Cuando decimos que la ciencia avanza muy rápido todos somos conscientes de la labor que hay detrás; hombres y mujeres que dedican su vida a la investigación para desgranar los misterios de la naturaleza. De horas de trabajo y esfuerzo donde emplean todos sus conocimientos surgen los grandes avances, y muchos de ellos gracias a malagueños y malagueñas. Cualquier pequeño descubrimiento puede llevar a uno mayor ya que abre las puertas a nuevas líneas de trabajo. La investigación liderada en Cambridge por la profesora Ana Casañal, profesora del máster de Biotecnología Avanzada UNIA/UMA, ha conseguido visualizar la estructura de una proteína clave en la expresión de genes.
Ana Casañal tiene 37 años, estudió Química en la Universidad de Málaga, completó su formación en el master de Biotecnología Avanzada del que es hoy profesora e hizo su tesis doctoral con Victoriano Valpuesta. En junio de este mismo año obtuvo el premio FEBS al mejor póster en la Conferencia de Investigación Gordon, enfocada a avances en microscopia. Su trabajo presenta la morfología de CPF y las diferentes moléculas que los conforman, por medio de un dibujo en 3D.
Lo que para muchos nos puede sonar a chino, para la comunidad científica supone un gran avance. En la actualidad en todos los centros educativos se imparten asignaturas que instruyen sobre la estructura y el funcionamiento de los componentes de la célula. Sin embargo, aún queda mucho por descubrir sobre su mecanismo, por lo que su estudio es el objetivo principal de muchos grupos científicos que buscan revelar en detalle la composición de las maquinarias celulares.
Ese es el trabajo que desempeña Ana Casañal en su labor investigadora en el MRC Laboratory of Molecular Biology, en Cambridge. Allí la malagueña ha liderado el proyecto en el que, por primera vez, se ha visualizado a nivel atómico la estructura del Factor de Corte y Poliadenilación, más conocido por sus siglas en inglés CPF (Cleavage and Polyadenylation Factor).
Este compuesto se encarga de modificar y estabilizar el ARN (ácido nucleico que participa en la síntesis de las proteínas y realiza la función de mensajero de la información genética), producto directo de la descodificación del ADN, que determina en qué posición se colocan los aminoácidos para conformar las proteínas en el ribosoma. Ana Casañal explica, para que lo entendamos mejor los que no nos dedicamos a la ciencia, que entre otras cosas el buen funcionamiento de esta macromolécula es de gran importancia, ya que si no realiza correctamente su actividad, el organismo muere. En este caso, han conseguido identificar una región de CPF a la que se puede unir una de las proteínas del virus de la gripe para afectar la expresión de genes en la célula.
Los avances en microscopía electrónica y en el proceso de preparación de muestra han sido claves para poder determinar por primera vez su morfología. Este innovador método, por el que Jacques Dubochet, Joachim Frank y Richard Henderson han sido galardonados con el Nobel de Química de 2017, consiste en congelar rápidamente la muestra a -190°C para así inmovilizar la proteína en su forma natural. Casañal trabaja en el mismo lugar que Henderson y ambos colaboran a menudo en sus respectivos proyectos. Por los pasillos del laboratorio de la ciudad inglesa donde trabaja la investigadora malagueña pasean actualmente 14 premios Nobel.
Hemos querido conocer más a esta investigadora malagueña que actualmente reside en Cambridge, aunque entre sus deseos está que en España se apoye más a la investigación y poder regresar para continuar su labor investigadora en el país que la vio nacer.
Ana, ¿qué motivó que quisieras dedicarte a la investigación?
Desde muy temprano me sentí atraída por el mundo del laboratorio. Mi padre es médico y científico. Él es experto en cáncer, y pasa mucha horas mirando muestras en el microscopio. Creo que siempre incentivó mi curiosidad.
En el instituto siempre me interesaron más las asignaturas de Ciencias y cuando llegue a la Universidad me involucre enseguida en el trabajo de laboratorio. Ya durante la carrera hice 2 estancias en el extranjero, cada una de 6 meses. La primera en Alemania y la segunda en Australia.
Mi estancia en Australia fue definitiva para definir mi carrera hacia la investigación en Bioquímica, que durante mis estudios de Química había sido mi asignatura favorita. Creo que el entusiasmo de los profesores y mentores que he tenido en las distintas etapas de mi carrera, especialmente durante mi tesis, han sido clave en mis elecciones profesionales.
