Confiesa sentirse fascinada por el Mundo Antiguo y la literatura. Por eso un buen día María Viedma se planteó aparcar su trabajo como consultora e investigadora y dedicarse a lo que verdaderamente le apasionaba. Así, nuestra protagonista, licenciada en Filosofía, después de muchas publicaciones relacionadas con la historia de las mujeres, se lanza a escribir su primera obra de ficción: «El Mar de Salomón”. Una novela que conjuga tragedias, ambiciones, guerras, conflictos familiares, luchas por el trono con elementos sobrenaturales y mágicos que revela al lector, tras un arduo trabajo de investigación, cómo era la vida en el convulso Jerusalén hace 3.000 años. Una magnífica obra centrada en las figuras del Rey David y su amado hijo Salomón pero bajo una mirada femenina en un contexto patriarcal cuyos patrones hoy en día, por desgracia, persisten en algunos países.
El martes 23 de mayo a las 19 horas la presentará en la ‘Librería Luces’, una ocasión para conocer a la autora y los pilares principales de su última obra.
Después de muchos años como consultora e investigadora, decides dar un giro profesional y convertir tu afición por la literatura en tu profesión. Una apuesta muy valiente…
Sí, es una apuesta valiente pero no insensata. Tomarme la literatura en serio no quiere decir que haya dejado de trabajar, sino que trabajo menos horas y/o que hago otras actividades que me exigen menor dedicación que la consultoría free lance. Ese tiempo que logro liberar, lo dedico a hacer lo que realmente me gusta. Es una cuestión de prioridades…vivir para trabajar o trabajar para vivir. Yo he elegido introducir equilibrio en mi vida. Después de todo, estoy en la segunda mitad de ella, y probablemente me quede por delante menos tiempo por vivir del que ya he vivido. Si no pongo equilibrio ahora…¿para cuándo lo voy a dejar? Es importante rescatar tiempo y energía para materializar los sueños. No puedes posponerlos indefinidamente porque entonces corres el riesgo (insensato) de no vivirlos. Eso supone dejar a un lado ciertas cosas, sacrificarlas en beneficio de otras. Por eso digo que es una apuesta valiente, pero sobre todo, creo que es una apuesta prudente. Solo tengo una vida y me parece una temeridad no intentar siquiera vivirla.
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¿Encontraste apoyo en tu entorno cuando tomaste esta decisión?
Sí, yo he tenido y tengo la suerte de apoyarme en la persona con la que comparto mi vida. Mi pareja siempre me ha apoyado y, en tiempos inciertos, ha creído en mí casi más que yo misma. Soy afortunada teniendo junto a mí a alguien que siempre me anima a seguir hacia delante y que disfruta viéndome alcanzar mi metas. En una pareja es muy importante que el apoyo sea mutuo, que exista respeto, comprensión y generosidad con los tiempos y las necesidades del otro. Mi marido y yo compartimos inquietudes similares, y como tenemos las mismas prioridades, cuidamos el uno del otro para poder disfrutar juntos de nuestras inquietudes y de nuestros sueños.
En tu trayectoria profesional destacan trabajos centrados en la perspectiva de género, ¿hemos avanzado o seguimos igual?
Hemos avanzado algo, qué duda cabe, aunque obviamente queda mucho por conseguir. Occidente tuvo la suerte de vivir la Ilustración, que con todas sus limitaciones, nos permitió avanzar en materia de igualdad de derechos entre seres humanos y, por supuesto, en materia de igualdad entre mujeres y hombres. El Feminismo fue un hijo de la Ilustración, un hijo no querido, como dicen Celia Amorós, Victoria Camps o Amelia Varcárcel, entre otras filósofas españolas. En tanto que hijo no querido (o tal vez por eso mismo), el Feminismo nació para corregir, es decir, universalizar el democratismo ilustrado y convertir a las mujeres en ciudadanas de primera clase. Amelia Varcárcel opina que el Feminismo es uno de los grandes pensamientos de la Modernidad, y creo que tiene razón. A las mujeres occidentales nos faltan muchos territorios por conquistar, y a diario nos enfrentamos a discriminaciones, pero como hijas de la Ilustración, sabemos (sapere aude, atrévete a saber) cuál es nuestro sitio y peleamos por él. La sociedad occidental, aunque se resista y nos escamotee nuestro lugar, también lo sabe (precisamente gracias a la herencia ilustrada). En otros lugares del mundo en los que no hubo Ilustración, los derechos humanos y en especial los de las mujeres, ni existen ni se los espera. Lo peor es que desde muchos de esos lugares se desea que también en Occidente volvamos a vivir la oscuridad de la Edad Media, o de de tiempos infinitamente pretéritos como los que yo describo en mi novela. Occidente no es un paraíso para las mujeres, pero al menos aquí la luz de la Razón nos ha abierto camino.
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En enero de 2016 publicas tu primera obra de ficción «El Mar de Salomón”. ¿Por qué una historia centrada en el Mundo Antiguo?
