El Teatro Cervantes volvió a acoger un año más el Pregón de Exaltación de la Mantilla, organizado por la Asociación pro tradiciones La Coracha, con los palcos luciendo como sólo lo hacen en esta cita. Señoras ataviadas con la mantilla en un homenaje a una prenda que ha evolucionado y se ha mantenido, y que en esta ocasión ha susurrado a su pregonera, Virginia Gámez, bonitas historias de su devenir. Testigo directo de grandes momentos sociales, de escenas de amor, de secretos olvidados… La mantilla hizo de Virginia su mensajera y su compañera en ese viaje.
Dicen que es uno de los pregones más bellos y sentidos de los últimos años. Quizás, porque esa mantilla que narró sus vivencias a Virginia Gámez, se encuentra en un momento similar al que atraviesa ella. Con esa serenidad que da el paso del tiempo, cuando ya se puede mirar atrás y ser consciente de los logros conseguidos, de los momentos vividos… Cuando la vida se percibe como un regalo lleno de oportunidades y una aprende que los errores cometidos, que los pasos dados en falsos, no son más que parte del camino que nos llevan a estar donde estamos, que nos llevan a aprender, a ser más sabias.
La mantilla digna, señorial, protocolaria, seguidora de rituales, capaz de elevar a la mujer que la porta y llenarla de seguridad, capaz de borrar sus miedos, de hacerla sentir única, de aportarle el valor que a veces le falta por exigirse más. Así, portándolas orgullosas sobre sus cabezas, el Cervantes se fue llenando de ellas.
Mientras, Virginia Gámez, en el camerino, se fusionaba con su narradora para contar y cantar sus historias sobre el escenario. Afortunada por tener el privilegio de ser profeta de la mantilla en su tierra.
Para siempre quedará su imagen y el recuerdo de este momento en el cartel que Beatriz Román pintó con la devoción de la alumna a una maestra.
Abrió el acto el gran Joaquín Pareja Obregón al piano, acompañado al baile por Esperanza Márquez, como preámbulo de la noche de sensaciones, de emociones a flor de piel, que estaba por venir.
María José Santiago, pregonera de la pasada edición, fue la presentadora. Ella hizo los honores y Virginia le cantó su agradecimiento por malagueñas. Málaga, ciudad a la que se siente profundamente orgullosa de pertenecer.
Tuvo palabras para cada uno de los miembros de la Junta Directiva de La Coracha, sintiéndose honrada por ser protagonista, junto a la mantilla, en una noche tan mágica. Andrés Cansino a la guitarra y Javier Tapia al piano, fueron las horquillas y el broche que la realzaron sobre el escenario.
“Señoras con su mantilla
No he visto cosa más bella
Parece un trozo de cielo
Sobre un manto de estrellas.
Mantillas como la nácar
Otras de blanco armiño
Algunas en tul bordadas
Semejantes al oro fino
Enrejaos de espuma y sal
Con reflejos de biznagas
Finas como el cristal
Luceros de rosas blancas
Mantillas con alma
Secretos en su memoria
Llevando a hijos al altar
Que bendita ceremonia
En sus encajes guardan
Inmensas tardes de gloria
De arte y sabiduría
Maestría, esencia e historia”
Y así, con esas palabras, comenzó un recorrido en el que compartió historias de mantillas que han acompañado a cantaoras con nombre propio; mantillas que han presenciado grandes faenas en una plaza de toros; mantillas que recorren cada año, cada día, las calles acompañando a la Virgen o al Señor entre el olor a cera y el gentío. Y de su corazón salió una saeta, que rasgó el terciopelo del Cervantes y trasladó a los presentes a una noche fervorosa de la semana de Pasión.
Virginia Gámez acompañó sus palabras con sus cantes, con granadinas y seguiriyas, y bailó con su voz con una mantilla con esencia malagueña, con olor a mar, con amor por la tierra.
“La mantilla malagueña
Me sabe a ese antiguo manto
A la que llaman la bella
A barquillas navegando
Me sabe a costa y a sierra
A embrujo de calle Larios
A tarde en la malagueta
A fino albero dorado
La mantilla malagueña
Tiene elegancia y encanto
Es como un verso de Alcántara
O inspiración de Picasso
Es un cante por verdiales
O por tangos del Piyayo
Se perfuma del incienso
En tarde de viernes santo
Y viste de negro luto
Por Jesús crucificado
Se hace rondeña y goyesca
Con madroñeras colgando
La mantilla malagueña
Es el más bello regalo
Que nos hace una mujer
Con su blancura de nardo”
Virginia Gámez consiguió exaltar a la mantilla y poner la piel de gallina a todo el auditorio. Un pregón que queda para la historia, de la que ella ya forma parte con nombre propio.
Imágenes de una noche para el recuerdo
Redacción: Ana Porras Fotografía: Lorenzo Carnero