta de apetito o el dolor abdominal o de cabeza. También es normal que el niño esté más apagado, con menos ganas de jugar. Todos estos signos y síntomas, aunque suelen preocupar a la familia (sobre todo la falta de apetito), no son en absoluto importantes, sino que forman parte del cuadro general de cualquier infección. Es importante no obligar al niño a comer ni forzarlo a realizar ninguna actividad. Solo acuérdese de cómo estaba usted la última vez que se puso enfermo y comprenderá que no es agradable ni necesario para el paciente.
«Es importante no obligar al niño a comer ni forzarlo a realizar ninguna actividad»
«Mi niño está siempre malo…”
Es muy importante tener claro que la inmensa mayoría de las infecciones que se producen durante los primeros años de la vida son causadas por virus. Las infecciones virales, en general, constituyen el principal motivo de consulta durante la infancia, tanto en Atención Primaria como en Urgencias Hospitalarias. Las razones para que originen tanto volumen de consultas en la práctica diaria son variadas, aunque las más importantes quizá sean el elevado número de infecciones de este tipo que padecen todos los niños al cabo del año y la preocupación, casi siempre excesiva, que genera en las familias la presencia de signos como la fiebre o los mocos persistentes.
A este respecto, lo primero que hay que destacar es que las infecciones virales son MUY FRECUENTES en la primera infancia y constituyen parte del proceso NORMAL Y NECESARIO en desarrollo del niño. Así, durante los primeros 3-4 años de vida, los niños normales tienen una media de hasta 12 – 15 infecciones al año, la inmensa mayoría de ellas de causa viral y concentradas durante el periodo escolar. Si sumamos la duración total de cada infección viral, es decir, los días de incubación (fase prodrómica), los días en que los síntomas están presentes de forma evidente (fase de estado) y los días que tarda el paciente en recuperarse del todo una vez que los síntomas importantes han pasado (fase de convalecencia), cada infección completa puede durar hasta 2 semanas. Si multiplicamos estas 2 semanas por 13 infecciones al año de media, el resultado es que los niños normales pasan enfermos casi 6 meses al año. Hay que tener en cuenta que estas cifras son las medias de todos los niños juntos. Esto significa que habrá niños que cojan muy pocas infecciones mientras que otros cogerán muchas más, aunque todos ellos sean normales.
«Durante los primeros 3-4 años de vida, los niños normales tienen una media de hasta 12 – 15 infecciones al año, la inmensa mayoría de ellas de causa viral «
La principal fuente de infecciones virales durante la infancia son otros niños del entorno, que actúan como portadores y transmisores de la infección, sobre todo si hay mucho contacto con secreciones (mucosidad, saliva, etc.). De ahí que la asistencia a la guardería o al colegio aumente mucho el número de infecciones que padecen los niños al cabo del año. A veces, el niño no va directamente a la guardería, pero vive con hermanos mayores que sí van al colegio o padres que trabajan en contacto con niños (profesores, pediatras, …) y que hacen de vehículo para todas estas infecciones. Por eso es también frecuente que los segundos hijos adquieran más infecciones que los primeros, ya que a los virus que adquiera por sí mismo hay que suma los que les «pasan” sus hermanos mayores.
«… y el pediatra no me manda nada!”
Como se ha comentado antes, las infecciones virales, salvo muy raras excepciones, no tienen ningún tratamiento curativo, por lo que generalmente lo único que se puede hacer es tratar de calmar los síntomas de la infección hasta que esta se resuelve por sí sola. La mayoría de las infecciones virales se curan solas en 3 – 7 días, aunque hay algunas enfermedades en que los síntomas pueden durar mucho tiempo más.
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Los antibióticos son medicamentos que matan o impiden el crecimiento de las bacterias. Estas sustancias atacan puntos específicos presentes en las bacterias que no están en los virus, por lo que NO TIENEN NINGÚN EFECTO en las infecciones virales y DEBEN EVITARSE siempre que no sean necesarios, ya que pueden producir efectos adversos y hacen que las bacterias se vuelvan resistentes a ellos, por lo que si alguna vez se necesitaran de verdad pueden no tener efecto.
