Son muchas las iniciativas solidarias que se están viendo durante esta crisis y nosotros hemos recogido algunas de ellas. En varios de esos reportajes –como es el caso de Araceli Hernández y José Prieto– se ha repetido el nombre de una misma persona: Eusebio. Todos hacían alusión a los materiales que está donando. Intrigados, hemos querido conocer al hombre que tanta ayuda ha prestado en todas las redes de confección de mascarillas y pantallas faciales de Málaga.
La historia de la implicación de Eusebio López en todos estos proyectos solidarios, se remonta a cuando, junto a sus socios, adquiere un local en Alhaurín el Grande. Ese espacio había albergado una empresa de confección textil centrada casi por completo en ropa interior. En ese momento, la crisis del coronavirus estalló y Eusebio y sus socios creyeron que era el momento de donarlo todo para la creación de equipos de protección, que tanta falta hacían al principio de esta pandemia.
Una publicación en su cuenta personal de Facebook se convirtió rápidamente en viral y fueron más de 3.000 las personas que la compartieron, lo que supuso que un gran número de personas se interesasen por los elásticos para mascarillas y pantallas que Eusebio brindaba de manera desinteresada.
De la noche a la mañana, una iniciativa solidaria entre compañeros se convirtió en una especie de cooperativa en la que había que coordinar turnos para que las personas interesadas pasasen a recoger el material que necesitaban. Además, tuvieron la idea de incorporar espacios publicitarios en las pantallas de protección para que las empresas de Málaga se unieran al proyecto y lo apoyaran económicamente.
Ahora, que las cosas están algo más calmadas, Eusebio ha decidido crear en compañía de otros amigos ‘Elefantes y unicornios’, un proyecto de crowdfunding que pretende llevar a todos los pequeños de España mascarillas divertidas para “una sana interiorización de la nueva situación en sus vidas”.
Eusebio, que confiesa no poder estar quieto por mucho tiempo, se ha volcado también en que las familias a las que el coronavirus ha afectado económicamente tengan siempre un plato de comida en la mesa. Por eso, está trabajando para intercambiar mascarillas y pantallas faciales por comida para los que mas lo necesitan.
Eusebio, pieza fundamental en una gran parte de las acciones solidarias desarrolladas en toda la provincia, nos cuenta cómo surgió todo y el momento en el que se encuentran sus proyectos actualmente.
Eusebio, ¿cuál ha sido el camino hasta llegar aquí?
Mis socios y yo adquirimos a modo de inversión unos meses antes de la crisis sanitaria un local en Alhaurín el Grande. Este local había estado diecisiete años cerrado porque estaba en concurso de acreedores. Cuando entramos, vimos que había un montón de mercancía. La nave era de una antigua multinacional que hacía ropa interior. Estuvimos unos meses limpiando todo aquello, organizando y clasificando el material; encontramos unas 650.000 perchas y 500.000 metros de puntilla elástica, entre otras cosas. Nosotros pretendíamos vender eso y darle salida en el mercado. Justo en este momento fue cuando estalló el asunto del coronavirus. Mis socios y yo decidimos donarlo todo.
«Hemos donado 400.000 metros de elástico y 4.000 metros de tela»
¿Cómo empezáis a mover el asunto para que las personas se entreran de que teníais material?
Fue todo muy curioso. Hice una publicación en redes sociales a nivel privado. No podíamos imaginar la repercusión que esto iba a tener. De repente, eso empezó a compartirse, alcanzando casi 3.000 compartidos. La gente empezó a llamarnos continuamente. Casi como si fuéramos una empresa, tuvimos que hacer una agenda de cinco personas al día que pasaban a recoger material. Les preguntábamos las cantidades que necesitaban para repartir todo de la mejor manera posible. Y hasta ahora, que hemos donado 400.000 metros de elástico y 4.000 metros de tela.
Pero más allá de la donación, te has involucrado en otros aspectos…
Sí. Soy una persona muy activa y, más allá del material, decidí ayudar también con la distribución y la fabricación. Creé un prototipo de pantalla de protección de la que hemos hecho ya 4.000 piezas.
«Creé un prototipo de pantalla de protección de la que hemos hecho ya 4.000 piezas»
Nos involucramos, además, en una red de empresarios que tenían creada una especie de cooperativa. Nosotros cedíamos el material a las empresas de esa cooperativa que lo necesitaban para que no dejaran de producir. Hicimos también una lista de residencia de ancianos, de hospitales, de comisarías, y de las personas que nos pedían cosas y, según la producción en los diferentes puntos encargados de la confección, íbamos repartiendo.
Además, tenéis un modelo de negocio basado en publicidad…
Sí. Estamos trabajando ahora con un modelo de mascarilla, muy profesional y seguro, que cuenta con un espacio en el que las empresas pueden impresionar sus logos o páginas web. Conozco a muchos empresarios, me puse en contacto con ellos y algunas empresas malagueñas están participando. Esto nos permite seguir desarrollando y creando EPIS.
