Con la alerta sanitaria del coronavirus, las calles se han vaciado y la mayoría de las oficinas están desiertas. Donde se están concentrando las aglomeraciones son en los supermercados. El miedo al desabastecimiento ha hecho que, en contra de las recomendaciones del Ministerio de Sanidad, las personas se acumulen en estos establecimientos, pero, ¿es posible que los supermercados queden desabastecidos?
Mientras las cifras siguen subiendo, las autoridades controlan el tráfico de transeúntes por las calles y las cifras siguen sin aclarar hasta cuando va a durar esta situación, el miedo y la incertidumbre se ha apoderado de todas las personas. Sin embargo, varias fuentes, tanto oficiales como empresarios del sector, confirman que no hay riesgo de desabastecimiento en el país.
De hecho, España es uno de los países de Europa con mejor sistema de reparto y abastecimiento de producto. Las grandes cadenas de supermercados han reiterado en varias ocasiones que hay producción suficiente para cubrir las necesidades de todos los ciudadanos. Sin embargo, reconocen que la compra masiva y nerviosa de ciertos productos, como el papel higiénico o los geles desinfectantes, pueden provocar problemas de inventario, de rápida solución.
Es decir, los problemas que puedan surgir son menores y solucionables, pero nunca significará la falta de producto. Entonces, ¿por qué hay estantes vacíos en el súper? La explicación es sencilla. En primer lugar, los reponedores son personas y su trabajo va más lento que de lo que los consumidores arrasan con los productos de los estantes. Además, a pesar de que los empleados reponen en función de las necesidades que van surgiendo, tampoco pueden rellenar los estantes tan rápido como se vacían ya que eso si que podría desembocar en problemas de stock.
Ante esto, el Gobierno, mayoristas y minoristas, piden sentido común y conciencia social a la hora de comprar. La recomendación es que, si se va a comprar, que se haga con cabeza y manteniendo las recomendaciones de seguridad para evitar la propagación del virus.
Fotografías: Lorenzo Carnero