El tratamiento sintomático de las infecciones más frecuentes se comentará en su apartado específico. Las medicinas para «subir las defensas” no tienen ninguna utilidad y deberían evitarse, ya que solo sirven para tranquilizar a la familia con la sensación de que se le está dando al niño «algo en lugar de nada” y para gastar dinero de forma innecesaria.
La importancia de las infecciones en la infancia
Dentro de unos límites considerados normales, las infecciones constituyen parte del proceso de desarrollo de los niños, ya que suponen un «entrenamiento” para que sus defensas maduren de forma normal. Cada vez está más demostrado que los niños que crecen en un entorno «excesivamente limpio” (ausencia de guardería, esterilización continua de tetinas y biberones, etc.) desarrollan con más frecuencia problemas de asma y alergia en las edades posteriores.
La exposición a gérmenes y otras sustancias a estas edades hace que el sistema inmune (las defensas) aprendan a reconocerlas, a diferenciarlas de las sustancias que forman parte del organismo y a desarrollar una respuesta adecuada y proporcionada ante futuros contactos. Un sistema inmune no «entrenado” durante los primeros años de la vida tiene más probabilidad de funcionar de forma incorrecta cuando se exponga a estos gérmenes y sustancias, lo que aumenta el riesgo de aparición de asma, dermatitis o alergias.
«Está demostrado que los niños que crecen en un entorno «excesivamente limpio” desarrollan con más frecuencia problemas de asma y alergia en las edades posteriores»
Infecciones virales más frecuentes durante la infancia
Fiebre sin foco
La fiebre es un signo común a prácticamente todas las infecciones. En ocasiones, los virus producen, además de la clínica general (pérdida de apetito, etc.), fiebre que no se asocia a ningún otro síntoma y se acompaña de una exploración totalmente normal. A esta situación se la llama fiebre sin foco y es extraordinariamente frecuente en la infancia. Generalmente dura entre 3 y 7 días, quitándose sola posteriormente sin necesidad de ningún tratamiento.
¿Cuál es el tratamiento y qué tengo que hacer en casa?
El único tratamiento es tratar de controlar los síntomas, en este caso el malestar general, con la medicación habitual (paracetamol o ibuprofeno). La fiebre como tal no necesita tratamiento, ya que es un mecanismo de defensa que hace que los virus se dividan con más dificultad, lo que acelera la recuperación de la infección. Sin embargo, cuando la fiebre causa malestar o decaimiento, sí se recomienda usar la mediación antitérmica habitual para mejorar el confort del paciente. Esto significa que hay que fijarse más en cómo de activo está el niño que en lo que dice el termómetro a la hora de decidir si dar alguna medicación o no. Si tiene fiebre pero el niño está activo, no hay que darle nada.
» Si tiene fiebre pero el niño está activo, no hay que darle nada»
En general, se recomienda no alternar la mediación antitérmica, sino utilizar la menor cantidad de fármacos posible para controlar los síntomas. Si puntualmente lo necesita, puede utilizarse un segundo fármaco de forma alterna, pero la norma debería ser no hacerlo.
Puede pasar que la medicación consiga bajar un poco la temperatura pero queden algunas décimas. Esto es frecuente y no se asocia en general a mayor gravedad.
Nasofaringitis aguda (catarro de vías altas)
Los catarros virales son probablemente las infecciones más frecuentes de todas, sobre todo durante el curso escolar. Los síntomas principales son la tos, los mocos y la fiebre, además de los síntomas generales ya comentados (falta de apetito, etc.). Es muy frecuente que los niños se pasen los 2-3 primeros años de su vida continuamente con mocos, sobre todo durante el invierno.
¿Cuál es el tratamiento y qué tengo que hacer en casa?
Si no hay ninguna complicación al respecto, como otitis, problemas de audición o sinusitis, lo único que se puede hacer es tratar los síntomas.
La fiebre se trata igual que se ha comentado en el apartado anterior, con paracetamol o ibuprofeno.
