Te acabas de levantar de la cama y enciendes la tele. Están emitiendo el informativo. Cuentan que, de nuevo, ha habido una nueva víctima de violencia de género. Hasta ahora y en lo que va de 2019, ya son 49 las mujeres que han sido asesinadas a manos de parejas o ex parejas. El dato asusta, pero nos topamos tan a menudo con casos de este tipo que estamos desarrollando cierta inmunidad, aunque no queramos admitirlo. Te vistes; sigues con tu vida. Llegas al trabajo y empiezas tu tarea. El dato de esa mujer que ha perdido la vida hace unas horas ya se ha diluido. Lamentablemente, es así.
Paralelamente, un grupo de personas trabaja día a día para evitar que las situaciones de maltrato lleguen a este punto. Las Unidades de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional están volcadas, exclusivamente, en que los delitos de violencia de género, violencia doméstica y violencia sexual desaparezcan.
En esta ocasión, nos recibe el Inspector-Jefe José Miguel Castillo en las oficinas de la Comisaría Provincial de Málaga, la base de la unidad. La complejidad de todo lo que tratan hace que no podamos hablar sobre su labor completa, por eso nos centramos en el trabajo que hacen con los casos de violencia machista. Amablemente, el Inspector-Jefe Castillo responde qué es la UFAM, cómo funciona y todo el camino que hay que recorrer hasta llegar a salvar a una mujer de una situación de maltrato. Sin olvidar, por supuesto, el factor humano que el uniforme, por mucho que se intente, no siempre puede proteger.
¿Qué es la UFAM?
Es la unidad especializada en violencia de género, violencia doméstica, en libertad sexual y en abuso a menores. Está compuesta por tres grupos operativos: investigación, que es el grupo que recepciona la denuncia y gestiona la investigación que sea necesaria respecto a los delitos anteriormente nombrados que no sean los de menores. Otro grupo es el de protección, que es el encargado de hacer el seguimiento de las víctimas por violencia de género. Y el grupo de menores, que se encarga de los casos de cualquier menor víctima de acoso escolar, ciberacoso, delitos contra la libertad sexual…
¿Cuándo nació y por qué?
En 2015 nació como tal, pero con anterioridad ya se trabajaba sobre estos mismos aspectos. Existían unidades por separado centradas en gestionar los casos relacionados con menores, los de violencia doméstica, etcétera… Con el tiempo se aunaron en lo que es ahora la UFAM. Es un paso más para poder dar una mejor respuesta a estas problemáticas que eran necesarias atender de manera específica.
Avanzamos cada día para erradicar la violencia, es un objetivo difícil, pero lo intentamos. Tenemos encuentros periódicos donde profesionales de distintas disciplinas ponemos en común nuestras experiencias y se hacen propuestas de mejora.
¿Cuál es el fin último de la unidad: la denuncia?
Sin denuncia no se pueden tomar medidas cautelares o judiciales. Siempre intentamos obtener la denuncia de la víctima, pero, aún sin denuncia, nosotros podemos actuar de oficio. En muchas ocasiones encontramos víctimas que no quieren denunciar, pero tenemos pruebas externas, como que el delito haya ocurrido en el exterior o, por ejemplo, en un centro comercial donde existen testigos y cámaras. En estos casos, procedemos de oficio en ausencia de la víctima. En alguna ocasión se ha condenado sin denuncia porque teníamos elementos de prueba externos que confirmaban la autoría del maltrato. Se gana mucho con la denuncia de la víctima, aunque podemos proceder sin ella.
Respecto a la violencia de género, ¿cómo sería un caso desde que llega hasta que finaliza en esta unidad?
Lo más frecuente es que un vecino llame al 091, vaya la patrulla al lugar, se evidencie la situación de maltrato y procedan a la detención del autor. Trasladan a esta persona en calidad de detenido, le toman declaración y se empieza la investigación.
La víctima se persona en dependencias policiales, presenta la denuncia si quiere y nosotros nos ponemos en funcionamiento para obtener las pruebas para sustentar el caso judicial con el testimonio de la víctima. Una vez que tenemos todo, añadimos todas las pruebas al atestado, procedemos a la detención del autor y lo ponemos a disposición judicial.
Dependiendo de la gravedad del delito, el juzgado adoptará unas medidas cautelares, que pueden ir desde la máxima que es ingreso en prisión hasta la mínima, que es una orden de protección, la cual conlleva una de alejamiento. Esta medida de protección incluye medidas civiles, sociales y penales.
¿Se hace algún tipo de seguimiento?
Nosotros tenemos un sistema que se llama VioGén. Este sistema nos brinda predicciones basadas en factores de riesgo que nos indican qué casos pueden ser más graves o inminentes para poder atender según la gravedad, ya que los recursos son limitados. Además, sirve para que todos los organismos implicados puedan acceder a la información de cada caso. El seguimiento se hace a través de este sistema. Antes del 2003, la víctima ponía la denuncia y hasta ahí llegaba el proceso. Ahora, hacemos contactos periódicos en función de la valoración policial de riesgo: extremo, alto, medio, bajo y no apreciado. Cuando un caso llega a este último estado, se saca del sistema.
