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Época de resfriados: desmontamos sus mitos

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Época de resfriados: desmontamos sus mitos

El buen tiempo se está despidiendo poco a poco, los niños han vuelto al colegio y los termómetros bajan cada vez más. Dentro de poco, la casa se llenará de pañuelo usados y medicamentos para los resfriados, que se van a convertir en el complemento más común entre la población.

 

Lo cierto es que parece que cuando el frío aprieta, los resfriados suben exponencialmente. Frente a esto, nos embutimos en grandes plumones y desenfundamos un gran abanico de remedios caseros que vienen acompañados, en la mayoría de los casos, rodeado de bulos y creencias inciertas que suelen ser inútiles a la hora de sanar y, algunas de ellas, incluso contraproducentes.

Para empezar, el resfriado no es resultado de exponerte al frío. Sí, eso de no andar descalzo por casa o no salir con el pelo mojado a que te dé el aire, tal y como dicen las madres, no interfiere en absoluto para coger o no un catarro. Lo cierto es que los resfriados son producidos por virus, por lo tanto, enfermas por contagio. Esto quiere decir que, si nos fuéramos solos a la Antártida en bañador, sin nadie más, pasaríamos mucho frío hasta llegar a la hipotermia, pero no tendríamos por qué resfriarnos. El problema de las estaciones frías es que compartimos más tiempo encerrados en lugares y ventilamos menos, por lo que los virus tienen vía libre para contagiar.

Según el estudioso de la Universidad de Virgina Richard Turner, uno de los mayores expertos en enfermedades infecciosas del planeta, una vez el virus ha alcanzado nuestra nariz tenemos un 90 % de posibilidades de desarrollar el contagio; pero, una vez infectados, alrededor del 50% presentará síntomas típicos del constipado, mientras que los demás pasarán la infección sin notar nada.

Sabiendo esto, queda más que claro que, a pesar de la creencia popular, los antibióticos no sirven para acabar con el resfriado. Por el contrario, lo más adecuado sería un antigripal, que suelen contener antipirético para la fiebre, analgésico para el dolor, antihistamínico para el moqueo y los estornudos y descongestionante contra los mocos. Algunos contienen además un antitusivo, que ayuda a mitigar los ataques de tos, y cafeína para compensar el efecto aletargante de los antihistamínicos.

 

Tampoco sirve de mucho empacharte de vitamina C. Para las personas de a pie, al contrario que para los atletas, el consumo en grandes cantidades de vitamina C sólo reduce el riesgo de sufrir un resfriado en un 3%, aunque en algunos estudios se ha concluido que mejora ligeramente y por un tiempo los síntomas. Según cuenta a la BBC Michael Allan, de la Universidad de Alberta, un estudioso de estos remedios tradicionales, «si un adulto sufre dos resfriados al año, la vitamina C sólo podrá evitar un resfriado cada 15 años«.

Además, el tradicional consejo de “beber abundantes líquidos” cuando se padece un resfriado no está avalado científicamente. Es cierto que la sudoración asociada a la fiebre puede contribuir a un cierto grado de deshidratación, lo que nos da sed. Por este motivo, sí está bien extremar la precaución e ingerir líquidos. En esta línea también conviene destacar que beber leche no provoca mocos.

 

Entonces, ¿qué se puede hacer para no resfriarse? Poca cosa. Desde la OCU cuentan que “los estudios han demostrado que para prevenir la transmisión de resfriados y gripe es útil lavarse bien las manos con agua y jabón y durante bastante tiempo, sobre todo después de toser, estornudar o atender a una persona enferma”. La vía más común de infección es la aérea a través de las gotitas originadas al hablar, toser o estornudar, aunque los virus también pueden transmitirse cuando alguien toca una superficie que contiene esas gotitas como la mano de un enfermo o el pomo de una puerta y posteriormente se lleva la mano a su nariz o boca.

Por lo tanto, se pueden mantener precauciones como cubrirse nariz y boca al toser o estornudar con un pañuelo desechable y tirarlo a la basura después, no compartir alimentos o cubiertos con una persona afectada por un catarro y ventilar bien todas las estancias para reducir las posibilidades de coger un resfriado, pero, lamentablemente, no lo hace imposible.

Redacción: Pablo Navarrete

Fuente: El País, Maldita.es, 20 Minutos

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