Teresa Corzo es decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad Pontificia Comillas (ICADE) desde 2017. Se doctoró en 1996 en la Universidad de Navarra. En el curso 2004/2005 se incorporó al departamento de Gestión financiera de la Facultad de Económicas de la Universidad Pontificia Comillas. En la actualidad imparte las asignaturas Gestión de Carteras, Derivados Financieros: Opciones y futuros. Es miembro del consejo de Iberclear (grupo Six) y de Rovi. Además, es madre de 5 hijos.
¿En general, ¿cómo gestionan la llegada a universidad?
Con un despliegue logístico importante. La llegada de los nuevos alumnos es siempre un motivo de ilusión, alegría, y la razón de nuestra profesión, por ello en los primeros días organizamos jornadas de acogida e información, desplegando muchos recursos. Sabemos que los alumnos están nerviosos con esta nueva etapa que comienzan y procuramos que se sientan ilusionados y felices por la elección que han llevado a cabo, para que desde el primer día se sientan como en casa y puedan aprovechar todo lo que la vida universitaria les brinda. También la reincorporación de los alumnos de cursos superiores para el nuevo curso es una ocasión de alegría y reencuentro.
En general, para el profesorado y para la organización es siempre un reto y, a la vez, ocasión de nuevas ilusiones. A finales de agosto y comienzos de septiembre todo se desarrolla con mucha intensidad por la llegada de nuevos alumnos, por el correcto retorno de viejos y nuevos profesores, y la necesidad de que, en poco tiempo, apenas una semana, todo esté funcionando correctamente y cada alumno en su aula, con su profesor y sus materias listas en las plataformas digitales.
Sin embargo, hay que resaltar que el nuevo curso empieza ya a preparase desde que se termina el anterior. Con frecuencia pasa desapercibido el trabajo de preparación que los profesores realizan en junio-julio, a la par que se realizan las convocatorias extraordinarias, es crucial para que todo esté a punto y listo en septiembre.
Desde hace una década y con la finalidad de tener un calendario sincronizado con Europa y Norteamérica que facilite la movilidad de los alumnos, las clases comienzan a principios de septiembre en las universidades españolas, lo que deja muy poco margen al profesorado para, al reincorporarse de las vacaciones, tener todo listo para el arranque de las clases. En nuestro caso, los profesores se incorporan apenas una semana antes que los alumnos, lo que hace que sea una semana intensa, y a veces con imprevistos sucedidos durante las vacaciones, como movilidades de profesores, bajas o altas de alumnos, etc, por lo que en julio siempre hay que dejar toda la logística lo más organizada posible. También es verdad que la llegada de un nuevo curso abre una nueva ocasión para revisar materias, actualizar asignaturas, volver a encontrarse con los alumnos y recomenzar en esta maravillosa profesión que es la docencia.
Hoy en día, cuando cada vez la investigación cuenta más para el prestigio de las universidades, vuelve a ser una ocasión de retomar proyectos, de asistir a conferencia, de desarrollar redes con otros colegas nacionales o internacionales. En definitiva, la vida universitaria vuelve a arrancar después del necesario reposo del mes de agosto.
Mucha gente elige la carrera de Ciencias Económicas y Empresariales pensando en el futuro laboral, ¿qué opina de esto?
Que es un interés muy legítimo y válido. Una de las funciones que se realiza en la universidad es la de preparar a los jóvenes para el futuro laboral, y los estudios de Ciencias Empresariales y/o Económicas, en cualquiera de sus modalidades aportan una estructura mental muy flexible, muy capaz de adaptación las nuevas situaciones que habrá en el futuro en el mundo empresarial y económico, que constituyen la trama de nuestra sociedad. A veces les denominamos carreras “llave maestra” porque abren una gran variedad de puertas laborales, de muy diversa índole, tanto en el sector público como en el privado.