¿Por qué te fuiste al MRC Laboratory of Molecular Biology?
El MRC-LMB es un centro de referencia a nivel internacional en Biología Estructural. Lleva a cabo investigación puntera en temas biológicos que son fundamentales en todos los organismos. Me vi altamente motivada por la línea de investigación que se lleva a cabo en el laboratorio en el que estoy y me involucré en un proyecto novedoso que a su vez también es arriesgado. Es un tema altamente competitivo y difícil desde el punto de vista técnico.
Ademas, aquí podía completar mi formación como investigadora, en particular en microscopia electrónica. De hecho, uno de los científicos del centro, Richard Henderson, acaba de recibir el premio Nobel de Química por los avances que su trabajo ha aportado a esta técnica. Por otro lado, para poder acceder a una plaza de investigación en España es necesario haber realizado parte de la carrera investigadora en el extranjero y publicar en revistas científicas de alto impacto.
¿Cómo es trabajar en un entorno como en el que estás actualmente y rodeada de grandes científicos?
Es muy emocionante y motivador. El MRC-LMB tiene además un ambiente muy distendido y fomenta la interacción entre investigadores a todos los niveles. Poder discutir no solo de Ciencia en general, pero también de problemas concretos que hay que resolver en el día a día con estos grandes científicos marca una gran diferencia. Estoy en un ambiente en el que siento que mi formación está en continuo avance. Tengo que decir que también a veces abrumador, porque se espera mucho de nosotros.
¿Qué supuso para ti tomar esa decisión de irte a Cambridge?
A nivel profesional, una oportunidad que no pude rechazar. A nivel personal, muchos cambios que tuve que afrontar. En ambos niveles ha sido una evolución positiva.
Estamos demostrando que en España hay grandes investigadores, ¿os sentís respaldados por el Estado?
La formación que se recibe en España es de muy alta calidad. De hecho, mi trabajo realizado durante la tesis doctoral en Malaga (parte lo realice en Francia gracias a una colaboración que establecimos con el EMBL de Grenoble-otro centro de renombre a nivel internacional), fue la clave para conseguir mi plaza en el MRC-LMB. Muchos otros compañeros de la Universidad de Malaga han conseguido también plazas en centros punteros en el mundo. España invierte mucho en nuestra formación, pero después no invierte suficiente en estabilizarnos a largo plazo. De ahí que haya fuga de cerebros. En España se ofertan muy pocas plazas, y los requisitos para acceder a ellas son muy altos. Yo espero poder volver a España en el futuro, pero hay mas posibilidades de que pueda encontrar una plaza en sitios como UK, Alemania, Suiza o Austria.
¿Qué puede aportarnos el descubrimiento que habéis hecho? ¿Cuáles son sus aplicaciones?
Nuestro descubrimiento abre una línea nueva de investigación. Hemos conseguido visualizar una proteína que es clave en el funcionamiento correcto de la célula. Esta íntimamente relacionada con otros componentes celulares tan importante como los ribosomas (factoria de proteínas). Hay muchas enfermedades asociadas al mal funcionamiento de esta maquinaria como el cáncer, desordenes neurológicos o la talasemia. Además, esta proteína es la diana de muchos microorganismos (es atacada por virus y bacterias) que generan otras muchas enfermedades como la gripe. Cuando consigamos caracterizar CPF de forma completa, podremos entender como se desarrollan estas enfermedades de forma concreta y podremos diseñar fármacos o estrategias para combatirlas.
Ana Casañal forma parte de ese grupo de personas anónimas que trabaja cada día para que nuestro mundo avance y nuestra calidad de vida sea mejor. En la mayoría de los casos no conocemos sus nombres, ni sus caras, ni les pedimos autógrafos cuando nos cruzamos con ellos. No llenan teatros ni estadios, pero gracias a ellos, a cada uno de sus descubrimientos, la humanidad le va ganado terreno a las enfermedades y cada vez hay más esperanzas de curación en patologías que hasta hace sólo unos meses eran incurables. Gracias a Ana y a todos ellos por su trabajo.
( Agradecimientos: Los compañeros de Ana que le han hecho las fotos)