«Cuando seas mayor te arrepentirás”, «Se te va a pasar el arroz”. Si tienes entre 30 y 40 años seguro que no hay reunión de amigos o familiar en la que, en los últimos meses, no te hayas convertido en blanco perfecto de estos comentarios. La sociedad se empeña, una y otra vez, en recordarnos ese deber que las mujeres parecemos tener para con el conjunto de la humanidad: ser madres. ¿No habían cambiado los cánones sociales? ¿Dónde está apertura de mente que nos permite ser mujeres libres e independientes con amplia capacidad de decisión? Y es que aunque a veces cueste, y en ocasiones duela, las mujeres hemos dado un paso al frente y hoy nos hemos convertido en auténticas dueñas de nuestro destino profesional y personal. Una libertad que también se ha traducido en la parcela de la maternidad. Ese ámbito de la vida femenina tan complejo de abordar y en el que hoy, nosotras, tenemos la última palabra. Porque hoy, el tiempo en el que ser madre era una obligación ha dado paso a otro en el que se trata, simplemente, de una mera opción.
«No quiero ser madre. No me apetece experimentar lo que dicen que es una sensación maravillosa y única porque realmente yo no creo que sea así”. Marta no tiene miedo de ser tan tajante al referirse a su no-deseo de ser madre.. Sin embargo, hace sólo unas décadas –un lustro quizás- es muy probable que muchos la hubieran considerado un auténtico bicho raro por no querer acunar entre sus brazos a un bebé.
A sus 35 años, Marta lo tiene más que claro. «La mayoría de mis amigas aún me preguntan si estoy segura”. «Nunca he sentido ese instinto maternal del que ellas empezaron a hablar hace algunos años. No estoy dispuesta a sacrificar ni un minuto de mi vida, de mi cuerpo y de mi futuro por una persona que, durante años, va a tener que depender de mi prácticamente para todo”, continúa.
Esta joven arquitecta pertenece a la generación que hace unos años se alzó como abanderada de aquellas mujeres que, en contra de lo que la naturaleza parecía tenerles deparado, no querían ser madres. «A pesar de que ahora hablo del tema con total naturalidad, cuando empecé a pensar que no quería ser madre me sentía culpable, ¡hasta me daba vergüenza decirlo en público!”, reconoce. Dentro de este movimiento, dado a conocer por los medios de comunicación como movimiento NoMo –No Mothers– se encuentran no sólo aquellas mujeres que no quieren ser madres por elección, sino aquellas otras que también han elegido esta opción por problemas de salud u otras razones. Es el caso, por ejemplo, de Susana. «Cuando nos conocimos, Marcos y yo no lo teníamos demasiado claro. A él le apetecía ser padre y yo nunca había visto el convertirme en madre en un problema u obstáculo para mi día a día. Mi diabetes acabó por aclararnos las ideas”, explica. «Siempre había sabido que por mi enfermedad, ser madre podía convertirse en algo peligroso para mi salud. Y la verdad es que tenía miedo. Por eso, cuando empezamos a ver que nuestra relación iba en serio, abordamos el tema. ¿Para qué correr riesgos innecesarios? Marco entendió perfectamente que para mí podía ser peligroso, así es que entre los dos decidimos que era mejor no tentar la suerte y vivir nuestro amor sin llegar a tener descendencia”, puntualiza. «Ahora, eso sí, padres no hemos sido, pero tenemos una troupe de sobrinos maravillosos”, explica sonriendo.
Sin embargo, y aunque el caso de Susana también existe, hay otros condicionantes que han hecho aumentar el número de mujeres que se deciden a no ser madres por pura elección: disfrutar del tiempo libre, no tener ataduras, mantener el físico, crecer profesionalmente sin necesidad de luchar por la conciliación… Sea como fuere, lo cierto es que, en pleno siglo XXI, cada vez son más las mujeres que deciden apostar por ellas mismas, ponerse el mundo por montera, y demostrar a todos que una mujer puede sentirse realizada y completa sin necesidad de empujar un carrito o cambiar pañales.