¿Qué tipos de perfiles se ven más a menudo?
Trabajamos con factores de riesgo respecto a la víctima, al autor y al entorno. Alcoholismo, drogas, si sigue estando con el autor o si ha sido maltratada antes son algunos de estos factores de riesgo que creemos objetivos.
La dificultad de que rompan con la víctima se acrecenta, además, por problemas satélite, como la drogadicción o el alcoholismo. Hemos tenido víctimas que han sido sacadas fuera del entorno agresivo y se han recuperado completamente y, al tiempo, han vuelto. Además, se da mucho la multivictimización, es decir, que una misma víctima tiene varios agresores. Es el ciclo de la violencia de género, y una de las principales problemáticas de estos casos.
Una problemática habitual es la inconsciencia por parte de las víctimas…
Muchas víctimas no identifican la violencia de género si no existe una violencia física, y eso es incierto. Antes de que haya violencia física, han existido comportamientos que son violencia de género: menosprecio, falta de consideración, violencia económica, control sobre la pareja… Un número elevado de las víctimas de violencia de género no denuncia porque no se han identificado a sí mismas como tal. Han convivido con bromas hirientes, que las ignoren, celos, ridiculización… pero no han pensado que eso era violencia de género. Las heridas no físicas son, en muchas ocasiones, peor: crean ansiedad y desasosiego.
«Cuanto más mayor es la víctima, más recae en el maltrato»
¿Ha detectado que los perfiles sean ahora diferentes a hace un tiempo?
El cambio generacional se ve en que las personas más adultas minimizan y exige resistencia al maltrato porque creen que todo lo que no es violencia física no es maltrato. Encontramos un denominador común que es que cuanto más mayor es la víctima, más recae. En casos de violencia de género, el porcentaje de recaída en jóvenes es del 39%, mientras que en las mayores de treinta años es del 60%. Ahora los jóvenes evidencian más el problema y existen diagnósticos tempranos de la violencia de género, lo que da lugar a la prevención. Se denuncia más ahora y más tempranamente.
¿Cómo suelen acabar los casos?
La incidencia es mínima. En Málaga capital no hay casos mortales desde hace alrededor de 4 años. Sobre un tercio de las víctimas vuelven con el autor. Sin embargo, un 60-70% abandona la relación y se recupera. Hay algo más de mil víctimas activas, pero desde que se elaboró el sistema tenemos más de tres mil a salvo. La balanza es positiva.
¿Algún caso que recuerde especialmente negativo?
Los más negativos son las víctimas reincidentes, que vemos que no salen del ciclo. También los casos de enfermedades mentales o adicciones. Estos son un riesgo constante y no podemos hacer mucho porque vemos que la víctima igual que denuncia hoy, mañana vuelve a estar con el autor e, incluso, intenta escabullirse y escapar de cualquier control que nosotros podamos ejercer.
La UFAM hace un seguimiento de manera cautelar para evitar el acercamiento de la víctima y el autor. Recuerdo un caso especialmente negativo en el que la víctima eludía nuestros controles porque si la veíamos saliendo de su casa cogida de la mano con el agresor, procedíamos a la detención de este.
En muchas ocasiones, las víctimas para evitar este control cambian de zona y apagan el móvil. Después, nos enteramos de todo esto porque ha existido otra situación de violencia en un distrito diferente al que vive y se ha procedido a actuar. Esto sí que es algo que vemos con frecuencia en víctimas multivictimizadas.
«Se ven cosas muy duras y acabas cargándote… necesitas, a veces, oxigenar»
Como padre o esposo, ¿se lleva el trabajo a casa?
Este trabajo se presta al cambio porque es frustrante. Pero tenemos que centrarnos en el porcentaje de casos que salen bien. Sí es cierto que muchos compañeros están trabajando en estos casos difíciles y viven día a día esa reincidencia… eso frustra y quema. No solo en el terreno de la violencia de género, también trabajamos con niños y, evidentemente, somos personas y existe una afectación. De hecho, muchos funcionarios tienen que dejarlo por esto mismo y cambiar de materia. Son grupos de mucha rotación. Se ven cosas muy duras y acabas cargándote con estas cuestiones y necesitas, a veces, oxigenar y cambiar de especialidad.
¿Cuáles son las vías para llegar a la UFAM para los que lo necesiten?
Los cauces para que nos lleguen las personas es un gran embudo: pueden venir de llamadas del 091, del 092 o de cualquier número de emergencia. También nos derivan los casos que se conocen por denuncias de transeúntes en la calle, que vienen de colegios o institutos, de hospitales. O lo más sencillo: personas que se presentan en cualquier dependencia policial…
También a través de las redes, teléfono, web, email y de la aplicación para el móvil ‘Alertcops’, desde la que puedes mandar audios, videos, fotos y cuenta con geolocalización.
Redacción y fotografía: Pablo Navarrete