Dicen que los abuelos son los segundos padres. Y que nunca se van, permanecen en nuestro corazón. Ellos nos cuidan, nos miman, son más permisivos con nosotros, y nos dan algún que otro capricho. Los abuelos intentan conectar con nuestros gustos casi haciéndolos suyos. Nos cuentan historias, anécdotas de su vida con las que nos quedamos boquiabiertos, cuentos como ‘Caperucita Roja’ que cada noche tenían un final diferente.
Nos llevaban de la mano al parque cuando éramos pequeños, y nos acompañaban en nuestros logros, presumiendo a nuestras espaldas, y sintiéndose los más orgullosos del mundo: “Esa es mi nieta, ha terminado enfermería y está haciendo prácticas en un hospital, ya se me ha hecho grande”, comentó un abuelo en la plaza del pueblo. ¿Os suena verdad?
La pérdida de los abuelos, el primer adiós de nuestras vidas
Los abuelos, aunque se van, nunca mueren. Tienen la capacidad de quedarse en nuestro corazón para siempre. Es inevitable no echarlos en falta. Y a veces creemos que es imposible. Pero cuando pienses eso, cuando sientas que los echas de menos, que necesitas que estén ahí… Cierra los ojos e imagínate una de las tantas historias o chistes malos que te contaban. Sorprendentemente, los sentirás más cerca que nunca.
Sabemos que es ley de vida, pero muchas veces esas ‘leyes’ son las más difíciles de soportar. Los abuelos nos han visto crecer y nosotros hemos sido testigos de cómo crecían ellos también. Hasta que un día la vida nos pone en la difícil tesitura de tener que despedirlos. Será ese día, precisamente, cuando más los valoremos. Qué facilitad tiene el ser humano para valorar todo lo que pierde, y que fácil se acostumbra a tenerlo todo. A que todo esté en su sitio.
Así que, como consejo, si todavía cuentas con la suerte de tenerlos, exprime el tiempo al máximo. Que nunca te canses de sus cuentos con finales diferentes. Que los llames. Que pases tiempo con ellos. Que dejes el teléfono a un lado. Que todo puede esperar. Pero ellos no. Ellos se van. O mejor dicho, se vuelven invisibles en nuestro corazón, y duermen para siempre con nosotros.
Valóralos, cuídalos tanto como ellos a ti, y diles que les quieres cada día. Que no se te quede nada en el tintero. Estamos tan acostumbrados a expresar nuestros sentimientos a través de una pantalla, que parece que cuando nos toca hacerlo a la cara, se nos hace mundo, pero recuerda que ellos vivieron en otro mundo. Dales todo. Se lo merecen. Te lo mereces. Y recuerda que aquellos a los que amas, perdurarán siempre contigo, estén donde estén.