Bye bye culpabilidad
Hoy las mujeres ya no nos sentimos culpables por no ser madres. A nadie se le escapa que la maternidad es un proceso vital muy personal, por lo que somos nosotras las que hemos de tener la última palabra a la hora de afrontarlo. Última palabra que en el caso de las que dan forma al movimiento NoMo es un claro y rotundo «NO”. NO a sentir que la vida pasa sin ni siquiera tener tiempo de mirarse en el espejo; NO a sentir la losa de la culpabilidad por no llegar a tiempo a la puerta del colegio porque la reunión se ha retrasado un poco más; NO a dejar a un lado las necesidades como mujer; NO a buscar únicamente la perfección como mujer y no como profesional; NO a estar marcada por cánones y estereotipos que han dibujado la tendencia habitual durante siglos…. NO, en definitiva, a vivir acorde a lo que la sociedad espera, y no según lo que se quiere y desea.
No tener hijos es –o al menos debe serlo- una opción tan válida como otras. Lo importante es ser aquello que realmente deseamos ser. A lo largo de la historia hemos visto mujeres intransigentes, tristes, desgraciadas, etc… que muy probablemente han sido así porque un día se convirtieron en madres por imposición. ¿O ha sido al contrario?
No es oro todo lo que reluce
«Ninguna mujer debería tener que explicar por qué no quiere ser madre”. Esta frase de la actriz Helen Mirren define a la perfección una realidad que tendría que ser pero que, a pesar de los intentos de determinadas voces que luchan porque su clamor sea escuchado más alto que las opiniones anquilosadas en el pasado que convierten a la mujer en madre obligada, desgraciadamente aún no es. A pesar de estar inmersos en pleno siglo XXI, aún son muchas las mujeres que sienten sobre sus hombros la presión de cumplir las expectativas sociales. Y es que estas NoMo que creen de manera férrea en la libertad y flexibilidad de pensamiento se topan de bruces con susurrantes comentarios de quienes piensan que el no querer ser madres las convierte –de forma casi directa- en mujeres frías y poco afectuosas que han fallado en su esencia más pura de ser mujeres.
¿Está entonces la sociedad realmente tan preparada como quiere hacer creer para aceptar la decisión persona tomada por estas mujeres? ¿Llegará el día en el que se deje de juzgar esta decisión? El debate, está servido.
Curiosidad childfree
Aunque pueda parecer que se trata de algo nacido hace sólo unas décadas, lo cierto es que los grupos o movimientos sociales defensores de no tener hijos por imposición social, sino sólo por elección y deseo, pusieron la primera piedra allá por la década de los 70. Las más conocidas históricamente han sido The National Organization for Non-Parents (1972-1982) en Estados Unidos y No Kidding International, fundada en 1984 -en Canadá, Estados Unidos y otros países. De más reciente aparición está Kidding Aside, nacida en Gran Bretaña en el año 2000. Como dato curioso acerca de estas organizaciones podemos señalar que estas organizaciones no sólo defienden la libre elección de ser padres, sino la creación de espacios completamente libre de niños acogiendo, para ello, a parejas, por un lado, que quieran esterilizarse y, por otro, a parejas que, por problemas de fertilidad no puedan procrear, y decidan aislarse del mundo para no sufrir al estar en contacto con niños.
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Estoy muy de acuerdo en que ser o no madre es una elección totalmente libre y que debe ser tomada sin ningún tipo de presión de ninguna índole. Y por supuesto no hay que etiquetar ni prejuzgar a nadie por no querer tener hijos.
Sin embargo me gustaría hacer otra reflexión.
Siempre que leo algun artículo en este sentido siento que a las madres si se nos etiqueta. Se nos etiqueta como personas que por el simple hecho de ser madres ya nuestra vida es una constante renuncia, un no llegar a tiempo a nada, un dejar de ser nosotras mismas y para nada es así. Aprendes a priorizar y no hay que renunciar a nada con una buena organización.
Por tanto ni etiquetas, ni juicios de valor ni un sentido ni en otro.