Porque me fascinan las civilizaciones antiguas, porque estas excitan mucho mi imaginación. Debe tener que ver con mis lecturas infantiles y de juventud y con mi pasión por los museos. Supongo que soy una cotilla metomentodo: me encanta conocer cómo vivió la gente que nos precedió, saber cómo era su vida cotidiana, sus ciudades, sus casas, sus útiles diarios de trabajo y personales. Su manera de arreglárselas frente a la adversidad, sus valores y normas, su forma de entender el mundo. Lo que hoy nos parece lícito en otro tiempo no lo fue, y al contrario. La Historia es un viaje lleno de sorpresas. Nuestro sistema educativo debería hacer de la Historia y de la Filosofía dos herramientas que nos ayudasen a disfrutar aprendiendo y también a ser críticos. Desgraciadamente, tanto la Filosofía como la Literatura Universal se encuentran en nuestras aulas en peligro de extinción.
¿Qué te hizo fijarte en la figura del rey Salomón?
Yo siempre he escrito relatos. Como licenciada en Filosofía Pura y como madre de un adolescente, un día se me ocurrió que podría escribir un cuento sobre un chico cuya principal pasión fuese aprender. Vino entonces a mi mente un jovencísimo Salomón obsesionado por conocerlo todo sobre Egipto. Al pensar en ese Salomón con pelusilla en el bigote, tuve que imaginar sus relaciones familiares (todos hermanos de distinta madre), su día a día en un reino que acababa de unificarse y que era aparentemente pacífico, pero en el que algunas tribus mantenían importantes tensiones. Me di cuenta, entonces, que disponía de material suficiente para armar una novela. Además, había un montón de personajes que me pedían que les diese voz…que contase su «verdadera” historia. Y me lancé por fin a escribir una novela, me concedí, por encima de otras cuestiones, tiempo para hacerlo.
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Ha sido un trabajo de investigación muy intenso antes de elaborar la novela.
Sí, un trabajo muy intenso porque tenía que recrear la vida cotidiana de hace tres mil años. Recrear los hechos históricos no es difícil. Están en las enciclopedias. Lo verdaderamente difícil es lograr que el lector se sumerja en la atmósfera que envolvió esos hechos: que respire el mismo aire, que se deleite en los mismos placeres, que sienta los mismos miedos de aquellas personas y que vea el mundo a través de sus ojos. Para lograrlo tienes que documentarte muchísimo, recurrir a muchas fuentes diversas y heterogéneas. A mí me encanta documentarme, no me parece una tarea tediosa. Disfruto muchísimo haciéndolo.
En tu obra consigues dar visibilidad a las mujeres de aquella época que vivían en un entorno patriarcal. Son patrones que hoy en día aún se repiten…
Sí, por desgracia, sí. ¿Sabes qué ha sido para mí lo peor durante el proceso de escritura de El mar de Salomón? Convivir con la certeza de que muchas injusticias y formas de violencia machista que padecen los personajes femeninos de mi novela siguen presentes en la actualidad. Me estoy refiriendo a la opresión por parte de la autoridad masculina, a matrimonios forzosos, a violencia sexual (en la familia, en las guerras), al drama de la prostitución…
Entre tus obras destaca «Historia de la Masonería desde una Perspectiva de Género”, un libro premiado en 2008. Cuéntanos que podemos encontrar en este trabajo.
Historia de la Masonería desde una Perspectiva de Género es un trabajo que efectué para la obtención de la suficiencia investigadora, durante el segundo año de doctorado en la UMA sobre «Historia de las mujeres y de Género”. En ese ensayo describo cuál ha sido, desde la época de la construcción de catedrales (Masonería Operativa) hasta la actualidad (Masonería Especulativa), la relación de las mujeres con la Orden del Gran Arquitecto del Universo. Analizo los momentos en los que las mujeres han estado presentes y ausentes, así como los motivos de su ausencia y presencia. También describo cuál ha sido su estatus (en términos de igualdad o no) en los momentos en que sí han formado parte de las logias. El periodo de tiempo que analizo es muy largo: desde la Baja Edad Media hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, y para explicar la relación de la mujer con la Masonería, recurro a la comparación entre el discurso hegemónico sobre masculinidad y feminidad que se ha tenido dentro y fuera de las logias.
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¿Ha merecido la pena este cambio de rumbo en tu vida profesional? ¿Qué balance haces?
Sí ha merecido la pena. Mi balance es positivo, y lo es por eso mismo: porque hay balance, porque hay equilibrio. Y sobre todo, porque siento la felicidad de estar pudiendo hacer lo que quiero hacer.
¿Estás sumergida en algún nuevo proyecto literario?
Sí. Estoy acabando mi segunda novela. También es una novela histórica y se desarrolla en París, en los últimos años del siglo XIX. Eso es todo lo que, de momento, puedo decir. Para algunas cosas soy un pelín supersticiosa…
Redacción: Esther Lara y Ana Porras Fotografía: Lorenzo Carnero
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