No hay que olvidar que muchos jóvenes a los 17 o 18 años pueden no saber aún a qué se quieren dedicar en su futuro laboral, lo que, unido a los “think tanks” que predicen que los puestos de trabajo de nuestros jóvenes aún no están inventados hoy día y lo que se requieren son habilidades y herramientas con capacidad de adaptación, hace que sea una decisión inteligente y recomendable la elección de carreras de Ciencias Económicas y Empresariales, que tienen un amplio espectro de empleabilidad.
En su experiencia como profesora, ¿ve usted ya desde el principio un alumno que llegará lejos? ¿Qué características tienen?
Podríamos matizar qué significa llegar lejos, ya que puede no ser lo mismo para cada universidad. Para la sociedad, en general, implica acceder a buenas oportunidades laborales y progresar en una carrera profesional. Para universidades inspiradas por valores cristianos, como lo es la Universidad Pontificia Comillas, la capacidad de servicio a los demás, y de contribuir con empresas/actividades vinculadas al desarrollo justo de la sociedad y del ser humano también suponen un éxito importante. En todo caso, predecir desde “el principio” el éxito de un alumno/a no es fácil ya que hay muchos factores que influyen. Al lado de los factores naturales como la inteligencia o la creatividad (en sus múltiples vertientes), están los factores como la motivación intrínseca que empuja a la fuerza de voluntad y al esfuerzo. Igualmente afectan una estabilidad en el carácter y de unas condiciones de entorno, como las familiares, que permitan al alumno/a centrarse en sus estudios y trabajo.
Solemos pensar que los más inteligentes llegaran más lejos, pero la vida nos demuestra que la capacidad de trabajo constante y el esfuerzo son ingredientes clave para el avance de los jóvenes. Aquí se cumple muy bien la fábula de la liebre y la tortuga.
Como ejemplo, es difícil anticipar tempranamente la motivación interna de los alumnos que los lleva a interesarse por un tema y a querer aprender. Hay alumnos que destacan en algunas materias porque les “ha enganchado” y en otras materias se conforman con pasar el listón, sin excelencia. A veces crees que un alumno/a lo tiene todo a favor para triunfar y te decepciona desplegando con una pasividad e indolencia que hace muy difícil que seas capaz de motivarle.
Adicionalmente, ingredientes de la inteligencia emocional, como puedan ser la empatía y la sindéresis juegan un papel importante en el aterrizaje laboral. Entender que, juntamente con demostrar y trabajar a nivel individual, hay que contribuir al equipo, ayudar, ser flexible y contextualizar, se demuestran aptitudes clave para “llegar lejos”.
En definitiva, hay factores que, sin duda, influyen y que podrían ofrecernos pistas sobre el desempeño futuro, si bien he llegado a la conclusión de que la vida no es determinista y es tan rica en matices que nos sorprende con mucha frecuencia tumbando nuestros apriorismos y percepciones sobre los jóvenes.
Se habla mucho del sistema de selección a la universidad (EVAU) porque se considera injusto que se evalúe a alguien por un día (que puede ser malo). ¿Está de acuerdo con esto o en desacuerdo?
Se necesita una regla de decisión y desarrollar una perfecta me parece imposible. Todas tendrían alguna pega. Creo que la actual regla por la que nuestras alumnas/os acceden a la universidad es bastante justa, ya que también valora, en gran medida, la nota que han tenido en el bachillerato, lo que permite compensar el resultado final considerando una evolución y una constancia y rebajando el peso de un único día.
En efecto podría ser que se tenga un mal día, sin embargo, las personas que han trabajado con esfuerzo y constancia, a pesar de no estar en su mejor día, sabrán como superar la prueba. Hay que prepararse para estas situaciones ya que, en nuestras vidas, hay muchas ocasiones en las que se te da una oportunidad un día… pensemos en las oposiciones, en las entrevistas laborales, o en situaciones difíciles, no anticipadas, a las que antes o después nos enfrentaremos. Estar entrenados para agudizar el intelecto al máximo cuando se requiera nunca está de más.
La universidad tiene que ser, además de un lugar de aprendizaje…
…es una escuela de pensamiento y un espacio único de socialización.