La tos y los mocos tienen más problemas, ya que a día de hoy NO EXISTE NINGÚN MEDICAMENTO CON EFICACIA DEMOSTRADA para tratar estos síntomas. Existen multitud de fármacos mucolíticos, antitusivos, expectorantes, etc., que uno puede comprar en la farmacia, pero NINGUNA de estas medicinas ha demostrada ningún efecto más allá del placebo. Por el contrario, cada vez se describen más efectos adversos relacionados con estos fármacos. De hecho, el uso de uno de los fármacos más utilizados tradicionalmente, la codeína, se encuentra actualmente restringido por las autoridades sanitarias y solo se debe plantear en niños mayores de 12 años.
Así que, por un lado, los fármacos para tratar la tos no son eficaces. Pero, por otro lado, y quizá más importante, si tuviéramos un fármaco que realmente calmara la tos NO DEBERÍAMOS UTILIZARLO, ya que la tos es el principal mecanismo para la eliminación de mucosidad de los pulmones. Si pudiéramos quitar la tos, que no podemos, dejaríamos toda esa mucosidad dentro y estaríamos aumentando el riesgo de que se produzcan infecciones bacterianas como neumonías, etc.
Lo único que podemos hacer, además de tratar la fiebre, es intentar limpiar la parte alta de la garganta y la nariz con lavados nasales para que el niño esté más cómodo a la hora de respirar e incorporarlo un poco para dormir para que la mucosidad no caiga directamente sobre la garganta y dispare el reflejo de la tos. Seguro que ha oído esta información en multitud de ocasiones por parte de su pediatra.
Bronquiolitis aguda
La bronquiolitis es el primer episodio de dificultad respiratoria en un niño menor de 2 años. Es muy frecuente todos los años durante el invierno y está causada por multitud de virus, aunque el más frecuente es el llamado «virus respiratorio sincitial”, conocido por sus siglas VRS. Afecta principalmente a niños de menos de un año. Empieza exactamente igual que un catarro de vías altas, pero en lugar de ir mejorando poco a poco, el niño va empeorando, con aparición de dificultad para respirar progresiva.
¿Cuál es el tratamiento y qué tengo que hacer en casa?
Al igual que el resto de infecciones, la bronquiolitis no tiene tratamiento curativo. Las medidas son similares a las del catarro de vías altas, con lavados nasales y posición incorporada. Como la mucosidad y la dificultad para respirar hacen que sea difícil tomar el pecho o el biberón, también se aconseja dar tomas de menor cantidad más veces al día. En ocasiones, se pueden administrar algunos aerosoles en el hospital para hacer que respire un poco mejor durante un tiempo, aunque eso no hace que el cuadro se cure antes. En otras ocasiones, los niños pueden necesitar oxígeno, aerosoles repetidos o alimentación a través de una sonda, por lo que necesitan ingresar en el hospital.
La bronquiolitis es una enfermedad que puede ser grave, por lo que si el paciente tiene menos de 6 meses, come menos de la mitad de lo normal, tiene mucha dificultad para respirar o se queda sin respirar durante algunos segundos, es recomendable acudir a urgencias para una valoración pediátrica.
Gastroenteritis aguda
Los síntomas más frecuentes son la diarrea, el dolor abdominal, los vómitos y la fiebre, aunque no tienen por qué estar todos presentes a la vez (puede haber sólo vómitos, por ejemplo).
¿Cuál es el tratamiento y qué tengo que hacer en casa?
Lo más importante en el caso de las gastroenteritis es evitar la deshidratación. Sabemos que un niño está deshidratado cuando se encuentra muy pálido, ojeroso, adormilado, con la boca y los ojos secos.
«Lo más importante en el caso de las gastroenteritis es evitar la deshidratación»
Cuando el paciente está perdiendo mucho líquido en las heces y/o los vómitos, hay que reponer esa pérdida de agua y sales para que no se produzca un desequilibrio. La forma de elección para hacerlo es por la vía oral, mediante sueros comerciales preparados con la composición necesaria para esta situación. Cuanto más líquido se pierda en las heces y los vómitos, más cantidad de suero habrá que tomar. Siempre se recomienda que se haga de forma continua durante todo el día y en sorbos pequeños para evitar desencadenar el vómito. En el caso en que los vómitos sean muy frecuentes y no se tolere ni siquiera el suero, existen algunas medicinas que pueden parar los vómitos de forma eficaz para poder así reponer las pérdidas de líquidos por la boca.