¿Cómo gestionáis las entregas y recogidas?
Trabajamos con una empresa para el reparto, Suroinco, que no tenían trabajo y se ofrecieron a hacerlo desinteresadamente. Más tarde, se unieron los bomberos de Málaga que son quienes están haciendo las recogidas y las entregas ahora mismo.
Te has involucrado en el reparto, distribución e, incluso, diseño de EPIS… ¿Tu trabajo habitual tiene algo que ver con este mundo?
En absoluto. Tengo varias empresas que, además, nada tienen que ver las unas con las otras: un gimnasio, una empresa de multiservicios y también tengo participación en inmobiliarias. Lo del local fue una inversión para hacer labores comerciales. Todas mis actividades están paradas ahora mismo. Eso me ha permitido involucrarme más en todo esto.
Has querido ir un paso más allá y has creado un proyecto de crowdfunding. ¿En qué consiste?
El proyecto se llama ‘Elefantes y Unicornios’ y se trata de hacer mascarillas de niños. Hemos estado semanas trabajando en su diseño, calidad, buena protección y comodidad. Hemos movilizado muchas asociaciones conocidas, como la Fundación Olivares y AMAPACCE, entre otras. Nuestra misión principalmente es seguir colaborando con la red de distribución de pantallas y mascarillas y sacar adelante el crowdfunding, además del prototipo de pantalla que estamos desarrollando para niños. Es un proyecto muy bonito.
«Ya estamos poniendo dinero de nuestro bolsillo y las estamos fabricando porque esperamos llegar al objetivo»
Las mascarillas se distribuyen por diferentes asociaciones aunque estamos pensando en hacer una tienda solidaria online porque muchos particulares la quieren para ellos. Estamos planteándonos que el dinero de las personas que las compren por esta última vía se abone a la campaña solidaria. Lo primero que tenemos que cumplir es el conseguir 10.000 euros con la financiación de las personas que quieran participar. Con eso haríamos una primera tanda de 6.500 mascarillas que irían a esas fundaciones.
Ya estamos poniendo dinero de nuestro bolsillo y las estamos fabricando porque esperamos llegar al objetivo. Así, podemos ir surtiendo a las fundaciones y a hospitales, como el materno, por ejemplo. Tenemos hechas casi 3.000 mascarillas hasta el momento. Este proyecto me toca de cerca, porque los niños me encantan. De hecho, tengo dos hijos que, por las circunstancias actuales, solo puedo ver por videollamada.
Estás muy volcado también con los colectivos más vulnerables en lo económico…
Ahora, me ha tocado de cerca ir a varios comedores sociales para el tema de las mascarillas y lo que he visto allí es bastante duro. Por eso, estamos intentando cambiar las mascarillas y pantallas por comida. Antonio Paneque, que tiene el comedor social más grande de Málaga en el distrito de Cruz del Humilladero, me ha dicho que en tres semanas han pasado de 1.600 familias necesitadas, que ya es mucho, a 2.300.
Ahora, nuestro esfuerzo, ya que parece ser que el tema de la protección se ha controlado, es volcarnos en las personas que han visto sus ingresos afectados a causa del coronavirus. Hemos hecho una campaña en varios pueblos de Málaga para conseguir alimentos. Los bomberos también están ayudando en esto. Estamos concienciados con el tema de la comida porque creemos que viene una crisis bastante fuerte.
Pareces estar en todas partes y todos los que hablan de ti, lo hacen bien. ¿Cómo te hace sentir esto?
Esto llena y gusta. Gracias al tema de las mascarillas he podido conocer a gente maravillosa, como José Prieto o Araceli Hernández. Recuerdo que hace poco una persona que yo admiro profundamente, Antonio Paneque, me dijo que el bichito de ayudar, cuando te pica es como una droga.
Cuando ayudamos tenemos la gran suerte de poder ayudar, y no de necesitar esa ayuda. Cuando lo haces, llegas a mucha gente; esa sensación engancha bastante. Siempre te planteas de como ayudar a mas gente. Congratula mucho y más cuando no tienes un día a día normal con tus ocupaciones.
Habitualmente, las mejores historias las escribe el azar y el buen hacer de las personas. Como es el caso del protagonista de esta historia, que poco podía imaginar cuando compró ese local que las cosas llegarían a donde están ahora. Gracias a todo esto, Eusebio está escribiendo unas páginas de su vida que atesorará para siempre y ha descubierto una pasión que, más que nunca, lo ha marcado para siempre: «las ganas de ayudar a los demás sin pedir nada a cambio». Gracias a él, son muchas las iniciativas de Málaga –y de otras provincias de España– que han podido salir adelante en la lucha contra este virus.
Fotografías: Lorenzo Carnero | Redacción: Pablo Navarrete