Aprender a pensar, o al menos intentarlo, creo que es una capacidad que no tiene precio. Desarrollar el intelecto, hacerse preguntas, adquirir visión crítica, desarrollar argumentos, y perder el miedo a pensar por libre o a ser diferente a la vez que se respeta a los demás, creo es algo de incalculable valor que a lo largo de la vida trae muchas satisfacciones.
Por supuesto también la Universidad es un lugar privilegiado de socialización; se crea una comunidad entre alumnos, y con profesores, muy rica en relaciones humanas y amistades que desarrollan la personalidad y las perspectivas vitales. Además, la frecuente convivencia con estudiantes internacionales bien sea por salir a otras universidades de intercambio, bien por recibir en las propias aulas a alumnos de otras culturas, aporta una experiencia preciosa e imposible de adquirir en otros contextos.
¿Cree que las universidades españolas merecen no estar ninguna en el ranking de las mejores 200 del mundo? ¿Qué estamos haciendo mal? ¿O es que esos parámetros no son del todo fiables?
Hay muchos rankings por lo que tendríamos que ver de cual en concreto estamos hablando. En la mayoría sí hay universidades españolas entre los 100 primeros puestos. Cada ranking tiene una particularidad y da diferentes pesos a distintos componentes como puedan ser la calidad de la docencia, la investigación, la internacionalización o la empleabilidad.
Adicionalmente los hay por rama de conocimiento por lo que generalizar es arriesgado.
Como punto de partida sí creo que las Universidades españolas tienen un buen nivel, algunas de hecho excelente, si bien para realizar un análisis más concreto se necesitaría saber qué parámetro estamos valorando, si la investigación, si la empleabilidad, etc. existe un ranking, el ranking CYD de universidades españolas (https://www.rankingcyd.org/) que analiza muchas características, y que es a la vez una útil herramienta que permite a los estudiantes hacerse su propio criterio según el tipo de estudios y las características que busquen en su universidad futura.
¿Qué opinión le merece que Universidades como Harvard, Yale, Princeton hayan caído en el movimiento Woke?
De nuevo podríamos empezar por concretar a qué nos referimos con el termino woke, ya que en general significa alerta contra el prejuicio racial y su discriminación, y su evolución histórica ha ido desde reflejar el antirracismo y la justicia social, hasta los derechos de los transexuales, etc, estando sobre todo vinculado a un contexto cultural muy específico, como es el norteamericano.
Muchas universidades tienen los principios que inspiran su identidad y su acción institucional enunciados en una misión y en una concreción de esa misión que son los valores que se quieren vivir en ese entorno universitario. Hay algunos valores que atañen a la excelencia en el esfuerzo personal mientras que otros van dirigidos hacia el respeto a los derechos y diferencias, y no es irrelevante el orden en que están establecidos. Como se entiendan estas diferencias es algo que, sin duda, esta influenciado por los tiempos que se vivan y el contexto social, cultural, económico y político.
Universidades como Harvard y Princeton, insertadas en Estados Unidos e influenciadas por su contexto político y social, a la vez que abiertas a una demanda global, ya que reciben estudiantes de muy diversas procedencias, tratan de estar a la vanguardia de los movimientos sociales. Quizás la controversia de la que se hacen eco muchos académicos y medios de comunicación radica en si la finalidad del movimiento woke en la academia es el respeto o el adoctrinamiento.
No puedo prever cómo evolucionaran estos movimientos, ni su influencia en la vida universitaria en el futuro, ni si habrá o no extensión a otros contextos culturales y en qué términos, sin embargo, creo que en el mundo universitario la meritocracia y los resultados derivados del esfuerzo y la capacidad de las personas deben primar frente a otros criterios. El prestigio de una institución se construye cada año con el buen hacer de sus profesores y de su investigación, y de sus alumnos que luego serán sus alumni (antiguos alumnos) y le darán la reputación. Levantar el prestigio conlleva decenios y buen trabajo, sin embargo, tumbarlo es cosa rápida. Por ello entiendo que estas grandes instituciones, más allá de lo coyuntural, habrán hecho y harán las reflexiones oportunas para mantener su liderazgo y hegemonía mundiales.