Cuando la medicación para los vómitos no es eficaz o existe ya una deshidratación importante, puede ser necesario la rehidratación por vía intravenosa, para lo cual se necesita ingresar en el hospital durante unas horas o días. En esos casos más graves, puede ser necesario realizar algunas analíticas para comprobar que no se han perdido sales minerales en exceso o para planificar su reposición en caso de que sí haya un desequilibrio.
En el caso de la diarrea, existe alguna medicación disponible que podría utilizarse, pero su eficacia está menos demostrada y su uso no se recomienda de forma generalizada.
Sí pueden ser útiles los probióticos, que son concentrados de bacterias que forma parte de la flora habitual del intestino y que pueden ayudar a acortar la duración de los síntomas. La mayoría de los sueros comerciales llevan ya probióticos incorporados a su fórmula, lo que facilita mucho su administración.
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Es importante recordar que no se deben utilizar fórmulas caseras ni refrescos comerciales (Aquarius®) para la rehidratación en estas situaciones. Las fórmulas caseras tienen una preparación no homogénea y predispuesta a errores que pueden empeorar el proceso, mientras que los refrescos comerciales tienen una composición pensada para un adulto sano que realiza deporte, por lo que son muy ricos en azúcar y pobres en otras sales necesarias en estas situaciones. Su composición, por tanto, está muy alejada de la recomendada en estos casos.
En cuanto a la alimentación, no hace falta seguir una dieta especialmente blanda. Es mucho más recomendable tomar una dieta suave o normal que le apetezca al niño que forzarlo a comer algo que no quiera. El beneficio de la clásica dieta blanda no está bien establecido, así que no es demasiado importante insistir en ella. La leche, salvo datos de intolerancia a la lactosa que le dirá su pediatra, se puede tomar con normalidad. La lactancia materna, por supuesto, debe mantenerse sin cambios.
«El beneficio de la clásica dieta blanda no está bien establecido, así que no es demasiado importante insistir en ella»
Manchas en la piel
Las manchas cutáneas, conocidos como «exantemas”, son muy frecuentes en la infancia como consecuencia de multitud de infecciones virales. Aunque son llamativos porque afectan a la piel, la inmensa mayoría de ellos son totalmente banales. Suelen aparecer bruscamente, aunque en general pueden seguir saliendo más manchas a lo largo de algunos días, para luego desaparecer poco a poco en días o semanas. La mayoría de las veces no se acompañan de otros síntomas (picor, dolor, etc.), aunque a veces pueden presentar fiebre. Hay algunos virus que producen cuadros específicos con nombre propio, como la varicela o el boca-mano-pie, pero la mayoría son inespecíficos y no es posible sabe el virus causante, lo cual no es necesario ya que se quitan solos sin tratamiento.
¿Cuál es el tratamiento y qué tengo que hacer en casa?
En general, no hay que hacer nada salvo observar la evolución en casa. Las cremas no suelen servir para nada. Sí puede ser importante identificar un tipo concreto, las «petequias”, que son unas manchas muy pequeñas, violáceas, que no desaparecen al extender la piel o poner un vidrio sobre ellas (se puede probar en casa con un vaso, por ejemplo). Aunque estas petequias se producen por infecciones virales banales en la gran mayoría de los casos, a veces pueden relacionarse con infecciones más graves cuando se acompañan de fiebre, por lo que es recomendable acudir a urgencias para valorar al paciente en estos casos.
Concluyendo; la mayoría de los niños padece muchas infecciones al cabo del año, caso todas durante el curso escolar y casi todas producidas por virus. Estas infecciones (catarros, gastroenteritis, etc.) son normales durante la infancia y, en general, no tienen ningún tratamiento curativo. En muy pocas ocasiones será necesario realizar alguna prueba, ya que la mayoría de las veces se pueden diagnosticar con la historia clínica y la exploración física.
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